¿194? Los «desaparecidos» de Cromagnon

en El Aromo n° 37

Por Gonzalo Sanz Cerbino – Los listados oficiales, confeccionados por las organizaciones de padres de víctimas y sobrevivientes, llevan contabilizados 194 víctimas fatales por el crimen de Cromagnon. Sin embargo, circulan rumores acerca de la existencia de más muertos, que por una u otra razón, no están incluidos en esas listas. Tenemos, por un lado, rumores acerca de sobrevivientes que se habrían quitado la vida al no poder soportar las secuelas de lo vivido esa noche. Por otro, se habla también de víctimas fatales que permanecen ocultas por la acción deliberada del gobierno nacional: los nuevos “desaparecidos”. La investigación que venimos desarrollando, para un libro de próxima publicación sobre el crimen de Cromagnon, arroja algunos elementos interesantes sobre esta cuestión.

Los suicidios

Entre las secuelas psicológicas que sufren la mayoría de los sobrevivientes se encuentran la depresión, el sentimiento de culpa, y, como consecuencia de ello, los intentos de darse muerte por mano propia. Por esta razón, es perfectamente verosímil que haya fallecidos por suicidios entre los sobrevivientes de Cromagnon. Un caso es el de Matías Pascal, estudiante y desocupado de 21 años. Matías militaba en la Coordinadora de Unidad Barrial (CUBa) de Almirante Brown, en el Gran Buenos Aires. Según denuncia un comunicado de prensa de esta organización, estaba sufriendo un agudo cuadro depresivo producto de lo vivido el 30 de diciembre de 2004, y en la tarde del miércoles 6 de julio de 2005 se quitó la vida.1 Con Matías, los muertos ya serían 195. ¿Hay más casos? No lo sabemos, pero seguimos buscando.

¿Muertes silenciadas?

Nuestra investigación nos llevó a dar con Flavio Alan, un estudiante de derecho que perdió a su mejor amiga en Cromagnon. Flavio viene investigando por su cuenta, entre otras cosas, las sospechas sobre la existencia de más muertos que los 194 oficiales. En la entrevista que realizamos, Flavio nos presentó cada uno de los casos que ha podido reconstruir. Veamos algunos de ellos.2

El nombre de Pablo Paz aparece por primera vez en la causa judicial en el segundo cuerpo de actuados3, en una lista de cuerpos sin vida que son trasladados desde el Sanatorio Mitre a la morgue de la Chacarita, junto a 17 chicos que sí figuran en las listas de fallecidos.4 Sin embargo, el nombre de Pablo no figura entre las víctimas oficiales. Su nombre aparece nuevamente en un acta de Policía Federal con una lista de cuerpos que fueron reconocidos también en el Sanatorio Mitre5 y fue mencionado por personal de la morgue, al dar la lista de fallecidos en las primeras horas, tras el crimen. Es mencionado, también, en el listado de fallecidos que brindó el Gobierno y que fuera publicado por Clarín.6 Entre los efectos personales, hallados en el lugar, figura un DNI a nombre de Pablo Armando Paz. Nuestro investigador, con esta sumatoria de elementos que mueven a sospecha, ubicó el teléfono de la casa de esta persona y llamó en varias oportunidades. Nunca lo pudo encontrar, aunque en las respuestas que le dieron se daba a entender que estaba vivo. No obstante, sigue resultando sospechoso no haber podido hablar con el supuesto sobreviviente.

El 8 de febrero de 2005, el abogado Gabriel Juricich hizo una presentación judicial solicitando información sobre tres supuestas víctimas fatales que no aparecían en los listados oficiales. Pedía información sobre Julián Starosta, que fue retirado del local sin vida, según el testimonio de su hermano Pablo. Un reclamo similar realizó Matías Maidana, quien exigió datos sobre sus dos hermanos fallecidos, que no figuraban en las listas: Facundo y Martín.7

Otro caso sospechoso surge de las listas de fallecidos que se leían en la puerta de la morgue, que fueron registradas por las cámaras de televisión. El 31 de diciembre al mediodía, el funcionario judicial dio una lista en la que se mencionaba el nombre de “Silvia o Silvina Rossi”, quien no aparece en las listas ofi ciales. Buscando información, Flavio habría dado con una tumba en el cementerio de la Chacarita, emplazada en el sector 12, que tendría un nombre sugestivamente parecido.8 La fecha de fallecimiento, según atestiguaría la lápida, es el 31 de diciembre de 2004, un día después del incendio.

En la foja 90 de la causa aparece el reconocimiento del cadáver de Mauro Dunrauf.9 En la foja 9.591 el juez aprueba la querella presentada por Julio César Rodríguez en representación de su hijo fallecido, Julio Emmanuel Rodríguez.10 No obstante, las listas ofi ciales no registran ninguno de estos nombres. Julio Leiva es una víctima que aparece en las listas ofi ciales. Sin embargo, Flavio Alan sospecha que en realidad fallecieron dos personas, con ese mismo nombre, el 30 de diciembre de 2004. Se basa en una lista de fallecidos publicada en la primer semana por el diario Clarín, en la que aparecían dos Julio Leiva, uno de 23 años y otro de 46. En los videos tomados en la morgue cuando se leía la lista de fallecidos sucede lo mismo: el nombre de Julio Leiva es leído dos veces por el funcionario a cargo del asunto.

Hay más nombres de posibles víctimas. En una pequeña nota publicada en Clarín el 2/1/05 dice: “Walter Romero y su novia Claudia, embarazada de casi nueve meses, vinieron especialmente desde Entre Ríos para ver el show. Ambos murieron. Sus cuerpos fueron reconocidos por el padre de él. ‘A Claudia le faltaban sólo días para parir’, dijo el hombre. Y agregó ‘nunca más voy a dejar a un hijo viajar hacia acá’”.11 La nota también salió por el canal de noticias TN. Ninguno de los dos nombres aparece en las listas de víctimas de Cromagnon. En uno de los videos de las primeras marchas puede verse a una persona con una remera estampada con una foto y un nombre: Walter Larrea. El nombre no se encuentra ni en las listas de heridos ni en las de fallecidos. En un informe sobre lo actuado en la comisaría 19 durante los primeros días, aparece la declaración de Jorge Carlos Gabrielli, quien reclama por el cuerpo de su hermana María Angélica. La chica se encontraba internada en el hospital de Clínicas y un médico informó a Jorge de su deceso. El nombre no vuelve a aparecer mencionado en la causa judicial.

Un diputado provincial le facilitó a Flavio los registros de los operadores de un número telefónico que funcionaba en la provincia de Buenos Aires para atender a las víctimas de Cromagnon. Allí aparece registrado un llamado de Viviana Martínez, quien sostiene que su hijo, Fernando Martínez, falleció en Cromagnon. También aparece el llamado de Magdalena Tognelli quien se refi ere a la muerte de su hermano, Norberto Mármol. Flavio logró contactarse con la familia de Viviana Martínez. Su tía le comunicó que ella había regresado a Paraguay, y se puso muy nerviosa cuando se le preguntó por Fernando.

Según Flavio, la leyenda circulante indicaría que varias familias habrían recibido dinero del gobierno para ocultar el caso. Por ejemplo, también escuchó rumores sobre un chico fallecido de Mar del Plata. Su familia habría retirado el cuerpo antes de que se le realizara la autopsia y nunca dio a conocer el asunto. Se habla también de una familia muy humilde de origen boliviano que perdió un hijo en Cromagnon, a la cual el gobierno le habría ofrecido $15.000 y la regularización de sus trámites inmigratorios a cambio de su silencio. No son los únicos nombres: hay por lo menos siete casos similares que no reseñamos por cuestiones de espacio.12 Como afirma Flavio, se trata sólo de rumores sin confirmación.

Conclusiones

¿Se trata de una larga lista de errores administrativos y rumores infundados que han dado pie a un nuevo mito urbano o estamos frente a un plan sistemático para ocultarle a la sociedad la verdadera cantidad de víctimas fatales del incendio de Cromagnon? Algunos de los casos pueden explicarse sencillamente como errores administrativos: todas las listas de nombres que fi guran en las primeras fojas de la causa judicial tienen este tipo de errores. Nombres cambiados, apellidos mal escritos. Así se pueden explicar tres de los casos presentados: Mauro Dunrauf, que aparece en la foja 90 como fallecido, vuelve a aparecer como sobreviviente en la foja 2.829, atendiéndose en el hospital de San Isidro. Y en la foja 4.892 aparecen sus padres presentando una querella por lesiones, con lo que, evidentemente, lo que aparecía en la foja 90 no fue más que un error.13 Julio César Rodríguez, admitido en la foja 9.591 por el juez como querellante por su hijo fallecido, había presentado la querella por lesiones (no por homicidio). Como puede verse en la foja 8.837, donde fi gura la querella presentada, su hijo es un sobreviviente14. Pablo Paz, que aparece mencionado en varias instancias como fallecido, fue contactado telefónicamente. Pudimos hablar con él y nos dijo que había estado en Cromagnon. Aparentemente, todo el error se debió a que su documento de identidad se encontraba en poder de un amigo que falleció en el Sanatorio Mitre.

Flavio sospecha que la cifra real de muertes supera los 300. ¿Es una sospecha infundada? Recordemos solamente las indemnizaciones y los subsidios que el Gobierno de la Ciudad puso en marcha durante las primeras semanas después del crimen, para intentar callar, sin éxito, a las víctimas de Cromagnon. La pregunta clave aquí es ¿qué gana el gobierno nacional ocultando la verdadera cantidad de víctimas fatales? Tal vez hay hipótesis más sencillas: el público de esa noche estaba mayoritariamente compuesto por obreros pobres y desocupados. Es decir, población sin acceso a la cultura “jurídica” ni recursos. ¿Hace falta mucho esfuerzo para pensar que más de una familia, extranjera, indocumentada o simplemente pobre, en medio de semejante dolor decidió enterrar sin más a sus muertos? Creemos nosotros que, habida cuenta todas las contradicciones que rodean Cromagnon, no vendría mal investigar. En eso estamos.


Notas

1Comunicado de prensa, CUBa – MTR, 7/7/05.
2Entrevista a Flavio Alan, 11/1/07 y 10/6/07, en poder del autor.
3Todas las referencias a la causa judicial pertenecen a Chabán, Omar y otros S/estrago doloso, exte. 247/05, Juzgado en lo Criminal y Correccional N° 1, Secretaría N° 105.
4Idem., f. 212.
5Idem, f. 9.885.
6Clarín, 1/1/05, edición digital.
7Chabán, Omar y otros S/estrago doloso, op. cit., f. 8.647.
8Como ninguno de los casos que presentamos se encuentra totalmente confi rmado, nos reservaremos los datos personales (nombre, DNI, etc.) que no hayan sido difundidos en medios de prensa o en la causa judicial.
9Chabán, Omar y otros S/estrago doloso, op. cit., f. 90.
10Idem., f. 9.591.
11Clarín, 2/1/05.
12Estos casos están siendo elaborados para un trabajo de próxima publicación.
13Chabán, Omar y otros S/estrago doloso, op. cit., f. 2.829 y 4.892.
14Idem, f. 8.837.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

*

Últimas novedades de El Aromo n° 37

Pre-anarquía

Por Fabián Harari – Desde sus primitivos comienzos, la ciencia no tuvo otro
Ir a Arriba