Burguesía, revolución y lucha de clases. Presentación de la 2da edición de «La Contra. Los enemigos de la Revolución de Mayo, ayer y hoy», Ediciones ryr. Con la participación de Fabián Harari y Gabriel Di Meglio

en El Aromo n° 45

En la Facultad de Filosofía y Letras, el 23 de septiembre, se presentó la segunda edición del libro La Contra, de nuestra editorial. En el evento, Fabián Harari, su autor, debatió con Gabriel Di Meglio, docente de la facultad e investigador del CONICET. Ambos historiadores habían sostenido una intensa polémica en la revista Veintitrés con respecto al carácter de la Revolución de Mayo y la existencia de clases sociales en el período. A continuación, un fragmento del debate.

Gabriel Di Meglio: A Fabián lo conozco hace un tiempo y hemos venido discutiendo. Uno de los méritos de este trabajo ha sido que pudo poner una voz diferente a las actuales. Quizá con la excepción de Eduardo Azcuy Ameghino (que en este momento no se está dedicando a este período) no hay en este momento miradas sobre el período revolucionario que se autoproclamen marxistas. El libro tiene una crítica muy fuerte a la historiografía en general y a las miradas tradicionales sobre la Revolución de Mayo. Lo que hace es tratar de tomar posiciones muy claras y fuertes, en torno a lo que es una revolución. La definición de qué es una revolución, la definición de por qué la Revolución de Mayo es una revolución burguesa. Y, finalmente, un trabajo más puntual sobre un personaje, Juan Manuel de Agüero. Fabián nos lo muestra como una de las voces de la contrarrevolución, y precisamente como el que se opone al nuevo pensamiento que está surgiendo, que podemos llamar un pensamiento burgués. Y después hay un apéndice, un trabajo muy interesante por cierto, de este señor Agüero.

Quería empezar justamente por algo que me parece interesante del libro que es por un lado el rescate de este personaje. Y por otro lado, una cosa que me parece que es un llamado a estudiar la contrarrevolución, que es muy interesante en un estudio de las revoluciones. Ahora, como bien dije al principio, en realidad tengo una mirada bastante crítica de la manera en la cual Fabián Harari plantea su argumentación.

En primer lugar hay un problema que yo llamaría teórico o epistemológico incluso, que tiene que ver con cómo Fabián concibe la historiografía. En Argentina, creo yo, no hubo revolución burguesa. En la revolución que estudia Fabián, que estudio yo, hubo lucha de clases. Pero la revolución no parte de la lucha de clases. Genera lucha de clases.

El segundo punto tiene que ver justamente con la naturaleza de la revolución. Porque Fabián dice, en la página 42 del texto, que una revolución implica una transformación en las relaciones de producción. Yo creo que tenemos que usar la categoría revolución con más flexibilidad. Para mí, la revolución que empieza en mayo de 1810 es una revolución. Y lo es por varios motivos. Por un lado, porque transforma las formas por las cuales se manda y se obedece, que es una clave de la sociedad humana. El segundo punto es que la clase dominante se transforma. Porque la clase dominante va a dejar de ser comerciante y va a ser terrateniente. Terrateniente, no burgués. El tercer punto es que por primera vez en la historia de esta región, las clases populares desafiaron el orden vigente, y ahí está la lucha de clases. Y eso, que no produce, sino que es producto de la revolución, es lucha de clases. En cuarto lugar, porque el sistema económico se dislocó completamente. Una economía que dependía de la articulación minera deja de hacerlo y se transforma hacia el mercado atlántico. Es un cambio sobre todo espacial. Y el último cambio, es fundamental, es que en términos de experiencia es una revolución. Porque para los que la vivieron fue una revolución. Si todo el mundo está convencido de que hay una revolución, entonces hay una revolución.

Podemos decir que una revolución es burguesa porque los que la protagonizan, los que la hacen son burgueses o porque sus efectos son burgueses. Fabián lo que nos propone es que hay protagonistas burgueses. Y esa burguesía está formada por los hacendados. Ahora, saliendo del modelo, hay un problema ¿de qué manera las relaciones de producción definen esa burguesía? En su presente, no en su futuro. Pero hay una vasta historiografía sobre las haciendas y muestran que en las haciendas trabajan esclavos, asalariados, gente que son agregados que viven y prestan fuerza de trabajo a cambio de una parcela y trabajan en la tierra del patrón. Algunos de los protagonistas que Fabián propone como hacendados, hacían muchas cosas a la vez. Los hacendados querían la libertad de comercio. Es cierto, eso no es necesariamente revolucionario. De hecho lo consiguen en 1809, sin revolución. Mientras que no se toma en cuenta la idea del problema de la soberanía, que no es algo menor. Yo me acuerdo que los estudios de soberanía me parecían una cosa posmoderna y tonta. Y después me di cuenta que en realidad tiene que ver con que la gente obedece y manda.

Fabián Harari: Hay básicamente dos formas de transformación de la sociedad en burguesa: la más pasiva y la revolución en el sentido clásico, donde hay una clase que se torna en sujeto. Y ese es uno de los objetivos del libro: tratar de encontrar el sujeto de la revolución. Un sujeto es una clase interesada material y moralmente en la revolución. Es decir, que tiene intereses de crear una nueva sociedad y es consciente de su tarea.

Antes de pensar el problema de la revolución, vamos a ver que es lo que aparece en el Río de la Plata. Efectivamente, no hay relaciones feudales. No hay siervos. Es más, no hay campesinado. No hay unidad de agricultura y manufactura y no hay manufactura rural. Estos “campesinos” ni siquiera tienen su molino ni su atahona. No hay siervos, no hay relaciones coactivas sobre esta población de peones. Hay relaciones esclavistas y asalariadas. Para ver el peso de cada una hay que distinguir entre el tiempo de producción y el tiempo de trabajo. La estancia tiene trabajadores permanentes y trabajadores temporarios. Ahora bien, las actividades en el campo son generalmente estacionales. ¿Qué son esos peones y esos agregados? El agregado es un arrendatario precario. Es una persona que está ahí, le dan la tierra con el compromiso de trabajar en temporada alta. Pero también es muy precario, porque muchas veces se va sin avisar.

La industria necesita al obrero todo el año y lo tiene todo el año produciendo plusvalía. El obrero vive en su casa, viene a la fábrica a trabajar y se va. En el campo esto, en esta época, no es así. Entonces no tiene sentido que el hacendado le pague un salario por todo el año. Le va a pagar el salario por lo que trabaje. ¿Y el resto? El resto que se sostenga: se le da un pedazo de tierra. Pero esos ocupantes de tierra, esos agregados, esos arrendatarios precarios, no pueden completar su reproducción. Y por lo tanto tienen que conchabarse forzosamente en términos económicos.

Garavaglia dice que por debajo de las 500 cabezas, un productor no se puede mantener. Por arriba de las 500 cabezas, puede empezar no solamente a mantenerse sino que va a empezar a necesitar una mano de obra suplementaria. Entonces, él ve los inventarios. Obviamente, si uno es muy pobre no hace inventario. Bien, con esta fuente “privilegiada”, los que tenemos por abajo de las 500 cabezas son 182. Las que tienen más de 500 son 99. Más de la mitad de la gente que puede tener un inventario tiene menos de 500 cabezas. Es decir, no se puede terminar de reproducir.

Entonces, estos hacendados desarrollan relaciones asalariadas y fundamentalmente tienen un problema: hay una clase que se queda con parte de lo que ellos producen. Es el monopolio y el contrabando. Tanto monopolio como contrabando impiden que las mercancías se vendan a su valor. Se altera el precio. Amén de que hay una cantidad de tareas, como por ejemplo la expansión de la frontera, la expropiación de pequeños productores, que el Estado colonial no tiene recursos ni quiere llevar a cabo. ¿Por qué? Porque gran parte, sobre todo hasta 1805-1806, más de la mitad de lo que aquí se recauda pasa a España. Eso no lo digo yo. Lo dice Halperín en Guerra y finanzas en los orígenes del Estado argentino, cuando analiza las finanzas de 1792 a 1805, muestra como gran parte se va a España.

¿Y por qué digo que están en un modo de producción feudal? Porque el Río de la Plata no es una economía en sí misma, está dentro de un sistema más general. Si hay un monopolio es controlado por España, y la plata de los comerciantes monopolistas va a España, entonces, el Río de la Plata conforma una formación económico-social más general donde conviven diversos modos de producción. ¿Pero cuál es el dominante? El feudalismo español. Entonces el sistema social en el que se incorpora el Río de la Plata tiene como clase dominante una nobleza que vive de la extracción de la renta feudal. Por lo tanto, el Río de la Plata está en una formación económico-social donde el modo de producción dominante es el feudalismo. Y, justamente, cuando aparece el problema de la soberanía, lo que se está ahí actualizando, es el problema del despegue de esta región de esa formación económica social. De hecho en La Contra hay un ejemplo muy claro en el caso de Moreno y un inquilino de Antonio Escalada, donde él dice “aquí, las leyes de España dicen que no se puede desalojar a un inquilino. Bueno, desconozcámoslas”.

Estamos en un período de transición. Como la sociedad se está moviendo, es difícil encontrar ya una relación fija. Si la burguesía ya tiene una clase obrera formada y tiene un capitalismo formado, no necesita revolución. Si no hay ninguna formación de clase antes de la revolución, es imposible cualquier revolución burguesa. Acá, en Francia, en Inglaterra o en cualquier lado. Una clase no solamente es lo que es, sino es lo que es y lo que va a ser. Porque sus relaciones objetivas están en contradicción. Si no, uno debería decir que no hay burguesía en la Edad Media. Esa burguesía no se metió en la producción, pero la llaman burguesía, porque va a ser otra cosa. Y no aleatoriamente: busca ser otra cosa. Y se comporta como eso que busca ser. Lo que vemos en los hacendados es que se comportan como eso que buscan ser. Los hacendados forman un gremio y dicen “los cueros tienen que ser frutos del país y no me cobren más impuestos”. ¿Qué es lo que se lee en El Telégrafo Mercantil? “Queremos que haya un muelle”, “queremos que los peones trabajen más”. Cosas concretas que pide un burgués.

Público: No me quedó claro el concepto de clase que tiene, como para definir, a partir de ahí, si hubo lucha.

GDM: Yo estoy de acuerdo con que el término “élite” es un término muy poco feliz. Tampoco creo que el término de clase para épocas en donde no se usaba así. No creo que la lucha de clases lleve a la revolución, porque no son clases separadas.

FH: ¿Quiénes son los que se oponen a la revolución? Son comerciantes monopolistas. ¿Quiénes son los que hacen la revolución? Yo descubrí que de 170 casos de miembros de la dirección del Cuerpo de Patricios son hacendados, o tienen tierras o son arrendatarios y se dedican a esa producción. El programa de la burguesía uno puede verlo a partir de ciertos documentos. Uno puede hacer una reconstrucción del conjunto de las producciones intelectuales y las posiciones políticas para ver dónde está el programa. Ahora, si uno espera una declaración que diga “Nos, los burgueses del Río de la Plata, que explotamos mano de obra -todavía deficientemente y en proletarización- vamos a hacer la revolución …”. Bueno, eso no. Porque eso es parte del trabajo científico. Un perro no dice “yo soy perro”. Dice “guau, guau”…

DM: Pero las personas hablan…

FH: Pero la relación es similar. Uno no puede creerle al objeto. Uno es un científico. Furet dice “existe la élite”. Bueno, Saavedra nunca dijo “yo soy la élite”.

GDM: Es verdad…

FH: Porque es un análisis científico que uno hace a posteriori. Por una cuestión elemental: la experiencia siempre va delante de la conciencia.

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