Las declaraciones de Acuña pusieron en debate el lugar de la escuela. ¿Es un centro de adoctrinamiento? ¿Para quiénes? Los beneficiados son las dos caras burguesas que se miran en un mismo espejo. El lugar de la escuela para la clase obrera aún aguarda quién le escriba.
Romina De Luca – GES
Hace un par de semanas, Soledad Acuña, instaló la polémica sobre el “adoctrinamiento” en las escuelas. Lo hizo en el marco de una entrevista donde desplegó todo su macartismo. Ahí declaró: los docentes son pobres y con escasos de capital cultural porque los futuros maestros se reclutan de las filas de la clase obrera; son fracasados porque solo evalúan la docencia luego de fallar en dos o tres carreras y, además, están hiperideologizados, por eso, adoctrinan en el aula. A decir de esta politóloga, la política en el aula es mala palabra. A posteriori, en su carta a la comunidad educativa donde buscaba aclarar sus dichos sostuvo que no eran todos los docentes los que adoctrinaban sino algunos dirigentes gremiales, pero ratificaba el “con los chicos no”. A su vez, apeló a alguna cifra para explicar el supuesto fracaso. Llamando a la delación, Acuña pidió a las familias que denunciaran la politización para tener elementos para sumariar a esos docentes queriendo instalar una caza de brujas. Lo dijimos en varios lugares: Acuña debe renunciar. Quien desconoce cómo funciona un aula, quien desconoce que son nuestros alumnos los que están politizados, quién subestima a los estudiantes y los considera una dócil masa adoctrinable, quién considera que los pobres son brutos y por eso los docentes son malos, quien así piensa no puede conducir el ministerio de educación.
Lo cierto es que los dichos de Acuña fueron utilizados por los peronistas para lavarse la cara. Si hubo un gobierno que no tuvo empacho en denostar a los docentes fue el kirchnerismo. En la apertura de sesiones ordinarias en el Congreso, Cristina, desde el 2008 se encargó de llamarlos privilegiados, huelguistas crónicos, sostuvo que no había peor educación que la que no se impartía, bregó por la evaluación a los docentes y por el presentismo. ¡Cómo olvidar el memorable “trabajan 4hs, tienen tres meses de vacaciones”! Una larga tradición de infamias de la que forma parte todo el personal político. Decibe les pidió a los docentes en los ’90 que pongan el hombro y paren de ayunar, Alfonsín los tildó de desestabilizadores de la democracia en el contexto de la Marcha blanca; atrasos en los pagos del FONID se acumularon a montones sin considerar, además, la historia de sumas en negro y no remunerativas, el impuesto a los cigarrillos como forma de “financiar” educación por dar solo algún ejemplo. Conclusión: Acuña no está sola en su carrera por el maltrato docente. Desmemoriados funcionales. Si algo caracteriza al peronismo es su memoria selectiva. Selectividad similar de la que se valen a la hora de definir contendiente: o acaso ¿no deberían tomar acciones frente a la denostación actual de los Fernández? Faltan de insumos para la educación remota, no se reconocen los gastos extraordinarios en los que incurrió la docencia para garantizar la educación a distancia, se celebran paritarias de hambre y se congelan los salarios, se paga en cuotas, se fijan “revinculaciones” en medio de una pandemia y la lista sigue. Acciones: cero.
Mientras los desmemoriados juran y perjuran que nunca adoctrinaron queremos hoy refrescarles la memoria. No solo con su propia historia sino también explicando por qué la neutralidad escolar no existe. Arranquemos por esto último.
Una fábrica de ideas burguesas
Aquí solo apuntaremos algunas ideas, pero recomendamos al lector el libro ¿Qué es la degradación educativa? de la UNI editado por Ediciones RyR de pronta aparición. Allí explicamos, en términos sociales, la crisis de la educación argentina expresión de un país capitalista en descomposición. Como se trata de pensar un proceso hay que entender primero el origen de la escuela burguesa y su función. A continuación, solo reponemos algunas ideas para entender que el planteo tanto de la neutralidad de la ministra Acuña o de quiénes dicen que solo se trata de convicciones (los peronistas) son falsos de toda falsedad.
La escuela es un poderoso agente de socialización de la sociedad capitalista. Durante, por lo menos, cuatro horas al día, cinco días a la semana, entre 180/190 días al año, durante largos doce años de nuestras vidas como mínimo, la escuela ejerce su influjo sobre nuestras mentes. Impone y hace que naturalicemos un mundo lleno de normas a cumplir, de subordinación y de jerarquías. Este dispositivo específico en el que se incorpora obligatoriamente toda la población es una creación moderna porque antes existían otros ámbitos de educación no tan masivos. La escuela es, para la burguesía, una gigantesca maquinaria de reproducción ideológica. Conviene preguntarse, ¿por qué inventó esta escuela? Bien, a eso vamos.
La burguesía debe educar porque necesita un mínimo de conocimientos en la cabeza de los obreros (y del resto de la población), aunque más no sea para controlarlos y explotarlos mejor. Recordemos que el capitalismo dice construir una sociedad de supuestos libres e iguales donde la mayoría son menos libres e iguales que los que poseen la propiedad de los medios de producción. La escuela juega un rol clave en la aceptación por parte de esos explotados del orden social. Por eso, decimos que la escuela, en términos universales, es la encargada de crear los atributos técnicos y morales de la futura fuerza de trabajo. En ese camino, la escuela proporciona un corpus de ideas, más o menos coherentes, a partir del cual la clase explotada se explica el funcionamiento de la sociedad, naturaliza esa dinámica y acepta su lugar en el mundo. De allí la similitud que puede encontrarse en la universalidad y uniformidad de las materias que componen el currículum escolar en todo el mundo -saberes considerados elementales- incluyendo materias vinculadas a la construcción de “ciudadanía”. Estudiamos la historia de la patria, la geografía de la patria, el lenguaje de la patria, que la escuela funciona como una gran familia y por eso se habla de la “lengua madre”, se aprende la música de la patria, etc. La misma construcción a lo largo del mundo. En esa construcción, la escuela alienta ciertas ideas y debe reprimir otras: basicamente todas las que cuestionan el orden social deben desalentarse. Ubicando a la escuela en su función histórica puede concluirse que, el currículum escolar es una gigantesca máquina de “adoctrinamiento”: las ideas de la burguesía en nuestras cabezas no brotan espontáneamente, la escuela como agente de socialización cumple esa función imponiéndonoslas. Esto es verificable en innumerables aspectos del currículum y, claro está, también incluye el ordenamiento jerárquico y subordinado de las mujeres en razón de su sexo. El patriarcado también ingresa en el aula. Y esto es así en todos lados. Cuando Acuña lo niega defiende una “neutralidad” inexistente.
En realidad, la ministra defiende el monopolio de su clase y en tal caso “combate” la idea de adoctrinamiento ligada a la política partidaria. En esta historia, nadie tiene las manos limpias. Recordemos que, en 2018, Mauricio Macri fue acusado de hacer lo propio a través del manual de 6º grado de la editorial Aique, affaire que se conoció como el manual del “sí, se puede”. Se cuestionó que el libro escolar dijera que, en 2016, el gobierno macrista había alcanzado sus objetivos y su ascenso iba de la mano de protestas masivas por la muerte de Alberto Nisman. Justo esos manuales fueron distribuidos por el Estado en algunas escuelas y se gastó para adquirirlos la friolera de 60 millones de pesos. Pero éste es un capítulo en una historia donde el peronismo “hace escuela”. Veamos.
El feliz mundo peronista
El peronismo a lo largo de su nutrida historia de gobierno hizo uso del más burdo adoctrinamiento en las escuelas incontables veces. Y también de la delación. Marina Kabat en una serie de notas que recomendamos lo expresó con una idea muy gráfica: los pizarrones tienen oídos. Consciente de la batalla por las conciencias y del rol docente para esa labor, el peronismo implantó un riguroso control político sobre el ingreso a la docencia incluyendo la exigencia de la afiliación al partido y la destitución de los opositores. El proceso llega a su cúlmine con la instauración de una oficina de la CIDE en el Ministerio de Educación y la profundización de las cesantías a los docentes opositores con aval original incluso del sindicato. La imposición de textos escolares explícitamente peronistas; la lectura obligatoria de La razón de mi vida, forman parte de las acciones más conocidas, pero también la revisión de los planes de estudio y el grado de ajuste a lo normado en los planes quinquenales dan cuenta de la integralidad de la intervención. Como vemos, nada que envidiarle a la dictadura cuando en el ’76 inicie su prohibición de libros escolares, tema del que también nos ocupamos en notas previas. Por otro lado, al antojadizo uso de las lecturas y la confusión entre Estado y partido también aparece en hechos menores. El lector seguramente recordará el ingreso de La Cámpora a las escuelas para repartir El Eternauta, libro del Plan de Lectura y la diagramación de juegos para su uso, aspectos del que nos ocupamos también en otra nota.
Hoy queremos agregar otro capítulo en esa historia: la política curricular destinada a jóvenes y adultos. El lector sabe que en diversas oportunidades nos ocupamos del lugar estratégico que, para el kirchnerismo, asumió la educación de adultos en lo que denominamos su armado punteril y paraestatal. También, cómo advertimos, y se demostró cierto, que la lógica del Fines 2 permearía a todo el sistema. Hoy queremos ocuparnos de los contenidos de dos experiencias que se unen en un mismo punto: la Campaña para la Reactivación Educativa de Adultos para la Reconstrucción (CREAR) de 1973/74 y los libros editados en 2015 para el Plan Fines 2. Damos un paso más, ya no se trata solo del mensaje “subliminal” que imprime sobre las conciencias el estudiar en una unidad básica y que el puntero sea el referente o, en su momento, el grado de adecuación de los proyectos aprobados por los inspectores sino lo aprobado por el Estado como mensaje válido. Veamos.
- La Campaña
La historia peronista atribuye la Campaña de Reactivación Educativa de Adultos para la Reconstrucción (CREAR) a la corta presidencia de Héctor Cámpora y al peso de la Juventud Peronista o la Tendencia Revolucionaria en el gobierno, aunque fue lanzada oficialmente en septiembre de 1973, ya con Perón en el poder. Algunos también indican que la Campaña se fue gestando a fines de 1972 y que la creación de la Dirección Nacional de Educación de Adultos (DINEA) fue una parte importante en esa gesta. Cabe destacar que la DINEA fue constituida al calor del Onganiato, en 1968, como una de las mayores instancias en la estructuración de un circuito específico para la educación de adultos hasta ese momento. El lanzamiento del Plan Multinacional de Educación del Adulto, en conjunto con la OEA, en junio de 1970 y la creación de los primeros CENS para trabajadores mayores de 21años forman parte de las acciones que anteceden a la CREAR. Pese a ello, la Campaña es señalada por la bibliografía peronista como “el hito” en materia de educación de adultos de la etapa, crónica que subvalora las acciones anteriores: a esos mismos CENS que llegan hasta nuestros días, originalmente emplazados en los lugares de trabajo o espacios donde se encontrasen los adultos, y la conformación de un órgano específico de gobierno como fue la DINEA. También debemos señalar que la presencia de esa supuesta tendencia “revolucionaria”, o de educadores populares en el gobierno, fue funcional a la legitimación de la represión y la confusión en el seno de la clase obrera. Por eso, Perón es la única alternativa para la clase obrera. No extraña que las cartillas retomen, una y otra vez, lo actuado entre 1946 y 1955 ocultando la cara represora del mismo fenómeno. El peronismo setentista se pareció mucho al primer peronismo. En una operación similar, el kirchnerismo va a recuperar de la Campaña una mítica educación popular fundada en sus sedes comunitarias y educadores voluntarios que son la postal de un futuro degradante para la educación.
La Campaña tuvo su despliegue territorial a partir de enero de 1974 y se extendió hasta el reemplazo de Jorge Taiana por Oscar Ivanissevich como ministro de educación, luego de la muerte de Perón. Fue en ese año cuando recibió la mención de honor del Premio Mundial de Alfabetización Nadezhda Krupskaya 1974, de la UNESCO.[i] El accionar de la campaña fue proyectado originalmente como una experiencia “piloto” que se extendería en principio por 14 meses, con la posibilidad de ser prolongada. Este programa gubernamental convivió, además, con la promoción de iniciativas privadas religiosas dirigidas a la misma población adulta. Dentro de las muchas ofertas, las desplegadas por el Instituto de Cultura Popular (INCUPO) fueron las más importantes con propuestas de cursada tanto a distancia como presenciales.
La Campaña tuvo tres grandes líneas-objetivo. La más conocida, la de Alfabetización. En paralelo, se propusieron dos líneas más: acompañamiento para terminar la escuela primaria y secundaria de los alfabetizados (y de potenciales desertores), el rescate de todo el sistema de su lógica tradicional impulsando el método CREAR (freiriano). ¿Qué buscaban? A decir de sus voceros, “la descolonización cultural” a partir de la “construcción e integración a la dinámica escolar de los auténticos valores de la comunidad nacional”.[ii] Por valores nacionales entendían la justicia social peronista y la Nación peronista, claro está. ¿No me creen? Veamos las cartillas.
Los materiales que se usaban durante la campaña no tienen ningún desperdicio. Muestran sí la necesidad de la lucha ideológica y cómo el peronismo busca contener a la clase obrera dentro del marco institucional burgués. Sabe que las conciencias de “adultos” están en disputa y también la vitalidad de ganarse la cabeza de miles de niños. Las cartillas ilustran este nivel de contienda del enemigo, campo que la izquierda trotskista suele desdeñar. Como vamos a ver en el próximo acápite, también los libros escolares para el Fines 2 lanzados en 2015 serán herederos de este proceso. No extraña entonces la reedición de las cartillas de la CREAR en 2013 y que, del evento, a través de Stella Maldonado recordando su pasado como alfabetizadora de la CREAR, participara la misma CTERA. La memoria no es inocente.
Las cartillas de la CREAR trabajaban con diez situaciones que “vive el pueblo”, con palabras clave de trabajo a las que se sumarían otras 8 o 15 de elección local. Las palabras comunes para la alfabetización eran: voto, compañero, sindicato, campesino, máquina, trabajo, pueblo, gobierno, América Latina Unida o Dominada, delegado.[iii] Ni clase obrera, ni burguesía, ni independencia, ni clasismo. El obrero aparece detrás de la idea de compañero y sindicato y detrás del rótulo trabajo. Independencia de clase cero, al calor que se construyen sujetos imaginarios como los campesinos. Así, los contenidos a examinar tienen ítems como el siguiente: “analizar la importancia de la discusión directa de los problemas con el Gral. Perón a través de la C.G.T” o “comprender la misión del delegado como síntesis y nexo entre el individuo, el gremio y la Nación, ya que no es posible la defensa de los derechos del trabajador, al margen de la defensa de los intereses de la Nación”. Y, por qué no, la lectura del siguiente texto: ““Con su líder los “descamisados” enterraron en el pasado los viejos conceptos de un capitalismo egoísta y explotador, que fundaba su bienestar en la miseria del pueblo … Descamisado es la interpretación de los sentimientos del pueblo mismo”, Eva Perón 4-8-1948”. Peronismo explícito.
La CREAR sugería sumar estas palabras ordenadas por unidad temática y el coordinador podía completar “sin adoctrinar”. Parece un chiste, pero no. En la unidad socio-política-sindical, las palabras de trabajo eran: voto, delegado, compañero, sindicato; para la unidad socio-política-laboral: campesino, máquina, trabajo; y para la unidad de integración Nacional y Latinoamericana: pueblo, gobierno, América Latina unida o dominada. No vamos aquí a examinar todas las sugerencias. Veamos solo algunas. Por ejemplo, con relación al trabajo que el coordinador debía hacer con la palabra “voto”, sugerían:
“reflexionar sobre la importancia del voto como elemento de consenso o de rechazo hacia propuestas de gobierno. B) como a través del voto el pueblo reafirma su pertenencia a una continuidad histórica nacional. c) analizar las situaciones y momentos en que nuestro pueblo se ha expresado a través del voto”.
Tal como vemos la suya es una “revolución” electoral. Construye el mito del pueblo peronista y la validación de una conciencia reformista.
Tampoco tiene desperdicio las sugerencias para la organización política de la mujer. Como no puede ser de otra manera, le cabía un rol destacado a Eva Perón en las sugerencias. ¿Eva feminista? Nada de eso. Como también Marina Kabat explicó en otra nota, Eva se subió a último momento al voto femenino -negando además el accionar previo de las sufragistas locales- y la participación política de las mujeres se limitaba a sostener el hogar y el rol masculino. La cartilla es clara y recuerda las citas más machistas de Eva: “en los hogares argentinos del mañana, la mujer estará velando por el país al velar por su familia. Su voto será el escudo de su fe. Su voto será el testimonio vivo de una esperanza de un futuro mejor”. Como vemos una lectura patriarcal del accionar de la mujer que es reforzada por las imágenes de las láminas que muestran a las mujeres asumiendo tareas domésticas y de cuidado familiar mientras que en el sindicato y en la fábrica o ejerciendo el sufragio aparecen, siempre, varones. Para los que hablan de Evita abortera, les recordamos lo que indicaba la cartilla en relación a la maternidad: “el hombre y la mujer son dos compañeros que quieren luchar juntos, hombro a hombro por el mismo ideal: una patria libre, justa y soberana para todos. Y el hijo o los hijos son un aporte a ese ideal”. Maternidad patriótica.
Un último ejemplo, para finalizar, las sugerencias relativas a la palabra delegado. El delegado debe limitarse a consolidar la doctrina peronista. Por eso, la palabra evocadora servía para “analizar la misión del delegado en tanto fiel intérprete de los valores nacionales y populares y en el enfrentamiento a la dominación imperialista y la explotación monopólica”. Y como no puede ser de otra manera, a la delegación de cualquier tipo de participación a través de los burócratas de la CGT.[iv] Como si no fuera suficiente y en una reivindicación que podría suscribir el mismo FITU hoy: “constatar que las bancas legislativas son también ocupadas por los compañeros trabajadores, lo cual le permite a la clase trabajadora discutir sus intereses en el seno mismo de su representación popular”.[v] Representación que como vimos consolida la democracia, el reformismo, el patriarcado.
- Los herederos: Fines 2 y manuales
Tampoco sutiles son los manuales que el kirchnerismo editó para el Plan Fines 2 entre enero y julio de 2015. El texto de historia sobre un total de 206 páginas dedica casi 30 a la historia reciente de Néstor y Cristina en una unidad denominada “reconquista de los derechos y reconstrucción de la democracia”. Sería lo de menos. Arranquemos por la tapa. El material recorre la historia desde la Revolución de Mayo a nuestros días, ahora bien, cuáles son las ilustraciones de la tapa: San Martín, Yrigoyen, Perón, Evita, Néstor y Cristina (en el traspaso del mando del primero a la segunda). El Instituto Dorrego no lo habría hecho mejor.
Además, la historia que cuenta hilvana toda una serie de arbitrariedades para colocar al peronismo en general y al kirchnerismo en particular como los artífices de los derechos de los trabajadores y todas las bondades de la historia. Por ejemplo, en la unidad que examinaba el modelo agroexportador y la oligarquía presentan un texto que reseña en 12 líneas la situación de los trabajadores a principios del siglo XX y enumera sus penurias y falta de derechos como jubilación, vacaciones, protección médica, indemnizaciones por despidos. El cuestionario les va a preguntar “¿desde cuándo les parece que los trabajadores obtuvieron esos derechos? ¿cómo se estima que los obtuvieron? ¿les parece que, una vez logrados, nunca los perdieron o bien que alguna vez los perdieron y los volvieron a reconquistar?”[vi] El golpe de 1943 es presentado como protagonizado por “oficiales de ideas nacionalistas e industrialistas” que destituyen a Castillo “para evitar la continuidad de las políticas conservadoras y frenar la incorporación de Argentina al conflicto bélico mundial”. Las imágenes que eligen son por demás elocuentes: Perón con su traje de militar junto a trabajadores (hombres y mujeres aunque éstas en minoría) cuando fue designado como Secretario de Trabajo y Previsión Social, fotos de manifestaciones de apoyo a Perón frente a la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, fotos de publicidades con los cambios en las condiciones de los trabajadores rurales gracias a la sanción del Estatuto del Peón Rural, la crónica del 17 de octubre realizada por Scalabrini Ortiz, las “denuncias” de Perón a los vínculos de la Unión Democrática con la embajada de Estados Unidos. Presentan el proyecto económico del peronismo como aquel que “se apoyaba en el desarrollo industrial como herramienta fundamental para la independencia económica”, la intervención social del peronismo en materia económica fundando el “estado de bienestar” y del estado planificador. Ilustran la etapa y como ejemplos de bonanza las imágenes de los nuevos destinos turísticos, como Mar del Plata, gracias al aumento de salarios y vacaciones pagas. Obviamente la presentan a Eva Duarte de Perón como artífice del voto femenino. El golpe del ’55 es presentando como producto de la alianza de los sectores poderosos con las clases medias. El Cordobazo (y toda la serie de azos) es narrada como el accionar de “descontentos” porque:
“en un contexto de violencia cada vez mayor, crecieron y se multiplicaron los grupos armados, las guerrillas. Ante la falta de espacios para la expresión política por los canales clásicos, los sectores populares y medios de la sociedad que se oponían a la dictadura militar buscaron formas alternativas de organización que permitiera la manifestación política”[vii]
Claro está, al mencionar a la izquierda solo existe la izquierda peronista y como vemos tiene una función institucionalista. Tangencialmente a la hora de explicar el accionar del terrorismo de estado van a dar cuenta de la existencia de “guerrillas que tenían como modelo la Revolución Cubana u otras experiencias alternativas al capitalismo”[viii]
Como no puede faltar en la construcción del relato, van a señalar la complicidad de parte de la prensa en la guerra de Malvinas y de la campaña nacionalista en favor de la dictadura. La dictadura cae como producto de los clamores populares que buscaban la vuelta de la democracia; el rol de la clase obrera en ese proceso previo a la guerra de Malvinas, son olvidados de un plumazo. Durante el menemismo, acorde con la teoría posmoderna, los piquetes y cortes de ruta aparecen como “las novedosas formas que asumió la resistencia popular en los años del neoliberalismo”. Obviamente la conquista y la reconstrucción es gracias a nuevas políticas “con nuevos y viejos partidos políticos y con la alta participación de organizaciones sociales y de la juventud”. Néstor, Lula, Evo, Chávez forman parte de los reconstructores. Las imágenes del manual son elocuentes: Néstor abrazando a Hebe de Bonafini, la foto del Gral. Bendini bajando el cuadro de Videla, Néstor con Chávez, Néstor traspasándole el mando a Cristina. El crecimiento con inclusión social, la AUH, el PROCREAR, la Ley de Matrimonio Igualitario, el voto optativo para jóvenes son los hitos de la política que llevaron a “chocar con las corporaciones”. El crecimiento de la militancia y de la organización popular es graficada con una foto de La Cámpora y concluye: “hoy gracias al proceso abierto en 2003, la Argentina vuelve a tener un lugar en el mundo, pero ya no basada en el sometimiento, sino en mantener con firmeza las banderas de la soberanía política e independencia económica”.[ix]
El manual de Política y Ciudadanía también resulta funcional a la construcción del relato kirchnerista. Las imágenes son elocuentes: Aerolíneas Argentinas en la unidad de soberanía; junto al voto femenino (graficado con la imagen de Eva en el hospital votando) el voto joven; la participación organizada a través de movimiento sociales, el PROGRESAR como ejemplo de política garante de derechos, el terrorismo de Estado como negación del Estado de derecho y, una vez más, Néstor bajando el cuadro de Videla junto a Bendini en Casa Rosada. La educación como derecho entendiendo que el menemismo la concibió como un servicio y la imagen que ilustra ese capítulo es la del Plan Fines. El peronismo como artífice de derechos para los trabajadores, la oposición de los desocupados “piqueteros” de los que eligieron formas de economía social y su función en la etapa K de la reconstrucción como administradores de políticas sociales, la ley de identidad de género como derecho de segunda generación garantizado por el kirchnerismo.
Como vemos, los manuales del FINES poco tienen que envidiarles a las cartillas de la CREAR. En el manual de Política y Ciudadanía la construcción del relato es clara y transparente. La versión narrada de la historia argentina tampoco deja ninguna duda. La historia argentina leída en clave peronista y el kirchnerismo ubicado en esa tradición como superador.
Ellos o nosotros
Como puede verse, el personal político, cualquiera sea su signo y color, buscan servirse del sistema educativo no solo como el agente de socialización burgués sino para que esa maquinaria construya, además, su propio partido político. Todo el tiempo su ideología se mete en nuestras cabezas. Cuando Acuña pareciera horrorizarse olvida su propia historia; cuando los peronistas responden “nada que ver” mienten descaradamente. Ambos luchan por imponer sus ideas de forma más sutil o más burda. La burguesía pretende montar un velo de “neutralidad” escolar para convencernos que la escuela expresa el bien de todos. Sin embargo, son sus ideas las que recorren el currículum y los manuales. Y queda demostrado que a todos les molesta la disputa de quienes pongan en jaque sus mentiras. Algo similar ocurre con los docentes: son buenos mientras me votan y no hagan huelgas. Ambos se miran a través del espejo de doble sentido y nos dejan una lección: ya es hora de que juguemos nuestra propia batalla. La lucha cultural se impone como una necesidad para nosotros y debe tener una importancia tal como una “paritaria de contenidos”. No cualquier contenido sino los nuestros, esos que dejen atrás la ideología y el embrutecimiento que construyen los otros. No podemos cederle la lucha política y cultural a la burguesía. El orgullo docente hoy debe partir del entendimiento del lugar que ocupa como el sector más ilustrado del proletariado y, en ese cambio, reflexionar sobre qué educación necesita la clase obrera en su camino al socialismo porque esa es una historia que aún aguarda ser escrita.
[i]El País, 30/6/1997. Disponible online en: https://elpais.com/diario/1997/06/30/agenda/867621601_850215.html
[ii]Ministerio de Cultura y Educación-Dirección Nacional de Educación del Adulto: Bases de la Campaña de Reactivación Educativa de Adultos para la Reconstrucción, Buenos Aires, 1974, p. 1.
[iii]Idem, p. 51.
[iv]Idem, p. 65.
[v]Idem, p. 66. En otro lugar, sugerían examinar el siguiente texto: “Con su líder los “descamisados” enterraron en el pasado los viejos conceptos de un capitalismo egoísta y explotador, que fundaba su bienestar en la miseria del pueblo … Descamisado es la interpretación de los sentimientos del pueblo mismo”.
[vi]Ministerio de Educación: Historia y op. cit, p. 72.
[vii]Idem, p. 142.
[viii]Idem, p. 146.
[ix]Idem, p. 197.
«El proceso llega a su cúlmine con la instauración de una oficina de la CIDE en el Ministerio de Educación…» Sería conveniente aclarar que al referirse a proceso, se habla del «Proceso de Reorganización Nacional» o Dictadura cívico militar eclesiástica 76/83. Y no creo que sea correcto «CIDE» si se están refiriendo a la SIDE (Servicios de Inteligencia del Estado).