Las paritarias vienen dando que hablar. El gobierno se juega a un ajuste salarial a través de una crítica a una supuesta “indexación”, llamando a terminar con las cláusulas “gatillo”. En realidad, esconde un problema: en Argentina, eso no existe. La llamada “cláusula gatillo” en realidad es una cláusula de revisión: patronales y gremios prometen juntarse a discutir un salario si la suma inflacionaria lo amerita. Pero depende de la “buena voluntad” de ambos. Al mismo tiempo, el gobierno se propone resolver las revisiones paritarias 2019/2020 con sumas fijas. El resultado: achatar la pirámide salarial, de modo tal que los salarios “altos” financien a los “bajos”. A eso le llaman “solidaridad”. Claro que solo debe ser entre obreros. Lo que termina pasando es que todos pierden contra la inflación, aunque algunos un poco menos que otros. Al que no se le pide ser solidario es a la patronal, que tiene total libertad para fijar precios y mantener su tasa de ganancia, sin perder contra la inflación.
En el sector metalúrgico, el asunto estuvo en discusión. A tal punto, que Caló acaba de declarar que las cláusulas gatillo, “pasaron de moda”. Dicha declaración viene acompañada de un saludo al gobierno, por apostar a la “industria nacional”. O sea, por salvar a las patronales que suspenden, despiden, precarizan y avanzan sobre nuestro salario. Todo esto, viviendo de la plata del Estado, que siguen recibiendo sin que nadie les pida que sean solidarios, a diferencia de los jubilados y trabajadores.
Con todo, esto no puede sorprender a nadie: este año, la UOM resolvió con buena parte de las cámaras patronales y para 7 ramas del sector, un aumento del 11% como revisión de 2019, absorbiendo las sumas fijas de 4 mil del DNU del gobierno y el bono de 5 mil pesos no remunerativo que otorgó Macri, ambos incrementos decretados a cuenta de las revisiones paritarias. Es decir, el aumento son las sumas fijas, el bono y poco más. El año pasado, en mayo, el aumento fue de un 36% considerando que buena parte era una gratificación no remunerativa de 12 mil pesos abonada en cuatro tramos (que en enero 2020, pasaría al básico). Por eso, en total, se habla de un aumento del 47%.
Primero, hay que decir que visto incluso de este modo, se trata de una suma que está por debajo de la inflación anual que rondó el 54%. Pero además, hay que señalar que estrictamente, de ese 36% acordado en 2019, un 8% en realidad fue un recupero de 2018, luego de varios reclamos. Eso significa que los trabajadores perdieron salario notoriamente: entre 7 y 15 puntos con respecto a la inflación anual 2019. Y eso sin contar, que dado que estamos hablando de sumas fijas, el aumento impacta diferente en cada categoría.
Como frutilla del postre, la burocracia de la UOM viene pactando suspensiones y despidos en todo el país. En Siderca (rama 21, siderúrgica), arreglaron nuevo régimen de suspensiones a beneficio de la patronal: al 85% en un 6×1 con dos turnos. Dicen que pararon buena parte de los despidos, pero todavía se espera la extinción de algunos contratos. Finalmente, agregan que consiguieron negociar las “voces de empresa” de empresa atrasadas y sin retroactivos. Es decir, venden como un logro la negociación de sumas que debieron haberse acordado hace más de un año, cuando la inflación era otra y el dólar no estaba 60 pesos. En otras fábricas, como NewSan, también hay suspensiones. Y ni hablemos de los despidos en todo el país.
Consideremos siempre que estamos hablando de patronales que viven con beneficios. Por caso, Siderca y las siderúrgicas tuvieron –con acuerdo de la UOM- el beneficio de no pagar cargas sociales en todo el 2019. El Estado cubrió así 400 millones de pesos. O sea, lo pagamos los trabajadores con nuestros impuestos.
Repudiamos las declaraciones y la entrega de la UOM. Exigimos asambleas en todos los lugares de trabajo. Para terminar con este ataque al salario obrero y poner en pie un plan de lucha necesitamos una Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados.
Trabajadores de la UOM en la Corriente Clasista Goyo Flores