El COVID-19 llegó al Impenetrable chaqueño

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El martes de la semana pasada, falleció por coronavirus el subcomisario Eugenio René Pogonza cuando prestaba servicios en la localidad de El Sauzalito, en el Impenetrable chaqueño. Pogonza, formó parte del operativo de seguridad de la comitiva encabezada por la presidenta del INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas), Magdalena Odarda y de tres funcionarias chaqueñas. Todas dieron positivo de Covid-19. El hecho desató la alarma por una oleada de contagios, que pronto se confirmó. En el Sauzalito el virus se propagó con rapidez. En estos momentos llegan a 20 los contagios, en su mayoría policías.

La rápida propagación es fácil de explicar. El Coronavirus, se sabe, se propaga con rapidez. Pero lo hace mucho más rápido cuando encuentra un caldo de cultivo favorable. En este caso, la miseria absoluta en la que están sumergidos los sauzalitenses. Sauzalito es una localidad donde viven alrededor de 10 mil personas y solo 3 mil habitan el pueblo. Si bien en la zona urbana existen algunas viviendas, un 40% no tiene acceso al agua de red, la provisión es a través de agua de pozo, cisternas y por acequias, ríos y agua de lluvia. Para calefaccionarse y cocinar un 55% recurre a garrafas, un 12,5% con tubos de gas y a leña o carbón un 31,6%. En cuanto a educación, un 63,7% no tiene la primaria incompleta y un 36,3% tiene la primaria incompleta. En cuanto al nivel medio, un 73% no lo completó. En los parajes, acceden por agua de lluvia, acequias y bebederos donde también lo hacen los animales. No existe prácticamente el tendido eléctrico, ni el agua potable (algunos usan los aljibes comunitarios), ni el gas, ni el baño. Las casas son de adobe o de palos de madera y tienen techo de paja, el hábitat perfecto para la vinchuca que los contagia con un mal de Chagas que es dueño histórico del lugar. Para prevenir esta enfermedad endémica, algunas viviendas están empezando a usar telas de nylon a modo de paredes y techo, lo que los deja totalmente vulnerables al calor y el frío. Un gran porcentaje de la población está desocupada subsistiendo con planes sociales, AUH, pensión para chagásigos y madre de siete hijos. Algunos de ellos realizan changas o trabajos temporarios como hacheros o cuidadores de campos vecinos. Otros se la rebuscan como agentes sanitarios o ayudantes de docentes bilingües.

Como es de suponer el “sistema sanitario” de Sauzalito, si es que puede llamárselo así, es completamente deficiente. El pueblo posee un solo hospital con una sola ambulancia. Solo la sala de partos tiene aire acondicionado. El resto, ni ventiladores. Contra toda lógica en salud preventiva, pediatría está justo en frente donde se atienden los enfermos de tuberculosis. Actualmente hay dos médicos en todo el hospital, trabajando las 24 horas. Hoy salieron a denunciar la situación, a explicar que están estresados y agotados y a exigir soluciones inmediatas. Lo que piden es lo elemental: los elementos necesarios y específicos para tratar la enfermedad porque en el hospital no hay nada. Faltan también saturómetros, no se ha terminado jamás de construir el ala nueva del hospital, hay un equipo de Rayos X que hace un año y medio no funciona y faltan ambulancias para recorrer los 280 km por camino de tierra hasta J.J. Castelli, donde se derivan los pacientes en grave estado.

La situación en el Impenetrable no es tan distinta a la del Gran Resistencia. La combinación de pobreza y hambre con un virus de estas características significa enfermedad y peligro de muerta para los trabajadores. De esto hablamos cuando decimos que Capitanich y todo el personal político burgués que gobierna la provincia hace décadas, son responsables. El COVID -19 vino a potenciar los problemas que ya existían como de una sociedad en la que se privilegia la ganancia por sobre la vida.

Hoy todos los trabajadores en Sauzalito están en peligro. La responsabilidad inmediata es de Capitanich. El gobierno debe iniciar ya mismo la urbanización de todo Sauzalito. Se deben instalar inmediatamente casas prefabricadas con todos los servicios necesarios. El confinamiento en la miseria, no sirve. Los vecinos deben recibir bolsones en cantidad necesaria, que garantice alimentación de calidad para todas las familias. Además, deben recibir un subsidio equivalente a dos canastas. Con hambre no hay cuarentena. También es urgente la mejora inmediata del sistema sanitario local. Se debe cubrir inmediatamente el faltante de personal y emplear la cantidad de trabajadores suficientes para sostener jornadas de trabajo que no sean extenuantes. Necesitamos trabajadores descansados con insumos y elementos de protección en cantidad y calidad, y bien remunerados, lo que implica el pase a planta de todos los precarizados, una recomposición del salario y el pago del bono. Necesitamos un sistema de salud centralizado y bajo control de los trabajadores para hacer frente a la pandemia.

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