Es un argumento común, que se escucha en boca del grueso de la izquierda argentina y de los “nacionales y populares”, el que los acuerdos con el FMI son un elemento de subordinación de la Argentina al imperialismo norteamericano. En una verdadera competencia para ver qué corriente lo expresa en términos más grandilocuentes, el trotskismo definió el acuerdo actual como una “pérdida de soberanía” (MST), una “intromisión directa” del FMI en el país (PO), una “pretensión intervencionista” del Fondo (PTS) o un “sometimiento virreinal” (NMAS).
Como hemos explicado en más de una oportunidad, lejos está cualquier acuerdo con el Fondo de implicar una dominación imperialista. Es claro que el FMI no es un organismo de caridad. El Fondo es parte de la estrategia de los capitales imperialistas: sus préstamos (y las condicionalidades asociadas a ellos) responden a esta estrategia. Su primer objetivo es evitar que la crisis en un país puntual se generalice dando lugar a un cataclismo económico a escala mundial. El segundo objetivo es promover una liberalización del comercio favorable a los capitales más concentrados, que son los de las potencias imperialistas.
Pero de reconocer la estrategia del FMI a derivar de allí la existencia de un “orden mundial” sin contradicciones que domina a la inmensa mayoría de las naciones, comenzando por la Argentina, hay un largo trecho. Por empezar, nada ni nadie obliga a ningún país a solicitar auxilio del FMI y a someterse a estas condiciones. Es más, es común que las condiciones no se cumplan, en particular en la Argentina. Todos los países bajo acuerdo con el Fondo suelen solicitar “dispensas” cuando alguna meta no se cumple, y es común que se concedan. Más aún, la mayoría de los acuerdos con el Fondo se cancelan antes de tiempo: de 615 acuerdos firmados en todo el mundo entre 1973 y 1997, solo el 34,8% se cumplieron. De los 22 acuerdos de condicionalidad fuerte que la Argentina firmó con el FMI en su historia, 31,9% se interrumpieron porque no cumplimos. El último en suspender un acuerdo fue Macri, en 2019.
No solo no cumplimos las condicionalidades, sino que la Argentina defaulteó, renegoció o postergó unilateralmente pagos de la deuda en decenas de oportunidades. En 1956 se creó el Club de París con el objetivo específico de renegociar la deuda externa que la Argentina no podía pagar. En 1976, a poco de asumir, Martínez de Hoz postergó unilateralmente pagos de deuda, igual que Macri en 2019. En los ’80 la deuda externa fue renegociada en varias oportunidades, y en los ’90 no se pagó un peso porque se contraía deuda para pagar los vencimientos (roll over). Ni hablar de 2001, donde Argentina alcanzó un record: el default soberano más grande de la historia. Y solo mencionamos algunos de los “incumplimientos” desde la segunda mitad del siglo XX hasta hoy.
Pero no solo “rompimos” con el Fondo y los acreedores externos por no poder pagar, también lo hicimos cuando cierta holgura financiera nos permitió desentendernos de las condiciones que imponían: en 1969, la bonanza económica le permitió a Onganía no renovar el Stand By con el FMI y endurecer las negociaciones con el BID y el Banco Mundial. En 1977, Martínez de Hoz dejó de pedir préstamos al Fondo para evitar que se los denieguen por las violaciones a los DDHH. En 1974 y 2006 dos gobiernos peronistas pagaron cash, por adelantado, toda la deuda con el Fondo y presentaron como un acto de soberanía la mayor de las agachadas: pagar la deuda externa antes de lo necesario.
Si la relación de un país con el FMI implicara algún sometimiento, ello debería tener expresión en el ranking de los países que más asistencia han solicitado. Hasta el año 2000, Argentina se encontraba quinta en ese ranking. ¿Quiénes estaban en los primeros puestos? México (1ero.), Corea (2da.), Rusia (3era.) y Brasil (4to.). Forzando mucho la evidencia, algún trotskista podrá decir que México y Brasil son países semicoloniales y dependientes, ¿pero también lo es Rusia, una de las potencias imperialistas en la actualidad? ¿O Corea, la 10° economía a nivel mundial y el 7° exportador de bienes industriales (sobre todo complejos)? Por si alguno está pensando argumentar por ese lado, le advertimos que el sexto en el ranking es Gran Bretaña.
Sin ir más lejos, en los ’50 tanto Francia como Gran Bretaña solicitaron ayuda del Fondo ante la crisis del Canal de Suez, por 394 y 2.061,5 millones de dólares, respectivamente. En los ’60, este último país firmó 6 Stand By para estabilizar la libra esterlina. EE.UU. firmó en 1962 un Stand By por 500 milllones de dólares, y en 1966 recibió 600 millones del Fondo. ¿También estamos aquí frente a países semicoloniales y dependientes?