Estatales: Reconstruir nuestro sindicato para enfrentar la crisis

en Goyo Flores/Novedades

La aceleración de la inflación, que alcanzó un 7,7% en marzo y seguramente, tras la devaluación en curso, superará ampliamente ese número en abril, pone en jaque el salario de todos los trabajadores. Más aún el de los estatales, que partimos de un piso muy bajo y acumulamos un retroceso constante desde hace más de una década. En la última ronda de negociación paritaria, firmada a fines de enero, se alcanzó un 97% para el período junio 2022-mayo 2023. Frente a ello ATE anunció que “le seguimos ganando a la inflación”, cuando ni siquiera estábamos empatando. Ese acuerdo consolidaba la enorme pérdida de poder adquisitivo acumulado entre los últimos años del gobierno de Cristina, la gestión de Macri y los dos primeros años de Fernández. Y solo iba a ganarle a la inflación de 2023 si esta bajaba, cosa que ni Massa creía a esa altura. El último dato de inflación interanual (a marzo) está en 104,3%, y para abril la cosa viene peor. Otra vez perdimos con la inflación.
Ante la debacle salarial la paritaria se reabrió, y hay una reunión pautada para el jueves 27 de abril, en la que se firmará el porcentaje que UPCN ya acordó con el gobierno: un 5,5% para el mes de abril, que estará por debajo (otra vez) de la inflación de este mes. ATE, que desde 2019 venía convalidando con su firma todas las ofertas paritarias del gobierno, esta vez va a recharzarla. Es tarde: las conducciones que dieron las espalda a los trabajadores estatales por sus acuerdos políticos con el gobierno, que avalaron el retroceso salarial y contribuyeron a la desorganización de las bases, que sumieron nuestro sindicato en violentas disputas internas por el control del aparato, hoy no tienen ni la legitimidad (ni la intención seria) para encarar un plan de lucha a la altura de las circunstancias. La impotencia está a la vista: esta semana se convocaron dos medidas de fuerza, una movilización sin paro de ATE Nacional hoy miércoles, un día antes de la mesa paritaria, y un paro y movilización para el jueves 27 de ATE Capital. La disputa interna se impone una vez más, y las distintas facciones prefieren marchar separadas desnudando toda su debilidad antes de alcanzar la unidad de acción para defender lo mínimo: el salario de los trabajadores que dicen representar.
Hoy ATE se encuentra profundamente dividida. A la disputa entre la lista Verde (que conduce ATE Nacional) y la Verde y Blanca (que conduce ATE Capital), se han sumado nuevas divisiones dentro de ambas listas. Se trata de una división que no tiene relación directa con diferencias frente al ataque sufrimos. Todos, en los últimos tres años, han rendido pleitesías al oficialismo y han hecho lo imposible para evitar que el descontento de los estatales frente a un gobierno que no cumplió ninguna de sus promesas se exprese. La división es por el aparato, ya que este año se celebran elecciones de la conducción nacional y las seccionales. Y a esa disputa de aparatos se destinan más energías que a la defensa de los trabajadores, como se vio en la movilización de las facciones del gremio al congreso de ATE Capital la semana pasada, que terminó a las piñas y suspendido.
Así las cosas, el gobierno de los Fernández llega a su fin dejando trabajadores estatales más pobres y más precarizados, porque los pases a planta prometidos se dieron a cuentagotas. A como van las cosas, pasaremos los próximos meses corriendo de atrás a la inflación, peleando para que nuestros sueldos no queden muy por debajo de la línea de pobreza. Al recambio presidencial, en donde se impondrá alguna de las variantes del consenso liberal (las del oficialismo o la oposición), llegaremos con un piso salarial muy bajo para enfrentar el ajuste que se viene, que tendrá en los trabajadores uno de los patos de la boda. La responsabilidad de las conducciones gremiales del sector es, en este contexto, doble. Nos entregan al próximo gobierno con salarios de pobreza, con miles de trabajadores con contratos precarios, con lo que la profundización del ajuste que se viene será para nosotros más duro. Pero además, han destruido las estructuras gremiales que teníamos para enfrentar lo que se viene. Desmovilizaron a las bases para acordar sin cuestionamientos las paritarias de Fernández, nos desorganizaron, liquidaron el poco prestigio que les quedaba al darnos la espalda mientras nuestros salarios caían, y sumieron al sindicato en disputas internas que lo paralizan. ¿Con qué cara nos van a convocar a luchar contra el ajuste que se viene si no movieron un dedo para frenar el ajuste en curso? ¿Quién se va a movilizar tras dirigentes que le aguantaron a Alberto, Sergio y Cristina, durante cuatro años, cosas que no le hubieran dejado pasar a Macri? Esta dirección entregó a los trabajadores estatales, es hora de superarla.
Frente a ello los estatales debemos reconstruir nuestra organización sindical. En primer lugar, impulsando asambleas y reuniones en cada lugar de trabajo para discutir la situación y un plan de acción. En segundo lugar, ligándonos a quienes, dentro de ATE, mantuvieron la independencia política y sostuvieron la lucha por los salarios y las condiciones de trabajo sin importar quién esté en la Casa Rosada. Espacios como la coordinadora interjuntas de ATE Capital o los cuerpos de delegados combativos deben ser reforzados. Debemos intervenir con nuestras consignas en las movilizaciones e instancias de deliberación del sindicato, pero también darnos nuestros propios espacios y acciones. Es urgente reorganizarnos, porque con la inflación acelerándose, el tiempo perdido implica enormes retrocesos. Pero sobre todo, tenemos que empezar a discutir en estos espacios una salida política. Cuando la crisis se acelera, la lucha sindical no alcanza. Es necesario elaborar de conjunto una alternativa obrera para enfrentar la crisis.

Corriente Sindical Clasista Goyo Flores / Razón y Revolución-Vía Socialista

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