APARICION CON VIDA. Las siluetas de detenidos-desaparecidos

en Revista RyR n˚ 1

Este ensayo fue presentado en el XVIII Coloquio Interna­cional de Historia del Arte Arte y Violencia: Otra reflexión sobre la creatividad (San Miguel de Allende, Guanajuato, México, 7 al 11 de noviembre de 1994) organizado por el Insti­tuto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Las actas del mencionado encuentro están en vías de publicación. Este texto es producto de una investigación sobre las acciones estéticas en el Movimiento por los Derechos Humanos realizada como becario de investigación estudiante de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires (1988-1991).

Por Roberto Amigo Cerisola (Universidad de Buenos Aires)
A Claudio Adur, historiador del arte detenido-desaparecido.

La plaza de las Madres

            La Plaza de Mayo es un espacio urbano dominado en su centro por la Pirámide de Mayo, monumento conmemorativo de la revolución de 1810. Escenario de la historia argentina es el lugar privilegiado de las manifestaciones políticas; además para sectores de la clase obrera tiene un valor simbólico: el de su ingreso a la historia política en alianza con su líder Juan D. Perón.

            Los edificios definen a la plaza porteña como «centro del poder»: la Casa Rosada, la Catedral de Buenos Aires, la Muni­cipalidad, el Banco Nación, ministerios y en sus cercanías edificios militares, la sede de la inteligencia de estado, entidades financieras. La Avda. de Mayo la conecta con el palacio legislativo frente a la Plaza de los Dos Congresos. El trayecto entre ambas plazas fue el recorrido habitual de las manifestaciones del Movimiento por los Derechos Humanos (MOV. DDHH).[1]

            Un sábado 30 de abril de 1977, un pequeño grupo conforma­do por catorce mujeres redactó un pedido de audiencia con el general Videla, cabeza de la Junta Militar que realizó el golpe de estado del 24 de marzo de 1976 contra un gobierno elegido democráticamente. Eran madres de detenidos-desapareci­dos que deseaban averiguar el paradero de sus hijos. Amas de casa de distinta extracción social sin experiencia política que optaron por la acción directa agotadas de la complicidad judicial y eclesiástica con el régimen militar. Toda reunión era una actividad ilegal en una ciudad sometida a un feroz dispositivo represor.[2] La Plaza de Mayo fue el escenario elegi­do desde donde romper el muro de silencio sobre las desapariciones de sus hijos y recomponer una territorialidad social.[3] Fue el lugar simbólico de oposición a la consoli­dación de un consenso hegemónico para la dictadura instaurado­ra del sistema de terror que planificó la represión generali­zada y selectiva con el fin de aniquilamiento de la vanguardia obre­ra-estudiantil y su influencia.[4]

            Las Madres fueron las reservas estratégicas de la lucha popular.[5] La represión contra ellas fue brutal, también fueron secuestradas y desaparecidas. En 1979 con el comienzo de la recomposición de las fuerzas populares su lucha fue menos solitaria. En 1980 retomaron la plaza, en la que habían mante­nido su presencia con apariciones sorpresivas:

Dijimos tenemos que ir pase lo que pase. Y volvimos a la Plaza, y la retomamos, porque tomamos despreve­nida a la poli­cía, porque fuimos un jueves que ellos no pensaban, en la tarde, a la misma hora de siem­pre, a las tres y media. Al otro día pusieron poli­cía como para la guerra, hasta en los árboles con ametralladoras apuntando para abajo. Pero igual nos queda­mos. Nos golpearon, nos pusieron perros, pero igual dijimos que no podíamos dejar de ir, y que esa Plaza había que conser­varla porque era la lucha, porque era el futuro…[6]

            La idea de la posesión de la Plaza por parte de las Madres se potenció en las Marchas de la Resistencia (apropiar durante 24 horas la Plaza de Mayo mediante una consigna). La realización de la primera (11.12.1981) fue favorecida por el conflicto de gobierno que llevó al gral. Galtieri al ejecutivo y también porque la agudización de la crisis económica había impulsado un aumento de los conflictos gremiales moleculares y dispersos, luego unificados en la huelga general del 22 de julio de 1981 y en la marcha de San Cayetano.[7]

            La huelga general con movilización del 30 de marzo de 1982 fue reprimida violentamente por la dictadura. Dos días después la ocupación militar de las Islas Malvinas inició la guerra contra Inglaterra. El desarrollo del conflicto aceleró el proceso de descomposición del régimen e impulsó la salida de las masas a la calle con movilizaciones y reuniones de distin­to carácter.[8] La derrota humillante en la guerra, la crisis económica y la difusión de los hechos del terrorismo de estado sumergieron a la dictadura en una fase terminal, sin posibilidad de construir un consenso social post-malvinas para su continuidad. Se inició un período de movilizaciones calle­jeras con reclamos gremiales, barriales y de derechos humanos. En este contexto, bajo el gobierno militar de transición del general Bignone, comenzó a cobrar importancia la Convocatoria Multipartidaria, un nucleamiento de partidos burgueses que había sido constituido en 1981 para negociar un gobierno cívico militar.

            El 1ero de diciembre la Segunda Marcha de la Resistencia, convocada junto a otros organismos, fue impedida de llegar a la Plaza de Mayo por la policía que lanzó sus caballos contra los manifestantes. La jornada de veinticuatro horas se concre­tó en la misma Avda. de Mayo entre las calles Perú y Chacabu­co. El gobierno militar desplegó un brutal aparato represivo, acorde con las diversas estrategias de salida al régimen que se fueron formando con las masas en la calle desde junio de 1982.

            En el período de transición hacia las elecciones democrá­ticas la conciencia del genocidio adquirió carácter masivo; y los medios gráficos, otrora cómplices de la dictadura militar, comenzaron a publicar de manera sensacionalista relatos del terror. Las Madres obtuvieron, entonces, un amplio reconoci­miento de una sociedad que buscaba expiar la culpa de su complicidad de silencio con el régimen militar.

            A principios de 1983 se anunció el calendario electoral. La actividad febril de los partidos políticos en su reorgani­zación no ocultó los grandes conflictos en herencia: la crisis económica, las consecuencias de la guerra de Malvinas, los presos políticos y los detenidos-desaparecidos.

«El siluetazo”

            Las acusaciones del radicalismo a un acuerdo militar-sindical, y los cien años de democracia prometidos con seduc­ción por su candidato Raúl Alfonsín mientras recitaba el preámbulo constitucional marcaron el ritmo de la campaña electoral.  

            Antes de su retirada del gobierno los militares redacta­ron un documento militar sobre la represión (28 de abril de 1983) y luego una Ley de Autoanmistía (nro. 22.924), que a pesar del repudio masivo fue aprobada el 23 de septiembre 1983 y posteriormente derogada por el gobierno democrático.[9]

            La primera marcha fue el 19 de agosto y participaron aproximadamente treinta mil manifestantes, la segunda fue la Tercera Marcha de la Resistencia, convocada por las Madres y otros organismos, en el clima electoral previo al sufragio del 30 de octubre.

            La difusión gráfica de la marcha fue un afiche con las Madres en su ronda habitual teniendo como fondo la Casa Rosada (imagen que fue utilizada como soporte para distintos textos de convocatoria). Los volantes estaban encabezados «POR LA APARICIÓN CON VIDA DE LOS DETENIDOS-DESAPARECIDOS», y luego un programa ético-político del pensamiento de los detenidos-desaparecidos basado en cuatro puntos: «Lucidez, Justicia, Dignidad, Amor a la Patria».[10] Un volante más pequeño anun­cia­ba:

Por la Aparición con vida de los Detenidos-Desapare­cidos. Desde el 21 de Setiembre a las 15,30 hs. al Jueves 22 en PLAZA DE MAYO.

Marchemos juntos, las MADRES y el PUEBLO, para que nuestros hijos secuestrados por esta tiranía infame y sangrienta, APAREZCAN CON VIDA.

SEPA EL PUEBLO, que cada detenido-desaparecido ha sido parte de una generación pensante, que disentía, evolucionaba y luchaba junto a su pueblo, en un país que denigrarían las FF.AA.

LUCHEMOS JUNTOS, y así todos ellos aparecerán con vida.

            Sí entre 1977 y 1982 la acción de las Madres de Plaza de Mayo contra el régimen militar era defensiva intentando la recuperación de una territorialidad social, en la nueva rela­ción de fuerzas post-malvinas adquirió características ofensi­vas que alcanzaron su máximo grado de ataque en la apropiación de la Plaza de Mayo durante la Tercera Marcha de la Resisten­cia. La imagen de apropiación se relaciona con la ruptura de una relación social. La apropiación, define Marín, es el núcleo central del ataque «puede producirse sin que se use en absoluto un arma o una fuerza armada, ni el más mínimo gesto de violencia. Un ataque puede ser también la desobedien­cia».[11] La apropiación de la Plaza de Mayo fue singular ya que no fue solo una toma política fue también una toma estéti­ca: «el siluetazo».[12]

El origen del proyecto

            En las manifestaciones de apoyo a Las Madres realizadas en Europa fueron habituales las expresiones de solidaridad de los artistas. El AIDA (Asociación Internacional de Defensa de Los Artistas victimas de la desaparición en el Mundo), fundada en París en 1979, realizó el 14 de Noviembre de 1981 una marcha con diez mil manifestantes por los «cien artistas argentinos detenidos-desaparecidos». Los manifestantes vesti­dos de negro llevaban una bufanda blanca en homenaje a las Madres y portaban una gran banderola, entre otras, con la pintura de tres figuras de busto con las cabezas como rostros vacíos. La imagen estaba enmarcada por la misma pregunta en distinto idioma: «[¿]DONDE ESTAN?» en la parte superior y «OU SONT-ILS?» en la inferior.[13]

            En apoyo a la Semana Mundial del detenido-desaparecido (23 al 29 de Mayo de 1982) AIDA-Suiza organizó una marcha silenciosa durante la cual los manifestantes vestidos de negro ocultaban su rostro con máscaras blancas, colgando de sus cuellos carteles con los datos de los detenidos-desapareci­dos.[14] En una banderola habían pintado unas pequeñas silue­tas humanas con los brazos pegados al cuerpo y las pier­nas unidas como referencia a los detenidos-desaparecidos. Estas acciones muestran una cierta semejanza con las realiza­das por los movimientos pacifistas y antinucleares.

            Impactante dentro de los actos de AIDA fue la instalación de cien teléfonos con una ficha con los nombres de artistas detenidos-desaparecidos que sonaban continua y estridentemente sin nadie que los atendiese.[15] En la misma fecha artistas plás­ticas expusieron sus obras en la casa de las Madres con «motivos que simbolizan el vía crucis de nuestros detenidos-desaparecidos: La búsqueda, El suplicio, La Verónica, etc.»[16]

            Las Madres, en su antigua casa de la calle Uruguay, realizaron en 1982 otra exposición impactante: la de objetos de uso diario o creaciones artísticas de sus hijos detenidos-desaparecidos; esta muestra materializó la relación presencia-ausencia, una de las claves posibles para leer las siluetas de detenidos-desaparecidos.

            El proyecto de producción de siluetas de detenidos-desa­parecidos fue iniciativa de Rodolfo Aguerrebery, Julio Flores y Guillermo Kexel. Fue una idea de larga maduración. Para estos artistas cobra importancia como antecedente una práctica pedagógica de reconocimiento corporal llevada a cabo por ellos con sus alumnos al hacerles dibujar el contorno de otro estu­diante acostado sobre un papel. El detonante de la idea, sin embargo, fue la reproducción de una obra del artista polaco Jerzy Skapski sobre el genocidio realizado por los nazis en Auschwitz reproducida en la revista El Correo de la Unesco de octubre de 1978: un afiche compuesto a partir de veinticuatro hileras de siluetas de mujeres, hombres y niños con un texto explicativo:

CADA DIA EN AUSCHWITZ morían 2.370 personas, justo el número de figuras que aquí se reproducen. El campo de concentración de Auschwitz funcionó durante 1.688 días, y ese es exactamente el número de ejem­plares que se han imprimido de este cartel. En total perecieron en el campo unos cuatro millones de seres humanos.

            La representación de un genocidio a partir de las silue­tas de las victimas y el señalar la cantidad de las mismas en una relación numérica con su reproductibilidad se conservaron en «el siluetazo». No hay que olvidar que la comparación de la dictadura militar argentina y los nazis, y de la escuela de mecánica de la armada con Auschwitz eran un lugar común en 1983.

            Por otra parte, las siluetas tienen una relación conflic­tiva con «la silueta policial»: el contorno del cuerpo de un abatido realizado con tiza para señalar el lugar que ocupaba una vez retirado el cadáver.

            En los tramos iniciales de la elaboración del proyecto figura una idea de Guillermo Kexel apuntada en el mes de marzo de 1983 de su agenda de trabajo. Un dibujo proyectual de un laberinto de paredes de papel de 10 mts. con 600 afiches de siluetas de detenidos-desaparecidos cada una. En esta hoja Kexel escribió:

– Permitir a los espectadores (cuanto mas a los realizadores) visualizar el espacio físico que pue­den ocupar 30.000 seres humanos.

– Debe poder montarse y desmontarse con rapidez y simplicidad, para que funcione lo más parecido posi­ble a una manifestación callejera.         

y luego «presentarla en todos los salones de plástica, aún en aquellos con restricción de tamaños o temas o géneros». En este sentido, según el mismo Kexel «la idea de las siluetas surgió a mediados de 1983 en un grupo de artistas plásticos de diferentes tendencias políticas. Originariamente la idea era producir una obra colectiva de grandes dimensiones sobre el tema de los desaparecidos que debía presentarse ante el salón de la Fundación ESSO, para Objetos y Experiencias. Estas dos características, la dimensión y la autoría colectiva, la dejaban desde el vamos fuera del reglamento; el jurado y los organizadores se verían en la obligación de rechazarla produ­ciendo así un acontecimiento político».[17]

            El proyecto planteado de esta manera por Flores, Kexel y Aguerreberry compartía la estrategia de participación en los espacios plásticos burgueses configuradas por los artistas de la etapa de politización previa al golpe militar. Al profundi­zar la idea que sustentaba el proyecto (la visualización de los detenidos-desaparecidos) los artistas modificaron su perspectiva y al haber abandonado la iniciativa de generar un hecho político participando en el campo de las artes plásticas realizaron un cambio radical, que no está dado por el cambio de escenario sino por el mecanismo elegido para producir las siluetas de detenidos-desaparecidos: la intervención de los manifestantes.

            Este cambio pareciera estar sujeto a las nuevas formas de sociabilidad política generadas en la década del ochenta. Si el proyecto inicial estaba vinculado a la formas de participa­ción política previas al golpe militar, la realización se emparenta con los nuevos patrones post-malvinas.[18]

            A la vez, la acción de los manifestantes en esta toma estética permite diferenciar la cualidad específica de estas prácticas estético-políticas con respecto a otro tipo de intervenciones en las que prima la vinculación conceptual arte-vida y su consecuencia la estetización de la acción política, y además diferenciarlas de las acciones realizadas por grupos de artistas plásticos en intervenciones político callejeras sin participación de manifestantes. El punto clave es que los manifestantes que las realizaban, salvo el pequeño grupo de artistas plásticos generadores del proyecto, no tenían conciencia artística de su acción primando el reclamo y la lucha política. Por este motivo he propuesto denominar acciones estéticas de praxis política a este tipo de interven­ciones donde los manifestantes transforman estéticamente la realidad con un objetivo político sin ser conscientes del carácter artístico de su práctica.

            La propuesta mecanografiada llevada a la Asociación Madres de Plaza de Mayo por los artistas es un documento clave. El encabezamiento era el siguiente «realizar 30.000 imágenes de figuras humanas a tamaño natural realizada por todas las entidades y militantes de distintos sectores que coincidan en reclamar por los derechos humanos». Luego se especificaron los cuatro objetivos de la acción:

1) reclamar por la aparición con vida de los desapa­recidos por causas políticas y todas las otras exi­gencias que se hicieron cuando la marcha de repudio al «informe militar»

2) Darle a una movilización otra posibilidad de expresión y perdurabilidad temporal

3) Crear un hecho gráfico que golpee al gobierno a través de su magnitud física y desarrollo formal y por lo inusual renue­ve la atención de los medios de difusión

4) Provocar una actividad aglutinante, que movilice desde muchos días antes de salir a la calle.

            En esta enumeración de los objetivos los artistas plan­tearon la vinculación imagen-consigna, la duración y carácter de la movilización, y la importancia de la repercusión en los medios masivos. En el desarrollo de estos puntos apuntaron a la construcción de una solidaridad reconstructora de los lazos rotos entre los militantes actuales y los de la generación anterior:

Una movilización en la que cada manifestante se presente con una imagen, «duplica» su presencia, agregando, agregando [sic] al reclamo verbal y de su presencia física, la presencia de un «ausente» […] los desaparecidos reclamarían por si mismos y por período de tiempo tan prolongado como el que le llevaría a la dictadura hacerlos desaparecer nueva­mente

            El tamaño del papel debía ser apto para que «se pueda acostar un compañero y entre de cuerpo completo», inmediata­mente «se le marca la silueta con un marcador grueso u otro material indeleble». Otra técnica propuesta era la reali­zación de una plantilla mediante el recorte de la silueta de un manifestante quedando el vacío donde estuvo el cuerpo. Luego se procedía a pintar el interior sobre otro papel con rodillo o sopleteando con aerosol.

            Finalmente se completaba la imagen con diversos detalles para una individualización y naturalización de las siluetas. En la discusión de esta propuesta, las Madres insistieron en mantener el carácter anónimo de las siluetas rechazando perso­nificaciones.          

            Los artistas también proyectaron el espacio urbano a ocupar:

… una figura con las piernas y brazos medianamente abiertos se resuelve en un espacio de 2m X 1m., si multiplicamos 2m2 X 30.000 tenemos 60.000 m2 de superficie.

            Una cuestión interesante de la propuesta: no contemplaba la realización de las siluetas en la marcha, sino que cada manifestante debía llevar su duplicado enrrollado a la Plaza y luego de desplazarse con la silueta pegarlo en algún muro. Los manifestantes eran entendidos como militantes de agrupaciones políticas y organizaciones de DDHH. Esto fue reflejo, por un lado, de la partidización de la política originada en la transición democrática, y por el otro de la conciencia de una acción colectiva que debía tener una organización para concre­tarla.[19]

            La propuesta fue aceptada por las Madres, quienes se preocuparon por remarcar el carácter vital que debían tener las siluetas negándose a que se realizaran impresiones en el piso para evitar asociaciones con la muerte. También remarca­ron su negativa a la inclusión de leyendas políticas partida­rias en las siluetas de detenidos-desaparecidos y, como ya comenté, a la individualización de las mismas.

            El texto de la convocatoria para coordinar la actividad sostuvo ya la idea de la confección de siluetas durante la marcha:

… se habilitará una zona de la misma plaza para que durante esas 24 horas se sigan produciendo figu­ras […] la consigna es entonces: que cada uno de los asistentes a la Marcha de la resistencia vaya provisto de su silueta y todo el material que pueda conseguir para hacer más en la plaza.

            Y a la vez llamaba a producir siluetas a «todas las entidades, militantes y particulares, partidos políticos, centros de estudiantes, organismos de Derechos Humanos y trabajadores que coinciden en reclamar por los desaparecidos».

La realización

            De todas las acciones estéticas vinculadas con las Ma­dres, sin duda «el siluetazo» fue la de mayor repercusión en la prensa, y, a la vez determinó algunas prácticas posteriores vinculadas a la imagen de las siluetas.

            El diario La Prensa (22.09.83) hizo la crónica de la ocupación de la plaza:[20]

… la ronda, que ocupó una superficie mayor que en todos los casos anteriores, se conformó sobre las aceras perimetrales de la plaza, lindando con la avenida Rivadavia, las calles Hipó­lito Yrigoyen, Balcarce y la prolongación imaginaria de la calle Defensa, completando de esa manera un círculo que ocupa­ba la mitad de la plaza […] Aproximadamente a las 17.30 […] redujeron el parámetro de giro al que utilizan desde hace casi siete anos: solo alre­dedor de la Pirámide de Mayo. Alrededor de las 19.­30, en la Plaza de Mayo, cuando se retiró la ultima manifestación gremial quedaron unas 4.000 personas que seguían caminando alrededor de la Pirámide de Mayo, con un sector ampliado hasta el monumento al general Manuel Belgrano.

y el día siguiente continuó con la descripción de la toma: 

… alrededor de 1000 personas permanecieron en la Plaza de Mayo durante la noche del miércoles y la madrugada de ayer […] con las primeras luces del día del ayer, la plaza pre­sentaba un panorama deso­lador. Los edificios […] mostraban sus muros pin­tados con aerosol de distintos colores, con frases irreproducibles hacia los militares y el gobierno. No fueron  excepción a esta acción el monumento a Belgrano, la Pirámide de Mayo, el Cabildo y la Muni­cipalidad. Cientos de jóvenes dormitaban en colcho­netas y sacos y los jardines prácticamente destroza­dos estaban cubiertos por vasos plásti­cos, desperdi­cios y panfletos que eran llevados por el viento de un lado a otro…

            Esta indignación del cronista fue compartida por el del diario La Nación (23.09.83). La Voz (23-09.83), diario vincu­lado a Intransigencia y Movilizacion, expresó su simpatía con la marcha describiéndola heroicamente:

… jóvenes y madres, con pañuelos blancos en la cabeza, que permanecieron toda la noche en la mani­festación, trataban ayer de recuperar fuerzas dur­miendo en bancos y canteros mientras incesantemente otros grupos seguían caminando con las fotos de sus familiares desaparecidos.

             Agrupaciones políticas, principalmente Intransigencia y Movilización Peronista, y centros de estudiantes de distintas facultades concurrieron con siluetas de detenidos-desapareci­dos ya elaboradas. De acuerdo con el borrador final de la propuesta se instaló un taller en la Plaza de Mayo durante la movilización para realizar las treinta mil figuras que cambia­ron la fisonomía del centro de la ciudad.

            El taller se constituyó como una intensa experiencia colectiva, en donde se reconstruyeron los lazos de solidaridad rotos por la dictadura militar. El taller montado en la plaza y la distribución de las siluetas fueron resaltados por los sorprendidos cronistas de los diarios burgueses, que además publicaron fotos de las mismas:

…mientras las mujeres y sus acompañantes efectua­ban los giros pasando frente a Casa de Gobierno, entonando estribillos contra el Gobierno y las Fuer­zas armadas, llevando carteles con las fotos adheri­das de sus familiares desaparecidos, banderas argen­tinas y algunas uruguayas, más de doscientos estu­diantes universitarios -especialmente de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo- se ubicaron en un sec­tor para fabri­car los carteles mencionados. Para esta tarea llevaron al Paseo innumerables rollos de papel madera, toda clase de pinturas y aerosoles, pinceles y rodillos. A medida que los rollos eran extendidos sobre el césped o las veredas, algunos jóvenes se acostaban sobre el papel, y otros marca­ban con lápiz el formato del cuerpo, que seguidamen­te era pintado con colores diversos y la inscripción «aparición con vida» o bien el nombre, apellido y fecha de desaparición de alguna persona.

Instantes después, otros, munidos de recipientes con goma de pegar y pinceles los adherían a cuanto ele­mento útil encontra­ban a su paso. (La Prensa, 22.09­.83)

            Como relata la crónica el manifestante colocaba su cuerpo sobre el papel de embalaje y el contorno dibujado conformaba la silueta de un detenido-desaparecido, reconstruyendo así los lazos rotos de solidaridad en un acto simbólico de fuerte emotividad. Fue habitual la escritura de consignas y leyendas en el mismo soporte, por ejemplo: «aparición con vida»; «¿dón­de está?»; «cárcel a los genocidas»; «juicio y castigo»; «ni olvido ni perdón»; «30.000 desaparecidos»; «justicia»; etc. Estas inscripciones se relacionaban con los graffiti partida­rios en los mismos muros donde eran colocadas las siluetas de detenidos-desaparecidos.

            Los materiales y los instrumentos de trabajo fueron socializados generando un espacio de libertad (que fue sentida en la plaza como anuncio de la que debía generar la democra­cia), que permitió la elaboración de la propuesta inicial según el deseo y la necesidad de los participantes. Por ejem­plo el anonimato de las siluetas se modificó durante la marcha al solicitar manifestantes la inscripción del nombre y fecha de detención de un detenido-desaparecido amigo o familiar en una silueta. También se dibujaron rasgos: ojos. narices, etc., llegando en algunos casos a la naturalización. Durante la acción las Madres indicaron que no había siluetas de embaraza­das entonces un artista se colocó un almohadón sobre su vien­tre mientras otro de perfil dibujaba su contorno. Se realiza­ron también siluetas de bebes gateando a mano alzada, y otras que eran el estilizado dibujo infantil de cuerpo por palotes. Otros manifestantes troquelaron una ronda infantil de siluetas de detenidos-desaparecidos y las colocaron en un árbol como en un juego. Un manifestante, llamado afectuosamente «el loco de los corazones», sufrió tal impacto que regresó a la moviliza­ción con corazones rojos hechos en papel y los fue pegando en las siluetas negras y blancas que rodeaban la plaza.[21]

            Es interesante notar como las diversas técnicas, luego se utilizó una plantilla, determinaron la calidad formal de las siluetas: el frottage, por ejemplo, resaltaba las texturas del pavimento o de las baldosas de la plaza. Pero la variedad más destacable era la que dependía de la emoción del realizador, puesto que en las siluetas se visualizaba la carga afectiva del manifestante.

            La distribución de las siluetas fue realizada por los mismos productores-manifestantes dirigidos por los organizado­res para cubrir el área urbana propuesta. La pegatina de las siluetas asumió la parte fundamental de la toma estética: la conciencia del genocidio a partir del impacto de la imagen por la transformación del espacio urbano. La Prensa realizó un inventario de la colocación de las siluetas:

Fueron fijados en árboles y columnas del paseo y los frentes de edificios públicos, comercios y casas particulares que se levantan en las adyacencias y especialmente en los muros de la Municipalidad, la Catedral, instituciones bancarias y a lo largo de la Avenida de Mayo desde Bolívar hacia el oeste […] Es de destacar que los edificios de la Catedral Metropolitana, Ministerio de Economía, Acción So­cial, Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires y varios bancos y compañías de seguros, ubicados cerca de la Plaza de Mayo, quedaron con sus muros total­mente empapelados con las figuras antes citadas, donde se reclamaba por los desaparecidos. (La Pren­sa, 22.09.83).

            Otro aspecto de la marcha fue el feroz dispositivo repre­sivo, que en algunos momentos llegó a arrancar las siluetas. Los diarios de diversa tendencia dieron cuenta del episodio:

Otras de las formas que asumió la protesta fue la realización de una pegatina de numerosos carteles en las paredes cercanas, que tenían dibujada una silue­ta humana, pintada de negro, con los datos completos de algún desaparecido […] Esta novedad tuvo gran repercusión entre los transeúntes que confesaban sentirse «mirados» por esas figuras. No falto quien diga que en unas horas, la policía los iba a despe­gar». Una madre que estaba al lado contestó ensegui­da: «también a los carteles los van a tener que hacer desaparecer». (Clarín, 22.09.83)[22]

            La perspectiva conformaba un horizonte de siluetas seme­jantes, la cercanía acercaba la identificación, y con ella la comprensión del genocidio en una historia individual concre­ta.[23] De esta manera las siluetas conformaron un espacio esceno­gráfico para el recorrido del transeúnte. Un horizonte de siluetas erguidas reclamaban la Aparición con Vida. El espacio resignificado de la plaza fue recorrido por manifes­tantes portando pancartas con los nombres o las fotos de los detenidos-desaparecidos, acompañados con el sonido de los bombos y los cantos contrarios a la dictadura. El fervor crecía a cada hora asemejando la lucha a la fiesta.[24] Por ello el transeúnte ocasional atravesaba un espacio que no era el cotidiano; era el espacio de la victoria, aunque efímera, de la rebelión ante el poder.

La consigna: Aparición con vida

            La Tercera Marcha de la Resistencia fue convocada con dos consignas centrales: Juicio y Castigo a los Culpables y Apari­ción con Vida. Estas consignas expresaban el eje de la situa­ción conflicto planteada: la primera contra la autoamnistía de la dictadura militar y la política de amnistía parcial del proyecto radical; la segunda como consigna ética central en la acción de las Madres de Plaza de Mayo. Es conveniente señalar su origen y significado, como lo expresa Hebe de Bonafini:

Fue el 5 de diciembre de 1980, en Suecia. Y recuerdo la fecha con precisión porque un grupo de madres de Plaza de Mayo y algunos representantes de organismos de derechos humanos habíamos viajado a ese país para acompañar a Adolfo Pérez Esquivel, a quién le habían dado el premio Nobel de la Paz. En esa ocasión algu­na gente encabezada por Emilio Mignone y su mujer empezó a decir que todos los desaparecidos estaban muertos. Ante afirmación tan rotunda, las Madres decidimos oponernos e hicimos un comunicado […] donde por primera vez se levanta textualmente la APARICIÓN CON VIDA.[25]

            En 1983 había indicios ciertos de la posibilidad de detenidos-desaparecidos con vida. Sin embargo, la consigna no estaba sujeta a esas señales sino a una demanda central cuya respuesta implicaba la resolución del conflicto mediante el juzgamiento de los culpables.[26]

            Si «el siluetazo» fue la materialización de la consigna Aparición con vida, otra silueta realizada en la misma plaza durante la marcha permite profundizar en la relación imagen-consigna.

La silueta de Dalmiro Flores

            Durante la marcha un grupo de artistas realizó una silue­ta de características especiales. Imprimieron sobre el pavi­mento siluetas iguales reconstruyendo el recorrido posible de Dalmiro Flores, un obrero asesinado por paramilitares desde un Ford Falcón, en la Marcha de la Multipartidaria, el 16 de diciembre de 1982.

            La silueta de Dalmiro Flores presentaba un rostro sinté­ticamente resuelto mediante una cruz. El texto que la acompa­ñaba, por plantilla, «TODA LA VERDAD. DALMIRO FLORES» dentro del contorno de la silueta, y la fecha «16.12.82» por debajo de la misma. El recorrido imaginado fue realizado mediante cuatro impresiones (con un calado de polipropileno) desde el suelo del pórtico de la Catedral de Buenos Aires hasta el lugar donde fue asesinado Flores frente al Cabildo.

            La consigna «Toda la Verdad» era levantada por el Movi­miento al Socialismo (MAS), partido de orientación trotskista dirigido por Nahuel Moreno, cuyo tronco principal era el Partido Socialista de los Trabajadores activo en la década del setenta, y que tendrá influencia en el movimiento obrero y en el estudiantil en la década del ochenta. El MAS era opositor a la consigna Aparición con vida, considerandola una línea política de la … ¡Iglesia![27]

            La elección del asesinato de un manifestante obrero para elaborar una silueta, y ubicarla en el lugar donde había quedado el cuerpo muerto apuntaba a una asociación inmediata: «todos los desaparecidos están muertos como Dalmiro Flores». La impresión horizontal afirmaba la idea del contorno del cuerpo de un abatido, al modo de los efectuados por la poli­cía. De esta manera se contrapuso a las siluetas de detenidos-desaparecidos pegadas verticalmente en los muros para afirmar la condición vital de las mismas.

            La apropiación del pavimento como soporte permitió supe­rar lo efímero de las siluetas realizadas sobre papel y, de esta manera, profundizar la apropiación al dejar una señal urbana. Durante la Tercera Marcha de la Resistencia, la silue­ta de Dalmiro Flores fue subsumida por el horizonte de silue­tas realizado por los manifestantes en una acción colectiva. La socialización de los medios artísticos producidos durante «el siluetazo» (la participación espontánea de los activistas superó las instancias organizativas y directivas de los gene­radores de la propuesta) expresó el carácter radical de la apropiación del espacio urbano. La silueta de Dalmiro Flores, por el contrario, fue resultado de la acción de un grupo de artistas partidarios que actuaban en el ámbito de la moviliza­ción respondiendo a la convocatoria abierta. De la confluencia de estos dos tipos de prácticas se generó la riqueza de las acciones estéticas en la lucha del movimiento por los derechos humanos.[28]

 La desconcentración

            La marcha de cierre se inició a las 15.30 del 22 de septiembre, cuando la columna de las Madres se dirigió hacia la Plaza de los Dos Congresos llevando un inmenso cartel con la inscripción: «QUE APAREZCAN CON VIDA LOS 30.000 DESAPARECI­DOS».

Sobre sus cabezas, cubiertas con los pañuelos blancos, las pancartas con las fotos de sus hijos.

            Un poco más atrás un estandarte «NIÑOS DESAPARECIDOS» con una treintena de fotos. Luego las distintas banderas partida­rias que habían cruzado el espacio aéreo de la Plaza de Mayo. A las 16.50 un grupo de manifestantes quemó un muñeco con la leyenda «Videla, Massera asesinos».

            La marcha, lenta y emotiva, reiteró algunos de los cantos que dieron fuerza durante la larga jornada. Fue el momento de mayor concentración; en la cantidad de manifestantes las cifras difieren aunque el número de asistentes otorgados por los distintos diarios fue casi un paralelo con el grado de complicidad con el régimen militar. En verdad, el número total de manifestantes era imposible de calcular por la circulación y renovación de los mismos en una movilización que duró vein­ticuatro horas.[29]

            Una lluvia torrencial impulsó un rápida dispersión en la Plaza de los Dos Congresos, acelerando el deterioro del efíme­ro soporte de papel de embalaje de las siluetas de detenidos-desaparecidos.

Las siluetas de los detenidos-desaparecidos en democracia

            En el comienzo del período alfonsinista, el objetivo de todas las acciones estéticas fue hacer presentes a los deteni­dos-desaparecidos. Las siluetas habían cobrado una fuerza simbólica de enorme magnitud, su impacto para la conciencia del genocidio llevaron a las Madres, a los artistas y al Frente de Apoyo de las Madres de Plaza de Mayo, constituido en parte al calor de estas actividades, a producir siluetas en diversas manifestaciones. Así el éxito de «el siluetazo» determinó la continuidad de la realización de acciones estéti­cas con siluetas.

            Se realizaron acciones con las fotos de los detenidos-desaparecidos, por ejemplo el 8 de marzo de 1984 por el Día Internacional de la Mujer.[30] Las fotos que eran portadas por los manifestantes en pancartas se trasladaron a los muros apropiando y transformando el espacio urbano, en una idea conceptualmente derivada del efecto producido en los especta­dores por el horizonte de siluetas de detenidos-desaparecidos; tampoco podemos descartar que esta acción fuese consecuencia de la individualización de las siluetas.[31]

            Pero me interesa señalar que hasta el comienzo del fun­cionamiento de la CONADEP, en el que hay un cambio en la estrategia política de Las Madres y consecuentemente en sus propuestas estéticas, se realizaron varias acciones con los carteles de siluetas. El cambio en la «estrategia estética-política» de Las Madres se apoyó en la necesidad de difundir los nombres de todos los responsables del terrorismo de esta­do. En su informe la CONADEP se ocupó más en detallar el horror de las vivencias de los detenidos-desaparecidos y sus familiares que en denunciar a los genocidas.

            Prácticamente hasta el cambio de estrategia se hicieron «siluetazos» mensualmente a partir de pegatinas en los ba­rrios. Entre las acciones estéticas con siluetas se destacó la del 8 de diciembre de 1983, el último jueves de la dictadura.

            El Boletín de Las Madres de Plaza de Mayo informó con respecto a esta marcha que se prolongó desde las 16 hasta las 20 horas:

Las Madres de Plaza de Mayo realizaron una nueva y singular ronda, la última bajo el Proceso de Reorga­nización Nacional y también en conmemoración del aniversario del día Universal de los DERECHOS HUMA­NOS. Militantes de juventudes políticas confecciona­ron 30.000 figuras que simbolizan otros tantos dete­nidos-desaparecidos en Argentina desde el 24 de marzo de 1976.[32]

            Los diarios que cubrieron la movilización no refirieron la producción de siluetas. Estas también se produjeron y pegaron en la Plaza de la República, ya que en su cercanías se hospedaba Raúl Alfonsín esperando la transmisión del mando presidencial. Así, cuando el 10 de diciembre en un coche abierto se dirigió al principal momento de su carrera política posiblemente haya visto las siluetas de los detenidos-desapa­recidos demandando justicia.[33]

            En 1984 en repudio al golpe militar de marzo de 1976 se realizó el «siluetazo del obelisco», denominado así porque el principal taller de producción se ubicó en la Plaza de la República. En esta jornada prevaleció el trabajo con moldes; y se pintaron siluetas de detenidos-desaparecidos (hombres, mujeres, niños, embarazadas) sobre el pavimento de la rotonda seca que rodea al césped de la plaza, completándose con los graffitis «Aparición y Castigo a los culpables», «Justicia civil a los responsables del genocidio», «No a los tribunales militares». Continuando con el proceso de individualización algunas siluetas llevaban las fotos de detenidos-desaparecidos utilizadas el 8 de marzo.

            La impresión de siluetas en el pavimento fue un recurso para superar la brevedad temporal de la duración de los mura­les de papel que eran inmediatamente limpiados por el servicio municipal o las mismas fuerzas represoras. Por ello las Madres en el perímetro de su ronda pintaron con latex blanco unas siluetas que alternaban con pañuelos, garantizando una presen­cia simbólica continua en la Plaza de mayo.

            Durante 1985 y 1986, el Colectivo de Arte Participativo Tarifa Común (C.A.PA.TA.CO.) realizó en diversos lugares de Buenos Aires jornadas de velas encendidas contra la dictadura de Pinochet, denominadas «VELAS X CHILE». El 11 de septiembre de 1986 las velas conformaron una enorme silueta en la Plaza de la República. Algunos integrantes de este colectivo habían participado en la realización de la Silueta de Dalmiro Flores.

La marcha de las siluetas rojas

            Cinco años más tarde el país ha cambiado notablemente. Los episodios de Semana Santa en 1987 -amotinamiento de mili­tares acusadas de violaciones a los derechos humanos- y la claudicación de Alfonsín a los reclamos de los sublevados con el dictado de la Ley de obediencia debida fue el comienzo de la desmovilización de una ciudadanía desmoralizada. La toma armada del cuartel militar de La Tablada el 23 de febrero de 1989 por un pequeño grupo armado que estaba convencido de frenar un golpe de estado tuvo como respuesta del gobierno radical una represión violatoria de los derechos humanos. En La Tablada el ejército utilizó los métodos habituales de la dictadura militar: desapariciones y fusilamientos. Los sobre­vivientes fueron procesados en un juicio plagado de irregula­ridades, y hoy continúan presos desnudando el carácter de la democracia argentina.

            El gobierno de Alfonsín perdió definitivamente el consen­so logrado en los primeros años de su gestión por su política ante los militares y el proceso hiperinflacionario que dejó una profunda marca subjetiva.

            Carlos Menem, sucesor de Alfonsín, no tardó en abandonar todas sus promesas electorales y empezar una profundo proceso de ajuste económico según el recetario internacional. Parale­lamente comenzó un proceso de legitimación del accionar de las FF.AA. durante la dictadura militar que culminó en los indul­tos del 17 de octubre de 1989 y 28 diciembre de 1990: el Día de la Lealtad y el día de los Santos Inocentes.

            En 1989 la producción de siluetas cobró una nueva dimen­sión, en el contexto de un pequeño avance en la movilización popular ante el proyecto menemista de reconciliación nacional consistente en el indulto a los genocidas ex-comandantes y a los jefes montoneros (ahora menemistas). La primera marcha contra el indulto fue el 8 de septiembre, bajo el marco de un amplio espectro político incluyendo la cínica reaparición de los radicales en las movilizaciones por los derechos huma­nos.[34]

            El texto de la convocatoria «LA VERDAD Y LA JUSTICIA. NO AL INDULTO», avalado por la Asamblea Permanente, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y otros organismos diluía la responsabilidad de la política radical en la situación de los derechos humanos.[35] Las Madres, junto a otras organizacio­nes, realizaron una contramarcha hacia el Obelisco, afirmando que «el oportunismo de los políticos es tan execrable como los crímenes de los militares» y acentuando que los indultos eran continuidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida del gobierno radical.

            El 21 de septiembre de 1989 las juventudes políticas realizaron un festival contra el indulto con la participación de artistas populares de rock y folclore, mientras las Madres realizaron su habitual marcha en la Plaza de Mayo ubicada a pocas cuadras de distancia.

            El gobierno municipal organizó recitales de rock en los bosques de Palermo, tradicional lugar de festejo de la prima­vera, bajo el lema «PALERMO ESTA DE PRIMA» en un vulgar inten­to de acercar el lenguaje de la dirección política al argot juvenil. Sin duda, la organización de recitales en Palermo apuntaba al desgaste del atractivo no político del festival contra el indulto, realizado bajo el lema «LA JUVENTUD ARGEN­TINA POR LA MEMORIA, LA JUSTICIA Y LA VIDA, DICE NO AL INDUL­TO». Los jóvenes no percibieron el enfrentamiento de ambas convocatorias y el día se convirtió en una larga «marcha» de Palermo al centro, en muchos casos pasando por la plaza de Mayo.[36]

            Pero sin duda lo más impactante del concierto de rock fueron los carteles hechos a mano por el centro de Estudiantes de Enseñanza Media n° 3, que colocados a un costado obligaban a detener la marcha: «OBREROS 30,2», «ESTUDIANTES 21», «EM­PLEADOS 17.9», «AMAS DE CASA 3.8». Estas cifras son los por­centajes de los detenidos-desaparecidos según ocupación labo­ral del informe Nunca Más de la CONADEP.

            El clima era otro en la Plaza de Mayo. El Frente de Apoyo realizó centenares de siluetas de color rojo sobre papel de diario. El día de la marcha fueron atadas con sogas a los árboles y a los postes de alumbrados de la Plaza de Mayo, y a la vez siluetas rojas fueron colgadas en tanzas que atravesa­ron el espacio aéreo de la plaza, otras fueron sostenidas entre tacuaras para transportarlas durante la marcha. El escenario:

            Miles de siluetas ante la casa de gobierno, enfren­tando directamente uno de los centros de decisión política argentinos -ya que no el único- lideraron la MARCHA DE LAS MADRES Y DE LA JUVENTUD CONTRA TODO TIPO DE IMPUNIDAD. Los días previos fueron  gestando el clima indicado: en la plaza, en sus cercanías, e inclusive sobre la fachada de la Catedral, la imagen de los desaparecidos fue envolviendo el espacio hasta que la sensación de su presencia se hizo efec­tiva, concreta.  La tarea del Grupo de Apoyo a Ma­dres rindió así sus frutos. Ningún transeúnte pudo evitar, en esas horas, sentir el escozor que la memoria proyecta.[37]

            La coyuntura política no favorecía las posiciones éticas de las Madres, entonces la plaza no pudo convertirse en un taller de producción de siluetas con participación de los manifestantes, por ello casi toda la actividad la realizaron los organizadores.

            La producción seriada se potenció con la aplicación del color en forma plana y uniforme, buscando un impacto visual.

            La recepción de esta acción estuvo sujeta a una interven­ción fortuita. La naturaleza colaboró en el andamiaje simbóli­co montado en la Plaza de Mayo: un viento feroz rompió a las siluetas rojas sujetas a las tanzas. Descuartizó sus miembros, quebró sus cuerpos. Fragmentos de las siluetas rojas llevados por el viento volaron hacia la Casa Rosada. De esta manera las siluetas rojas presentaron la indicación individual del horror subsumida en la detención y desaparición colectiva. El reclamo de justicia, al igual que el dolor, no era individual.

            Las Madres liberaron a las siluetas y al caminar soste­niéndolas (y sosteniéndose en ellas) sintieron que el viento las acompañaba haciendo marchar a su paso las siluetas de sus hijos. Eran las propias siluetas las que debían recuperar el escenario político para combatir la impunidad:

            Y nuestros hijos tenían alegría de vivir y todos los jóvenes que nos acompañan también tienen que tener alegría de vivir. Por eso estamos aquí. No solo para gritar y luchar contra la obediencia debida, el punto final, la amnistía, el indulto, la reconcilia­ción, contra todas las cosas que nos quieren impo­ner, sino también, para traer a la vida a nuestros hijos. Nuestros hijos, que los trajimos con nosotras y con las siluetas. Esas siluetas que están impac­tando desde las paredes. Pero sobre todo para mos­trar que van a estar permanentemente en la memoria, en la historia, en la movilización, en la nación, y sobre todo en lo que tenemos que fundamentar bien que es la organización. En todo eso ellos están presentes y van a seguir estando porque los traemos nosotras.[38]

            Esta identificación estrecha siluetas/madres/hijos dete­nidos-desaparecidos cobró fuerza plástica en el gesto de algunas madres que sostuvieron las siluetas erguidas junto a sus cuerpos, y las cabezas con el pañuelo blanco ocuparon el lugar físico de la cabeza de las siluetas haciendo material la palabra: «nuestro hijos nos parieron a nosotras»; otras colo­caron, en cambio, las fotos de detenidos-desaparecidos.

            Las siluetas bajaron entonces de los muros para marchar, para asumir un nuevo protagonismo en las movilizaciones com­partiendo la caminata con los pañuelos de las Madres y las fotos de los detenidos-desapercidos, bajo una gran bandera «NO AL PUNTO FINAL, NO A LA OBEDIENCIA DEBIDA, NO AL INDULTO»:

Antes del discurso de Hebe de Bonafini, las siluetas se trasladaron al frente de la casa rosada. Desde allí partieron en marcha en torno a la plaza. Las consignas, entonces se resumieron en una: «Ni olvido ni perdón. No al indulto y a la reconciliación» (Página 12, 22.09.89)

            Los dos actos contra el indulto del 21 de septiembre de 1989 expresaron grados distintos de compromiso político.[39] Al mes siguiente, Menem decretó el primer indulto que alcanzó a los militares por sus crímenes durante la dictadura y por sus levantamientos durante el gobierno alfonsinista.

            Las Madres comenzaron una campaña para combatir el olvido con una serie de afiches que interrogaban al espectador: «¿sabe usted dónde están ahora los que torturaron y asesinaron a nuestros hijos?»

            El grupo C.A.PA.TA.CO, de larga actuación en el mov. DDHH, comenzó una serie particular de impresiones serigráficas callejeras de su serie más amplia ARTE AL PASO, derivada de la impresión de puntos de la Quinta Marcha de la Resistencia y vinculada con las experiencias peruanas de HUAYCO por el artista peruano Fernando Bedoya. En la Plaza de los Dos Con­gresos imprimieron el texto EL PERDON HA MUERTO EN LOS CAMPOS DE LA MUERTE. Luego, en la del Obelisco la imagen de una hormiga con el texto «NO AL INDULTO. ARTE AL PASO», diseñando por la repetición de su impresión la palabra «NO».

            En 1990, en el contexto de una marcha contra los indul­tos, un grupo conformado por el frente de artistas de MAS (en su mayoría estudiantes de las escuelas de Bellas Artes) bajo la denominación de LA MAQUINA realizó una impresión de huellas de pie a partir de un sistema rotativo con un barril de petró­leo[40]. Las huellas de pie funcionaban no sólo como pre­sencia de la ausencia de los detenidos-desaparecidos sino también como un registro, una señal urbana del recorrido de la marcha luego de la desconcentración.

Las siluetas marchan

            El 29 de marzo de 1990, las Madres convocaron a una marcha en repudio del golpe militar de 1976. Una concentración en Plaza de Mayo y luego una movilización hasta la Plaza de los Dos Congresos.

            Las Madres habían recibido de una simpatizante con su causa un pequeño vitral representando a una silueta en posi­ción de marchar bajo un fondo de cristales de colores. Este fue el detonante de la idea de realizar las siluetas sobre cartón recortadas en la misma posición que presentaba la del vitral. Esto implicaba un cambio en el soporte tradicional de las siluetas, y ahora los manifestantes podían asirlas y caminar con ellas durante la marcha. Se perdía, sin embargo, la apropiación de los muros y monumentos que había sido la característica principal de las acciones con siluetas anterio­res.

            Esta práctica generó un fuerte impacto visual: las silue­tas blancas resaltaban entre las filas de los manifestantes al cierre de la marcha bajo la luz eléctrica urbana. En primera fila se alternaban una silueta y una Madre, el blanco del pañuelo se asociaba inmediatamente con el blanco de las silue­tas. Estas al estar hechas con un mismo molde acentuaban aun más la uniformidad planteada en la marcha de las siluetas rojas. Visualmente la marcha alcanzaba su mayor significado con un gran cartel que parecían portar las siluetas con la inscripción «FF.AA. ASESINAS».[41]

            Las siluetas se habían despegado definitivamente de los muros, de esta manera el discurso de las Madres sobre el reclamo por la aparición de sus hijos y la denuncia a las fuerzas armadas cobraron inusitada fuerza concretando plásti­camente una frase combativa cotidiana: «los desaparecidos están en esta plaza, están marchando con nosotros». A la vez fue otro intento de recomponer los lazos históricos de solida­ridad que, reconstituidos al finalizar la dictadura, el avance neoconservador hacia peligrar.

            En el discurso de cierre de la marcha Hebe de Bonafini señalo la fuerza vital de esta acción:

Compañeros, hoy trajimos nuevamente a la vida con estas siluetas caminando con fuerza a miles y miles de hombres y mujeres que nos dejaron su ejemplo, que nos dejaron su historia, que nos dejaron sus ganas de luchar. Cuando en el mundo se debate si es bueno o si es malo el socialismo, nosotras compañeros luchamos por la igualdad con ese ejemplo que nos dieron nuestros hijos. Sabemos que el capitalismo no es la igualdad […] Nosotras compañeros luchamos por la justicia porque somos producto de la injusti­cia…[42]

Conclusión

             La idea de la identificación de las siluetas con el pueblo se desarrolló en una serie sobre los sujetos sociales opuestos a la política liberal del gobierno menemista. Las siluetas con los brazos extendidos hacia lo alto, como levan­tándolos en una concentración, representaban a obreros indus­triales, estudiantes, jubilados, docentes, Madres, etc. Sin embargo la lluvia persistente durante la Duodécima Marcha de la Resistencia (9.12.1992) obstaculizó la realización de esta acción, reduciéndose a sostener algunos manifestantes las siluetas ya realizadas previamente. La idea detonante fue la consigna de la concentración «Solidaridad y lucha o hambre y represión».

            De esta manera las siluetas se desprenden de la represen­tación del genocidio para identificar las luchas actuales contra un modelo económico, potenciando a los detenidos-desa­parecidos como ejemplo militante.[43]

             Para finalizar quiero remarcar las dos etapas claras de producción y recepción de siluetas: la primera vinculada a la transición democrática fue una ofensiva de apropiación del espacio urbano para hacer consciente el genocidio llevado a cabo por las fuerzas armadas durante su dictadura y, a la vez, era una demanda de justicia a partir de una intervención en el espacio público. La segunda etapa fue defensiva, de resisten­cia a las diversas mediadas de Alfonsín y Menen y se desarro­lló en dos subetapas: a) la búsqueda de un soporte que conser­ve mayor tiempo la imagen produjo la aceptación de la realiza­ción horizontal de las siluetas; b) un sucesivo desprendimien­to del soporte murario para mezclarse con los manifestantes.

            Sin duda, en el salir a marchar de las siluetas se afir­maba a los detenidos-desaparecidos como ejemplo de lucha ante el sistema capitalista. Por ello, las siluetas de detenidos-desaparecidos son nuestras reservas estratégicas simbólicas contra la consolidación de una democracia basada en la impuni­dad y la desigualdad social.


Notas

     [1]En algunos concentraciones vinculadas con procesos judiciales se concentró en la Plaza Lavalle, frente al Palacio Judicial. La Plaza de la República fue otro de los lugares alternativos.

     [2]Para una historia de las Madres de Plaza de Mayo, véase Hebe de Bonafini, Historia de las Madres de Plaza de Mayo, Asociación Madres de Plaza de Mayo, s/l, s/f, conferencia realizada el 6 de julio de 1988. Otra historia testimonial de una Madre es el libro de Matilde Mellibovsky, Círculo de Amor sobre la Muerte, Buenos Aires, Ed. Pensamiento nacional, 1989. Un libro pionero sobre el tema es Jean Pierre Bousquet, Las locas de Plaza de Mayo, Buenos Aires, El Cid Editor, 1984 (primera edición, París, 1980); de gran interés son los traba­jos de Jo Fisher, Mothers of the Disappeared, London, Zed Books, 1989 (resultado de una serie de entrevistas a las Madres ordenadas en forma cronológica según sus vivencias de los sucesos históricos de los que fueron protagonistas). Véase Jo Fisher, Out of the shadows. Women, Resistance and Politics in South America, London, Latin America Bureau, 1993, espe­cialmente el capítulo «Argentina: ‘Where are our children?'», referido también a las Abuelas de Plaza de Mayo. Para una historia de las Madres en el desarrollo de la dictadura mili­tar véase John Simpson y Jana Bennet, The Disappeared and the Mothers of the Plaza, New York, St. Martin’s Press, 1985. Un análisis interesante desde la psicología institucional es Alfredo Martin, Les Meres «folles» du Place de Mai, París, Renaudot, 1989.

     [3]Véase Marín, Juan Carlos, Los hechos armados. Un ejerci­cio posible, Bs. As., CICSO, 1984. Marín parte del supuesto de que en el período del capitalismo financiero la fuerza de la burguesía se militariza y asume el modelo de guerra como forma de reproducción de su existencia. Marín define la territoria­lidad social por el carácter social de las fuerzas que se enfrentan, no por el espacio geográfico.

     [4]Véase Juan E. Corradi, Patricia Weiss Fargen y Manuel Antonio Garretón (eds.), Fear at the Edge. State Terror and Resistance in Latin America, Berkeley and Los Angeles, Univer­sity of California Press, 1992. En especial Manuel Garretón, «Fear in Military Regimes. An Overview», pp. 13-25; Patricia Weiss Fargen, «Represion and State Security», pp. 39-71; y Jean Franco, «Gender, Death, and Resistance: Facing the Ethi­cal Vacuum», pp. 104-118.

     [5]Marín, op. cit., p. 178

     [6]Bonafini, op. cit., p. 12

     [7]A principios de 1981 la dirección burocrática del movi­mien­to obrero se encontraba dividida en dos grandes bloques -que distaban de ser homogéneos-. El primero conformado por la CNT y los «20» era «dialoguista» con la dictadura, el otro lidera­do por Saúl Ubaldini desarrollaba una política de oposi­ción. Cfr. Pablo Pozzi, Oposición obrera a la dictadura, Buenos Aires, Contrapunto, 1988, pp. 111 y ss.

     [8]A. Impulsadas por el gobierno militar usufructuando la conciencia nacionalista, sin embargo del apoyo inicial al régimen el contenido fue transformándose hacia posiciones antiimperialistas y de oposición al régimen militar; B. Re­unio­nes masivas por la negociación de la paz (misa papal en Paler­mo) formaban parte de la táctica del régimen militar y conta­ron con el apoyo de los partidos políticos; C. De oposi­ción a la guerra y al régimen militar, por una salida democrá­tica no consensuada. Las Madres durante la guerra levantaron la con­signa «Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos tam­bién».

     [9]El 10 de diciembre de 1983 asumió la presidencia de la nación Raúl Alfonsín, triunfante en los comicios democráticos de octubre encabezando la fórmula del partido radical. Uno de sus primeros actos de gobierno (decreto 187, 15.12.983) fue la creación de una comisión de notables con el fin de elevar un informe sobre la violación a los derechos humanos por la dictadura militar. El funcionamiento de la CONADEP determinó la discusión y acción del Mov. DDHH durante todo el año 1984 hasta la entrega en septiembre del informe denominado NUNCA MAS. La propuesta de las Madres y otros organismos del mov. DDHH era la conformación de una comisión bicameral parlamenta­ria con plenos poderes. La CONADEP, encabezada por el oportuno escritor Ernesto Sabato, presentó la «teoría de los dos demo­nios» como interpretación globalizadora de la década del setenta. La toma de conciencia del genocidio por las masas y la presión popular obligó al gobierno radical a modificar su política inicial basada en el sólo juzgamiento de los ex-comandantes integrantes de las tres juntas militares de go­bierno, mientras que el resto de los militares y paramilitares acusados de violaciones a los derechos humanos serían eximidos de responsabilidad jurídica mediante la aplicación de la obediencia debida. El 9 de febrero de 1984 la sanción de la ley 23.049 reformó el código de justicia militar para permitir que los militares acusados fuesen juzgados por sus pares. El 13 de septiembre, mediante el decreto 2.816, se autorizó al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas a delegar en jueces de instrucción militar la investigación de los delitos denuncia­dos. Este autojuzgamiento fue considerado por las Madres, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas y otros organismos como una amnistía encubierta. Otro eje conflictivo fue la retención en las cárceles de presos políti­cos de la dictadura militar. El año de 1985 fue el del «Juicio a los ex- comandantes». El 9 de diciembre, vísperas del segun­do aniversario de la asunción alfonsinista, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal dictó la sentencia a los jefes de la dictadura:  Videla fue condenado a «reclusión perpetua», Massera a «prisión perpetua», Agosti a 4 años y 6 meses de prisión, Viola a 17 años, Lambruschini a 8 años, Graffigna, Galtieri, Anaya y Lami Dozo, absueltos. Un año más tarde el gobierno radical decretó la prescripción de causas penales, conocida como Ley del Punto Final; cuando se aprobó la ley en el Parlamento el público que estaba en las barras arrojo capuchas negras a los legisladores. Finalmente, luego del levantamiento militar de Semana Santa de 1987, en un trámite veloz el parlamento aprobó la Ley de obediencia debi­da.

Durante la Cuarta Marcha de la Resistencia (20.12.84), se desarrolló una experiencia interesante mediante un afiche participativo con el perfil de un militar producido en un taller serigráfico montado en la misma Plaza de Mayo. En la Quinta Marcha de la Resistencia (11.12.85) se imprimieron 30.000 puntos como señales urbanas contra el punto final. Véase Roberto Amigo Cerisola, «La Resistencia Estética. Accio­nes estéticas en las Marchas de la resistencia 1984.1985» en Arte y Poder, Quintas Jornadas de Teoría e Historia de las artes, Bs. As., CAIA, 1993.

     [10]El texto del volante firmado por las Madres es el siguien­te:

«JUSTICIA: concepto sostenido en ideales de igualdad, respeto y defensa de los sagrados derechos del pueblo, único hacedor de la riqueza nacional.

LUCIDEZ: Claridad para impulsar proyectos de vida argentina y americana acordes con la realidad social y geográfica.

DIGNIDAD: Para desarrollar un política de soberanía nacional, desechando pactos, negociados, y entregas, para respetar y ser respetados por el mundo entero.

AMOR A LA PATRIA: Para hacer de ella un hogar donde haya pan, techo y abrigo para todos y lograr que los niños tengan dere­cho a la salud y una educación republicana.

Así piensan los detenidos desaparecidos, su voz nos llega de los rincones donde fueron soterrados por quienes creyeron que la patria era de unos pocos.

De esos pocos que no pudieron hacerles una acusación y enjui­ciamiento legal -teniendo todo el poder en sus manos- porque no había acusación posible para una generación que pensaba, disentía y evolucionaba dentro del caos que esos pocos podero­sos habían sembrado.

Esto es Argentina ahora y en este meridiano. Su pueblo des­pierta del terror, sus tiranos agotan el poder y la fuerza. La justicia se acerca inexorablemente. La lucidez esta en el hombre nuevo. La dignidad en su elemento.»

El mismo texto se encuentra en otros volantes, por ejemplo el de la Semana Mundial del detenido desaparecido. Considero a este texto de suma importancia para comprender el complejo proceso de aprendizaje político de las Madres, ya que compara­do con los escritos de los primeros documentos o boletines circunscritos al pedido de datos sobre sus hijos permite ubicarlo como una pieza significativa de transición hacia la reivindicación de la lucha por el socialismo.

     [11]Marín, op. cit., p. 15.

     [12]La parte correspondiente al siluetazo de este ensayo es una versión muy ampliada y corregida de: Roberto Amigo Ceriso­la, «La plaza de Mayo, plaza de las Madres. Estética y lucha de clases en el espacio urbano» en Ciudad/Campo en las Artes en Argentina y Latinoamérica, Buenos Aires, CAIA, 1991, p. 89-99. Actas de las 3eras. Jornadas de Teoría e Historia de las Artes, Buenos Aires, Museo Nacional de Bellas Artes, 1991.

Sobre la siluetas en las marchas de las Madres de Plaza de Mayo han escrito los propios artistas participantes, en Fer­nando Bedoya y otros, «Madres de Plaza de Mayo, un espacio alternativo para los artistas plásticos» en La Bizca, año 1, n° 1, nov./dic., 1985, p. 14. M. Inés González Bombal en un ensayo sobre el discurso político del mov. de DDHH ha señalado la importancia de los nuevos elementos estéticos en los actos políticos. Curiosamente, ya que la información sobre las acciones son tomadas directamente del artículo de La Bizca, olvida mencionar el siluetazo, registrando en cambio la pega­tina de siluetas de diciembre de 1983. Cfr. Inés González Bombal «Derechos Humanos: La fuerza del acontecimiento» en Eliseo Verón y otros, El discurso político. Lenguajes y acon­tecimientos, Buenos Aires, Hachette, 1987.

En un libro reciente Lyman G. Chaffee se ha ocupado del arte callejero como medio de comunicación de baja tecnología. Lamentablemente no recogió información sobre el siluetazo, al igual que González Bombal estudió las siluetas del último jueves de la dictadura, experiencia derivada de la primera. El siluetazo, de todos modos, fortalece la hipótesis de Chaffee, que entiende el «arte callejero» en su cualidad de expresión política colectiva, de intervención en el espacio público reducido por los regímenes autoritarios. Cfr. Lyman G. Chaf­fee, Political Protest and Street Art. Popular Tools for Democratization in Hispanic Countries, Wesport, Greenwood Press, 1993.

Gustavo Buntinx ha escrito sobre las siluetas, partiendo de un «collage» de textos secundarios, con la intención de remarcar la recuperación de una dimensión mágico-religiosa para el arte en el siluetazo, hipótesis seductora que desarro­llada conlleva la perdida de las circunstancias históricas precisas de su producción y recepción, diluyendo su especifi­cidad política. Cfr. Gustavo Buntinx, «Desapariciones forza­das, resurreciones míticas», en Arte y Poder, Buenos Aires, CAIA-FFyL, 1993, p. 236-255. Actas de las V Jornadas de Teoría e Historia de las Artes, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 1993.

     [13]Véase Boletín de las Madres de Plaza de Mayo, año III, n° 10, mayo 1982, p. 17.

     [14]Para conmemorar el octavo aniversario de Las Madres se realizó una marcha el 25 de abril de 1985 en la que los mani­festantes llevaban una máscara blanca representando a los detenidos-desaparecidos.

     [15]Véase Boletín de las Madres de Plaza de Mayo, año III, N° 11, setiembre 1982, pp. 52-53.

     [16]Ibidem, p. 8. La idea del vía crucis se desarrolló en la identificación del sufrimiento de los detenidos-desapareci­dos con el de Jesús. El 4 de abril de 1987, ante la visita del papa Juan Pablo II a la Argentina, en una marcha un manifes­tante vestido como Jesús portaba una cruz seguido por las Madres. Véase El Periodista de Buenos Aires, año III, n° 135, 10 al 16 de abril de 1987, p. 7. Según el testimonio de un artista esta representación de un episodio de la Pasión se proyectó para abril de 1982, suspendiéndose por la guerra de Malvinas. Es interesante señalar que el primer distintivo de las Madres también deriva de la iconografía cristiana: un clavo, colocado en la solapa. En los poemas escritos por las Madres la relación entre Jesús y los hijos detenidos-desapare­cidos es constante. Véase Madres de Plaza de Mayo, Cantos de vida, amor y libertad, Buenos Aires, 1985 (2da. edición).

El pañuelo blanco, inicialmente un pañal conservado de sus hijos detenidos-desaparecidos, según testimonios de las Madres fue usado por primera vez en la peregrinación anual al santua­rio de devoción popular Nuestra Señora de Luján. Igual­mente muchas de sus primeras reuniones se realizaron en igle­sias por motivos de seguridad, a pesar de las autoridades eclesiásticas que en su gran mayoría eran cómplices de la represión estatal. Un caso interesante es el de dos curas párrocos del interior del país que colocaron un pañuelo blanco a las imágenes de culto de la Virgen María en sus iglesias.

Sin dudas la «estrategia religiosa» de las Madres, más allá de las creencias individuales de cada una de ellas, acentuaba el conflicto ético-político frente a una dictadura que se arroga­ba de ser la «moral de la civilización occidental y cristia­na».

     [17]En Fernando Bedoya y otros, op. cit., p. 14. Véase la entre­vista de Hernán Ameijeiras a Rodolfo Aguerreberry, Julio Flores, Guillermo Kexel y Roberto Amigo: «Este año se cumple una década de El Siluetazo» en La Maga, año 2, n° 63, 31 de marzo de 1993, pp. 10-11.

A fines de 1983 se organizaron varios salones de artes plásti­cas y derechos humanos, por ejemplo el de la Sociedad Central de Arquitectos en el mes de octubre o el de la Casa Castagnino en el mes de noviembre. En la calle Florida artis­tas plásticos realizaron murales con diversos trabajos. En 1984 se realiza­ron convocatorias artísticas con temática de DDHH en el Centro Cultural General San Martín.

     [18]García Delgado estudió los nuevos patrones de partici­pa­ción política y ha caracterizado los vinculados al Mov. DDHH en el sustento de reivindicaciones éticas, en una solidaridad de amplio alcance que tiene como valor el derecho a la vida, en la desafección creciente de pretensión del poder estatal. También señaló la voluntad apartidista, autonomía, ética de la convicción, enfrentamiento al establishment, y principalmente los modos de reclutamiento informales en los que «los partici­pantes lo son en tanto realizan actividades concretas en las convocatorias o movilizaciones, sin que la pertenencia se defina en términos distintos a la decisión personal de colabo­rar en el movimiento». Cfr. García Delgado, «Nuevos patrones de participación política en procesos de transición a la democracia: el caso argentino» en Oscar Oszlak y otros, «Pro­ceso», crisis y transición democrática, Buenos Aires, CEAL, 1984, p. 102 y ss.

     [19]En una hoja de la propuesta está escrito a mano la direc­ción de diversas agrupaciones. Sobre la partidización de la política como fenómeno en que los partidos políticos se cons­tituyen como principal referente de la militancia, véase García Delgado, op. cit., p. 92 y ss.

     [20]La Prensa advertía sobre la politización de las Madres. Véase, por ejemplo, la opinión de Manfred Schonfeld (21.09.83) o la editorial del 25.09.83, artículo acompañado de un dibujo de Horatius: una Madre pidiendo permiso para poder entrar a una plaza abarrotada de militantes de partidos políticos durante la Marcha de la Resistencia.

     [21]El diario La Voz publicó una descripción muy amplia de la acción desarrollando la posición de los organizadores: «Las imágenes representan el contorno de un cuerpo humano sin rostro, connotativo del carácter de «anónimos» que se les dio a los desaparecidos durante la llamada «guerra sucia» por parte de las fuerzas militares, pero familiares de esas perso­nas les colocaron los nombres de las personas de quienes carecen de noticias antes de fijarlos a las paredes […] el reclamo silencioso de las imágenes «será el testimonio mas directo del derecho a la vida que tiene cada una de las vícti­mas del horror». (La Voz, 23.09.83)

En el mismo sentido desarrolló la noticia el diario Crónica, leído por los sectores populares: «Las imágenes representan el contorno del cuerpo humano sin rostro y algunos carteles llevan el nombre de un desaparecido». (Crónica, 22.09.83)

     [22]Véase La Voz, 23.09.83, La Razón, 22.09.83 y Crónica, 22.09.­83. En un siluetazo posterior en un barrio la policía llevó detenidas a una comisaría a las siluetas de detenidos-desapa­recidos secuestradas a los manifestantes.

     [23]Cfr. M. Inés González Bombal, op. cit., p. 156. Gene­ral­mente los datos contenidos son el nombre, y la fecha y lugar de la detención-desaparición, a veces se completa con la edad y profesión del detenido-desaparecido. Denomino «silueta índice» a la silueta de detenido-desaparecido que consta de una ins­cripción que señala una desaparición concreta, y «si­lueta símbolo» a la que no contiene inscripción alguna que denuncie una desaparición concreta.

     [24]La siguiente es una recopilación de los cánticos de las marchas del Movimiento por los Derechos Humanos del 1983:

«Ahora, ahora / resulta indispensable / aparición con vida / y castigo a los culpables»; «Con vida los llevaron / con vida los queremos»; «Ni olvido / Ni amnistía / Aparición con vida»; «No queremos el olvido / No queremos la amnistía / lo que el pueblo está pidiendo / es la aparición con vida»; «Ya van a ver / ya van a ver / van a tener que aparecer»; «Los desapare­cidos / que digan dónde están»; «Madres de la plaza / el pueblo las abraza»; «La plaza es de las Madres / y no de los cobardes»; «No hubo errores / No hubo excesos / son todos asesinos / los milicos del proceso»; «Se va acabar / se va acabar / la dictadura militar»; «O le lé, o la lá / después que los colguemos /los vamos a amnistiar»; «Policía Federal / la vergüenza nacional»; «Paredón, paredón / A todos los mili­cos / que vendieron la Nación»; «A-SE-SI-NOS / A-SE-SI-NOS»; «Milicos / muy mal paridos / que es lo que han hecho con los desaparecidos / la deuda externa, la corrupción / son la peor mierda que ha tenido la nación / Qué pasó con las Malvinas / esos chicos ya no están / no debemos olvidarlos / y por eso hay que luchar»; «Borom-bom-bom / Borom-bom-bom / el que no salta / es un botón [policía]»; «Pueblo escucha: / únete a la lucha»; «O le lé / O la lá / Si este no es el pueblo / el pueblo dónde está»; «Luche, luche, luche / no deje de luchar / para que los milicos / no vuelvan nunca más»; «Somos la glo­riosa juventud argentina [variante: peronista] / la de la resistencia / la que peleó en Malvinas / y a pesar de los golpes / y nuestros caídos / la tortura, la cárcel / los desaparecidos / No nos han vencido / Somos de la gloriosa juventud argentina / la que hizo el Cordobazo / la que peleó en Malvinas / y a pesar de los golpes / la tortura, el miedo / y los desaparecidos / No nos han vencido»; «A los asesinos / la cárcel ya / a los compañeros / la libertad».

     [25]»Aparición con vida, el por qué de una consigna» en Madres de Plaza de Mayo, año IV, N° 37, dic. 1987, pág 10. Véase también la Conferencia de prensa en Esto­colmo del 31 de julio de 1980, reproducida en Boletín de las Madres de Plaza de Mayo, año I, n° 2, setiembre de 1980, s/paginación.

     [26]En este sentido devela la densidad de la consigna un testimo­nio de una Madre: «No tienen que responder por qué los captu­raron, qué pasó con cada uno, quién ordeno su detención, dónde los tuvieron alojados y dónde están ahora. Porque si están muertos los han asesinado y entonces lo lógico, lo ético es saber quien los asesinó, quién dio la orden de tortura y ejecución y quién la llevo a cabo. Nosotras no podemos transi­gir más que con una explicación total y la detención, juicio y castigo a los delincuentes, porque castigar a los delincuentes hace a una sociedad civilizada», en Raúl Veiga, Las organiza­ciones de derechos humanos, Buenos Aires, CEAL, 1986, p. 53.

[27]Para el MAS la etapa postmalvinas era la de una «revolu­ción de febrero». Véase al respecto el folleto del principal dirigente del MAS: Nahuel Moreno, 1982: Empieza la revolución, Cuaderno de formación N° 2, Buenos Aires, 1983, p. 30.

[28]Cfr. Roberto Amigo Cerisola, «La resistencia estética…»

[29]Las cifras de los diarios: 3.000 La Razón, 5.000 La Na­ción, 8.000 La Prensa, 10.000 Clarín y Tiempo argentino, 15.000 La Voz.  

[30]Convocatoria de las Madres de Plaza de Mayo para el 8 de marzo de 1984: «Convocamos a la juventud para participar en la realización de murales que nos mostraran los rostros de miles de hombres, mujeres y niños detenidos-desaparecidos por obra de la cruel represión desatada por las FF.AA. argentinas. Queremos que nuestros hijos detenidos-desaparecidos miren al pueblo, para que no haya olvido. Para ello trasladaremos sus fotografías a los muros de Buenos Aires.

[31] Luego de la masacre de Trelew, 22 de agosto de 1972, las fotos de los militantes asesinados en la base naval también se colocaron como afiche en los muros de Buenos Aires.

[32] Boletín informativo de las Madres de Plaza de Mayo, año II, n° 13, enero 1984, p. 3

[33] Cfr. John Simpson y Jana Bennet, op. cit., p. 387. También se realizaron siluetazos en las ciudades del interior

[34] Cantidad de manifestantes: 160.000 organizadores, 100.000 Página 12, 36.000 La Prensa.

[35] Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora es una fracción minoritaria, conciliadora ante el gobierno democrático, que se separó de la Asociación en febrero de 1986, luego de un acto eleccionario interno ganado por Hebe de Bonafini.

[36] Cifras de espectadores en el recital del Obelisco: 80.000 organizadores, 50.000 Página 12, 30.000 Clarín. Participó una columna del festival latinoamericano de artistas internados en hospitales psiquiátricos.

[37] Madres de Plaza de Mayo, año V, n° 58, octubre de 1989, p. 10.

[38] Hebe de Bonafini, «Nuestros hijos sembraron la vida» [discurso de cierre], reproducido en ibidem.

[39]Véase el artículo de Susana Viau, Página 12, 22.09.89; y el diario Sur, proyecto periodístico trunco del Partido Comu­nista Argentino, de la misma fecha.

[40]LA MAQUINA realizó acciones durante las movilizaciones contra EEUU por la Guerra del Golfo. La idea de las huellas fue utilizada posteriormente por C.A.PA.TA.CO, desvinculados definitivamente sus integrantes del MAS, en la Undecima Marcha de la Resistencia (5.12.1991): imprimieron un circuito de pisadas que rodeaba la Plaza de Mayo. La imagen del afiche de la acción eran las plantas de un trabajador rural y el texto «LLAMADA A PATA», una cita a los pies en la fuente del 17 de octubre de 1945. También utilizaron la imagen de las pisadas humanas para elaborar una señal urbana y sugerir un recorrido posible al transeúnte durante un acto de las comunidades indígenas («Inkarri», Plaza de los Dos Congresos, 11.10.1991) y en acciones estéticas contra los festejos del Quinto Cente­nario («Mataron Millones», Plaza de la Recoleta, 1992).

[41] Véase «El grito de Siempre Aparición con Vida», Sur, 30.03.1990

[42] Madres de Plaza de Mayo, año VI, n° 63, p. 13.

[43] En la Undecima Marcha de la Resistencia un grupo disidente peronista realizó tres grandes armazones movibles de tela blanca de forma humana representando a los detenidos-desaparecidos.

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