Entrevista a Eduardo Sartelli en «Descifrando al chavismo. Entrevistas al marxismo argentino» de Jesús Manuel Vallez

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Eduardo Sartelli es el fundador y máximo dirigente de Razón y Revolución (RyR), una organización política que, desde sus inicios, reivindicó la necesidad de construir científicamente el programa de la clase obrera. Su libro más famoso “La cajita infeliz: un viaje a través de la sociedad capitalista”, nos sirvió como apoyo importante en el
ejercicio de pensar críticamente, en esa búsqueda por entender la realidad que teníamos al frente. A partir de allí comenzamos a seguir sus posiciones, difundidas particularmente en su columna radial de los lunes en el programa “Código de Barras” de la emisora Frecuencia Zero.

Aunque es un destacado profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de La Plata, Sartelli se define a sí mismo, no como un académico, ni como un intelectual, sino como un militante revolucionario. Militó varios años en el Partido Obrero (PO), del cual se separó para fundar RyR.

A partir de allí inició un esfuerzo sostenido por comprender la sociedad argentina y preparar cuadros capaces de conducir una revolución. El resultado de tantos años de trabajo se expresa en la continuidad de su periódico (El Aromo), de su revista político-académica (Razón y Revolución), y en una editorial (Ediciones RyR) que ha sacado a la luz más de 500 títulos.

Durante años, Sartelli planteó abiertamente la necesidad de que los partidos integrantes y grupos afines al Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) se constituyeran en un partido único. Esa idea, desde el principio, nos llamó poderosamente la atención, e incluso intentamos ponerla en práctica en Venezuela con el nombre de Plataforma de Izquierda. Al igual que él, fracasamos. A partir de 2015, Razón y Revolución abandonó su insistencia por la unidad del FIT y optó por constituirse en un aparato que combinase las tareas de construcción del programa con las tareas de agitación práctica.

Con Eduardo tenemos contacto desde principios de 2016, precisamente en el marco de nuestro fallido intento de lograr la unidad de la izquierda en Venezuela. A partir de allí seguimos comunicándonos esporádicamente. De esta manera, al exponerle por vía electrónica los objetivos de la entrevista, aceptó muy amablemente.

Pautamos encontrarnos en su casa, a las afueras de la ciudad de Buenos Aires. Eduardo se había ofrecido a buscarme en un punto de referencia. Sin embargo, con la intención de no molestarlo de más, busqué en internet la dirección que me especificó. Resulta que internet me mandó a un sitio totalmente distinto. Había varias calles con ese
nombre en la provincia de Buenos Aires. De forma apenada llamé por teléfono a Eduardo para informarle la situación. Afortunadamente entendió y me citó nuevamente a la noche en un colegio secundario donde es director.

En esta segunda oportunidad sí había sido capaz de llegar puntualmente. Entré al colegio y, luego de preguntar al portero la ubicación, me dirigí a la oficina de Eduardo. “Hola pibe, ¿Cómo andás?”, me dijo, reconociéndome a pesar de no haberme visto antes.

“Al fin nos conocemos”, le respondí en tono de broma, disculpándome por haber incumplido a nuestra cita de la mañana. “Te fuiste al carajo”, señaló bromeando. Seguidamente me ofreció mate y conversamos sobre mi estadía en Argentina. Al cabo de unos minutos, comenzamos la entrevista:

1 Comentario

  1. «Nosotros consideramos que la Argentina es un país que no necesita ninguna revolución democrática, ni popular, que es un país que no tiene cuestiones democráticas por resolver. Estamos en contra del nacionalismo, sobre todo el nacionalismo malvinero, porque para nosotros las Malvinas no son argentinas, no es una cuestión nacional, la Argentina tiene su cuestión nacional resuelta. Argentina es un país que está listo para el
    socialismo, no necesita ninguna etapa intermedia. Y el trotskismo, más allá de que critique al maoísmo o al Partido Comunista, al
    leninismo, sigue siendo tan etapista como ellos, es decir, presupone que tiene tareas pendientes por realizar. Nosotros decimos lo contrario
    y por lo tanto tenemos diferencias programáticas»

    Esa es nuestra diferencia crucial. No porque yo considere que todavía quedan tareas burguesas que resolver (cuestión que incluso Trotsky podría criticar, porque en general fue bastante fino al distinguir entre burguesía y democracia, y por tanto hablaba de «tareas democráticas en el seno de la sociedad burguesas que la burguesía es incapaz de resolver»), sino porque la Argentina no está lista para el socialismo, como no lo está ningún país capitalista por sí mismo. El socialismo es un proyecto internacional, solo puede existir a un nivel que trasciende el nacional-estatal. A este nivel, al nivel nacional-estatal, la único cierto es que podemos construir un Estado obrero, una dictadura proletaria. Y este es uno de los meollos mismos de la teoría de la revolución permanente como fue formulada en 1906, un momento en que Lenin había dejado su énfasis en la dictadura proletaria de 1898 y Kautsky negaba la necesidad de ésta. Que el PO opere con el semietapismo del «Estado obrero-campesino» desde sus mismos inicios, es otra cosa. Que el morenismo actual haya tomado los elementos más regresivos de Moreno (sobre el pts con su ciudadanismo autonomista que convierte incluso la tendencia al populismo democratizante en mero ciudadanismo burgués), no la crítica a Guevara de 1964, al maosímo de 1968, al trosko-guevarismo desde 1971, etc), es otra cosa.

    Si en la práctica sostienen enfáticamente la tesis que cito arriba es que son radicalmente nacionalistas…No creo esto sea sí efectivamente, así que lo invito a revisar esta cuestión, y no caer en este tipo de cuestiones.

    saludos marxistas

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