Director del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales
Marx
Ya había sucedido antes, así que la maniobra no puede sorprender a nadie. Lo que sorprende un poco, ya no tanto, es que aquellos que se especializaron en descubrirla en el enemigo, en los “monopolios” y la “derecha”, sean hoy sus principales practicantes. En efecto, citas como las del acápite afirman sencillamente que Mariano era nada más y nada menos que un idiota útil de aquellos a los que se supone que el kirchnerismo combate. En los mismos términos se expresó un cura, Eduardo de la Serna, del Movimiento de Sacerdotes en Opción por los Pobres:
“La izquierda, como siempre, grita, protesta, y se levanta, buscando muertos por los que después “llorar” y reclamar levantando también ellos sus banderas. Obvio: ‘el muerto’ queda allí, en el medio, mientras los impolutos reclaman justicia y exigen que se calme el dolor interminable de los muertos que ellos mismos –quizás– provocaron.” (2)
Cuando no se sabe qué decir, nunca viene mal una cortina de humo. Tapa, desdibuja, difumina. Cubre la retirada. Los intelectuales kirchneristas han hecho uso y abuso de este recurso. En particular, los de Miradas al Sur. Así, Jorge Giles carga las tintas sobre el “uso político” del cadáver y cuestiona a Pino Solanas por ponerse del lado de Clarín y participar de los almuerzos de Mirta Legrand. No recuerda, parece, las excelentes relaciones del kirchnerismo con el diario hasta el conflicto del campo ni que el propio matrimonio fue invitado especial de la señora, en un almuerzo “a solas”. Eduardo Blaustein, por su parte, destaca el sugestivo silencio del diario de la trompetita en el asunto Kosteki-Santillán y sus ahora “llamativos gritos”, como si eso tuviera algo que ver con el asesinato de Ferreyra.
El Señor del Humo, sin embargo, es Ricardo Forster. Puesto a señalar las causas del problema, enumera:
“Sindicalistas canallas, empresarios explotadores, un sistema que perpetúa la precarización laboral, medios de comunicación que de una manera cínica presentan como héroes y virtuosos a aquellos que, ayer nomás, mostraban como violentos piqueteros que amenazaban la paz social y a los que había que poner un límite. Políticos de la oposición que buscan montarse sobre la muerte de Mariano para engrosar sus posibilidades electorales apelando a una retórica impúdica e hipócrita. Marcas y señales de un momento difícil para la democracia, de un momento que nos recuerda la fragilidad de la que todavía no alcanzamos a salir pese a lo mucho que se viene haciendo desde 2003.”(8)
Por supuesto, Pedraza es una basura, pero “Hugo Moyano, con su historia a cuestas (una historia marcada también por los dramas argentinos) no es Pedraza”. Moyano dio la pelea contra el neoliberalismo y Pedraza no. Dicho de otra manera, la oposición circunstancial a un gobierno y el apoyo, no menos circunstancial a otro, alcanzan para borrar la “historia a cuestas”. Es más, salió “a dar la pelea contra el neoliberalismo que traía dentro suyo lo que terminaría por habilitar el asesinato de Mariano: precarización laboral, flexibilización, contratos basura, sobreexplotación, desocupación”. Como si el gobierno Kirchner ya hubiera eliminado tales males. Claro que, cuando llegamos a este punto, empezamos con las excusas. El gobierno tuvo hasta hora uno de “sus grandes logros” en el negarse “a reprimir cualquier protesta social”. Se ve que no se enteró de lo del Casino, del amigo (de Kirchner) Cristóbal López o que no mira la televisión, porque podría haberse enterado de la represión a los estudiantes de Sociales en el Ministerio de educación un par de días antes del episodio de Barracas. Pero no, para él, el gobierno impidió “que las fuerzas policiales fuesen armadas a las movilizaciones”. Es obvio que Forster hace rato no se da una vuelta por el país real… Como parece que alguna culpa le cabe, le adjudica al gobierno “la responsabilidad de una policía federal siempre sospechada”. Puesto en sincero, el pobre Forster no se da cuenta en qué medida va desandando el argumento que esbozó al principio, porque
”También, y en no menor medida, le cabe la responsabilidad de haber permitido la continuidad de prácticas empresariales que se benefician de subsidios estatales para prestar servicios impresentables y paupérrimos al mismo tiempo que hacen pingües negocios con los trabajadores tercerizados a los que sobreexplotan. Le cabe también la responsabilidad de poner en discusión la política de transportes y, fundamentalmente, la de los ferrocarriles, uno de los sectores más dañados por el neoliberalismo de los ‘90 y sobre los que se siguen perpetuando sus grandes beneficiarios (Pedraza entre ellos).”
Otra vez, se le queda siempre en el tintero que en el Belgrano Cargas, el propio Moyano coparticipa de la propiedad a través del Sindicato de camioneros, junto con capitales chinos y dos empresarios a los que muchos intelectuales kirchneristas gustan asociar con el Proceso: Macri y Roggio. Pero bueno, no le pidamos tanto. Cierra su alegato con un tema que se ha puesto de moda en estos días, en los que se supone que tanta gente ha salido a despedir al hombre fuerte muerto súbitamente: el retorno de los jóvenes a la militancia. Parece que Forster no estuvo en la Argentina durante el Argentinazo o que cree que semejante hecho fue protagonizado por gerontes. Parece también no captar que el jóven muerto lo fue por las políticas que él mismo le recrimina al gobierno por no haberlas aplicado.
III. El Nuevo Evangelio según el Escriba Progre
Por uno de esos azares de la historia, la mejor forma de sepultar el cadáver de Mariano resultó ser, por lo menos hasta ahora, taparlo con el del máximo responsable político de la Argentina que manejaba a placer el ahora fallecido Néstor Kirchner. En efecto, la transformación de Néstor en Jesús, que se sacrificó por el género humano, es una maniobra que tiene mucho para dar. Repudiando el hecho de que la muerte no embellece a nadie, la divinización de Kirchner permite reescribir la historia pasada, en tanto un Nuevo Evangelio viene a resignificar todo testamento anterior.
La divinización de Kirchner requiere también de la purificación de sus apóstoles. El escriba colectivo del Nuevo Evangelio acaba de descubrir que Moyano no es Pedraza. Ahora resulta que el pobre Hugo vive bajo cartones en la villa 1-11-14, se asusta cuando ve sangre y acaba de organizar una guerrilla comunista en el Impenetrable. En el Nuevo Evangelio, el camionero se transmuta, sucesivamente, en San Francisco de Asís, Mahatma Gandhi y el Che Guevara. El diligente acólito del nuevo Cristo, se “olvida” de explicar la fortuna personal del hombre que creó una verdadera dinastía familiar sindical. Tampoco se acuerda ya nadie del caso Beroiz.
Quien mejor ha desarrollado la idea no es otro que el “filósofo” José Pablo Feinmann, en la contratapa de Página/12.(11) No es la primera vez que la expone, aunque no crea que por ello la presentación ha mejorado algo. En este caso, trae a propósito un debate norteamericano sobre republicanos y demócratas y extrae de allí la conclusión de que es mejor alguien que te decepciona antes que un enemigo mortal. Luego, hay que votar a los demócratas antes que a los republicanos. A Feinmann no se le ocurre que Obama perdió precisamente porque la decepción consistió en su política objetivamente republicana. No se le ocurre que Néstor Kirchner perdió las últimas elecciones porque el panorama social en Argentina hoy no es demasiado distinto del menemismo. A renglón seguido ejemplifica con el ERP, demostrando que la sutileza no es lo suyo: como el PRT (al que, para extremar aún más la cosa prefiere reemplazar con su brazo armado) no apoyó a Cámpora, vinieron los milicos. En el camino se olvidó de la Masacre de Ezeiza, de la Triple A, de la reconstrucción de la burocracia sindical por Perón, etc., etc. Luego, el filósofo que se tragó todos los matices y los procesa a la manera kirchnerista, es decir, intestinalmente y con estruendo, concluye de allí que, desde La Naciónhasta el Partido Obrero, pasando por Carrió, el radicalismo, Binner y tutti cuanti, son el equivalente actual del ERP, cuya mayor felicidad consistiría, se deduce, en el retorno de los uniformados. Y este señor se titula filósofo…
Desmontó un cuadro, armó una verdadera teleraña judicial, otorgó aumentos nominales, redistribuyó miseria y, sobre todo, cargos públicos y pauta publicitaria. Con eso alcanzó. El resto lo hizo la soja. Es decir, se hubiera producido con cualquier presidente en el gobierno, incluso con De la Rúa. Con eso alcanzó. Lo que más molesta de la afiliación kirchnerista de los intelectuales progres es la falta de pudor con la que son capaces de perdonar todo por tan poco, y la forma en que, con ese mismo gesto, enlodan la palabra “izquierda” y lo que a ella va asociado. Cualquier tontería es una “revolución”, podemos velar a un apaleador de obreros bajo el cuadro del Che, a pagar la deuda puntualmente le llamamos “anti-imperialismo”, una cooperativa que esconde la tercerización de los trabajadores resulta una semilla “socialista”, etc. etc.
Ya imagino a algún idiota poniendo cara de astuto y de “con esta te maté”, preguntando por qué no me ocupo de los intelectuales de derecha. ¿No será que yo también estoy, como buen idiota útil, al lado de Alvaro Abós y sus vientos bíblicos(12), de Jorge Fernández Díaz y sus instrucciones para armar un polvorín(13), o de Pepe Eliashev, que aprovecha el asunto para criticar a los obreros de Terrabussi, a los médicos municipales, a los maestros y hasta aquellos gremios que tienen el tupé de pedir la “jubilación a los 50”? (14) Póngame, lector, donde Ud. quiera, pero lo cierto es que, yo al menos, no espero nada distinto de esa gente. Seré ingenuo, pero de la otra sí. De la otra esperaba un gesto, una palabra, un ¡basta!, un ¡me cansé de la mentira! Algo que Mariano, que no era ningún boludo sino un militante muy consciente y con un conocimiento de la vida social muy superior a la de aquellos que aquí examinanos, había concluido hace mucho, desde que a sus catorce años participó de aquella desgraciada jornada de Puente Pueyrredón.
Esperaba que esa gente tuviera como límite ése que señalaba Forster en el texto que aquí criticamos. “El límite infranqueable es el de la violencia”, dijo alguien que también se pretende filósofo. No parece. Cuando se transforma a la burocracia cegetista en un puntal de la vida civilizada, parece más bien que nos estamos preparando sicológicamente para tolerar cosas peores. No alcanzó con López, ni con Fuentealba. No alcanza con Mariano. Siempre hay algo más. Y es lógico: intelectuales que no ven ninguna relación entre la política kirchnerista, entre su naturaleza de clase, y los 200 chicos muertos de hambre que, con una hipocresía propia de estos tiempos, “denuncia” el propio gobernador (K) de la provincia; intelectuales que no ven allí una violencia superior a cualquier hecho político de la historia argentina, indudablemente ya están lo suficientemente anestesiados para muchas otras cosas. Suele suceder eso con la fracción social a la que pertenecen, la pequeña burguesía. Pedirles que abandonen sus ilusiones sería pedirles que abandonaran una condición que exige tener ilusiones.
Notas:
(3) Dicho sea de paso, esta degradación de la prensa kirchnerista viene de hace rato. Véase si no, el partidismo burdo de Contraeditorial desde que la dirige Diego Rojas.
(4) Tiempo Argentino, 24 de Octubre de 2010.
(5) http://sur.elargentino.com/notas/%C2%BFquien-mato-mariano
(6) Página/12, 23/10/10
(7) Ibid.
(8) BAE, 26/10/10
(9) Página/12, 24/10/10
(10) Véase entrevista en Newsweek, 4/11/10
(11) Página/12, 24/10/10
(12) La Nacion, Viernes 22 de octubre de 2010
(13) La Nacion, Viernes 22 de octubre de 2010
(14) Perfil, 24/10/10