Rosa Luxemburgo nació en 1871 en un hogar judío de Zamosc en la Polonia rusa. Durante su infancia, su familia se muda a Varsovia. Allí, Rosa cursa sus estudios secundarios e inicia su vida política. Debido estas actividades, se le niega al egresar del Gimnasium la medalla de oro que por mérito le correspondía. Se une a Proletariat, una organización entonces muy debilitada por la represión zarista. La misma, si bien aceptaba el terrorismo, priorizaba la conquista de bases obreras y otorgaba a la actividad huelguística un lugar preponderante.
Por su actividad política Rosa debe emigrar a Suiza. Tras cruzar la frontera escondida en una carreta de heno, cursa estudios universitarios en Zurich. Obtiene un doctorado en leyes con una tesis sobre la evolución de los procesos de trabajo en Polonia. Con ella demuestra que no existía base económica para un independentismo polaco.2 En Suiza también entra en contacto con un grupo de emigrados polacos, entre ellos Leo Jogiches, quien será por muchos años su compañero. Ambos fundan el Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia (SDKP), luego Partido Socialdemócrata del Renio de Polonia y Lituania (SDKPiL). Rosa es su principal figura teórica. Jogiches, el organizador. Esta colaboración política y esta división de tareas se mantendrán durante toda la vida, pese a la ruptura de su vínculo sentimental en 1907. Merced al mandato de su partido polaco, Rosa participa de distintos congresos socialistas internacionales.
En 1898 mediante un matrimonio falso obtiene la ciudadanía alemana y se muda a Berlín. Se incorpora al partido socialdemócrata alemán (SPD). Traba amistad con algunos de sus dirigentes, en especial con Kautsky y su familia. Le proponen trabajar en la sección femenina del partido. Rosa rechaza esto y, en cambio, se ofrece para realizar propaganda socialdemócrata entre los mineros polacos de Silesia. Su labor se refleja en las elecciones y su tarea es reconocida por la dirección partidaria.
A nivel teórico su primera contribución de importancia en Alemania es su intervención en la disputa revisionista. Eduard Bernstein había publicado un conjunto de artículos negando tanto la posibilidad de nuevas crisis del capitalismo como la irrupción de nuevas guerras. Creía que el capitalismo mejoraba las condiciones de vida de los trabajadores y que, por ello, la socialdemocracia debía concentrarse en las mejoras graduales y olvidarse del fin último –el socialismo–. En respuesta a esto, entre 1898 y 1899 Rosa escribe dos series de artículos reunidos un año más tarde en un volumen titulado ¿Reforma o revolución? Desde entonces, Rosa no será solo una voz autorizada en lo referente a la cuestión polaca, sino una teórica reconocida dentro de las filas de la socialdemocracia alemana.
A principios del siglo veinte Rosa es la figura más prominente del ala radical de la socialdemocracia alemana. Inicia una campaña a favor de la huelga de masas que tiene su punto más alto en el Congreso de Jena de 1905. Sus discursos en pro de la huelga de masas la hacen merecedora de su primera estadía en las cárceles germanas. Tras el Congreso de Jena, en un giro izquierdista del partido pasa a la mesa de redacción de Vorwärts. Pero, en medio de la primera Revolución Rusa, pese a advertencias de amigos y camaradas que intentaron disuadirla, parte hacia Varsovia. La experiencia rusa tiene un profundo impacto en su pensamiento. Rosa refiere a esta época como los días más felices de su vida. Llega a Varsovia cuando el punto culminante de la revolución ya había pasado, aunque ese hecho no fuera evidente entonces para los protagonistas. Es apresada junto a Jogiches en 1906.
Tras su liberación se dirige a Finlandia, donde escribe Huelga de masas… De regreso en Alemania, tras su participación en el Congreso de Sttutgart de 1907 Rosa Luxemburgo comienza a dictar clases en la escuela de cuadros del partido. Sus estudiantes, incluso varios de sus futuros adversarios políticos, elogian su estilo de enseñanza dinámico y desacartonado. Producto de esta actividad escribe Introducción a la economía política y La acumulación del capital.
Junto a Liebknecht y otros camaradas conforma el grupo internacional, luego conocido como Liga Espartaquista, que se opone a la Primera Guerra Mundial. Su campaña contra la guerra le vale nuevas estadías en las cárceles germanas. En el proceso judicial enfrenta a sus jueces. Acusa a sus acusadores. Reconoce los actos que se le imputan y los reivindica como parte de la lucha por el socialismo, contra el capitalismo que conducía a la humanidad a una matanza absurda.
De su última detención es liberada a inicios de noviembre de 1918 como consecuencia de la revolución alemana. Todos los testimonios concuerdan en que este último período de cautiverio ocasiona un fuerte deterioro de su salud. Al recobrar su libertad pasa en forma directa de la cárcel a la agitada vida revolucionaria. No tiene ocasión de recuperar su salud.
A fines de diciembre de 1918 los espartaquistas más otros grupos fundan el Partido Comunista de Alemania (KPD). Rosa toma a su cargo la edición de Rote Fahne (Bandera roja), el periódico del partido. Sus biógrafos coinciden en que al producirse la insurrección en Berlín en enero de 1919 ella inicialmente la desaconseja, pero que apoya el movimiento una vez que este se ha desencadenado. Cuando la insurrección es derrotada, al igual que Karl Liebknecht, se niega a escapar de Berlín, pese a la cacería de revolucionarios que las tropas socialdemócratas despliegan en la ciudad. Bajo estas circunstancias, insiste en desarrollar en persona el trabajo de edición y propaganda. La noche del 15 de enero de 1919 Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht son arrestados por tropas comandadas por la socialdemocracia. Ambos son ejecutados. El cuerpo de Liebknecht fue abandonado sin nombre en la morgue y el de Rosa arrojado al río. Recién fue recogido e identificado en junio de 1919.
[…] Rosa rechazaba las lecturas dogmáticas. Su temprano cuestionamiento de Kautsky y la denuncia de su conservadurismo se deben a la independencia intelectual de esta mujer extraordinaria. No tomaba al marxismo como una religión. Recuperaba, en cambio, su método, el énfasis en la totalidad para conocer nuevas realidades.189 No creía que todo estuviera resuelto por Marx, Engels o Kautsky y que bastara con aplicar sus fórmulas para desarrollar una política revolucionaria. Tampoco daba por buena ninguna conclusión, debido al apellido de su autor. La obra de Marx o de Engels, no era para ella palabra santa, exenta de evaluación. Sin esta actitud crítica hacia las “autoridades”, no hubiera podido cuestionar los prejuicios más absurdos y arraigados de la socialdemocracia alemana. Por ello, con todos sus aciertos y todos sus errores, leer a Rosa Luxemburgo es la vivificante experiencia de leer a uno de los grandes científicos de la revolución.»
Tomado del prólogo de Marina Kabat a «Espontanedidad y acción. Debates sobre la huelga de masas, la revolución y el partido» de Rosa Luxembugo (Ediciones Ryr, 2015).
Para quienes quieran profundizar en el conocimiento de su obra, dejamos algunos textos que publicamos en Razón y Revolución.
«Rosa Luxemburgo, el rol de las masas y la organización en los procesos revolucionarios», artículo de Marina Kabat publicado en El Aromo Nº 87:
http://razonyrevolucion.org/rosa-luxemburgo-el-rol-de-las-…/
«El debate de la huelga de masas hasta la Revolución Rusa de 1905», artículo de Marina Kabat publicado en El Aromo Nº 83:
http://razonyrevolucion.org/el-debate-de-la-huelga-de-masa…/
Empezá a leer «Espontaneidad y acción. Debates sobre la huelga de masas, la revolución y el partido» de Rosa Luxemburgo:
http://razonyrevolucion.org/espontaneidad-y-accion-rosa-lu…/
«Qué es la economía» por Rosa Luxemburgo en El Aromo Nº 44:
http://razonyrevolucion.org/clasico-piquetero-que-es-la-ec…/
«El FIT y las lecciones de Rosa Luxemburgo – Debate con José Castillo y Jorge Altamira», en El Aromo Nº 88:
http://razonyrevolucion.org/el-fit-y-las-lecciones-de-rosa…/