Ante las elecciones 2021: ¿Agentes de la estabilidad burguesa o promotores de la ofensiva obrera?

en Aromo/El Aromo n° 120/Novedades

Por Ricardo Maldonado

A días de las elecciones es imposible escribir un editorial de una organización revolucionaria sin referirnos a ellas. Sin embargo, la inevitable referencia al tema no puede alterar la perspectiva socialista que debe dominar nuestros análisis. Por lo tanto, lo que intentamos discriminar de los discursos, los actos, las encuestas y las actitudes de los candidatos es, en primer lugar, la estructura material que los produce, es decir los vasos comunicantes con el mundo de la economía, la producción y la distribución. Develar esa estructura es la razón estratégica de este y de cada uno de los artículos que publicamos en El Aromo. En segundo lugar, de allí debemos partir para decidir dónde pararnos como socialistas, qué punto de apoyo le permite a nuestra pequeña palanca, nuestra organización, intentar mover un poco el mundo de la conciencia hacia la independencia de clase y la reestructuración completa de la sociedad. Hacia el socialismo.

Nunca es demasiada la insistencia: Argentina es un país capitalista quebrado, como capitalismo es inviable y sin una reorganización completa no tiene salida, no tiene destino posible. No está quebrado por la deuda, esta endeudado por su incapacidad de levantar el pagaré que su estructura capitalista constituye para el conjunto del país. Pagaré que pesa sobre el conjunto, pero que afecta fundamentalmente a la clase trabajadora.

El capitalismo como sistema económico social requiere de mecanismos de cohesión de intereses egoístas disgregantes. Es el corolario inevitable de un sistema competitivo. Su monolítica oposición a los intereses de la clase trabajadora no se traduce en acuerdos solventes y estables entre sí, entre los sectores y fracciones del capital, porque se enfrentan por las ventas, las ganancias, la plusvalía. El problema agregado y crucial de la Argentina es que todo esto sucede al borde del abismo, los burgueses argentinos no pueden ser civilizados porque, en el estado terminal del país, el que pierde en la defensa de sus intereses sectoriales no retrocede económicamente, sino que corre el riesgo de desaparecer.

Por eso no son las características individuales, personales, subjetivas de los actuales dirigentes políticos las que determinan el triste espectáculo de esta campaña electoral, es la imposibilidad de convencerse siquiera ellos mismos de que tienen algo que ofrecer lo que los lleva -a cada uno- a una política autista e inmediata.

Casi ningún sector industrial del país participa del mercado mundial trayendo dólares, pero casi toda la estructura capitalista del país los necesita para obtener una cantidad de insumos y productos que no se generan aquí. Casi toda la estructura capitalista del país sobrevive en base a subsidios y protecciones. Como en cualquier contabilidad si los dólares necesarios son más que los dólares generados hay que cubrir la brecha. Hemos visto hacerlo, en períodos acotados, con la venta de activos (Menem), aprovechando un período de precios altos de las materias primas (Kirchner) o pidiendo prestado (Cristina, Macri, por acotarnos a los últimos) Pero, aunque los subsidios al capital y las protecciones a su ineficiencia se mantienen, el atraso de la productividad de la entongada burguesía argentina genera cada vez peores problemas. Para superarlos dentro del marco del capital tendrían que dejar de lado la compleja estructura de subsidios que actúan como pulmotor de la burguesía argentina y a la vez rebajar brutalmente los ingresos y el nivel de vida de los trabajadores. Y aún con esa masacre social, sólo algunos sectores burgueses quedarían en pie. Hoy, los recursos que nos permitirían construir una solución planificada, se dilapidan en sostener a una clase explotadora y extraviada.

La trampa es que la burguesía argentina resiste la primera medida que es indispensable para la supervivencia de su propio sistema, y la clase trabajadora resiste la segunda que es más necesaria aun para que el capitalismo recupere su salud y su dinámica perdidas hace décadas. Los números de la economía nacional nunca cierran. Salvo en algunas coyunturas excepcionales de corto tiempo. Breves períodos a los que la propaganda burguesa intenta hacer pasar como normales para presentar la crisis permanente cómo anomalía. Casi podemos afirmar que en eso consiste el “ser nacional” de la Argentina (burguesa): en el enamoramiento de la anomalía, o dicho de manera, en la pasión por la excepción que permita ocultar aquello que ha fracasado.

La grieta no es más que la expresión de la incapacidad de la burguesía argentina de ponerse de acuerdo en un proyecto. Cada polo, y todas las expresiones intermedias que se borocotizan de un lado a otro, toma alguno de los elementos de la crisis nacional y esconde, como el avestruz, la cabeza para no ver el otro. El kirchnerismo encaramado en el Estado, intenta controlar las variables económicas a garrotazos y no lo logra porque el sistema tiene su propia dinámica y su lógica. Los garrotazos los recibe entonces la clase trabajadora, ajustada por la vía de la inflación y la desocupación creciente. Los gobernadores e intendentes de las provincias o ciudades del interior se encuentran atados a la misma lógica, pero disputándole terreno a la Nación y el conurbano boanerense en el que se asienta el kirchnerismo. De este último sector se desprende, a medida que aumenta la crisis, los delegados papales en el sector de los trabajadores desocupados y precarizados, los “cayetanos”, surfeando entre la integración en el Estado y la presión de sus bases, y mirando siempre a Roma. En el otro extremo el peronismo federal, la CGT, las provincias radicales y el PRO, proponen moverse aceptando las reglas en la acumulación capitalista y la necesidad del ajuste, pero no logran someter a la clase trabajadora a los niveles de vida africanos necesarios, y ni siquiera convencen a la propia burguesía de sacrificar a la porción más parasitaria de su propia clase.

La profundidad de la crisis se expresa en que Cristina y Mauricio, referentes ineludibles -aunque hoy en declive- de las dos fuerzas burguesas en pugna electoral, rechazaron, denunciaron y menospreciaron al Poder Judicial, lo consideran un reducto de mercenarios dispuestos a vender sus fallos, a acomodarlos caprichosamente. No estamos hablando de fuerzas socialistas, antisistema, que tienen como punto de partida considerar el estado un órgano de clase y a sus instituciones sus enemigos. Estamos hablando de las dos principales fuerzas políticas del país coincidiendo en que uno de los pilares de la democracia burguesa está totalmente podrido. Por otro lado, ese poder judicial procesa a esos dirigentes por todo tipo de actos de corrupción. Esta desconfianza y denuesto generalizado para los jueces y todo el aparato que controlan muestra su perfil circense, como siempre, en el bando peronista. Desde el 83 hasta hoy, durante 38 años, el Senado de la Nación (y esto puede extenderse a la mayoría de las provincias) está controlado por el peronismo, con mayoría propia. Ningún juez nombrado en las últimas cuatro décadas ha podido llegar ahí sin el visto bueno y la promoción del partido que denuncia lawfare, y que, al hacerlo, solo se denuncia a sí mismo.

Si esto ejemplifica la podredumbre institucional la crisis no forzada con las vacunas ejemplifica la debacle económica. Hay una pregunta que el conjunto de la dirigencia política elude. Argentina es un país con un sistema de salud que, aún en caída libre, posee mayores y mejores coberturas que sus vecinos. Un país que, además, tiene una larga trayectoria, que comienza con la antivariólica a fines del siglo XIX, de consenso en torno a la vacunación obligatoria. ¿Cómo logró ser arrasada por la segunda ola? ¿Cómo quedó entre los tres países de la región, con Perú y Brasil, con una mayor tasa de mortalidad por habitantes? La respuesta es simple, el Gobierno impidió la llegada de las vacunas de Pfizer para intentar favorecer los negocios y los intereses, tan mezquinos como los de la multinacional estadounidense, de los pequeños capitales locales (Richmond, mAbxience). Con el agravante, característico de la anarquía capitalista, de que esos capitales no se sumaron y asociaron entre sí para obtener rápidamente resultados, sino que compitieron y se hicieron zancadillas entre ellos. Ocho meses y varias decenas de miles de muertos más tarde, ante la incapacidad de las empresas locales de cumplir con los suministros, aun contando con el paraguas del Estado, un decreto da marcha atrás con el impedimento y abre tardíamente las puertas a la solución criminalmente postergada.

Si las propias fuerzas burguesas descreen de las instituciones hechas a la medida de la explotación, y si ni siquiera contando con el auxilio de esas instituciones los capitalistas locales pueden ofrecer soluciones a la población, es porque estamos llegando al punto en qué es imperioso preguntarse qué razón hay para sostener este sistema y qué justificativo hay para convivir con una clase que le suma, a su parasitismo, su ineficacia.

Así las cosas, estamos ante un momento de decisión. Los explotadores buscan el acuerdo a largo plazo, que no es otra cosa que la definición de la modalidad de masacre social que se debe aplicar para sacar la Argentina burguesa adelante y recuperar sus instituciones y economía. Pero mientras los explotadores no logran acordar cómo avanzar y derrotar a la clase trabajadora aplicando hasta el fondo el recorte de las condiciones de vida y ajuste, la clase trabajadora sin una dirección alternativa no puede superar su ejercicio tenaz de la resistencia y pasar a la ofensiva.

La expresión política de esta crisis terminal la encontramos en el único acuerdo que casi todas las fuerzas políticas sostienen: que se quede Alberto. Cómo un equipo ya condenado al descenso, pero al que le quedan todavía varias fechas por jugar nadie quiere ponerse el buzo de técnico. Llegamos a que otro de los pilares de la institucionalidad burguesa, el régimen presidencialista, expresa también la crisis. ¿Cómo no leer en este acuerdo general la profundidad de la debacle argentina? Un régimen basado en la presidencia fuerte que consiente en que la ejerza un fantoche. Nadie quiere sacarlo porque nadie puede ocupar su lugar (no tienen un plan concertado) y nadie quiere que lo ocupe otro (que podría perjudicarlo con una política sectorial).

En resumen, aunque todo el sistema se hunde, todos acuerdan en prolongar la agonía. Que se quede, aunque haya fracasado. Que se quede, aunque superamos los 100 mil fallecidos, el 50% de pobreza y el 50% de inflación. Que se quede….. Es el único acuerdo porque como pudimos observar para el 17 de octubre no solo se realizaron varios actos, sino que sus convocatorias y consignas eran distintas y hasta opuestas. Si es imposible ponerse de acuerdo en un lugar, un par de consignas y el nombre de algunos oradores, mucho más difícil es viabilizar un plan en medio de las convulsiones de la sociedad argentina.

La sangría de votos experimentada por las grandes fuerzas burguesas es solo explicable por la caída mucho mayor de la confianza de la clase trabajadora en unas instituciones democráticas muy poco democráticas. Cierto es que Juntos se perfila para ganar. Pero comparando estas elecciones con otras lo más relevante es la caída en la cantidad de votantes. Ganando o perdiendo todos han drenado votos hacia el repudio. Algunos de esos votos han ido a expresiones que se radicalizan en un discurso antipolítico, contra la casta, para reintroducir a los descontentos en el sistema.

Es en este marco que la izquierda representada, fundamentalmente en la federación de organizaciones trotskistas que se presenta como FITU, expresa sus aspiraciones. La caducidad de un país inviable bajo relaciones sociales burguesas, es decir la necesidad del socialismo no está entre ellas. Al menos no en el lugar que ofrece una campaña electoral, es decir la agitación. En algún rincón al que nadie llega el FITU habla de socialismo. Pero allí dónde llegan los ojos de la clase trabajadora, el FITU reivindica esta institucionalidad en crisis. Lo hace al proponerse ser tercera fuerza. Y es necesario señalar que el acento está puesto en tercera, y no en fuerza. Nadie puede engañarse en que las condiciones en que podría darse ese acceso al podio nacional dependen más de la polarización que del crecimiento. Es decir, se puede aspirar a ser tercera sin tener fuerza. Probablemente corrientes políticas mucho menores, limitadas territorialmente, logren acceder a un poder, a una fuerza real. Si es que logran, por ejemplo, tener un senador, esa cuña que permite apalancar negociaciones en el crucial, antidemocrático y bastante ajustado margen de maniobra del Senado.

Repudiar la farsa electoral y exigir que se vayan los que fracasaron es el resultado de lo que hemos desarrollado. Si dirigir es prever los pasos futuros, tenemos que anticipar hacia dónde se encamina la situación. Si vamos a una estabilidad en la que se recompondrá la maltrecha institucionalidad burguesa, se negociarán conquistas parciales y se defenderán derechos adquiridos, o si vamos a una situación convulsiva propia del ajuste que los patrones necesitan para reencaminar el país.

La pregunta, entonces, no es a quien votamos, sino dónde nos queremos ubicar en esta situación, si como agentes de la estabilidad burguesa o como promotores de la ofensiva obrera.

1 Comentario

  1. lo entiendo, pero entonces hay que hacer una guerra civil para tomar elpoder? por que de tercer fueza no se puede llegar a primera…..ademas corea mas suecia es casi imposible que se de en este contexto….. corea salia de una guerra con japon y destruida pudo sacar tierras a terratenientes y entregar parcelas chicas a trabajadores ,luego tomo mano de obre textil existente, produccion barata, sustituyo importaciones y con gran sacrificio formo industria automotriz, suecia ya en 1890 aproximadamente realizo acuerdos ,verbales entre artesaños y patrones de respeto mutuo… ya en 1930/50 reagrupo empresas de acero,automotrices,madera y otros rubros con acuerdos verbales ….si aqui eso es imposible y esta democracia maltrecha no sirve hay que hacer ya una revolucion peor que la rusa…..y quien se anota…. por eso el fitu , puede cumplir una etapa y reconfigurarse con incorporacion de toda la izquierda incluso udes ….eso es lo que no entiendo quieren adelantar procesos que ni estan realizados y a se creen que es pan comido… en la actualidad la izquierda veremos si llega a consolidar ,ese caudal de votos y dar un gran salto,lenin y trotzky tenian esos problemas….aqui recien ahora la izquierda toma cuerpo, ojo no soy trotzkista, pero es lo que hay como llegaron ,udes participan sumen discutan ….,udes son dirigentes yo lo veo como ciudadano de izquierda …. la izquierda como desde 1930 esta dividida …… cuando van a aunanr criterios….metanle desde el 15/11……hay tiempo…. justo ahora que puede tener representacion legislativa vamos a hacer la revolucion, yo los voto que se yo despues, puede que quede como un pajaro sin luz… el futuro no se conoce

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