Reportaje a Murray Bookchin por Wolfgang Haug.1
Te quiero preguntar acerca del movimiento anarquista en los EE.UU. porque percibo, de nuestras conversaciones anteriores, que criticás mucho al llamado “anarquismo de estilo de vida”. […] ¿Cuál es la base política y filosófica de tu crítica?
Siempre hubo dos corrientes principales en el anarquismo. Una de ellas viene de la tradición liberal angloamericana, remontándose a John Locke y pasando por John Stuart Mill. Es claro que esta tradición liberal no es en ninguna forma sólo angloamericana, tuvo la misma influencia en otros países. Empieza con la teoría de la autonomía del individuo. Esta teoría dice que hay que partir del individuo para entender cómo es la estructura de la sociedad. Lo mejor de este principio es la tesis del derecho natural, es decir, la noción de que el ser humano nace con ciertos derechos naturales. Pero se deduce de este principio que la sociedad no es más que una acumulación de individuos. Todavía no está claro para los representantes de esta teoría cómo debería funcionar esta acumulación. La vieja tradición planteaba que esto fuera reglamentado por un contrato social. Pero no sólo como el propuesto por Hobbes, Locke, Rousseau, sino también por contratos directos entre los individuos acerca de sus responsabilidades, ventajas, etc. como manifiesta Proudhon en sus ideas. Él trabajó su Sistema de contratos, que continúa en la tradición anarquista hasta Kropotkin.
Pero hay otra tendencia en el anarquismo, especialmente desde el siglo XIX, después de la Revolución Francesa, la corriente socialista. No uso la palabra “socialista” aquí en el sentido de los socialdemócratas o de algún partido social sino en un sentido original como Kropotkin usó la palabra. Esta tendencia afirma que el ser humano vive siempre en sociedad y que cada uno, al vincularse con el otro, es producto de ella, influyéndose recíprocamente. […].
Lo que pasa cada vez más es que la vieja tradición norteamericana individualista, desaloja la tendencia socialista con más fuerza. Por eso el anarquismo en los EE.UU. y también parcialmente en Gran Bretaña- está adquiriendo un perfil cada vez más individualista. En los EE.UU esta tradición individualista es aún más marcada […].
Por lo tanto, lo que pasa hoy es que se está desarrollando un bohemismo individualista, en vez de un movimiento social […]. En vez de una política que intenta organizar ideas libertarias conforme a la gente, todo acaba en el concepto de mi autonomía: hoy en día una gran palabra de moda. Sé que ustedes tienen autonomistas en Alemania, que hay espontaneístas autónomos en Europa, pero en los EE.UU. la palabra significa algo más básico: ¡Yo soy el centro de mi universo!
Así actúo, así me visto, así me comporto como un individuo heroico. Esto puede llevar por una parte, al terrorismo (que no representa ninguna problemática actual, ya que tenemos aquí un terrorismo especial, o sea la pura criminalidad). Por otra parte, lleva psicológicamente a cosas como teñirse el pelo de violeta y ser muy, muy anticonvencional.
Éste es el elemento clave del comportamiento anarquista de hoy en día y eso conduce a un comportamiento anti-organizador, porque predomina la creencia de que la organización significa la subordinación de las unidades individuales […].
Si puedo interrumpir aquí, ¿qué es lo equivocado del principio de consenso? […]
Yo también experimenté el principio de consenso en grandes movimientos de masas de unos millares de personas como en la Clamshell-Alliance2. En grupos de diez a quince personas que se conocen, que sus ideas ya se intercambiaron y saben cómo los otros se orientan, la decisión por consenso se justifica porque hace posible que tomen decisiones después de un breve debate. Pero cuando se juntan dos mil personas, como ví en la Clamshell-Alliance, el consenso significa, antes que nada, la renuncia obligatoria a una opción diferente de parte de la minoría: ella tiene que votar lo mismo que la mayoría, le guste o no le guste, porque si no se la considera como “no amigable”.
Segundo, el consenso en un grupo tan grande significa que, de antemano, la decisión se establece en el nivel común más básico, para que cada uno pueda estar de acuerdo. Y tercero, lo que pasa es que, como pasó en el asunto Clamshell, los dos mil fueron manipulados por unos pocos oradores, algo que destruyó desde adentro la alianza, uno de los mayores movimientos ambientalistas de mediados de los ’70.
Una importante problemática de la decisión por consenso es la misma minoría. Ésta debe existir, debe poder continuar trabajando en sus ideas, debe poder desafiar y convencer a la mayoría y no tener que renunciar a sus principios a favor de la unanimidad.
Volvamos otra vez al concepto de autonomía. Vos percibís en esta palabra, más que nada, el concepto de la libertad individual, pero ¿no tiene la autonomía ningún componente social?
[…] es importante acordarse de que la diferencia entre autonomía y libertad es la diferencia entre una sociedad que se ve como una acumulación de individuos y que finalmente es conducida, más que por el Estado, por el mercado libre. Acordémonos de que los teóricos liberales hablaban menos de la libertad que del mercado libre y de que ellos querían moldear la sociedad alrededor de los contratos de comercio, con un mínimo de gobierno. […] Resumiendo, la diferencia entre autonomía y libertad es que la autonomía es estática, se basa en un individuo que en alguna manera existe por nacimiento, no se basa en instituciones sociales ni en responsabilidades, excepto en las limitaciones negativas, lo que no se debe hacer, lo que perjudica al otro. En la libertad, se sobreentiende que tiene que haber una organización social, que todo, aún la noción de libertad, está sujeto a un desarrollo histórico, que se crearán nuevas instituciones, nuevas formas de la individualidad surgirán y aparecerán nuevas responsabilidades y derechos. […] [En los EE.UU.] cada vez más jóvenes pertenecen a estos yuppies individualistas, y me da pena decir que muchos de estos se declaran anarquistas. Asumen nociones burguesas, una nueva “intimidad” muy de moda. Se trata de ideas apolíticas, de no involucrarse en asuntos sociales, no de ideas antiestatistas. Es en esta tendencia donde la burguesía y sus creadores de moda, sus directores de cine, sus medios buscan nuevos y más locos personajes. Por ejemplo, durante la Revolución Cultural en la China de Mao Tse Tung, los uniformes de la Guardia Roja se pusieron de moda en Nueva York y había gente que iba a trabajar a Wall Street con estos uniformes. Más tarde, se puso de moda vestirse completamente de negro y todas las boutiques empezaron a vender remeras negras […]. Quiere decir que el capitalismo no tenía ningún problema, en absoluto, con esta autonomía. Está de moda, produce nuevas necesidades, nuevas modas y nuevos estilos de vida y todo el mundo se une a ellas […].Cuando de este modo los anarquistas construyen sus teorías sobre la autonomía y el consenso contra la tecnología3 y por un nuevo primitivismo4, […] yo lo encuentro trágico. Igual de trágico que cuando individuos indígenas construyen el mito de que ellos están más cerca de la naturaleza y deducen de allí algún privilegio. O cuando algún afroamericano descubre algún ritual nuevo y sobre esa base pretenden lo mismo. O cuando las ecofeministas reivindican que las mujeres tengan derecho a mandar porque son más de la mitad de la población del mundo y están más cerca de la naturaleza por su capacidad para parir. Todo eso tiene la misma consecuencia: impide que se forme nuevamente un movimiento […]. Me opongo a este tipo de pretensión […], abogo por organizarse, estoy contra el consenso y por las diferencias de opinión.
Notas:
1El texto que sigue es una serie de fragmentos tomados del reportaje completo publicado en el libro Bookchin, Liguri, Stowasser: La utopía es posible. Experiencias contemporáneas, Utopía Libertaria, Buenos Aires, s/f. Hemos corregido algunas expresiones para mejorar la traducción. La entrevista fue realizada en 1994 y publicada originalmente en Schwrzer Faden, nº 52, enero de 1995.
2Actividades de resistencia al reactor atómico de Seabrook a mediados de los años ’70. Nota del entrevistador.
3Alusión al periódico anarquista norteamericano Anarchy. Nota del entrevistador.
4Alusión al periódico anarquista norteamericano Fifth Estate. Nota del entrevistador.