Coronavirus en Barrio Toba

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El Barrio Toba de Resistencia registró el primer caso de coronavirus hace exactamente un mes. Hoy ya alcanzó, según la información oficial y con apenas 25 testeos diarios para una población de por lo menos 3000 personas, los 134 casos positivos y acumula 13 muertes. Es uno de los focos de una provincia que a la fecha reporta casi 800 casos de contagiados confirmados y un elevado índice fallecimientos relacionados con el virus. 45 muertes hasta el momento.

Se trata de un asentamiento al noreste de la ciudad que no ha parado de crecer desde su nacimiento en la década del 50, con obreros expulsados del interior chaqueño ante la crisis forestal y del algodón, que fueron ocupando espontáneamente los terrenos del ex Ferrocarril General Belgrano. Como cualquier asentamiento, no tiene cloacas, el acceso al agua potable es escaso sino nulo, la mayoría de las viviendas están hechas con material de descarte –cartón, nylon, etc.-, instaladas en zonas anegables, que albergan a familias numerosas, en algunos casos hasta 20 personas en una misma casilla. Como en cualquier asentamiento, también sus habitantes viven en la estricta desocupación, con algún mísero plan social o changas que en el marco de la cuarentena son aún más escasas. Bajo estas condiciones, el Estado a través del ejército solo garantiza 620 raciones de alimentos diarias al mediodía. A esto que hay que sumar el aporte de tres comedores que funcionan en el barrio y atienden en promedio 100 personas cada uno, para una población, repetimos de por lo menos 3000 personas. Bajo estas condiciones de vida, que los condenan habitualmente al hambre y muerte, podemos dimensionar lo inviable que resulta cumplir con las medidas básicas de prevención necesarias en el marco de la cuarentena para frenar el avance del coronavirus, como ocurre con amplias capas de la clase obrera.

Nada distingue la situación de este asentamiento de lo que ocurre en los miles de asentamientos del conurbano bonaerense. La escalada infecciosa ataca por igual al Barrio Toba como a Villa Azul. Pero en Chaco, el elemento identitario facilita la justificación de la desidia estatal. El principal escollo para la prevención sería cultural, por tratarse de “indígenas”, la barrera cultural dificultaría la eficacia sanitaria. La salida, de todas formas, es la misma para Capitanich que para Kicillof: cercar el barrio, nadie sale y nadie entra, y que se arreglen. El confinamiento en la más absoluta miseria es la principal política de Estado para la mayoría obrera desocupada o empleada en negro del país.

Razón y Revolución Chaco

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