Recientemente, se dio a conocer un reclamo de un conjunto de intelectuales, la mayoría ligados a Juntos, en donde se criticaba el facilismo de la “educación k”. Pese a que el llamado de atención viene de personalidades que también son responsables del problema, tiene una serie de puntos razonables.
La escuela argentina dejó de producir conocimiento y de enseñar. No hay un sistema de evaluaciones. Ahora es simplemente un aguantadero de chicos que no repiten nunca. Las dos preguntas que hay que hacerse es: ¿cómo llegamos a este punto? y ¿quiénes fueron los responsables?
Los primeros “culpables” son los que hoy se están quejando. Esto se debe a que todas estas ideas de evaluaciones y repitencias se elaboraron a comienzos de los años ‘80 bajo el alfonsinismo como reacción a lo que se entendía era la “educación militar”. El tipo de enseñanza memorística, numérica, meritocrática que tenía por abanderados a una especie de estudiantes sobrenaturales.
Posteriormente, las notas numéricas dieron paso a los “satisfactorios” o al “alcanzó tal y cual cosa” a la hora de calificar. Sobrevino la idea de que el fracaso escolar no puede ser atribuido al alumno porque hay otros condicionantes. Entonces, no pueden repetir. Algunas de estas cosas realmente son ciertas como por ejemplo que la repitencia hace algunas décadas se debía a que la familia de un chico no podía darle un sustento.
La influencia de los gremios y de esta ideología en la forma que asume la escuela, es un resultado post 2000. El sistema argentino siempre fue un sistema centralizado. Pero, después llegó la idea de que la descentralización era progresista. Las críticas de la educación por “izquierda” que decían “la escuela más cerca del barrio”, “más cerca de la comunidad”, en realidad estaban encubriendo dos cuestiones fundamentales. En primer lugar, un problema del déficit del estado central. Y, en segundo lugar, un aumento de la masa impositiva a la población para pagar la educación. La instrucción argentina se sostiene, entre otras cosas, por las llamadas cooperadoras escolares que implican una especie de segunda imposición a la población.
En este contexto, lo que estamos viendo son dos procesos muy generales que tienen que ver con dos movimientos del capitalismo argentino y con la adaptación del progresismo de nuestro país a la justificación de eso. En la medida en que hay más máquinas que son más complejas estas sirven para hacer el trabajo más sencillo. Eso se llama evolución de los procesos de trabajo, gran industria. Se empieza a precisar, por un lado, a un puñado de personas muy calificadas y, por el otro, a millones de tipos que sólo necesitan entender cómo presionar un botón para emplear maquinaria. Así, la máquina califica a un puñado y descalifica a millones. Un chico hoy sale de 7mo grado y no sabe leer y escribir. Se egresa de 5to año y ni lee ni escribe correctamente en el sentido más complejo de la acción.
Bien, se estarán preguntando por qué hemos llegado a este punto. Bueno, primero porque al capitalismo no le interesa la educación. Esto es a nivel mundial, pero en el caso de la Argentina se agrava porque acá no solamente tenés un puñado calificado y una masa enorme descalificada, sino que además a estas últimas no las empleas porque son desocupados.
Si uno tiene la preocupación de que su población sepa leer y escribir correctamente, uno tiene un sistema escolar muy estricto. En Corea del Sur, por ejemplo, la gente se desespera porque sus hijos vayan a las mejores escuelas porque estas van a determinar toda su vida. Claramente, esto no es bueno porque por este motivo hay muchos chicos que se encierran y no quieren salir de su casa durante años o estudiantes que se suicidan. Pero lo que te está mostrando es que si uno quiere laburar necesita estudiar. Acá en Argentina si uno va a la escuela está bien, si no va también está bien. Lo mismo si aprendió o no algo. Lo que importa es el “papelito” cuando terminas.
La contracara de poner la vieja escuela (la del proceso militar) es que vas a traer a una escuela a la cual no va a ir nadie. Hoy uno desarrolla otras prácticas educativas. Los que se recibieron no saben nada. La Argentina es un país que se descompone, al igual que su educación. Con que seamos más estrictos no alcanza. Lo que falta es un proyecto integral. Preguntarnos: ¿para qué país educamos?
lo que pasa que los que saben van a dirigir y los que pasaron de taquito van a apretar el boton ,si no le chingan , nunca vamos a ser ni corea del norte ni corea del sur….si seguimos asi vamos camino a ser quiza, espero que no, ares del norte y ares del sur…….. somos plata mal gastada por que no hay productividad, ni privada ni colectiva….
lo que pasa que los que saben van a dirigir y los que pasaron de taquito van a apretar el boton ,si no le chingan , nunca vamos a ser ni corea del norte ni corea del sur….si seguimos asi vamos camino a ser quiza, espero que no, ares del norte y ares del sur…….. no hay productividad, ni privada ni colectiva….