El avance de la crisis económica, la degradación acelerada de las condiciones de vida de la clase obrera y la descomposición política del gobierno peronista se retroalimentan y exigen una respuesta contundente de la clase obrera. Sus direcciones se ven presionadas por el descontento, pero se debaten entre la duda, el inmovilismo y la toma de posiciones en la interna peronista. La CGT puso fecha a una marcha, pero para dentro de un mes sin definir contra quién o a favor de quién va a marchar. Lógico, de aquí a un mes no sabemos quién va a estar al frente del Estado. Los “movimientos sociales” oficialistas están presos de su propia interna entre cristinistas (Grabois) y albertistas (Movimiento Evita y Barrios de Pie), pero todos empujados por la intención de Cristina (quien realmente gobierna hoy) de fortalecer al Estado, aceitar la maquinaria electoral y, por lo tanto, priorizar intendentes y gobernadores en el reparto de la asistencia social. El PO y el PTS, por su parte, parecen más proclives a trazar alianzas para jugar en la interna kirchnerista que a desarrollar una política independiente.
En ese marco, la Unidad Piquetera, una amplia alianza que reúne organizaciones revolucionarias y reformistas (con el PO como la más importante), llamó a una movilización al centro del poder político (Plaza de Mayo) contra el ajuste para el 27 de julio. A los pocos días, en el local del PO, se realizó una reunión y una conferencia de prensa, anunciando la concentración del 27 y la solidaridad de la UP con la movilización de la CCC contra la criminalización del movimiento piquetero, que iba a efectuarse en esos días.
La marcha del 27 no tiene un documento único firmado por las organizaciones que van a participar. Principalmente, porque todavía no ha quedado definido cuáles de las agrupaciones oficialistas van a adherir y cuáles no. Con lo cual, tal como lo dijo Belliboni en la conferencia de prensa, cada organización marchará con sus consignas. Esto es, en realidad, una concesión a los peronistas.
No quedan dudas de que el PO está buscando una alianza, con estas organizaciones, que exceda lo meramente reivindicativo. Probablemente, estemos ante negociaciones de cara a las elecciones, lo que disolvería al FITU. Claro, el PTS también puede estar en ese tipo de especulaciones y de allí su estrecha asociación con Grabois. Pero toda esta dinámica está atada al lugar que el peronismo le dé a esa gente.
La tarea de la izquierda revolucionaria es impulsar el descontento, canalizarlo hacia el plano político, enfrentar al gobierno de Cristina y ofrecer una salida revolucionaria. Para eso, debe impulsar la lucha y evitar que su dirección quede en manos de esta flamante alianza reformista que integran el PO y una UTEP que, recordemos, es parte de la propia administración. Para eso, necesitamos que las organizaciones revolucionarias se delimiten de los organizadores y asistan con su propio bloque y una consigna clara contra el gobierno y por una salida socialista. Si el PO y la UTEP no saben todavía qué ir a decir en medio de la crisis política, nosotros tenemos que decir en forma clara y firme: “Fuera Alberto y Cristina”.
Llamamos a todas las organizaciones que mantienen su independencia con respecto a todas las variantes peronistas y acuerdan en enfrentar explícitamente al gobierno a constituir un bloque revolucionario que marche el 27/7 con cabecera y consignas propias, y que se constituya en punto de referencia para el conjunto de luchadores que no quieren que su bronca y su esfuerzo se use para más de lo mismo.
Fuera Alberto y Cristina
Que se vayan todos
Por una salida socialista a la crisis
Razón y Revolución