“Se levantó y cerró con llave las dos puertas.
Al menos estaría solo cuando mirara la máscara
de su sombra.”
Oscar Wilde,
El retrato de Dorian Gray
Por Nancy Sartelli – Una vez más nos acercamos a la ya tradicional Feria de Arte Contemporáneo, que no sólo reúne a las galerías más prestigiosas del país sino que busca posicionarse a nivel internacional. Fuimos, no porque ella represente la totalidad del arte en la actualidad, sino porque es, sí, un índice de las preferencias de los consumidores de esta mercancía. Preferencias -y mercancías- moldeadas, claro está, por la gran trama de galeristas, artistas, críticos, publicaciones e inversionistas, que juntos conforman la Institución Arte.1 Luego de pagar los $16 de la entrada, nos sumergimos en un caótico devenir de obras de los más variados estilos y propuestas.
Una situación reiterada edición tras edición -la convivencia de artistas consagrados junto con otros emergentes- tuvo esta vez un elemento distintivo, puntapié de las reflexiones que aquí presentamos: la inclusión formal del “arte joven”, de la mano, tanto del Premio Petrobrás a las Artes Visuales, como de la incorporación del Barrio Joven, un sector de galerías alternativas específicamente destinado a los artistas veinteañeros. En ambos lugares, como si así debiera ser, se pretendió concentrar lo desestructurado, lo rebelde y lo supuestamente novedoso. A su vez, dentro de esta supuesta revitalización artística, ArteBa nos presentó el Homenaje a los Grandes Maestros, en este caso, artistas pop consagrados en los ’60. Trataremos de desentrañar algunos aspectos de esta falsa y grotesca “juventud”.
A los jóvenes de ayer
Conjuntamente con el Banco Galicia, ArteBa Fundación presentó el “Homenaje a Grandes Maestros”, que esta vez fue para los artistas Delia Cancela, Edgardo Jiménez, Juan Stoppani y Dalila Puzzovio. “Por aquello de que todo se torna más bello si se mira desde la distancia, el arte Pop llegó a la Argentina con la alegría exultante que lo caracteriza, pero idealizado y con un aura especial”, nos dice Ana Martínez Quijano en el catálogo del homenaje. Y eso sería porque “en la arrebatada e inspirada década del sesenta” el pop local -y nuestro propio capitalismo- estaría lejos tanto de la apología como de la crítica de la sociedad de consumo, simplemente porque ella era aún una simple aspiración. Así es que estos artistas, Instituto Di Tella mediante, inaugurarían “un Pop a la Argentina, tan glamoroso como el de las distantes estrellas de Hollywood”, en un período donde el desarrollismo de Frondizi venía a prometer un futuro de Primer Mundo y la dictadura de Onganía a demostrar su fracaso. El mismo Di Tella no pudo escapar a la conmoción de la caída: ante la agudización de la lucha de clases, parte de su vanguardia artística lo abandona y encabeza en 1968 Tucumán Arde, uno de los mayores intentos de unir arte y vanguardia del proletariado en la historia argentina.
Lejos de eso, nos encontramos con Dalila doble plataforma (1967, acero, acrílico, cuero y luces, II Premio Internacional Di Tella): una vitrina con zapatos seriados y multicolores, diseñados por la artista como expresión de la posibilidad de transformar la obra artística en una experiencia de consumo. Edgardo Giménez presenta Mono Albino (1966-2007, madera esmaltada), relatando su relación contradictoria con el entorno: “El hecho de concretar las cosas me mantiene en un estado casi permanente de felicidad. Es muy difícil a veces porque el entorno no ayuda, pero aún así, no sé cómo logro anestesiar lo desagradable”. Delia Cancela y Pablo Mesejean exhiben Muchachas y muchachos (tríptico, 1966, acrílico s/tela y madera), presentado en el Premio Di Tella 1966 bajo el manifiesto Nosotros amamos, donde retratan, entre fl ores y nubes, a parejas de cantantes pop (Cher, entre ellas). Juan Stoppani con Señora de lujo (1964, maniquí y papel metalizado), define su obra como “un mix entre las tendencias Pop, Camp y kitsch”. Y señala: “por otro lado, veo que varias propuestas artísticas de ahora son similares, como las instalaciones2, y esto sirve para que los jóvenes vean que hace 40 años ya se exhibía lo que ahora parece novedoso”.3 Como veremos, no podemos dejar de darle la razón…
Mientras miro las nuevas olas
En el Barrio Joven, regado todo de botellitas Chandon, un bar con sillones blancos invitaba al descanso y la charla informal. Dominando el sector, entre el kitsch4 exacerbado, dos carteles electrónicos dejaban correr la frase de luces rojas: …S REALIDAD – EL ARTE NO ES REALIDAD -EL AR… Esta afirmación motivó una primera reflexión: ¿el arte es realidad? Si así lo fuera, ¿cuáles son los elementos que la constituyen? Preguntas surgidas en medio de las miles de obras, conferencias, 76 galerías nacionales e internacionales, directores de museos, artistas, puntitos rojos,5 110.000 visitantes a la feria y el dinero -contante y sonante o plástico o cajas de seguridad- que tintineaba en ojos y pasillos. Y el público: coleccionistas como se debe, jóvenes a los que se les calienta la billetera o simplemente cazafolletos –como alguna vez lo clasificó el director de la Fundación ArteBA. Aspectos todos que dan cuenta, al menos, de la real materialidad del arte contenido en la Rural.
Por otro lado, fi gurando como main sponsor por cuarto año consecutivo, Petrobrás consagró su premio Petrobrás-ArteBa a la experimentación e investigación de nuevos límites, seleccionando a ocho artistas sobre trescientos. Los límites encontrados no sobrepasaron el kitsch predominante, salvo por la cantidad, que aquí no logró resolverse en calidad. Dentro de las instalaciones premiadas, vimos Pedazos de las personas que amamos (telgopor, cartulina, madera, insectos, polenta, alambres, agua, bijouterie, televisores, porcelana fría, entre otros elementos) de Adrián Villar Rojas, quien sobre una serie de mesas contiguas y de gran extensión, nos presentó una sucesión de “esculturas” similar a un congreso de maquetas de niños de escuela primaria. Diego Bianchi nos brindó Wikipedia (estantería, espuma de poliuretano, tubos y objetos), una parodia de la enciclopedia virtual, acumulando a la manera de un drugstore objetos que ironizaban sobre un conocimiento superfi cial, ofrecido casi en forma de chizitos y papas fritas. Nicanor Aráoz trajo El miedo se conduce en mí a tanta velocidad, intento detenerlo pero ya estoy muerto (juguetes infantiles, infl ables, carrocería de auto, galletitas, conejos embalsamados). Un accidente: fantasmitas infl ables surgen de dentro de la carrocería, mientras los conejos que cuelgan de la estructura metálica de la feria sostienen bolsones de galletitas Sonrisas desparramadas por el piso.
Ya a esta altura, nos preguntamos ¿qué es o debiera ser un arte supuestamente joven, novedoso, trasgresor? ¿Cuáles son los verdaderos límites contra los que debiera atentar una obra de arte? ¿Dónde radica y comienza profundamente la transgresión?
Acerca de la realidad y el realismo en el arte
Según Juan Acha, para que el arte acontezca deben darse tres momentos: producción, circulación y consumo.6 Podríamos decir que ArteBa condensa los tres, expresando, en su función, el último. La obra surge en el taller materiales pictóricos, años de formación artística, emociones mientras la existencia material del propio artista por lo general suele resolverse por otras vías. A eso le sigue la búsqueda de galerías, muestras que aumenten currículum, premios, selecciones, contactos útiles en la agenda. Todo esto durante años, a medida que la profesión de artista -siguiendo a Acha- se construye para llegar a ser parte del “arte”; en este caso, de ArteBA. Este proceso que vive el artista y su obra desnuda la ambigüedad con que el capitalismo se refi ere al arte: por un lado, lo celebra como expresión de una potencialidad humana de propiedad universal; por otro, lo recuenta como fría mercancía de un productor específico para un cliente específico.
“Esto no es una pipa” escribió René Magritte debajo de la pipa que pintó. Frase que podría haber inspirado aquella que da la bienvenida a nuestro Barrio joven, sino fuera porque lo que se discute es la materialidad de lo representado, más no la realidad que dicha imagen connota. Así, lo real sería la imagen, y con ella las sensaciones que ella puede provocar en el espectador. El arte entonces, no sólo es realidad en cuanto despliegue de sus posibilidades de existencia, sino también contiene y despliega realidad. Por eso es mercancía útil, doblemente peligrosa en tanto expresión de forma y contenido: como espejo de la realidad deformada que impide su comprensión, es fuerza centrífuga, conservadora; como exposición emotiva de las verdaderas relaciones sociales que unen a los seres, se convierte en conocimiento, fuerza motora, centrípeta, revolucionaria.
Un arte realista, más allá de su expresión formal fi nal, consiste en el grado de correspondencia que el arte expresa con las relaciones objetivas de la sociedad en que se desarrolla. El realismo entonces, en la sociedad capitalista actual, no puede ser otro que aquel que devele su estructura de clase, el antagonismo y el devenir dialéctico de las clases en pugna y el momento más avanzado de la clase portadora de los intereses de la mayoría de la humanidad. El arte es realidad, y su realismo posible no puede ser otro que un arte revolucionario, el único capaz de atentar contra los verdaderos límites: los de clase.
Lo viejo y lo nuevo
Si bien continúa en la feria la presencia de las grandes galerías con sus obras de clásicos consagrados, la apuesta por promover nuevos valores recae en una exacerbada mezcla de pop-kitsch, que recorre el evento como un hilo conductor. Dentro de un repetitivo “lo que yo siento”, la auto-refl exividad del artista se impone como propuesta al espectador. Como señalara Stoppani, formalmente hablando no parecería haber nada nuevo bajo el sol. Y esto sucede porque la renovación de la forma no puede ir separada de la del contenido. Tanto la naturaleza como los fenómenos sociales y en ellos el arte, son producto de la pugna de dos grandes fuerzas vitales, la de atracción (conservadora) y la de repulsión (revolucionaria). La resolución de esta lucha es siempre transitoria; la forma es la manifestación del estado de equilibrio alcanzado en un momento dado y que intenta permanecer, mientras que el contenido, portador del movimiento y el cambio, tiende siempre a revolucionar. La celebración del consumo como aspiración de deseo traído por ArteBA en forma de homenaje –parciala los ‘60, no puede sino responder a una pretensión de realidad, reactivación Kirchner mediante. Sin embargo, a pesar de compartir el marco formal con los artistas homenajeados, el kitsch escéptico y el pop crítico predominantes parecieran mirar esa “realidad” con ojos desconfi ados, traspasados por un nihilismo individualista. Una nueva forma sólo vendrá, plenamente, con un nuevo contenido, aunque en su interior ya se perciban sus malestares, en forma de un kitsch siniestro, de piqueteros de Dowek en la galería Agalma o de una imagen del Argentinazo en Braga Menéndez, de la mano de Leonel Luna. Es que ese contenido, el revolucionario, se gesta por fuera de ArteBA. Lejos del escepticismo, lo construye históricamente el proletariado en lucha que hoy sigue poniendo en jaque la frágil reactivación kirchnerista. Bajo el capitalismo, ArteBa no es el único circuito condensador de los tres momentos del hacer artístico; también el proletariado produce, hace circular y consumir sus producciones a través de sus organizaciones que creen en el arte como una herramienta de lucha. Sólo los artistas atentos a ello estarán en condiciones de producir un arte joven; una verdadera renovación formal y esperanzada, y eso surgirá de atentar contra los límites, pero los verdaderos: los del contenido de la sociedad capitalista.
Notas
1Para una discusión detallada de este tema, ver Dickie, Charles: El círculo del arte, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2005.
2Instalación: obra que se desarrolla sobre el espacio real, donde el espectador debe realizar alguna acción para completar el sentido de la misma. Camp: revitalización nostálgica de gustos estéticos pasados de moda.
3Las expresiones de los artistas fueron tomadas del catálogo especial que presenta el homenaje.
4Kitsch: reafi rmación de lo vulgar, la manufactura barata, como tendencia estética que alude a la vulgarización del gusto. Pop: si bien nace en Inglaterra con una marcada tendencia crítica a la sociedad de consumo, en la década del ’60 fue difundido por el norteamericano Andy Warhol, como su apología.
5Señal de que una obra ha sido vendida.
6Acha, Juan: Las actividades básicas de las artes plásticas, Ed. Coyoacán, México, 1999.