Al igual que la crisis económica, el hambre en la Argentina no llegó con el Coronavirus. Lo que sí es verdad es que esta pandemia agravó la situación y la volvió más visible. Colas en las escuelas para recibir bolsones, largas filas en los bancos para cobrar el IFE, fuerzas armadas entregando alimentos en los barrios, se volvieron hoy escenas comunes de este enorme problema.
Comencemos poniéndole un par de número a este asunto indignante. Según el INDEC, durante los últimos 13 años el número de indigentes se mantuvo entre 2,5 y 3,5 millones. Cuando decimos indigencia, estamos hablando de una familia que no supera la canasta básica alimentaria (este tema lo explicamos aquí y aquí), es decir, un consumo de miseria que es bajo en vitaminas, proteínas y calorías. A esto se le suman 10 millones de pobres. Números bestiales que muestran que este es un problema de macristas y kirchneristas, peronistas y radicales, aunque entre ellos se pasen la pelota mientras compañeros sufren el hambre.
Obviamente, una mala alimentación viene de la mano de muchos problemas de salud. El Observatorio de la Deuda Social Argentina arma un indicador que asocia problemas alimentarios a problemas de acceso a medicamentos. Según sus cálculos, durante el año 2019 un 32,2% de la población sufrió de estos problemas. Entre ellos se cuentan 2,1 millones de trabajadores subalimentados, es decir, gente que no llega a consumir lo necesario para tener la energía suficiente para hacer su vida normal.
¿Todavía no se indignó? Las muertes por desnutrición en 2018 casi llegaron a las 700 personas, según el Ministerio de Salud. Estamos hablando de cerca de dos muertes por día. En los 10 años anteriores, se acumuló un total de ¡9.000 muertos! A esto debe sumarse la mortalidad de niños menores a 5 años. Los especialistas del tema nos dicen que el grueso de las muertes en esa edad es el resultado de condiciones de pobreza e indigencia. Durante 2018 fallecieron más de ¡7.000 niños! ¡20 por día!
Cuando miramos cuáles son las provincias con los mayores índices de mortalidad infantil durante el año 2018 nos encontramos con que son las más pobres del país: en Formosa, la mortalidad de niños menores de 5 años fue de 11,3 cada mil habitantes; en Corrientes, 12,8; en La Rioja, 10,2; y en Tucumán, 11,2.
Como era de esperarse, esto se agravó con el aislamiento obligatorio, por los cientos de miles de compañeros que laburan en negro y perdieron la posibilidad de trabajar. El número de personas que pedían un plato de comida o un bolsón pasó de 8 a 11 millones. Es que esa fue la respuesta más barata que encontró el gobierno: ampliar los planes de miseria que ya existían o inventar nuevas “soluciones” del mismo tipo, como el IFE que ya explicamos aquí.
Cuando asumió Alberto se lanzó el Hambre Cero con la tarjeta alimentaria, para la compra de comida y bebida no alcohólica. Podían acceder a ella quienes cobraban AUH con niños de hasta 6 años, embarazadas de más de tres meses que cobraran la Asignación por Embarazo y personas discapacitadas con AUH. De diciembre a febrero recibieron el benefició más de 1,7 millones y se calcula que llegará casi a 3 millones. Números que confirman la miseria en la que estamos.
¿En qué consiste esta ayuda? En 4 lucas para quienes tienen un hijo y 6 lucas para los que tienen más de uno. Desde diciembre, el monto no cambió, aunque los números del Indec nos dicen que durante este tiempo la canasta básica alimentaria subió más de un 10%.
Otros planes, como Hacemos Futuro y Proyectos Productivos Comunitarios, recibieron un refuerzo con un bono de $ 3.000. Estamos hablando de unas 560 mil familias que acceden a ellos. Se trata de compañeros que recién un 50% del salario mínimo, vital y móvil. Con el bono, cobran casi $11.500, cuando la canasta básica alimentaria para una familia se ubica hoy en más de $17.000.
Como vemos, algo tan mínimo como la alimentación, no está garantizado en esta Argentina capitalista. Los gobiernos de todo signo, no hacen más que consolidar y aumentar el número de pobres e indigentes. Como tienen miedo que salgamos a la calle a luchar por soluciones reales, intentan contenernos con planes de miseria.
Tenemos una enorme lucha por delante. En lo inmediato, hay que exigir un Subsidio Único al Desocupado, sobre todo en tiempos de pandemia. El monto no puede ser inferior a la canasta de pobreza, porque ninguna familia desocupada puede pasar hambre o exponerse al contagio. Pero queda una lucha más de fondo, contra el capitalismo argentino que es la raíz del hambre y de todos nuestros males. Esa lucha que levanta bien alto las banderas de una sociedad que garantiza la vida: el Socialismo.