De Mussolini a Kirchner. Los orígenes del Grupo Techint

en El Aromo n° 15

 

 

Fernando Dachevsky

GIHEcA-CEICS

 

 

Existe un mito que recorre el imaginario nacional y popular: si se logra un desarrollo económico basado en la burguesía nacional, ésta va a fomentar la equidad y la distribución de la riqueza y se enfrentará a los grandes monopolios internacionales garantizando la independencia. Como lo muestra en innumerables actos públicos, y lo resume claramente la última tapa de la revista Noticias, Techint aparece como el principal referente de esa burguesía que enarbola Kirchner, a la hora de prometer un crecimiento endógeno y autosostenido para enfrentar a los acreedores externos y al FMI.

Ahora bien, si analizamos su historia, vemos que está lejos de identificarse con los intereses populares. Se desarrollaron de la mano de Mussolini y durante el fascismo italiano lograron alcanzar el grado de concentración necesario para expandir su escala de acumulación hacia otros espacios nacionales. Se consolidaron en la Argentina de Perón, crecieron bajo el Proceso y hoy son la mano derecha de Kirchner. Siempre jugaron de oficialistas.

 

De Italia con amor

 

Existen varias versiones al momento de explicar la expansión de Techint. Sin embargo, la más común suele centrarse en la transferencia de recursos desde el Estado. Dicha transferencia existió, y sigue existiendo con el gobierno de Kirchner (ver El Aromo nº 13). Sin embargo, esta versión no alcanza a explicar su transformación en la principal productora mundial dentro de su rama. Para entender esto es necesario dar cuenta de los orígenes de la empresa.

Techint se funda como corporación internacional en 1945 en Italia. Al año siguiente, quien fuera su titular (Agostino Rocca), viaja a Latinoamérica y recorre la mayoría de los países buscando el lugar más conveniente para colocar sus capitales y se instala en la Argentina. En 1954 comienza a producir tubos sin costura, que se utilizan en la construcción de gasoductos y oleoductos. Serán producidos por primera vez en Argentina por Dálmine-Safta, empresa perteneciente al Grupo Techint y que luego pasara a llamarse Siderca. Comenzarán produciendo para el mercado interno y, en las décadas posteriores, lograrán expandir su capacidad de acumulación hasta ubicarse, en la actualidad, como el principal productor mundial de dichos tubos. Así contada, parece la historia de un inmigrante llegado con las “manos vacías”, que empieza desde cero.

Sin embargo, al momento de iniciar sus actividades en la Argentina, Techint contaba con una trayectoria previa de acumulación de capital en la siderurgia italiana. Luego de la crisis de 1930, en pleno gobierno de Mussolini, quedaron bajo el control de Rocca numerosas empresas siderúrgicas de Italia. Su posición en el IRI (Instituto para la Reconstrucción Industrial) le permitió organizar la producción de empresas como Finsider, Ansaldo y Cornigliano, para luego ser designado por Mussolini como cabeza del sector nacionalizado del acero italiano y vicepresidente de la Dálmine de Bergamo Esta empresa, que se formara con capitales alemanes en 1906 y que luego será apropiada por capitales italianos durante el fascismo era, en ese entonces, la principal productora de tubos sin costura de Europa y será la principal proveedora de los capitales con los que Techint iniciara sus actividades en la Argentina.

Techint comenzará construyendo gasoductos en Argentina con tubos producidos en la Dálmine de Bergamo. El más importante de estos será el gasoducto Perón, construido en 1949 y que se extendía por 1900 km. Esta obra, un gran negocio para Techint en la Argentina, lo sería más aún para Dalmine de Italia, dado que constituyó su primera gran exportación. Recién en 1954, una vez finalizadas las obras del complejo de Campana, Techint comenzará a producir tubos sin costura en la Argentina. Dicho sea de paso, lo hará con laminadoras que en su mayor parte provenían de Italia.

Muchas de las innovaciones desarrolladas en la siderurgia italiana serán aplicadas en la Argentina. Desde formas de organización de la producción hasta el traslado directo de maquinaria. También llegarán a Techint, en Argentina, una gran cantidad de capitales italianos que eran canalizados a través de la Santa María S.A. Esta empresa, que fue fundada en 1948, funcionaba como tesorería del Grupo y recibió una parte importante de su capital social.

Las innovaciones que introdujo Techint,  van a permitirle a la  siderurgia argentina, dar un salto en calidad. Para el momento en que Techint se instala en el país, la producción siderúrgica local solo producía en forma semi-integrada. Esto es, se partía de la fundición de chatarra como fuente para producir el acero necesario en la producción de artículos terminados. En lugar de esto, Techint va a incorporar el método de producción ciclo integral, que ya se venia aplicando en Italia, y por el cual, en lugar de partir de la chatarra, se partía del trabajo directo con los minerales para producir el acero. Otra innovación que impulsa Techint a medida que se expande, es la incorporación de hornos que remplazarán a los Siemens-Martin, usados hasta entonces por el resto de las empresas siderúrgicas en  Argentina. Estas innovaciones y otras, posibilitaron  a Techint bajar los costos por unidad producida y acumular a una escala mucho mayor a lo que era la media en la siderurgia nacional, al punto de ocupar hoy cerca de un 30% del mercado mundial de tubos sin costura.

En conclusión, Techint llega a la Argentina continuando un proceso acumulación de capital con una trayectoria que se remonta a la siderurgia italiana y, aún más atrás, a la alemana. Una vez alcanzado cierto grado de concentración expandió sus actividades hacia América Latina, en donde fue concentrando y centralizando capitales hasta alcanzar el lugar que hoy ocupa.

 

No tan distintos

 

Nada parece iniciar entonces, una nueva etapa en la economía argentina. Ya que las empresas en las que intenta sostener Kirchner la ilusión de una burguesía distinta, son las mismas que impulsaron la acumulación de capital desde hace décadas. Capitales que apoyaron a Mussolini, luego a Perón y también a la dictadura de Videla, que en su momento impulsaron la flexibilización laboral y estimularon el aumento de la desocupación y la miseria con Menem-Cavallo. Hoy están con Kirchner, pero sus intereses materiales alejan cada vez más al gobierno de la posibilidad de mantener su fachada nacional y popular.

 

 

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