El primer paso – Sebastian Cominiello

en El Aromo nº 86

man-307827_640Una aproximación a la evolución salarial según el género

La brecha salarial de las obreras industriales registradas se ha reducido al mínimo. Sin duda, la lucha por la igualdad de género es indivisible de la lucha política de la clase obrera. En este sentido, el primer paso para su conquista es la lucha sindical.

Por Sebastián Cominiello (Oficina de Estadísticas Sociales-CEICS)

Mucho se ha escrito sobre la cuestión de género y quizás más aún sobre los salarios. En general predomina una idea, no incorrecta, según la cual las mujeres obtienen menores ingresos que los varones en el mercado de trabajo. A esta diferencia se la conoce como “brecha salarial”. El machismo, el sexismo, los prejuicios culturales que imperan en el capitalismo argentino (como en el mundo) son argumentos más que válidos para explicar el fenómeno y abonan en el sentido mencionado. No obstante, en estos análisis no suele advertirse cómo los obreros y obreras intentan combatir esta disparidad salarial.

En este artículo analizamos, en base a información de la Encuesta Permanente de Hogares, la evolución de los ingresos por hora de trabajo según la situación contractual y por género durante los últimos 20 años en dos sectores económicos: la industria manufacturera y el comercio, en el conjunto de los aglomerados urbanos. Estos dos sectores explican alrededor de un tercio del empleo asalariado. Aquí denominamos ingreso o salario al monto que obtiene un trabajador a fin de mes en mano. No se trata entonces del sueldo en bruto el cual incluye las cargas sociales en el caso de los trabajadores “en blanco”. Por otra parte, el ingreso tiene un determinante que habitualmente se omite, que son la cantidad de horas de trabajo. Su análisis nos permite considerar el ingreso por hora trabajada. A nuestro juicio, este indicador es el que mejor se ajusta para comparar la diferencia salarial entre hombres y mujeres / registrados y no registrados. Comencemos por la industria manufacturera.

Blanqueo para la igualdad

Los asalariados que se emplean en el sector industrial cuentan con un nivel de ingresos que superan en un 10% al promedio salarial que percibe el conjunto de los trabajadores. En el año 2014, el nivel salarial de los empleados industriales fue de 6.356 pesos, mientras que, el salario promedio del total de asalariados fue de 5.712 pesos. No obstante, la cantidad de horas trabajadas por semana de los industriales es una de las más elevadas, aspecto que podría estar explicando uno de los elementos por los cuales los obreros del sector perciben niveles salariales más elevados. En efecto, en los últimos 15 años el promedio fue de 44,2 horas semanales. Los industriales comparten esta elevada jornada semanal con otros gremios como el transporte (51,4), la explotación de minas y canteras (54,2) y la pesca (65). A su vez, el año pasado, la participación de las mujeres en el sector industrial fue de un 18,7%.

Lo que se observa, en primer lugar, es que los varones registrados trabajan más horas por semana, mientras que las mujeres que no están registradas, son las que se emplean en labores con la menor carga horaria. En este sentido, entre los años 1995 y 2014, los varones registrados pasaron de trabajar 48 horas a 46 y los no registrados, de 45 a 43. Por su parte, las mujeres registradas pasaron de trabajar 43,6 a 43 horas por semana, mientras que, las obreras no registradas, de 38,2 a 39.[i]

Como mencionamos antes, para evaluar correctamente los ingresos que presenta la mano de obra tanto registrada como no registrada y según el género, tenemos que examinar por cuantas horas trabajadas se obtuvo ese salario. En este sentido, los ingresos por hora de los asalariados registrados del sector industrial presentan mayores semejanzas entre hombres y mujeres respecto de los trabajadores no registrados (ver gráfico 1). Cabe destacar que, en la última década la brecha salarial entre hombres y mujeres mermó sustantivamente. Por ejemplo, en el período 1995-2002, la diferencia porcentual de salarios entre hombres y mujeres “en blanco” fue de un 5,21%, mientras que, entre 2003 y 2014 esa brecha se redujo a un 1,28%. En cambio, en el seno de los trabajadores no registrados, la disparidad en los ingresos por hora según género es elevada: un 15,4% promedio de 1995 a 2002 y un 17,8% de 2003 a 2014, a favor de los hombres. De este modo, en el seno del empleo no registrado la diferencia salarial entre hombres y mujeres es mucho más elevada en detrimento de estas últimas.

Por otra parte, la brecha salarial entre los que se encuentran registrados y los que no lo están, para ambos sexos, es de un 44%, en los dos períodos señalados. Es decir, el ingreso del conjunto de los trabajadores se ve determinado en primera instancia por su situación contractual y, en segundo lugar, por la cuestión de género. Cabe aclarar que, tanto el sector industrial como el comercial (que analizamos más abajo) incluyen una enorme cantidad de ramas económicas muy dispares entre sí. Por ejemplo, en la agrupación de ramas industriales se incorpora desde los empleados en la actividad automotriz hasta los asalariados de la industria textil y confección. Probablemente, esto explique la existencia de una disparidad mayor en el salario por hora trabajada, aún cuando se trata de empleo registrado.

Miseria al por mayor y menor

La segunda actividad que analizamos es el comercio mayorista y minorista. Este sector es uno de los que paga menores ingresos por hora, después del empleo doméstico, la construcción y el trabajo rural. Durante el año 2014, el nivel salarial mensual promedio de los empleados de comercio fue de 5.433 pesos. Este monto constituye un 14% menos que el salario percibido en la industria y es un 5% menor respecto del promedio salarial del conjunto de los asalariados. En el mismo año, la participación femenina en este sector fue de un 35%. De este modo, el sector del comercio tiene una presencia porcentualmente mayor de mujeres en relación a la industria manufacturera, pero menor si se compara con el total de las actividades económicas (47,1%).

En el gráfico 2 se observa un fenómeno similar al de la industria en la jerarquía salarial. Los ingresos por hora más elevados son percibidos por los varones registrados, seguidos por las mujeres registradas, los varones no registrados y las mujeres no registradas. Sin embargo, la disparidad salarial por género es más elevada en el sector del comercio respecto de la industria. En este sentido, en el seno del empleo registrado la diferencia salarial entre hombres y mujeres en el período 1995-2002 fue de un 12,5%, mientras que, entre 2003 y 2014, la brecha se redujo a un 6,78%, en ambos momentos en detrimento de las mujeres. En cambio, entre los asalariados no registrados, la diferencia porcentual en el primer período fue de un 8,7%, mientras que, en el segundo, sólo mermó a un 7,04%. Por otra parte, si observamos los ingresos por hora de trabajo según el empleo “en blanco” y “en negro”, este último representa un 65% promedio del ingreso de un obrero u obrera registrado, en el período 1995-2014.

Como vemos, la brecha salarial en el seno de los obreros registrados de la industria no presenta una diferencia sustantiva entre mujeres y hombres, sobre todo a partir del año 2003. La disparidad en los ingresos se observa en el empleo no registrado, donde las mujeres perciben un salario por hora considerablemente inferior al que reciben los hombres. En cambio, en el sector del comercio, el empleo registrado presenta una diferencia para nada despreciable entre ambos sexos, en detrimento de las mujeres, distancia que se reproduce en el empleo “en negro”.

Un comienzo

A partir del análisis salarial podemos remarcar una cuestión que generalmente pasa desapercibida. La lucha por la igualdad de género es indivisible de la lucha de la clase obrera. En este sentido, el primer paso para su conquista es la lucha sindical. Es allí donde se defienden y disputan reivindicaciones del orden material más básico: un mejor precio de la venta de la fuerza de trabajo y la forma contractual que presenta mejores condiciones. En este sentido, los obreros industriales registrados han logrado una igualdad en el ingreso por hora para mujeres y hombres. Se trata de un sector cuyo porcentaje de empleo registrado es elevado en relación al promedio. Además, los asalariados industriales se han caracterizado históricamente por su mayor nivel de organización sindical, probablemente por su elevada concentración en un mismo espacio. Este aspecto se torna más propicio para la acción sindical y política, como lo han demostrado diversos grupos de trabajadores de varias empresas luego de 2003, en un momento de reactivación del movimiento obrero organizado. Como contrapartida, el sector del comercio presenta mayores dificultades para la organización, por tratarse de empresas más pequeñas, con menor cantidad de obreros. El elevado empleo precario y no registrado que rige en este sector es una de las razones que explica la desigualdad salarial entre hombres y mujeres. Incluso, en el seno mismo del empleo registrado aún prevalece una brecha salarial de género. De este modo, sólo cuando se ha incorporado a la mujer al movimiento obrero más general, esta última ha logrado mejores condiciones en la venta de su fuerza de trabajo. Sin duda, este es el primer paso para pensar en una sociedad distinta.

Notas

[i]Esto no dice nada sobre el total de horas trabajado según género teniendo en cuenta trabajo fuera y dentro del hogar. Según el INDEC, en el 3º trimestre de 2013 las mujeres dedicaron en promedio 3 horas diarias más que los hombres en actividades domésticas. Ver http://goo.gl/apRVPn.

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