Imágenes de un pasado cercano

en El Aromo n° 20

Reseña de la muestra “En busca de la verdad” de fotos de Liborio Justo, Museo Fernández Blanco, del 5 de abril al 22 de mayo de 2005.

Por Mercedes Manrique.

Grupo de Investigación sobre el Arte en Argentina – CEICS.

Entre el 5 de abril y el 22 de mayo se llevó a cabo en el Museo Fernández Blanco la muestra fotográfica En busca de la verdad, conformada por un total de 115 fotografías sacadas durante 1934 en Nueva York, por Liborio Justo (o Quebracho, o Lobodón Garra, o Bernal). Las imágenes retratan las consecuencias de la crisis capitalista que se inaugura en 1929.
Para quien no lo haya oido nombrar nunca, Liborio Justo es uno de los militantes revolucionarios más interesantes de la izquierda argentina. Hijo del presidente Agustin P. Justo, pasó su juventud como dirigente universitario reformista, ballenero en los mares antárticos, a bordo de barcos petroleros o como hachero en el Chaco. Su grito “Abajo el Imperialismo” interrumpiendo el discurso del invitado de su padre, el presidente yanqui Franklin D. Roosevelt, pasó a la historia. Uno de los padres del trotskismo en la Argentina, es autor también de una importante obra histórica, política y de crítica literaria. Escribió su autobiografía, Prontuario, a la temprana edad de 36 años, cuando imaginó que el fin ser acercaba. Grave error, alcanzó los 101.
En este contexto se entienden las fotografías sacadas en Nueva York. Liborio es enviado a la ciudad por su padre a principios de 1934, para estudiar el sistema de ferrocarriles yanqui. A su llegada, se encuentra con los efectos de la depresión ecónomica que arrasaba al “gran país del norte” desde hacía cinco años. Adquiere de segunda mano una “Holding camera” Bessa Voigtlander para negativos 6×9 y realiza algunas de las fotos exhibidas.
Varias fotos muestran la ciudad desolada: carteles de alquiler y venta de lo que fueron lujosos negocios y viviendas. O simplemente edificios completamente derrumbados. En contraposicion, hay imágenes de los grandes rescacielos y construcciones neoyorkinas, que muestran el extraordinario desarrollo de la ciudad. Vemos tambien fotografias de policías y del ejército. En otras se muestran interminables campamentos de desocupados en los principales parques. Personas vencidas, encorvadas, o simplemente tiradas en la calle. Oponiéndose a esta visión pasiva, se contraponen muchas fotos de obreros manifestándose, en huelgas y movilizaciones. Con pancartas y carteles que van desde reclamos mas particulares y concretos por trabajo y comida, a consignas que reflejan una profunda conciencia de clase. Como en una narración, cada foto se entralaza y relaciona con la siguiente. Considerando la totalidad de las imágenes, se encuentra una comprensión profunda de la realidad que retratan. Comprensión que delata al militante detrás de cámara.
Lamentablemente, o esperablemente mejor dicho, en el catálogo que ofrecían en el museo por el precio de 20 pesos, este sentido profundo que hace tan bella y excepcional la obra de Liborio Justo, se pierde. En éste predominan aquellas imágenes que, consideradas de manera aislada, solo tienen cierto mediocre valor estético. Fotografias cuyo acento está en el juego entre letreros publicitarios y el sujeto. Por ejemplo, desocupados durmiendo sobre un tablado debajo del cual se lee la palabra “blankets” (frazadas, en inglés). O un desfile militar que pasa delante de un edificio de donde cuelga un descomunal letrero que dice “the banks savings” (“los ahorros del banco”, o facilmente interpretable como los “guardianes del banco”). Los textos que acompañan las fotografìas en el catálogo tambien colaboran a desdibujar la vida y obra del autor. Por ejemplo, la introducción que abre el catálogo, escrita por Rosendo Fraga, concluye refiriéndose a Liborio y la muestra: “De esta manera se inicia la revalorización de una figura que vivió más de un siglo y que, desde su juventud hasta su último aliento, estuvo animado por una fogosa pasión, la Patria”.
Se trata, en fin, de otra puesta en escena más de la política cultural del gobierno K, como el caso de Antonio Berni y Silvio Rodríguez (ver en El Aromo anterior “La metamorfosis del señor B”, por Nancy Sartelli y “Entre el espanto y la ternura”, por Gabriel Falzetti). Política cultural que rescata y recontextualiza todo aquello que suene progre y de izquierda con el único objetivo disfrazar de lo que no es al gobierno burgués de turno. Afortunadamente, la obra de Liborio, ante una mirada atenta, le juega una mala pasada. Se trata del testimonio y legado de una vida dedicada a la lucha por el socialismo. Imágenes hechas por y para la Revolución.

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