Entre el 31 de noviembre y el 7 de diciembre un conjunto de organizaciones de izquierda (Comunismo Revolucionario, PSTU, Democracia Obrera, Izquierda Revolucionaria, NMAS, MST, COB La Brecha, Convergencia Socialista, PRC, las fuerzas del FIT y Razón y Revolución) participó de una serie de reuniones con el fin de organizar la marcha del 20 de diciembre, convocadas por la dirección del sindicato del neumático. Las mismas tuvieron la particularidad de que los representantes de los principales partidos de izquierda intervinieron en calidad de dirigentes de fuerzas sindicales. Esta situación respondió al tipo de convocatoria que hizo el SUTNA.
Como se suponía, la posición del PO era la de que el carácter de la marcha debía tener como eje la convocatoria del clasismo (SUTNA), con predominancia sindical. La lógica es sencilla: como PO, ahora, conduce más sindicatos, comisiones internas y cuerpos de delegados que otros partidos, luego, al distribuir los lugares en las columnas y al efectuar la repartija de oradores, acapararía mayor cantidad de representantes, en particular, el cierre. En otras palabras, una forma de contrarrestar el resultado de las PASO, que otorgaron, hasta el acto de Atlanta, la primacía al PTS. Izquierda Socialista se limitó a secundar al PO.
Esto pareciera inaugurar una oposición “electoralismo” vs “clasismo”, pero, en el documento que presentó el SUTNA inicialmente, la delimitación del kirchnerismo, elemento clave para medir el grado de ese “clasismo”, sólo aparece en dos ocasiones de forma muy larvada (el ajuste de “los gobernadores provinciales”; el kirchnerismo como sostenedor del impuesto al salario). Por otra parte, y en línea con este “clasismo” lavado, la caracterización política del 20 de diciembre y del proceso abierto a partir de allí está ausente.
El PTS planteó la organización de una marcha que fuera convocada no sólo por organizaciones sindicales, sino también de DDHH, de la mujer y partidos de izquierda “en fusión con el movimiento obrero”. No se pretendía cambiar el tono de convocatoria, solamente sumar otro tipo de organizaciones, cuyo resultado sería un “clasismo” más lavado aún. Aquí también, la discusión sobre el carácter de la marcha oculta la disputa por los espacios: los oradores no deberían distribuirse por cantidad de conducciones sindicales, sino por corrientes, agrupaciones, etc. Paradójicamente, en un cambio abrupto con posiciones anteriores, el PTS señaló además que el documento debía decir explícitamente que el kirchnerismo cogobierna en la política de ajuste con el macrismo. En definitiva, el PTS quiere discutir en términos “políticos” y “partidarios” la convocatoria porque, de ese modo, contrarrestaría el desequilibrio a favor del PO en el movimiento obrero.
Como puede ver cualquiera que tenga memoria, lo único novedoso de estos encuentros es la inversión de posiciones sin explicación alguna: los ayer pro-kirchneristas (NMAS, PTS, etc.), partidarios de no delimitarse claramente de los derrotados por Macri, hoy exigen delimitaciones tajantes, mientras sus contrincantes (PO, IS) limitan seriamente cualquier demarcación explícita; los ayer defensores a ultranza de la primacía de los representantes sindicales (PTS), ahora enfatizan el elemento “político” de la discusión, mientras el PO toma la posición inversa. Este intercambio de lugares no responde a ninguna evaluación política seria. Simplemente tiende a expresar la continuidad de la interna del FIT, que pone en peligro una convocatoria verdaderamente masiva y que demuestra que Atlanta no sirvió para nada.
Finalmente, nuestra intervención consistió en saludar al SUTNA por la iniciativa, pero señalando que el Argentinazo es un hecho político, que excede el terreno sindical. En ese sentido, la convocatoria debería ser política y apuntar al corazón del poder político del Estado, colocando nuevamente consignas que expresen esa lucha, como el “que se vayan todos” y una salida socialista a la crisis. Por otra parte, remarcamos que no había balance ni caracterización del kirchnerismo como agente de contención de las masas vía represión y cooptación, y que, por lo tanto, la delimitación era muy pobre y circunscripta a la complicidad en el asunto del impuesto al salario (argumento que, habida cuenta el proyecto que se aprobó en la Cámara de Diputados a instancias de Massa y Kiciloff, quedó ya descolocado). Por último, defendimos la idea de que siendo una marcha que debería tener un carácter político, son los partidos los que tendrían que aparecer como convocantes y que el Frente de Izquierda es la mejor herramienta a tal fin. Obviamente, no fuimos escuchados.
Llamamos a todas las organizaciones de izquierda a convocar, por dentro o por fuera del acuerdo organizativo, a un gran acto conjunto el 20 de diciembre. No importa quién hable, abra o cierre. Lo importante es la masividad de la concentración, que se transformará, en sí misma, en una asamblea de hecho mediante el intercambio de volantes, periódicos, pronunciamientos y discursos. Tal vez así, desde abajo, se encuentre un camino para relanzar el FIT o construir otra herramienta que lo supere.
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Por un congreso de militantes del conjunto de la izquierda revolucionaria para diseñar un plan de lucha común y un camino de unidad organizativa
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Que se vayan todos
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Por una salida socialista a la crisis