Elenco estable – Por Federico Genera y Valeria Sleiman

en El Aromo n° 88

macri-baila-balcon-2015-0001La estructura del gobierno macrista y su personal político

Más allá de la mirada impresionista que destaca la llegada de los gerentes al gobierno, lo que tenemos es un escenario donde las alianzas políticas entre los diversos partidos burgueses se desarrollan con fluidez y los gabinetes recogen personal de las distintas fuerzas. Confirma que aquello que en el balotaje separaba a los dos candidatos, no eran diferencias profundas.

Por Federico Genera y Valeria Sleiman (LAP-CEICS)

El pasado 22 de noviembre Mauricio Macri se impuso en el balotaje ante Daniel Scioli dando por tierra 12 años ininterrumpidos de kirchnerismo. Más allá de lo acotado del resultado (casi 679 mil votos de diferencia), el PRO logró coronar así una serie de victorias muy importantes como la Capital Federal y provincia de Buenos Aires. A continuación, analizaremos en detalle cómo quedó conformada la estructura de gobierno de Mauricio.

En el Congreso, la Rosada y todos los ministerios

Para comprender la estructura de gobierno que encabeza Macri hay que partir de un dato elemental que conviene recordar: el macrismo llegó al poder a través de una coalición electoral –Cambiemos– cuyo principal aliado ha sido la Unión Cívica Radical (UCR). Esta estrategia política le permitió hoy al PRO controlar los tres presupuestos más importantes del país: Nación, provincia de Buenos Aires y Capital Federal.

La conformación del Gabinete Nacional es un indicador de la correlación de fuerzas en el interior de Cambiemos. En primer lugar, es destacable la amplia mayoría del PRO, que se hizo de 10 ministerios y de la dirección de organismos directivos claves como la AFIP, AFSCA, ANSES, la Oficina Anticorrupción y el Banco Central. Lo sigue la UCR con 4 -Agricultura, Justicia, Comunicación y la administración del Plan Belgrano-, la Coalición Cívica con 2 –Hacienda y Relaciones Exteriores y Culto. Por su parte, en Ciencia y Tecnología continuó el funcionario del kirchnerismo, Lino Barañao. Más interesante resulta la Secretaría de Turismo que fue cedida a De la Sota y quedó ocupada por Gustavo Santos, de origen es radical, quien ocupó diversos cargos en la gobernación de Córdoba. En el año 2007, Santos era parte del radicalismo que, con Cobos a la cabeza, pegó el salto al peronismo. En este contexto, Luis Schiarretti –gobernador electo en el 2007– convocó a parte del radicalismo cercano a Luis Juez y Santos fue nombrado como Secretario de Turismo, cargo que mantuvo con De La Sota, con quien estrechó vínculos, y que ahora replicará a nivel nacional con Macri. Esto muestra que el macrismo está tejiendo lazos más allá de Cambiemos y apuesta a seducir a parte del PJ, al menos a la que parece estar más lejos de poder hacerse con el aparato del partido en el poskirchnerismo.

Una de las grandes derrotadas al momento de las designaciones fue Gabriela Michetti. Sus hombres no han conseguido lugares importantes. Guillermo Montenegro (ex Ministro de Seguridad) fue nombrado Embajador de Uruguay. Hernán Lombardi, quedó a cargo de los medios públicos. En la Ciudad tampoco se conserva a su gente: Daniel Chain (a cargo del Ministerio de Desarrollo Urbano) será remplazado, y los Ministerios de Cultura y Justicia serán ocupados por los larretistas Darío Lopérfido y Martín Ocampo respectivamente. Movimientos impensables sin el visto bueno de Macri. En la misma línea, Diego Santilli tampoco fue convocado por Mauricio ni por Vidal y su suerte está librada a Larreta.

Sobre este gabinete se ha escuchado que expresa la “colonización” del Estado por los CEO. La versión más ridícula de esta lectura es la del PTS, quien afirma que estamos ante la llegada de los “dueños” del país al gobierno, como si el kirchnerismo hubiese gobernado con y para otra clase social… Lo cierto es que esta lectura solo podría ser aplicable a Juan José Aranguren (Energía), en tanto Rogelio Frigerio (Interior) y Luis Abad (AFIP) ya poseen experiencias en entidades públicas: el primero a cargo del Banco Ciudad y el segundo pasó por PAMI y Banco Provincia. En el caso de Susana Malcorra -CEO de Telecom, recordada por despidos en el 2001-, que se hará cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores, su puente con el PRO es Elisa Carrió y su pasado es radical, lo mismo que ocurre con Prat Gay. Por su parte, Guillermo Dietrich, quien se hará cargo de la Secretaría de Transporte y Pablo Avelluto –quien estará a cargo de Cultura-, ya eran parte del gobierno porteño saliente. No son, por tanto, ni nuevos en la administración pública ni ajenos a los partidos políticos burgueses. Son todos miembros de la burguesía, como los que han estado en el gabinete de Cristina, y gobiernan para esa clase, como sucede desde hace 200 años.[1]

A nivel de los ejecutivos provinciales, el PRO parece tener un panorama más adverso, en tanto solo tiene la provincia de Buenos Aires. En apariencia, cuenta con una serie de provincias a su favor -Corrientes, Jujuy y Mendoza-, pero en rigor son triunfos de la UCR. El resto del país está en manos del PJ en sus distintas variantes. Por eso Macri comenzó a hacerse de aliados. Además de los lazos tendidos con De la Sota, el futuro presidente se reunió con los gobernadores patagónicos, todos alineados detrás de Daniel Scioli. Omar Gutierrez (Neuquén) y Weretilneck (Rio Negro), ya tuvieron reuniones con Aranguren preocupados por fijar un precio interno al barril de crudo. Por su parte, los gobernadores del norte, están expectantes del “Plan Belgrano” que destinará cifras millonarias para la construcción de infraestructura, lo que posiblemente sirva no solo para mostrar “gestión” en sus tierras sino, fundamentalmente, como mecanismo de contención a la población sobrante. Obviamente, todas estas alianzas están sujetas al financiamiento que pueda llegar a conseguir Mauricio.

El kirchnerismo, o lo que queda de él, ha llamado a “resistir” a través de la oposición al gobierno. El Congreso será uno de los escenarios de esa disputa. El FPV retiene allí la mayoría pero ya no absoluta: 117 bancas. Por fuera de eso, el PRO cuenta con 41 legisladores propios a los que se deben sumar los 50 de la UCR y la Coalición Cívica. El PJ no alineado con el FPV cuenta con 36, mientras que el Progresismo con 9 y el FIT con 4. Estos números obligan al PRO a negociar no solo con la UCR, sino al menos con 38 legisladores no afines. En el Senado el margen es menor: el FPV tiene la mayoría con 42 miembros, la UCR-CC tiene 11, el PJ 10 y el PRO 5, número que incluye a un miembro de ECO como aliado. Sin embargo, mucho dependerá de cómo se muevan los diputados y senadores kirchneristas. En el caso del Congreso, está claro que las 117 bancas, tal como mostraron las últimas sesiones extraordinarias, no funcionarán como bloque. Sin ir más lejos, en el Senado bonaerense ya se fracturó en dos bloques. Si antes de la asunción de Macri ya varios pegaron el volantazo, cuando él sea el custodio de la caja, el libro de pases se va a abrir por completo.

Tierra de nadie

La provincia de Buenos Aires fue, sin dudas, una de las más grandes sorpresas en estas elecciones. De dura tradición peronista, el agotamiento del kirchnerismo y en particular de su candidato Aníbal Fernández, hicieron de María Eugenia Vidal la actual gobernadora. El cambio de fuerzas en la provincia se ve claramente al observar las intendencias. Su distribución política cambió radicalmente: en el año 2011, el FPV tenía casi el 70% (93 de 135 intendencias), mientras que la UCR tenía 20, el massismo 17 y el PRO solo 4. Hoy el cambio es completo: el FPV perdió 35 municipios (quedando por tanto con 58, un 42%), mientras que Cambiemos logró conquistar 64 y el Frente Renovador, 10. El frente electoral del PRO concentra el “interior” de la Provincia y se anotó importantes victorias en los municipios de Lanús, Morón y Tres de Febrero, territorios históricos del PJ. Sin embargo, solo 23 intendencias de Cambiemos son amarillas, las 41 restantes son de la UCR.

Ahora bien, esta distribución no se trasladó al Gabinete Provincial. Los ministerios no se asignaron por la boleta ganadora de Cambiemos, sino que la mayoría quedaron bajo la órbita del PRO. El radicalismo solo se quedó con Producción, pero el vicegobernador radical Daniel Salvador apuntaba al menos a conseguir IOMA y Salud. Sin embargo, una profunda interna en las filas de la UCR dilató el asunto y finalmente Vidal puso a Daniel Casilotti –ligado a UPCN y Director ejecutivo de la Cámara de Droguerías de la provincia– en IOMA y a Zulma Ortiz –Epidemióloga y miembro de la Academia Nacional de Medicina– en Salud. En Producción, Salvador colocó un hombre de su estrecha confianza pero sin peso en la estructura partidaria y sin vínculos con las Cámaras Empresariales, con poca llegada a los sectores industriales de la provincia: Jorge Elustondo.

Del conjunto del gabinete, el PRO cubrió 13 cargos con personal de su riñón –en su mayoría legisladores de la CABA que fueron llevados a la provincia a ocupar cargos de dirección- y los 14 restantes se dividen entre 5 cargos cubiertos por “especialistas” ajenos al partido, 4 del sciolismo, 1 del massismo, y 4 de otras fuerzas políticas, fundamentalmente radicales. Este escenario pone en evidencia una de las mayores carencias del PRO, la escasez de cuadros políticos propios. En provincia esto se hizo más acuciante y ello explica por qué el gabinete se terminó de cerrar sobre el pucho. Ni la migración de personal de CABA a provincia saldó el déficit y por ello se convocaron a “especialistas”, se conservaron segundas y terceras líneas de algunos Ministerios –como el de Trabajo- e incluso se estaría apuntando al personal del massismo, como pasaría en Educación.

No tan distintos

Como puede verse, más allá de la mirada impresionista que destaca la llegada de los gerentes al gobierno, lo que tenemos es un escenario donde las alianzas políticas entre los diversos partidos burgueses se desarrollan con fluidez y los gabinetes recogen personal de las distintas fuerzas. Confirma que aquello que en el balotaje separaba a los dos candidatos, no eran diferencias profundas. Las alianzas se aceitarán aún más cuando sea Macri quien administre las arcas del Estado, y allí seguramente veremos acelerar los cambios de camisetas. El macrismo no trae ninguna novedad. Al igual que el kirchnerismo, es el personal político de la burguesía. Como tal, cumple con las tareas necesarias para su clase: en el futuro inmediato, desmantelar en el mayor grado posible el armado bonapartista. En la conducción del Estado hoy tenemos a los mismos de siempre, solo de los trabajadores podrá surgir un verdadero cambio.


[1]Véase, la nota de Maurice Figueredo en este mismo número.

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