“En el INCAA, Cristina eliminó los comités de evaluación independientes del Estado” Entrevista a Ernesto Gut, director de Una historia de Madres.
Luego de ver Una historia de Madres, charlamos con Ernesto Gut, su director. Aquí reproducimos lo más saliente de la entrevista, donde cuenta cómo realizó la película, las dificultades que tiene un realizador independiente para filmar ficción, y su opinión sobre la izquierda ante el 2×1, y lo sucedido en el INCAA.
Ana Costilla
Grupo de Investigación de la Izquierda Argentina-CEICS
¿Cómo fue la realización de la película?
Nosotros partimos de la figura de Nora Cortiñas y también del Grupo de Apoyo a Madres de los jueves. En realidad, la película, que la empezamos hacer con Reinaldo Ortega, la imaginamos con el fotógrafo del grupo. La idea, en un principio, era hacer la película sobre Norita, con mucho eje sobre ella. Sabiendo también que se cumplían 40 años desde la fundación de Madres, y ella misma nos decía: “Mi historia tiene sentido, en la medida en que soy una madre de Plaza de Mayo”. Consideraba que había que ampliar la mirada. Nosotros vimos la oportunidad de hacer una película más grande. Aunque no teníamos mucho tiempo, también queríamos llegar a estrenar para el 30 de abril de este año, que se cumplían los 40 años y también por una cuestión práctica: necesitamos hacer una realización rápida, porque no teníamos apoyo del INCAA, que fue una decisión que tomamos por una cuestión de tiempos.
Yo estoy haciendo dos películas con financiación del INCAA y conozco los tiempos de presentación de proyectos, que son larguísimos. Cada vez son más largos, con todo lo que está pasando ahora en el Instituto. Entonces, dijimos que por una cuestión de fecha y de oportunidad política, debíamos hacerla por nuestra cuenta. Después, nos dimos cuenta de que acertamos, porque a partir la crisis de los organismos de DD.HH, (por la desvalorización que generó el compromiso de Hebe de Bonafini y de muchos otros) la figura de Nora Cortiñas, de Elia Spen, Mirta Baravalle (las madres que nunca perdieron su independencia política) tomaba una medida muy importante. Entonces se dieron las condiciones y, con nuestros propios recursos, hicimos la película.
En el documental, se nota una ausencia de una voz en off, una presencia importante de los testimonios y un trabajo de reconstrucción de archivo audiovisual. Contanos un poco sobre esta elección.
Eso es un criterio que usamos en 40 Balas: utilizar el testimonio de los entrevistados como guía y como insumo. Restringirnos a eso, a lo que pudiéramos conseguir con el testimonio de los protagonistas de la época. Armamos también un equipo de archivos, que estuvo Nicolás Rigman, con quien yo había trabajado en 40 Balas. Pero también con apoyo de los trabajadores del Archivo General de la Nación y del Archivo Nacional de la Memoria, que funciona en la ESMA. También conseguimos, por medio del Archivo Nacional de la Memoria, a Jorge Casal, que es el camarógrafo que trabajaba en los últimos años de la dictadura para el France Presse, o sea agencias internacionales. Con esa cobertura, él filmó mucho de las movilizaciones, marchas de Madres, incluso entrevistas de corresponsales extranjeros.
Es muy valioso, y ese es un tema muy importante, porque siempre estamos con el “abran los archivos de la dictadura”. También como documentalista, como investigadores, decimos que abran los archivos privados de audiovisuales, porque son cuestiones que tienen que ver con la historia. Hoy por hoy, alguien puede comprar un archivo privado y negarlo al conjunto. Incluso alguien que se había comprometido con la difusión de ese material. Por darte un ejemplo: hay una película que se está haciendo sobre Martínez de Hoz y la familia.Hay archivos privados que están dando vuelta y viene la familia Martínez de Hoz, que le sobran recursos, compra y directamente ni te enteras que existe. Entonces debería haber una política de apertura de archivos, sobre todo lo que tenga que ver con DD.HH.
¿Por qué no se elige la ficción? El kirchnerismo ha hecho mucha ficción sobre los ’70.
Sí, también con mucho dinero. La ficción es más cara: los actores y también la puesta. En Tucumán, un estudiante de cine, un pibe muy copado me dice “a mí me gustaría hacer 40 Balas, pero una ficción” y yo le dije, “estaría buenísimo, yo te apoyo plenamente, te doy todo lo que necesites”, pero bueno… Es un desafío. También quizás hay una cuestión de sacarse el miedo y poder hacer cine olvidándose un poco de los estándares más industrialistas, que uno está acostumbrado y el espectador también. Pero siempre es más costoso, es más difícil hacer una ficción bien hecha que un documental.
Los subsidios del INCAA están separados por categorías. Vos para presentarte como documentalista, no hace falta que tengas una empresa, una productora. Ahora, a partir de la nueva reglamentación, para presentarte en la última categoría, en la más baja de ficción, tenés que ser una empresa. No podes ser una persona física. Y eso es muy limitante. Eso es una reivindicación de la lucha que está ahora plateada, que uno pueda, sin ser una empresa, hacer ficción con apoyo del INCAA.
¿Qué opinión tenés sobre el 2×1 y lo que hizo la izquierda?
Yo no soy militante de los DD.HH, por lo que tengo una opinión que va un poco por fuera. En ese sentido, no quiero dar una opinión como si fuera autorizada porque no lo es. Sí estuve ahí cuando se hizo la convocatoria al día 11, la convocatoria vieja, digamos, contra las políticas represivas del gobierno. Y también vi claramente como, no es algo nuevo, siempre los organismos kirchneristas han boicoteado las actividades del EMVyJ. Eso fue lo que se vio.
También, eso es permanente y es lo que sucedió acá, que hubo un debate de que la marcha mayoritaria iba a ser la del miércoles. Entonces, en la izquierda hay una divisoria política muy importante, que es de la gente principista y que también se aísla de los procesos de las masas, y una izquierda, que tampoco está muy definida, digamos, pero hay una tradición. Por ejemplo, del Partido Obrero, de que si hay un acto con todo el programa perfecto, y van dos o tres agrupaciones minoritarias, y después hay otra marcha donde el programa no es tan bueno, pero está la masa de trabajadores y realmente hay un espacio ahí para dar una disputa política. La izquierda que no es sectaria va al acto mayoritario, con sus propias banderas, con sus propias reivindicaciones.
Creo que lo que sucedió fue eso, pero realmente lo que pasó y que fue un acierto, digamos, fue hacer una marcha unitaria con las propias banderas. De hecho fue el EMVyJ, la fuerza que le puso el sesgo político, digamos, a esa movilización. De otra manera, pienso yo, la marcha del miércoles hubiera sido considerada una marcha de los kirchneristas, y la marcha del jueves mucho más minoritaria, hubiera sido considerada como la minoría de izquierda que sí mantiene los principios, pero no mueve a nadie o mueve muy poca gente.
Después hay detalles. De qué manera, si el ámbito adecuado era la reunión del EMVyJ, no adelantarse a convocar directamente a la marcha del miércoles. Eso es lo que veo. Pero sí, mucha gente se sintió “traicionada”, sintió que había que mantener la convocatoria del jueves. Y yo los entiendo completamente, y también entiendo muy claramente que cuando hay una movilización donde va la población realmente, en esa movilización hay que estar y dar la lucha política. Estamos hablando juntamente en un terreno que fue dominado por el kirchnerismo y en este momento es un terreno que está en disputa.
¿Cuál es tu opinión sobre la política del INCAA?
El ataque sobre el INCAA, es más sobre el cine en general. Están paralizadas las producciones, se están haciendo contadas películas y hay muchísima gente sin trabajo. En el caso de los documentalistas, nosotros venimos con ataques desde antes. Este gobierno es más decidido en los ataques que venimos sufriendo desde antes.
Antes no existían subsidios para documentales que no fueran de 35mm, en celuloide. O sea, que era el cine que hacían grandes productoras y gente muy vinculada al negocio los que sacaban un documental en celuloide, que son carísimos, de una producción muy alta. Entonces, en el año 2008, la Asociación Documentalista de Argentina (DOCA) encabezó y arrastró a otras asociaciones nacionales, para que el INCAA diera subsidios al documental digital. Era lo que estaban haciendo realmente los documentalistas: estaban documentando lo que sucedía a partir del 2001. Desde allí surgió toda una camada de fotógrafos y videastas que no filmaban en cámara, no había ninguna posibilidad de filmar en cámara y se estaba filmando masivamente lo que sucedía, pero en video. Con el paso a digital, se abarataron mucho las cámaras con las cuales poder filmar en una calidad suficiente como para que se pueda pasar en el cine, en la pantalla grande, donde todos los defectos se expanden.
Se logró lo que se llama “la quinta vía”: documentales en formato digital, con subsidios muchos más chicos de lo que son las producciones de ficción, pero que sirven para que alguien haga sus primeras producciones. Y esta conquista estuvo acompañada en el logro de que en que los comités (que elegían que proyectos debían ser financiados) no fueran elegidos por el INCAA (es decir por el gobierno), sino por las asociaciones de documentalistas, que enviaban sus jurados. En la última resolución del gobierno de Cristina , se sacó este último punto, y se habilitó que los comités dejen de ser independientes del Estado. En ese momento los documentalistas defendimos la independencia y logramos vencer ese intento.
¿En qué proyectos estás trabajando ahora?
Uno es sobre los pueblos originarios de Formosa, que se origina en el seguimiento que yo hice de los acampes, y sobretodo el último acampe de Qopiwini. Ya logró el apoyo del Comité de Evaluación del INCAA y tenemos la financiación para hacerla. Otra película -que está en comité del INCAA para su evaluación-, tiene que ver con el derecho animal. La idea es historizar ese tema, la esclavitud que hoy por hoy sufren una gran cantidad de animales, que se utilizan para fines económicos