Cara y ceca. Las tomas de Medios de Difusión Masiva durante el gobierno de Cámpora

en Revista RyR n˚ 6

Flabián Nievas es sociólogo de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y trabaja en el Instituto “Gino Germani” de la  Universidad de Buenos Aires. El cuerpo principal del presente artículo es, casi sin modificaciones, el cap. IV de la Segunda Parte de la tesis de Maestría en Investigación en Ciencias Sociales “Las tomas durante el gobierno de Cámpora”, dirigida por la Prof. Inés Izaguirre. Una versión preliminar fue presentada como ponencia en las IIas Jornadas de Sociología de la UBA, con el título “Las tomas durante el gobierno de Cámpora: el caso de los medios masivos de difusión”. Buenos Aires, 1996.

Por Flabián Nievas

1. El marco del camporismo

            El corto período del gobierno de Héctor J. Cámpora fue álgido en confrontaciones políticas, caracterizándose por el alto nivel de la movilización de masas, entendiendo por ésta no solo la movilización física, que la hubo y en grandes magnitudes, sino también y particularmente, la movilización política, el alto nivel de involucramiento de diversos sectores habitualmente desmovilizados, en los procesos políticos.

En la literatura social sobre el período suelen destacarse el llamado “devotazo”, ocurrido los días 25 y 26 de mayo en todo el país; el retorno de Perón y la emboscada de Ezeiza; y el proceso de tomas de diversos lugares. Todos ellos, como es fácil suponer, están íntimamente ligados entre sí. Cada uno constituye una distinta “puerta de entrada” a un mismo proceso general, signado por el ascenso de masas, la legitimidad política del gobierno, y la crisis del sistema político y social de dominación.

De los procesos mencionados, uno recorre los intensos cuarenta y nueve días que duró el gobierno de Cámpora:[1] el de las tomas. Las tomas constituyeron una forma particular de la confrontación. Se disputaban espacios políticos y sociales en su dimensión geográfica. En nuestra investigación[2] hemos reconstruido seiscientos noventa y un hechos; pero tenemos elementos que nos hacen presumir que hubo al menos un millar de estas acciones en todo el país. El listado de los ámbitos tomados es tan extenso como diverso: radios, hospitales, municipios, ministerios, hoteles, teatros, universidades, escuelas, fábricas, diarios, etc., incluso sitios aparentemente insólitos, como la “República de los Niños” o una oficina de la S.I.D.E. De ese universo nos concentramos aquí en un ámbito particular que es el de los medios de difusión masiva, a los que hoy se denomina ideológicamente como medios de “comunicación”.

2. La toma de los Medios

            El abordaje en específico de los medios de difusión masiva, que constituye aproximadamente el 10 % de los hechos que registramos en nuestra investigación no obedece a ningún criterio estadístico, sino a su importancia política por el particular momento en que ocurrieron estos hechos. La pugna intestina de las distintas fracciones del peronismo -síntesis y expresión de la lucha en el conjunto de la sociedad- estaba teñida por el inminente regreso de Perón. Las fracciones en lucha procuraban estar relativamente mejor posicionadas internamente a su arribo, intento de lo que el proceso de las tomas en general era, en alguna medida, expresión. Pero en el particular caso del que nos ocupamos, tiene una importancia adicional, ya que se trata de instrumentos capaces de crear estados de ánimo colectivos, esas sensaciones que operan en las conciencias con la fuer­za de una certeza. Por ello es impor­tante señalar, como primer dato, que las sesenta y cuatro de las sesenta y seis ocupaciones registradas se produjeron antes del 20 de junio de 1973, fecha de la masacre de Ezeiza en oportu­nidad del regreso definitivo de Perón al país. Pero, con mayor intensidad, en los diez días previos a su arribo, en que se pro­dujeron el 75 % de estas tomas, tal como se desprende del Cuadro 1 (debe te­nerse en cuenta que la lla­ma­da “ola de ocupaciones”, en general, había comenzado con ante­rio­ridad).[3] Esto nos brinda una idea del estrecho vínculo entre estas tomas y la disputa de espacios previo a la llegada de Perón.

A. Las ocupaciones

            Creemos que podemos dejar provisoriamente de lado la dimensión cronológica de las tomas para ocuparnos del aspecto central para nuestro análisis, que es ver quiénes eran los grupos que producían estas tomas. Dentro de un contexto general que se presentaba caótico, la ocupación de los medios de difusión no escapaba a esta caracterís­tica. Encontramos, en efecto, una multiplicidad de grupos que e­fectúan las mismas. Algunos de estos grupos son de organizaciones conocidas, como la JSP, la JTP, la JUP, el C. de O., la Alianza Li­ber­tado­ra Na­cionalista, etc. Otros, no tan afamados pero igual­mente conocidos, como el “Comando Militar de la Agrupa­ción Pero­nista de Trabajadores de Prensa”, dirigido por Manuel Damiano, que tuvo una activa participación en la preparación de la masacre de Ezeiza.[4] También operaron pequeños grupos mucho menos conocidos, pero igualmente identificables respecto de su pertenencia política.[5] Finalmente, ocupaciones producidas por personal de las empresas, en ocasiones con alianzas visibles, como el caso de LV–7, Radio Tucumán, ocupada el 13 de junio por los trabajadores con el apoyo de la J.P. y Montoneros, y otras ocupaciones que, por el contrario, carecen de alianzas visi­bles. Tal el caso de Radio Li­bertador, de Mendoza, tomada el miér­coles 6 por su personal a la mañana por espacio de cinco minutos para leer un comunicado en el que se pedía la intervención del medio.

            Este conocimiento nos permite dilucidar qué fuerza política es la que actúa en cada caso. Pero no en todos los casos conocemos la identidad de los ocu­pan­tes. Y de aquellos que la conocemos, no de todos tenemos certe­za de su trayectoria ni adscripción ideológica y política, razón por la que nos concentraremos a aquellas tomas en las que no tenemos dudas res­pecto de su filiación ideológico–política, englo­bándolas en dos grandes segmentos.[6] A uno de estos conglomerados lo llamamos simplemen­te como sector “contrarrevolucionario”. Los grupos que lo integran son va­riados, tanto como heterogénea sus trayectorias particulares. Mu­chos de estos (pero no todos) integrarán bandas paramilitares en los meses posteriores (aunque alguno ya lo es en ese momento). Por otro lado, encerramos en otro gran conglomerado -que aquí circunscribimos a la “izquierda” peronista ya que no se registraron tomas de medios por otros grupos revolucionarios- a los grupos polí­tica y/o ideológicamente cercanos, afi­nes o pertenecientes a la “Ten­den­cia Revo­lucionaria”.[7] En esta gruesa clasificación se pier­den las -en ocasiones- importantes di­ferencias y ma­tices exis­tentes entre diversos agrupamientos que perte­ne­cen a la misma cla­si­fica­ción, pero consideramos que nos permite una primera aproxi­ma­ción para dilucidar la tenden­cia general de estas ocupaciones.

A.1 Las tomas de los grupos contrarrevolucionarios

            Englobamos aquí los hechos producidos por dos grupos diferenciados: la ortodoxia propiamente dicha, vinculada a los sectores tradicionales del sindicalismo (CGT, 62 Organizaciones, etc.), y los grupos más radicalizados de la derecha peronista y filo peronista, muchos de ellos de carácter político–militar: Juventud Sindical, Alianza Libertadora Nacionalista, Comandos de Seguridad, Alianza Peronista Restauradora, etc. Del total de hechos protagonizados por la derecha, el 30 % fueron realizados por la derecha ortodoxa y el 70 % restante por estos grupos radicalizados.

El 4 de junio, un grupo de empleados, con gente de la Unión de Obreros y Empleados Municipales, irrumpieron a las 15.00 en los estudios de LS–1 Radio Municipal, ocupándola. Según dijeron, “la decisión fue tomada ante reiteradas amenazas de apoderarse de la empresa, por parte de grupos trotskistas y marxistas, efectuadas desde hace más de veinte días, y para preservar la fuente de trabajo”. Esa tarde fue puesto en funciones como interventor Rodolfo Santiago Traversi, quien a los pocos días invistió como director al operador técnico y delegado gremial de la emisora Roberto Barattini, militante de la derecha peronista.[8] Y si bien la ocupación cesó formalmente esa misma tarde a las 18.00 horas, sus pasillos siguieron siendo controlados por matones armados con ametralladoras y pistolas calibre 45. En días sucesivos aparecieron denuncias y volantes de un clandestino Comité de Resistencia al Fascismo.[9]

El lunes 11, el “Comando Militar de la Agrupa­ción Pero­nista de Trabajadores de Prensa” ocupó el edificio en que funcionan las radios Belgrano, Argentina y Del Pueblo, manifestando que las to­maban “en custodia” para “pre­servar su orien­tación ideológica den­tro de los lineamientos de la doctrina justi­cialista” y, en comu­nica­dos posteriormente propala­dos por las res­pectivas ondas, sos­tuvie­ron que “evitaremos que el contrabando ideológico se in­filtre en los hogares argenti­nos mayo­ritariamente peronistas”. Con estas acciones desplazaron a las direcciones de las emisora y lograron la designación de interventores dos días después (René Ulises Cossa para la primera y Pedro Marateaque para las otras dos), con lo que cesó la ocupación. Sin embargo, no fue Buenos Aires sino la ciudad de Cór­doba donde encontramos que los grupos de la ortodoxia tuvie­ron mayor actividad.

            Allí, el lunes 11 por la noche, miem­bros de la Juventud Sin­di­cal Peronista y del Centro de Acción y Adoc­trina­miento Peronista ocuparon los es­tudios y las oficinas de LV–3 Ra­dio Córdoba, filial de Radio El Mundo, de Buenos Aires, que fue denominada “Radio Eva Perón”. In­mediatamente difundieron una pro­clama en la que señala­ban que la ocupación estaba orientada a denunciar “la infiltración de tenden­cias sinárquicas, oligárquicas y marxistas en distintos órde­nes del quehacer nacional y especialmente en la Universidad y en el go­bierno de Córdoba”. Al día si­guiente, irradiaban un comu­ni­cado en el que explicaban que la toma se había efectuado “para dar a la opinión pública en general y al compañe­ro pue­blo de Cór­doba, una amplia y profunda imagen de las si­tua­cio­nes políticas que vive el país”. Queda claro que para los ocupantes esta toma era parte de su política, difundiendo sus pun­tos de vista bajo la despolitizada forma de la información. En este sentido vale agre­gar que, entre otras cosas, difundieron co­munica­dos de repu­dio a la designación del doctor Guillermo Bea­to como decano de la Facul­tad de Filosofía y Letras, y se llevó a cabo una campaña difamato­ria contra Agustín Tos­co.[10] Ese mismo día, además, también fue to­mada LRA–7 Radio Nacional Córdoba y re­nombra­da “Radio Juan Ma­nuel de Ro­sas” siendo desocupa­da a las 11 horas.

            Exactamente una semana antes (el 5 de junio) se había produ­cido otra toma de un medio por un comando “contrarrevolucionario”. En esa oca­sión ocurrió en Mar del Plata, donde fue ocupada Radio At­lántica por unos treinta miem­bros del Comando de Organización de la Juven­tud Pero­nista, la Alianza Li­bertadora Na­cionalista y la Concentra­ción de la Juventud Peronis­ta, quienes le cambiaron el nombre “At­lánti­ca” por “Emisora Gene­ral Juan José Valle”, y exi­gieron el cambio de autoridades de la misma. Esta ocupación parece haber sido en res­puesta a la actividad de grupos de la izquierda pero­nista, que ese día habían tomado varios establecimientos públicos por la mañana y la tarde,[11] ya que Radio Atlántica fue tomada a úl­ti­ma hora de la no­che, incrementándose al día si­guiente las ocu­pa­ciones de las fracciones de la ortodoxia.[12] Justamente el 6, par­te del mismo coman­do intentó to­mar la filial mar­platense de la a­gen­cia oficial Te­lam, y designar un nuevo director. Pero, luego de un breve momento de ocupación, desistieron de la misma al ente­rar­se que al frente de la misma ha­bía un hombre “de la causa”, dejan­do, no obs­tante, una “guardia” en el local para “pre­venir eventua­les incon­venientes”. Uno de los que dirigían estas tomas era Juan Car­los Gómez, sindicado como uno de los res­ponsa­bles del asesinato de la estudiante Silvia Filler. En lo atinente a Radio Atlántica, pese a que el mismo miércoles 6 se designaron nuevas autoridades la ocupación no se levantó hasta el 8, día en que és­tas asumieron.

            Ese viernes fue de gran actividad para la J.S.P. de Rosario, que tomó tres emisoras de esa ciudad: LT–2, repetidora de Radio Splen­did; LT–3, Radio Cerealista y LT–8, Radio Rosario. En las tres pidieron el cambio inmediato de las autoridades, destituyendo a las que se encontraban hasta entonces al frente de las mismas. Ade­más, estos grupos, al hacerse cargo de las radios cambiaron la programación y, como signo distintivo de las mismas, erradicaron toda la “música extranjera” y prohibieron la irradiación de Mercedes Sosa, Horacio Guarany y Osvaldo Pugliese, aunque nacionales, “por su ideología comunista”, según rezaba un comunicado.[13]

            El miércoles 13 nuevamente actuó la ortodoxia en Córdoba ocu­pando un medio de difusión masiva. Un comando conjunto de la A­lianza Li­berta­dora Naciona­lista y de las ignotas Fuerzas Pe­ronis­tas de Ocupación tomaron LV–2 Ra­dio La Voz del Pueblo. Desde allí difunden comunicados contra “la infiltración marxista en el seno del movimiento justicialista y el gobierno” y los monopolios ex­tranjeros, en una línea similar a las de los difundidos por la Ju­ventud Sindical Peronista y el Centro de Acción y Adoctrinamiento Peronista através de LV–3 Radio Córdoba, en lo que puede leerse ya una temprana antesala del golpe de Estado con que el 28 de febrero de 1974 se destituyera a Obregón Cano, con la anuencia de Pe­rón,[14] aunque seguramente los ocupantes perseguían objetivos mu­cho más cercanos, quizás relacionados directa­mente con el 20 de junio, pues la toma sólo duró algunas horas, tras lo cual se reti­raron. El día anterior, al mediodía, los empleados de LV–3 decidie­ron por unanimidad nombrar director inte­rino a Salem Oscar Far­jat, funcio­nario de carrera de la empre­sa, hasta que lle­gue la nueva autori­dad, cesando la ocupación de la JSP y el CAyAP.

En este caso la politización de la toma y su signo se observa tanto por el apoyo de la Juventud Sindical y el Centro de Adoctri­namiento como por el rechazo que a ésta y otras ocupaciones mani­fiestan los trabajadores de prensa, que se organizaron el mismo 12 en una Coordinadora de Entidades Gremiales del Personal de los Me­dios Masivos de Comu­nicación de Córdoba, com­puesta por el Sindica­to Argen­tino de Televisión (SAT), Sociedad Argentina de Lo­cutores, Asociación Ar­gentina de Telegrafistas, Radiotelegra­fistas y Afines (AATRA), Sindicato de Prensa y Círculo de la Pren­sa de Córdoba, para pro­testar contra los grupos que pro­tago­nizan las ocupacio­nes.[15]

Como vimos en el caso de Mar del Plata, algunas de estas ocupaciones fueron en clara respuesta a otras tomas protagonizadas por los sectores revolucionarios. Uno de esos casos ocurrió en Trelew, donde el 14 de junio fue tomada LU–20 Radio Chubut por un grupo de J.P. y F.A.R. a las 19 hs. En respuesta a ello, a las 21.30 un grupo integrado por la Juventud Peronista Obrera del Barrio Norte y el Comando “Facundo Quiroga” de la Alianza Libertadora Nacionalista, ocuparon las instalaciones del Canal 3 de televisión de esa ciudad, desde donde conminaron a los ocupantes de la radio a abandonarla en un plazo de diez minutos. Este grupo,[16] encabezado por Horacio Soiza, un hombre de 53 años, ex–policía[17] y secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados Públicos de esa ciudad, emitió un comunicado dirigido “A todos los ciudadanos argentinos, nativos y por adopción; sin distinción de ideologías políticas (siempre y cuando sean nacionalistas) [SIC] que hoy se ven amenazados por un enemigo declarado, quienes se escudan en el anonimato y embanderados con banderas que no son las suyas y que cuando se sintieron seguros se pasearon con la de la estrella roja y la del martillo y la hoz, cantando la Internacional, cosa que desde hoy será prohibitivo hacerlo por lo que en caso de ser paseada por nuestro país, será quemada y sus servidores pasados a degüello, como hubiera querido uno de nuestros líderes, don Facundo Quiroga.” La toma fue breve ya que de inmediato pasaron a la acción dirigiéndose hacia la emisora radial, donde los ocupantes decidieron abruptamente dar por finalizada la misma “en acatamiento de las directivas impartidas por el compañero Abal Medina”… siendo que habían comenzado la misma horas después del llamamiento del Secretario General del Justicialismo. Ese día también fue ocupada por unas treinta personas LU–17 Radio Golfo Nuevo, de Puerto Madryn, para evitar “que elementos bolcheviques quisieran coparla para irradiar consignas izquierdistas”.

A.2 Las tomas de la “izquierda” peronista

            Las ocupaciones producidas por grupos de la izquierda peronista fueron de un carácter netamente distinto a las realizadas por la or­todoxia. En principio porque, a diferencia de las operaciones ge­neralmente mi­li­tares montadas por ésta, aquéllas eran de masas. En se­gunda instancia porque parecen estar más influenciadas por la espontaneidad (aunque este patrón no lo encontramos en todos los casos, si aparece en la mayoría). En algunas oportunidades la acción surgió como forma de apoyo a de­mandas del perso­nal de las emisoras. Tales los casos de la ocu­pa­ción de Radio Li­bertador, Radio Patagonia Argentina y de otras emisoras en Tucumán. En otros parece haber habido mayor planificación de los hechos, como en LU–5 de Neuquén.

            Radio Libertador, de Mendoza, fue ocupada dos veces el mismo día (el 6 de junio). La primera se produjo al abrir la trans­mi­sión, a cargo de los empleados, que denun­ciaron al director de la mis­ma, en ese momento de viaje por Oriente, emi­tien­do una procla­ma, tras lo cual conti­nuó la progra­mación habi­tual y cesó la toma de las instalaciones. Pero, al me­diodía, y como con­secuencia de esta denuncia, un grupo de la Juventud Peronista, el “Comando Abal Medina”, ocupó con casi un centenar de militantes las instalacio­nes de la radio. De inmediato comenzaron a irradiar un comunicado en el que manifestaban que esta toma era consecuen­cia de la ante­rior, y que había sido impuesto como interventor Pe­dro Leni, miem­bro del Comando. Pese a que se impidió todo acceso al edificio, durante todo el día la policía se mantuvo al margen del conflicto. El ministro de Gobierno Eduardo Zannoni[18] sostu­vo, por la noche, que la policía se mantendría expectante y que no intervendría de no haber disturbios. El control interno y externo del edificio lo delegó en el Comando “Abal Medina”. La situación se mantuvo hasta el viernes 8, día en que asumió como interventor Vicente Chumilla y la ocupación cesó.

            Unos días después, en Comodoro Rivadavia, miembros de la Ju­ventud Peronista, en con­junto con un grupo de trabajadores de la radio, tomaron LU–4, Ra­dio Patagonia Argentina, que pasó a denomi­narse Radio Soberanía Nacional. La toma, hecho mediante el que se destituyó las anterio­res autoridades y nom­bró las nuevas, fue a­compañada por las auto­ridades políticas locales y algunos sectores gremiales. Contó ade­más, con el respaldo de buena parte de la po­blación que adhirió a la misma. Simultáneamente a ésta, fue ocupa­da por la misma organi­zación política, la filial local de la agen­cia Telam, a efectos de tener control sobre la información difun­dida, ya que consideraban que la agencia “no difunde información nacional y cuando lo hace no la efectúa con la veracidad y ampli­tud, elementos sumamente indispensables” [SIC].[19]

            El miércoles 13 en Tucumán hubo varias tomas en que partici­pó la izquierda peronista. Por la mañana adhirieron a la ocupación por parte del perso­nal de LW–3 Radio Splen­did, que se hizo cargo de los estudios cen­trales y de la planta trans­miso­ra, recla­mando la de­signación de un inter­ven­tor y el pronto ree­quipamiento técni­co de la emisora. La Juventud Peronista se hizo presente en el lugar para acom­pañar y man­tener la ocu­pación. En la puerta de ac­ceso se pu­sieron car­teles señalando la toma. La radio fue renom­brada LW–3 Radio “Nueva Ar­gentina”, y emi­tió pro­clamas de la Ju­ventud Peronista intercala­das entre marchas parti­da­rias y la pro­grama­ción habitual.

            Luego, poco antes del me­diodía, miembros de la Juventud Pero­nista llega­ron a LV–7 Ra­dio Tucumán y dialogaron con el perso­nal que, en una asam­blea poste­rior, resol­vió ocupar las dependen­cias para pe­dir la renovación del cuerpo directivo de la emisora. A partir de las 12 empezaron a emitirse comunicados seña­lando que la nomina­ción de Radio Tucumán había sido reemplazada por la de Radio “Eva Perón”. En el frente del edificio se colocó un gran cartel de “Monto­neros” y le­yendas alusi­vas a las medidas adopta­das. También aquí se emitieron proclamas de la Juventud Pe­ronista in­tercaladas entre marchas par­tidarias y la programa­ción habitual. Asimismo irradiaron comunicados por medio de LV–12 Radio Independencia, to­mada ese día por su personal.

            La Juventud Peronista señaló en las proclamas que difundió por las tres emisoras que su finalidad era acompañar a los trabaja­dores de las radios, en pro­cura de que a partir de ese momento se integren a la cadena nacional “Libera­da”. Manifestaron que las ocupaciones se hacían con la convicción de que era “el modo de a­fianzar la cultura nacional al servicio del pueblo, para que los me­dios de comunicación dejen de ser instrumentos de deformación de las clases dominantes y el imperialismo, convirtiéndose en vehícu­los de liberación.” La Juventud Peronista afirmó también en sus manifestaciones “que el gobierno quie­re garantizar la aplicación de las medidas que lleven a la patria libre, justa y soberana, la patria socialista.” Exhortó, finalmente, a concurrir a Plaza de Mayo el 20 de junio para recibir a Perón. Las comunicaciones, fir­madas por la Juventud Peronista Regional V, invitaban a acompañar las ocupaciones. Por la noche, una delegación de las tres radios ocupadas entrevistó al go­berna­dor Armando Juri a quien comentaron los motivos de su actitud y le entregaron las actas labradas. El gobernador los ex­hortó a guardar el orden y la tranqui­lidad y cui­dar los bienes de las ra­dios. Trascendió que Juri propondría a las auto­ridades naciona­les nombres de tucumanos “consustanciados con su pueblo” para la dirección de las emisoras locales tras com­pulsar la opinión del personal de esos organismos. La situación en estas radios se extendió por más de 48 horas. También ese día fue ocupado el canal de Televisora Universitaria por parte de su per­sonal y, del mismo modo que en las radios, fueron difundidas con­signas de la JP.

            Durante la transmisión del canal, que salió con 30 minutos de retraso, se leyeron aproximadamente veintisiete adhesiones y comu­nicados, entre ellos del E.R.P., de Unidades Básicas y de distintos agrupa­mientos. Ese mismo día, a la madrugada, unos quince jóvenes de la J.P., J.T.P. y U.E.S. ingresaron en los estudios de LU–5 Radio Neuquén (de la cadena de Radio Belgrano). Simultáneamente, otro grupo tomaba la planta transmisora de la misma, ubicada en las cercanías del balneario municipal. Con el control total de la emisora en sus manos, separaron de su cargo al director de la misma, Eduardo Bilbao, y a dos miembros del servicio informativo: Pedro Brofi y Héctor Raúl Guglielminetti, acusando a éste de pertenecer a los servicios de inteligencia.[20] Además, cambiaron la programación de la emisora y se la denominó Radio Juan Bustos en homenaje a un joven asesinado el 8 de marzo en un enfrentamiento con militantes del Partido Provincial Rionegrino (pro-dictatorial).

B. El sentido de estas ocupaciones

            Hemos narrado brevemente algunas tomas para brindar al lector una idea aproximada del desarrollo real del movimiento que estudiamos. Ahora queremos presentar elementos para su análisis, comenzando por mencionar algunos recaudos metodológicos.

Para abordar el problema del significado político de estas tomas debemos, en principio,observar aque­llas de las que tengamos menos dudas respecto a su posible signi­ficación política. Esto presenta, como primer inconveniente, el sesgo de la mirada, concentrada en algunos casos. Pero presenta la ventaja de ofrecer un panorama más claro para comenzar la refle­xión, hecho que, en la investigación de un fenómeno de la natura­leza heterogénea como es el de las ocupaciones, no es un paso des­deñable.

En función de lo dicho no vamos a considerar, en primer lu­gar, aquellas en las que no hemos podido acreditar la participa­ción directa de organi­zaciones externas a los medios de difusión, como ocurre con el caso del diario democracia de Capital Fede­ral, tomado por su per­so­nal en función de reivindicaciones gre­mia­les. En segundo lugar, tampoco consideraremos aquellos casos sobre los que carecemos de la información necesaria para acreditar con certeza el signo político del grupo externo actuante en la ocupa­ción.

Deliberadamente hemos dejado fuera de consideración las ocupacio­nes en que participó únicamente por el personal de los medios de difu­sión, que constituyen el 32 % del total de las producidas. Del 68 % restante, efectuadas directamente por grupos externos a los medios (a los que en algunos casos se considera hostiles, como surge de la Coordinadora formada en Córdoba), o con apoyo de és­tos, hemos ejemplificado con algunos casos para proveer de un pa­norama de la acción de los grupos de distintas tendencias.

            Para caracterizar en general las tomas de medios de difusión debemos considerar que, aún cuando las mismas fueran realizadas exclusivamente por su personal, sólo unas pocas se realizaron por problemas estrictamente gremiales (como el citado caso del diario Democra­cia, que fue tomado en dos oportunidades). Es decir que todo este pro­ceso estuvo altamente politizado, aún cuando en ocasiones este fin político apareciera recubierto de formas reivindicativas (como la sustitución o permanencia de una dirección).

            Creemos, en consecuencia, necesario para una aproximación al sentido político de las mismas, determinar en qué medida participaron las fuerzas antagónicas descriptas anterior­mente. Para ello debemos concentrarnos en el 68 % de las tomas en que las mismas actuaron, sea por sí mismas o en apoyo al personal de los medios. De éstas, sólo en cuarenta casos (el 61 % del total) tenemos referencias inequívocas de su pertenencia a una u otra fuerza. Sobre esta muestra, holgadamente representativa, las tomas realizadas por sectores ortodoxos del peronis­mo en relación con las producidas por fuerzas ligadas o cercanas a la “Tendencia Revolucionaria” están en una proporción de 3 a 2. Esta relación numérica nos muestra que, hasta donde conocemos, la orto­doxia estu­vo más activa en la toma de medios de difusión que la iz­quierda peronista. Pero esta actividad por sí misma indica poco si no in­corporamos a nuestro análisis otra dimensión: dónde se produ­jeron las tomas. Confeccionamos el Cuadro 2 con la distribu­ción geográ­fica de las cuarenta tomas, consideradas de acuerdo a la pertenen­cia política del grupo que la efectuó.

            Tal como se observa, la mayoría de las ocupaciones efectuadas por la “Tendencia” o grupos cercanos a la misma, se produjeron en la periferia geográfica del país (Mendoza, Tucumán, Neuquén, Trelew, etc.) mientras que la actividad de los grupos ortodoxos se con­centran en el centro geográfico del mismo (Rosario, Capital Federal, Cór­do­ba), con lo que la relación 2/3 oculta, en realidad, una signi­fi­cación mayor que la expresada en esos núme­ros, pues, esta mayor “co­ber­tura” geográfica de la “Tendencia” (o grupos cercanos ideo­lógicamente) no se­ría, creemos, de gran im­portancia en cuanto al impacto, debido a la diferencia demográfica de las distin­tas zonas. En efec­to, la ortodoxia operó mayormente en centros de mayor cantidad de población e impor­tancia política que en los que actúa la iz­quierda peronista con lo que, aún considerando una igualdad de operacio­nes, le da una ven­taja operativa importante, ya que estos puntos geográficos serían una base para desplegar una polí­tica de gran al­cance (inde­pendien­te­mente de que lo logre, lo que, eviden­temente, está condi­cionado por una multi­plicidad de facto­res que excede a las ocupaciones de medios de difusión). Si a esto a­gre­ga­mos que, en realidad, pro­du­jeron más can­ti­dad de ope­ra­cio­nes, te­nemos elementos que nos habilitan a plantear razonablemente que, considerando a los medios masivos de difusión como un territorio en disputa, esa ba­ta­lla fue gana­da en los días pre­vios a la ma­sa­cre por la ortodoxia.

            De todos modos, nos parece importante observar la duración de las ocupaciones, ya que la permanencia no solo expresa el poder del grupo considerado, sino también lo que podemos llamar “los efec­tos políticos potenciales”: no es lo mismo tomar una emisora para leer una proclama que con­trolarla durante varias horas o in­cluso días. A mayor permanencia, mayores posibilidades de influen­cia política. En este sentido, teniendo en cuenta la convulsión por las tomas generalizadas en todo el país, consideramos que un tiempo razonable para considerar una ocupación como “duradera” es aquella que se extiende por un plazo mayor a un día,[21] dado que era un tiempo prudencial para esperar respuestas de las autoridades hacia la misma. Por ello, sobre la misma base que el cuadro anterior (es de­cir, toman­do sólo aquellas tomas so­bre las que podemos determinar la filia­ción de los ocupantes), elaboramos el Cuadro 3, de dura­ción de las tomas, distribuido por la fuerza política de ocupa­ción.

En ese cuadro se puede observar que, hasta donde podemos determinar, los hechos de más larga duración fueron protagonizados sobre todo por los grupos ortodoxos, lo que puede servir de indi­cación complementaria para refor­zar la hipótesis de que es la or­todoxia, considerada como un conjun­to, la fuerza que mejor se po­si­ciona con las ocupaciones de medios de difusión en los días pre­vios a los sucesos de Ezeiza.

Por otra parte, en el caso de los medios electrónicos es de suma importancia la potencia de irradiación, pues es una de la variables de las que depende su área de cobertura.[22] Del mismo modo, en los medios gráficos su importancia es cuantificable por la tirada del mismo. En función de ello puede leerse el cuadro 4. Huelgan comentarios respecto de la capacidad potencial de influencia de cada una de las fuerzas confrontantes en lo que a medios de difusión masiva respecta. En medios electrónicos, no solamente la derecha ocupó estaciones de mayor potencia sino que, como puede verse en el Cuadro 2, lo hizo en centros poblacionales de mayor importancia demográfica y política. Además, lo hizo -en promedio- por más tiempo (Cuadro 3).

Confrontando ambos cuadpros, los datos son demostrativos por sí mismos de la diferencia del potencial de influencia política de estas fuerzas políticas. Pero además se puede notar cierta distribución “centro/periferia” en la acción de las mismas. Las fuerzas contrarrevolucionarias concentraron su acción en el centro geográfico, mientras que la “Tendencia” actuó especialmente sobre los bordes del país. Considerando esto junto al hecho de que casi la totalidad de estas tomas se hicieron previo al 20 de junio, día del regreso de Perón, pocas dudas caben de que en este plano la “derecha” peronista se movió con más eficacia que la “Tendencia”.

 3. Consideraciones finales 

            En el recorrido realizado pudimos apreciar que las fuerzas que antagonizaban en ese particular período de aguda lucha de cla­ses estuvieron activas en lo que respecta a ocupación de medios masivos de difusión. Pero, en este caso particular, se tornaría visible el distinto estadio de desarrollo político de cada fuerza, y en este punto debemos precisar que la noción de fuerza no es equivalente a la de organización; la primera involucra a un con­junto de cuerpos no necesariamente coordinados, aunque sí con al­gún grado de articulación, y en esto se distingue de una organiza­ción, que requiere un mínimo de coordinación, muy superior al de una fuerza.

            Es necesario apuntar, además, que en la medida que esta dis­puta aparece como interna del peronismo (lo que se corrobora di­rectamente en el 64 % de los casos, e indirectamente al no encon­trar indicios de participación de organizaciones no peronis­tas),[23] ha de tenerse en cuenta que la mayoría -si no la totali­dad- de las organizaciones de la fuerza contrarrevolucionaria per­tenecía o estaba vinculada de algún modo con la ortodoxia peronis­ta mientras que, por el contrario, las organizaciones revoluciona­rias excedían el marco del peronismo, de donde surge que ambas fuerzas (considerada por sus organizaciones) se involucraron de modo dispar.

            En ese sentido la fuerza de la reacción se mostró más articu­lada con sus organizaciones que la del campo revolucionario.[24] Pero también aquí debemos ser cautos, ya que el ámbito analizado abarca sólo un 10 % del total de las ocupaciones del período, y las ocupaciones son sólo un fenómeno (aunque lo consideramos im­portante) que debe ser evaluado en forma conjunta con otros de corta, media y larga duración.

            De modo que lo estudiado sólo puede servir para sustentar una sospecha, o, en el mejor de los casos, formular la hipótesis, que deberá ser corroborada por el estudio del fenómeno de las ocupa­ciones en su conjunto, de que las mismas fueron un ejercicio gene­ralizado de posicionamientos en la confrontación de dos estrate­gias, dos movimientos tácticos que pueden distinguirse: para una parte de la fuerza revolucionaria se trataba de consoli­dar (insti­tucionalizando) el po­der conformado en tantas victorias parciales previas; para la fuerza contra­rrevolu­cionaria, de tomar casamatas desde donde po­tenciar una con­traofen­siva que, en esas mismas ma­niobras, comenza­ba a realizar. Intencionado o no, en este último caso, se realizó con una “invisibilidad” que sólo pequeños desta­camentos pudieron detectar.


Cuadros:


Bibliografía:

a. Hemerográficas

b.1 Diarios

Actitudes (Lomas de Zamora), Antorcha (Baradero, prov. de Buenos Aires), Clarín (Capital Federal), Crónica, 5ª ed. (Capital Federal), Crónica (Comodoro Rivadavia), Crónica (Miramar, prov. de Buenos Aires), Cruz del Sur (Florencio Varela, prov. de Buenos Aires), Ecos Diarios (Necochea, prov. de Buenos Aires), El Argentino (La Plata), El Atlántico (Mar del Plata, prov. de Buenos Aires), El Chubut (Trelew y Rawson), El Cronista Comercial (Capital Federal), El Día (La Plata, prov. de Buenos Aires), El Diario de Cuyo (San Juan), El Imparcial (Moreno, prov. de Buenos Aires), El Patagónico (Comodoro Rivadavia), El Pueblo  (Río Cuarto, prov. de Córdoba), El Sol (Quilmes, prov. de Buenos Aires), El Territorio (Misiones), Ideas (Campana, prov. de Buenos Aires), Jornada (Trelew y Rawson), La Capital (Mar del Plata), La Capital (Rosario), La Capital  (Santa Rosa, prov. de La Pampa), La Ciudad (Avellaneda, prov. de Buenos Aires), La Crónica (Luján, prov. de Buenos Aires), La Gaceta (Tucumán), La Nueva Provincia (Bahía Blanca), La Opinión (Capital Federal)*, La Opinión (Pergamino, prov. de Buenos Aires), La Prensa (Capital Federal), La Razón (Capital Federal), La Unión (Lomas de Zamora, prov. de Buenos Aires), La Voz del Pueblo  (Casilda, prov. de Santa Fe), Los Andes (Mendoza), Los Principios (Córdoba), Mayoría (Capital Federal), Pregón (Lanús, prov. de Buenos Aires), Río Negro (General Roca, prov. de Río Negro).

*No salió los primeros días de junio por un conflicto interno.

b.2 Revistas y prensa partidaria

Nuestra Palabra (2ª época) (junio–julio de 1973), Política Obrera (enero a julio de 1973),  Las Bases (mayo a julio de 1973), El Descamisado (1973), Militancia (1973), Nueva Hora (2ª quincena de junio y 1ª de julio 1973), Pasado y Presente Año IV Nº 2/3 (Nueva serie) Julio–Diciembre de 1973, Confirmado (mayo a julio de 1973), El Combatiente (Junio–Julio 1973).


Notas:

[1]Marx advertía, en una carta  a Engels, sobre la variabilidad temporal de los procesos sociales y políticos: “En los grandes procesos históricos, veinte años no son sino un día, si bien luego pueden venir días en que se condensen veinte años”. Citado por Lenin, en “Carlos Marx”, Obras Completas, tomo 26, pág. 79.

[2]Cf. tesis de Maestría citada.

[3]El abrupto crecimiento de las tomas ocurrió a partir del día 4 de junio.

[4]Así lo destaca H. Vertbisky en el caso de la ocupación por parte del mismo grupo, dos días después, de la Administración General de Ferrocarri­les Ar­gen­ti­nos, que sirvió para el pertrechamiento de la facción que actuó en Ezeiza. Cf. Verbits­ky, Horacio; Ezeiza., págs. 61 ss.

[5]Encontramos, por ejemplo, un ignoto grupo denominado “Comando de Segu­ri­dad Juvenil Departa­mental Eva Pe­rón”, que el miércoles 13 ocupó la emisora LW–2 de Tartagal (Provincia de Salta) y di­fundió una proclama, abando­nando lue­go la plan­ta sin dejar rastros. Los Comandos de Seguridad fueron grupos de choque organizados por la ortodoxia peronista.

[6]Como en todo proceso de agudización de las tensiones políticas, hay tendencia a la polarización de las fuerzas confrontantes. El delineamiento de bloques no debe buscarse necesariamente en el plano de la subjetividad, es decir, en la expresión o la conciencia que los propios actores puedan tener de ello. Suele observarse, por el contrario, un alto grado de disputa subjetiva en el interior de conglomerados de grupos objetivamente aliados en importantes planos de la acción. Consideramos, por ello, en primer lugar el plano de la acción a la hora de trazar los rasgos de una fuerza social y política, dejando la subjetividad en un segundo plano.

[7]Existen evidentes problemas para catalogar de revolucionaria a la “Tendencia”, dadas sus limitaciones políticas e ideológicas. No obstante ello, la consideramos como parte de la fuerza revolucionaria toda vez que sus acciones se inscribieron en una matriz antiimperialista y vagamente pro–socialista.

[8]Entre los recordados desatinos cometidos por este personaje se destaca el del 25 de julio (fecha aniversario del fallecimiento de Eva Perón), cuando a la hora 0 interrumpió la difusión de La Traviata para emitir la versión completa de la marcha “Evita Capitana”. Cf. Ulanovsky, Carlos; Merkin, Marta; Panno, Juan y Tijman, Gabriela; Días de radio. Historia de la Radio Argentina. Espasa Calpe, Buenos Aires, 1995, pág. 322.

[9]Uno de esos volantes afirmaba que “para borrar todo vestigio del pasado, mandó a la máquina borradora de cintas magnéticas el archivo sonoro de la radio, conteniendo audiciones con la palabra de artistas fallecidos como Antonio Porchia y Juan Carlos Paz, o vivos como Jorge Luis Borges, Astor Piazzola, Raúl González Tuñón, etc.”.  Se afirmaba también que la radio “está empapelada con carteles de la A.L.N. y que se mantiene un arsenal en una de las oficinas del edificio”. Otras denuncias no fueron anónimas, como la publicada en La Opinión (martes 3 de junio, pág. 21), perteneciente a Nilda Sosa, redactora separada de su cargo por haber mencionado a Ernesto Sábato y tener, a juicio de Barattini, “voz de Barrio Norte”.

[10]El Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba emitió un comunica­do firmado por Agustín Tosco en respuesta a esas imputaciones, en el que se expresaba que siempre defendió los derechos de los traba­jadores, sin distinción y contra cualquier entidad reaccionaria, practicando una plena vida democrática. Exhortó a fortalecer la unidad de los trabajadores, no prestarse a la provocación del di­visionismo y a mantener una férrea solidaridad para defender los derechos comunes. “Si surgiere una situación imprevista, el gremio será convocado de in­mediato a una Asamblea General.”

[11]Entre ellos podemos contar los Hospitales Interzonal y Mar del Plata, la Dirección de la Zona Sanitaria VIII y el Instituto Nacional de Epidemiolo­gía.

[12]La Juventud Sindical Peronista de FOETRA ocupó las ofici­nas de ENTel. También fue ocupado el Hogar de Tránsito Municipal por un grupo dirigido por el diputado provincial Nelson Rizzo, secretario general de FOETRA y partícipe de la toma de ENTel. Por la mañana, otro grupo “ortodoxo” había intentado desa­lo­jar a tiros a los ocupantes del Hospital Regional; y a la tarde integrantes de la Juventud Sindical Peronista ocuparon las instala­ciones de la Colo­nia Tu­rís­tica de Chapadmalal “a fin de evitar que grupos de izquierda pretendan ha­cerse cargo de las instala­ciones.”

[13]Las contradicciones más flagrantes no parecieron perturbar a este grupo. Esta prohibición apareció al día siguiente de emitir un comunicado, difundido en conferencia de prensa celebrada al mediodía en el estudio “A” de Radio Rosario, en el que sostenían que “En el contexto del sistema opresor que gobernó al país, desde que el pueblo dejó de protagonizar su destino por imperio de la fuerza, la radiodifu­sión fue el medio por el que se pretendió deformar la conciencia nacional. […] No es una suma de circunstancias fortuitas que en estos años haya­mos asistido a la proliferación de programas carentes de contenidos tras­cendentes, a la mistificación de pseudos artistas que tuvieron la oportu­nidad de difundir hasta el hartazgo sus mentiras conformistas, a la en­tronización de la banalidad y la tontería, a la promoción hasta niveles alienantes de expresiones foráneas musicales y a la limitación de infor­mación, a la ausencia de otra opinión que no fuera la oficial, al poster­gamiento de las auténticas voces populares. Todo esto constituyó una po­lítica inteligente digitada por la dictadura. No fue un accidente.” No obstante ello, aplicaron una medida diseñada en la horma de la ley 17.401 sancionada por Onganía en 1967 con la fútil idea de combatir el comunismo.

[14]Sobre el particular, véase Bonavena, Pablo: Juan Domingo Perón y el contracordobazo, Cuaderno de Trabajo Nº 3, Departa­mento de Ciencias Sociales de la Universi­dad Nacional de Luján/Red de Editoriales de la Universi­dad Nacional, 1997.

[15]Esta Coordinadora emitió la siguiente declaración: “Grupos internos de una determinada corriente política han protagonizado ocupa­ciones y tomas momentáneas de distintos orga­nismos de radio y televisión loca­les con el propó­si­to —según sus propias proclamas— de controlar la activi­dad específica de di­chas emisoras. Ante estas circunstancias los gremios del personal afectado se ven en la obligación de hacer notar tanto a las autoridades provinciales, como a la CGT Regional Córdoba, su más honda preocu­pación por el desencadenamiento de este tipo de actitudes parti­distas que atentan y ponen en peligro físico a nuestros afi­liados en el cumplimiento de sus tareas habituales. En resguardo de la integridad de nuestros compañeros, quienes son ajenos a esos intereses sectoriales en juego, exigimos que se provean las garantías necesarias para que las tareas habituales de los medios de comunicación de Cór­doba puedan desenvolverse en un marco de normalidad. Además planteamos este re­clamo también, con la finalidad de que no se vean amenazados los elementos téc­nicos que hacen a la subsistencia de la fuente de trabajo. En virtud de ello la Coordinadora solicita a la CGT de Córdo­ba que se solidarice con esta posición y adopte las medidas para el logro de la normali­zación demandada.”

[16]El grupo estaba integrado por el “gringo Oscar Rossi” (su verdadero nombre es Douglas Víctor Carranza), Rea (reconocidos militantes de la A.L.N.), Huelín y Soiza y un centenar de personas más.

[17]Soiza fue exonerado de la policía provincial el 16 de diciembre de 1955 por haber gritado “viva Perón”, según decreto 898/55, medida ratificada por decreto 5383, del 22 de marzo de 1956.

[18]Zannoni es uno de los miembros del gabinete de Martínez Baca impugna­dos por la CGT local, acusándolo de “infiltrado marxista”, en lo que significó el primer cuestionamiento al gobernador, que finalizó un año después con su derrocamiento.

[19]Texto del comunicado de los ocupantes, difundido por Radio Soberanía Nacional.

[20]Guglielminetti operaba como agente de inteligencia en Neuquén desde 1971. Sivak, Martín; El asesinato de Juan José Torres, Ediciones del Pensamiento Nacional, Bs. As., 1998. pág 170.

[21]En nuestro Código, consideramos como un día las tomas que duraron más de 12, y hasta 36 horas.

[22]Potencia, altura media de antenas, elementos de irradiación y saturación de la frecuencia son las variables de mayor incidencia en la determinación de dicha área. Por lo general hay correspondencia entre estas variables —equipo de gran potencia, altura media elevada y elementos de alta irradiación se conjugan con baja saturación de las bandas de transmisión, que, en aquellos años estaban libres, facilitando el desplazamiento de las ondas—, por lo que es suficiente considerar solo una de las variables.

[23]El único indicio en contrario es un comunicado del ERP saludando y apoyando la toma de las radios en Tucumán, aunque parece excesivo considerar ese gesto como participación.

[24]Esta hipótesis la desarrollamos en el cap. V de nuestro trabajo Bonavena, P., Maañón, M., Morelli. G y Nievas, F.; Orígenes y desarrollo de la guerra civil en la Argentina. 1966-1976 (en colaboración); EUDEBA, Bs. As., 1998.

1 Comentario

  1. hola, una consulta los bancarios participaron de las tomas? y específicamente, los empleados de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro, de ser así me recomendarían materiales? gracias!

Responder a Florencia PIRIZ Cancelar la respuesta

Your email address will not be published.

*

Últimas novedades de Revista RyR n˚ 6

Ir a Arriba