Las tareas de inteligencia para la represión social durante el peronismo
Mucho antes de explicarle el Menemismo a Doña Rosa, luego de una larguísima carrera que lo consagró como el gorila número 2 (el primero fue el Almirante Rojas), Bernardo Neustadt trabajó para el gobierno peronista al mando de un organismo responsable de recabar informes sobre la actuación política de organizaciones sociales del país.
Por Marina Kabat (GICOA-CEICS)
El peronismo planteó desde sus inicios la voluntad de reprimir al comunismo. Esta tarea auto impuesta implicó la hipertrofia del aparato policial y, en especial, la expansión de los servicios especializados en recabar información. Se crean o remozan diversas entidades que tenían esta finalidad: Sección especial de la Policía Federal -la flamante CIDE- Control del Estado, División Información Política, son solo las más importantes de ellas. El peronismo da lugar a una verdadera primavera de los servicios de informaciones. Estas entidades tenían personal de enlace en sindicatos y en reparticiones públicas como el Ministerio de Educación. En este contexto aparece un primer esbozo de inteligencia especializada en organizaciones civiles. Como ocurrió con el caso Balbuena (infiltrado en la agencia Walsh), nada mejor que un periodista para desarrollar la tarea. En 1954 esa persona fue Bernardo Neustadt.
Tiempo nuevo para un cronista deportivo
A los 14 años Bernardo Neustadt se acerca al periodismo. Declara haber trabajado en la sección deportes del diario El Mundo desde 1939, pero cobrar por ello solo desde junio del 43. Es decir, su primera renta como periodista parece coincidir con el golpe militar. Del mundo del deporte pasa a la crónica política trabajando en el Congreso de la Nación, donde conoce y establece amistad con el Contraalmirante Tessaire, de quien oficiará como secretario privado.
Tessaire, quien ya había actuado como Ministro del Interior durante la presidencia de Farrell, asume durante la segunda presidencia de Perón la Secretaría de Asuntos Políticos y en mayo de 1954 como vicepresidente. Bernardo escribe a Tessaire almibarados elogios: “quisiera impregnarme de su imponderable manera de ser, de su humildad, de su caballerosidad, de todos sus modales”.[1] No por desmedidas, las lisonjas dejan de tener efecto y Bernardo progresa bajo la estrella de Tessaire. No solo es nombrado jefe de prensa del Consejo Superior del Partido Peronista, sino que también trabaja para la Secretaría de Estado de Asuntos Políticos, donde alcanza el cargo de Director General de Relaciones con las Organizaciones del Pueblo.
Tras el golpe militar que derroca a Perón, Neustadt es interrogado por la Comisión creada con el fin de indagar los crímenes del peronismo. El principal objetivo de la comisión era probar delitos, en especial aquellos asociados a la corrupción, con el fin de deslegitimar al peronismo. Esta comisión contó con inusitadas e inconstitucionales facultades para detener e interrogar personas asociadas al régimen depuesto, así como para allanar domicilios y secuestrar documentación. Los archivos de esta comisión guardan valiosa información sobre la etapa inicial de la CIDE, testimonios de torturas y persecución al comunismo y el funcionamiento como grupo de choque paraestatal de la Alianza Libertadora Nacionalista (una suerte de precursora de la posterior Triple A). A diferencia de los negociados con la importación de coches y otras nimiedades sin trascendencia, estos valiosos datos no fueron dados a conocer por la Comisión, lo cual es lógico: la burguesía no quería tirar el niño con el agua sucia. Para la burguesía argentina los servicios secretos y las organizaciones paraestatales eran la criatura que el peronismo dejaba. Criatura que debía ser recuperada, alimentada, vigorizada. Por la razón contraria, más allá del funcionamiento de esta comisión que merece rechazo, no podemos hoy dejar de usar sus expedientes, que nos informan cómo se construyeron dispositivos de represión contra la clase obrera, muchos de los cuales continúan hoy vigentes.
Interrogado por la comisión, Neustadt describe sus funciones como Director General de Relaciones con las Organizaciones del Pueblo. Señala que en su actividad seguía directivas estrictas de Tessaire, que consistían en reunir lo más detalladamente posible antecedentes de todas las organizaciones existentes en el país. Dentro de estas organizaciones estaban comprendidas todas las orientadas a actividades culturales, deportivas, sociales y de bien público, entendiendo por estas últimas a aquellas de tipo vecinal.
Relata Neustadt que el objetivo era establecer “qué grado de población organizada existía en el país”, con el objeto de acrecentar las actividades que se notaran insuficientes o que habían decaído. Con estas informaciones se confeccionaban estadísticas. También declara que mientras estuvo en funciones solo presentó una estadística, que le fue requerida con urgencia a los tres meses de haber sido nombrado, para reunión de gobernadores que se realizaría el 2 de junio de 1955. Comenta que realizó el trabajo con las informaciones precarias con las que ya se contaba e indica que, entre los detalles que consignó, figuraba la orientación política de cada una de las instituciones, a través de la referencia que suponía la militancia política de sus integrantes. Neustadt, quien obviamente ya había iniciado su primer gran salto mortal para reacomodarse a la situación política imperante, en todo momento intenta presentarse como una persona no peronista y hasta hostigada por esa fuerza. Del mismo modo, procura traspasar la responsabilidad de este informe o bien a su antiguo superior, y por ese entonces ya ex amigo Tessaire, con la idea de que siguió órdenes estrictas, o a su predecesor en el cargo. De tal manera, aduce también que la caracterización política de las organizaciones y de sus dirigentes ya constaba en la información disponible en la oficina al asumir él sus funciones (lo cual no explica por qué él la reprodujo en el informe que elevó, si la consideraba irrelevante como señala). Neustadt se hace el tonto olímpicamente. En la misma declaración asegura haber renunciado a su cargo casi un mes antes del golpe y, aun así, no haber tenido ocasión de sacar sus cosas de su oficina ni ordenar sus papeles.[2]
Sin embargo, Carlos Alejandro Infante, fundador de Radio Rivadavia y propietario del diario El Mundo, publicó en 1987 datos sobre la actividad de Neustadt por esta época: “Yo lo conocía del año 50 o 52 cuando era secretario del almirante Tessaire y solía visitar a empresarios para recabar fondos para el Partido Peronista, deslizando lo conveniente que tal cosa era”. Infante tenía sus oficinas en las esquinas de Diagonal Norte y Moreno, frente al local donde Neustadt atendía la jefatura de prensa del Consejo Superior Peronista. Por ello fue testigo de su salida del cargo: “Cuando la derrota de Perón era inevitable, el señor Neustadt comenzó a retirar, en camiones, biblioratos sacados de sus oficinas, cuyo contenido ignoro, pero que debían ser importantes por la preocupación que le generaban (…). Como el trámite era lento, comenzaron a arrojar los documentos desde el quinto, sexto y séptimo piso a la vereda, donde procedían a quemarlos”. [3]
Ganancias colaterales
Claramente Neustadt era hombre de confianza de Tessaire. Ruben Furman ha encontrado pruebas de que a través de su secretaría y, bajo su firma, se giraban fondos a Patricio Kelly, jefe de la Alianza Libertadora Nacionalista, organización que bajo órdenes oficiales hostigaba sindicatos rebeldes y a los militantes comunistas entre quienes se cobra varias vidas en este período. Los pagos estaban autorizados por Neustadt y figuraban bajo el concepto “trabajos de recopilación periodística”.[4]
La confianza de los poderosos da sus frutos, y Neustadt los cosecha. En 1955 compra a precio irrisorio el periódico La Gazeta del foro, el cual mágicamente pasa de estar al borde de la quiebra a brindar importantes ganancias. Neustadt asegura haberlo adquirido con sus ahorros. Sin embargo, el estudio de sus cuentas bancarias que realiza la comisión claramente muestra lo contrario. Unos días antes de realizar la adquisición del periódico, el Consejo Superior del partido peronista le deposita en su cuenta 140.000 pesos, exactamente la cifra que pagó por el diario. Interrogado al respecto, Neustadt afirma que la suma le fue transferida para cumplir la reorganización de los diarios partidarios del interior del país, y que, por diferentes cuestiones no pudo hacer la gira y por eso devolvió el dinero a Tessaire, quien le emitió un recibo con fecha posterior a la de la supuesta devolución del dinero. Neustadt pareciera actuar en la operación como testaferro y/o socio de Tessaire.
Tres personas vinculadas al diario afirman que Neustadt lo compró a precio vil, producto de las presiones que se ejercieron sobre sus propietarios. Miguel Osa, empleado de La Gazeta del foro, señala que Enrique Alemán, director de obra la social del poder judicial, vehiculizó estas presiones, amenazando con hacer otra publicación donde aparecerían todos los edictos, lo que quitaría material a La Gaceta del foro. Inicialmente, los dueños resistieron las presiones, pero en 1955 terminan por capitular. Indica Osa también que la maniobra estaba respaldada desde las altas esferas gubernamentales.[5]
Los tres interrogados sostienen que desde que Neustadt compró el medio, al mismo comenzó a llegar publicidad del Ministerio Transporte, de Marina, Secretaría de Prensa y de la intendencia municipal. Hubo una avalancha de ingresos que contrasta con la situación anterior que el diario arrastraba desde 1946. Como se ve, el empleo de pauta publicitaria para disciplinar a la prensa y premiar a los amigos no es una novedad del nuevo siglo. Los tres entrevistados coinciden que tras la venta cae la calidad del diario, debido a la falta de capacidad de Neustadt para dirigirlo.
Cuando ocurre el golpe, Neustadt facilita a Tessaire una quinta donde ocultarse. Pronto reconsidera su actitud y le niega el uso de su departamento. Tessaire, ofendido, le asegura no volver a molestarlo. Neustadt había expresado su voluntad de emular la moral de su mentor y cumple: con el cambio de gobierno ambos se dan vuelta como medias. Tessaire filma un corto denunciando al peronismo, que es exhibido en los cines argentinos. Pero el pupilo supera al maestro: extrañamente, pese a todas las pruebas que acumula la comisión en contra de Neustadt, concluye que no hay evidencia para enjuiciarlo, excepto por falso testimonio. Pareciera que la obsecuencia con la cual el joven Neustadt se dirige a la comisión y su rapidez para soltarle la mano a sus antiguos mentores le son de provecho, tanto como un comunicador e informante inescrupuloso lo es para la clase dominante quien no duda en reciclarlo para que continúe sirviendo a sus fines.
[1]Fiscalía de Recuperación Patrimonial, comisión 8, expediente 105547, fs. 66.
[2]Fiscalía…, comisión 47, expte. 22059-N, fs. 2 y 3.
[3]Citado en Badini, Roberto: “Bernardo Neustadt. El oficialista crónico”, Tribuna de periodistas, 15/9/2003.
[4]Furmán, Rubén: Puños y pistolas. La extraña historia de la Alianza Libertadora Nacionalista, el grupo de choque de Perón, Buenos Aires, Sudamericana, 2014.
[5]Fiscalía…comisión 8, expte. 105547, fs. 50/62. Para esta investigación también se consultaron de la misma comisión los expedientes 103539 y 103667.