Un fantasma acecha a los republicanos – Por Charlie Post

en El Aromo nº 87

1-donald-trump-duct-tape-31214Sobre el ascenso de Donad Trump

Como viene sucediendo una y otra vez desde la década de 1930, la “amenaza de la extrema derecha” servirá como excusa para abrazar al “mal menor”. Desafortunadamente, esto tendrá el mismo efecto que ha tenido por casi 80 años: desmovilizar a los trabajadores y movimientos sociales, subordinando nuestras políticas a la derecha demócrata y dejando a la extrema derecha como la oposición más visible al capital.

Por Charlie Post (Colaborador)

Un fantasma recorre al Partido Republicano de EE.UU. A diferencia de la década de 1980, el fantasma no es el “comunismo” y la “amenaza soviética”. Tampoco es el “Islam radical” y el “terrorismo”. Es Donald Trump. El autoproclamado multimillonario “hecho a sí mismo” -de hecho es uno de los hombres de negocios más fracasado en la memoria reciente- ha resurgido como el favorito de una carrera demasiado concurrida por la nominación presidencial republicana del 2016. Su increíble popularidad entre el republicano medio -predominantemente suburbano (y ex-urbano), profesionales de clase media blanca, los gerentes y los pequeños empresarios, y una minoría de blancos trabajadores- brota de su xenofobia abierta. Sus llamados a las deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados, en particular la de los “violadores y criminales” de México, hace eco en los miedos y las angustias en un sector amplio y representativo de las clases medias blancas. El racismo flagrante de Trump (que en los EE.UU. se dirige a las personas de color norteamericanas, así como los inmigrantes) y la misoginia, hacen de él un consumado “anti-político” -un “hombre del pueblo” con un discurso desafiante que restablecerá la grandeza americana-.

El auge de Donald Trump creó pánico entre los republicanos del “establishment”. El ascenso de los “Súper PACs”, que permiten a un pequeño número de individuos gastar cantidades ilimitadas de dinero a favor de un candidato, ha hecho de Trump un candidato viable. Es por eso que el “establishment” republicano está tratando de movilizar todos sus recursos para bloquear la candidatura de Trump. Aparecieron anuncios acusando a su campaña de ser “inelegible” debido a sus “puntos de vista extremistas” y de ser un “liberal cerrado” que una vez apoyó el derecho al aborto y un programa nacional único de seguros de salud.[1]

Mientras la mayor parte de la discusión en los medios de comunicación se centra en el “extremismo” de Trump y su condición de “inelegible”, en la izquierda deberíamos ser un poco más escépticos. Después de todo, Ronald Reagan en 1980 parecía estar bien a la derecha de la “corriente principal” de la política de EE.UU. y resultó ser eminentemente elegible. Dos comentaristas de izquierda, Harrison Fluss y Stanley Aronowitz[2], ofrecen dos posturas diferentes frente a Trump. Para Aronowitz, expone el papel del gran dinero en la política burguesa de EE.UU. Trump “deja salir al gato fuera de la bolsa sobre algo que el sistema político ha disimulado más de un siglo”, socavando la legitimidad de la democracia representativa en América. En cambio, Fluss ve a Trump como la “fruta podrida de la clase gobernante de EE.UU”, cuyas ideas no son aberraciones de la corriente principal de la política convencional.

Ambas interpretaciones contienen algo de verdad. Por un lado, la capacidad de Trump y varios Súper PACs de gastar cantidades ilimitadas de dinero en su campaña permite a los pequeños grupos de contribuyentes ricos, y marginales políticamente, sesgar la arena electoral en formas que socavan la hegemonía política e ideológica capitalista.[3] Por otro lado, la acumulación capitalista sin freno y la competencia han llevado a la disminución de los niveles de vida y a una mayor inseguridad, no sólo para los trabajadores, sino también a los segmentos de las clases medias. En ausencia de una izquierda viable o un movimiento laboral, la precariedad que estos grupos enfrentan los posiciona en un lugar abierto a los llamamientos de la derecha demagógica y populista como los de Donald Trump.

Sin embargo, ninguno de estos análisis llega a profundizar lo que hace tan atractiva a la candidatura de Trump para las capas de la clase media blanca trabajadora y tan aterradora al “establishment” republicano. En pocas palabras, Trump (junto con otros candidatos alineados con el Tea Party como Carson y Cruz) no representa ningún segmento de la clase capitalista en los EE.UU.[4] Aunque que su hostilidad hacia los sindicatos y el apoyo a una austeridad brutal y a la baja de impuestos a las empresas coincide con la corriente principal de la opinión capitalista en los EE.UU., ha chocado con el capital sobre su voluntad de bajarle la cortina al Gobierno Federal, poniendo en peligro el crédito del Estado y el capital norteamericano, y sobre el tema de la migración.

En 2014, la Cámara de Comercio de EE.UU. gastó decenas de millones en derrotar a los candidatos del Tea Party en las primarias para congresales del Partido Republicano en todo el país. Si bien la mayoría de ellos fueron derrotados en 2014, un número suficiente regresó a la Cámara de Representantes del Congreso Nacional para intentar desplazar a John Boehner (representante de Ohio) de su cargo de Presidente de esa Cámara, por su falta de voluntad para tolerar otra crisis por el aumento del techo de la deuda federal en un intento de recortar la financiación a la organización Planned Parenthood[5], las pensiones de Medicare y Veteranos.

Es probable que la Cámara de Comercio –que representa un amplio sector de las medianas y grandes empresas- y la Mesa Redonda de Negocios[6] -que representa a los negocios mayores y corporaciones trasnacionales- intenten aislar a Trump y a los candidatos del Tea Party a favor de Jeb Bush en 2016. Si eso no funciona, muchos de los capitalistas que apoyan hoy a Bush se sentirán muy a gusto con la candidata demócrata líder, Hillary Clinton[7].

La inmigración es un problema muy difícil para los capitalistas en los EE.UU. Está claro que no quieren «fronteras abiertas» con masas de inmigrantes que entren al país legalmente y que puedan obtener rápidamente sus derechos de ciudadanía. Sin embargo, se oponen militantemente a las deportaciones[8] masivas y otras medidas que los priven de una mano de obra barata y flexible. En 2010, la Cámara se unió con la Unión Americana de Libertades Civiles y a la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos para desafiar la ley anti-inmigrante de Arizona (SB 1070), que provocó la huída de miles de inmigrantes con el temor de ser arrestados y deportados. Tanto la Mesa Redonda de Negocios como la Cámara de Comercio de EE.UU. han estado a la vanguardia del apoyo a las reformas de inmigración en el Congreso que garanticen el suministro de trabajadores inmigrantes precarios para el capital estadounidense.[9] Ambos quieren una especie de combinación de más “protección eficaz de las fronteras”, un “camino a la ciudadanía” (uno que es largo y difícil) para los casi 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven hoy en día en los EE.UU., y un programa de trabajadores temporales para los futuros inmigrantes que proporcionarían un oferta de trabajadores sin derechos y sin capacidad para convertirse en residentes permanentes o ciudadanos.

Tanto Trump, como el Tea Party, son un ejemplo de la política radical de la clase media. Atrapados entre una clase obrera desorganizada y una clase capitalista cada vez más rapaz, segmentos de las clases medias -especialmente los blancos suburbanos en los EE.UU.- sienten inseguridad económica y social. Ven a sus medios de vida y posición social amenazada por todos los lados. Al no poder desafiar directamente al capital, partes de las clases medias se sienten atraídas por una política que tiene por chivo expiatorio a los inmigrantes, sindicatos, mujeres, homosexuales y personas de color. La creciente radicalización derechista de la clase media ha impulsado el desarrollo de los partidos populistas de derecha que son independientes de las clases capitalistas en una serie de sociedades capitalistas avanzadas -UKIP en Gran Bretaña, el Frente Nacional en Francia, el Movimiento Cinco Estrellas en Italia, y el Tea Party y Donald Trump en los EE.UU.

Es evidente que esta radicalización de las clases medias -lo que una vez Trotsky definió como “polvo humano”- tiene cierta semejanza con los movimientos clásicos fascistas de los años 1920 y 1930. Ciertamente, los elementos fascistas reales (grupos de supremacía blanca con grupos organizados de lucha callejera) han sido atraídos por el Tea Party y Trump. Sin embargo, ninguno de ellos puede ser descripto como fascista. Buscan ganar poder a través de la política electoral, no abolir las elecciones y el gobierno representativo. Tampoco los capitalistas de los EE.UU., en un futuro previsible, escogerían una opción “fascista”. Como argumentó Clara Zetkin, es “un castigo del proletariado por no llevar a cabo la revolución iniciada en Rusia”.[10] La clase obrera en los EE.UU. y en la mayor parte del mundo capitalista avanzado no ha “dejado de llevar a cabo la revolución”, pero la mayoría ha estado en una continua retirada organizativa y política durante los últimos treinta años.

¿Qué pasará si los republicanos del “establishment” – los representantes de la burguesía- no logran detener a Trump? Los capitalistas tendrán una alternativa al populismo de derecha de Trump -una política de peso, neoliberal, Hillary Clinton. El fantasma de Trump no sólo asusta al “establishment” republicano, sino también a la izquierda norteamericana. Y como viene sucediendo una y otra vez desde la década de 1930, la “amenaza de la extrema derecha” servirá como excusa a la cúpula sindical y el establishment de los grupos liberales de derechos civiles, feministas y LGBTQ para abrazar al “mal menor” y movilizar a los demócratas. Desafortunadamente, abrazar al “mal menor” en el 2016 tendrá el mismo efecto que ha tenido por casi 80 años: desmovilizar a los trabajadores y movimientos sociales, subordinando nuestras políticas a la derecha demócrata y dejando a la extrema derecha como la oposición más visible al capital.


[1]Confessore, Nicholas: “Talk in G.O.P. Turns to a Stop Donald Trump Campaign”, New York Times, 4/11/2015; Trip, Gabriel and Parker , Ashley: “Republican ‘Super PACs’ Turn to TV Ads for High-Stakes Primaries,” New York Times, 25/11/2015.

[2]Fluss, Harrison: “Donald Trump: American Psycho”, en Jacobin, 17/11/2015 [https://goo.gl/EO3T7H]; Aronowitz, Stanley: “The Real Reason Donald Trump Embarrasses The GOP”, en Talking Points Memo, 13/8/2015 [http://goo.gl/f95Wul].

[3]See Neil Davidson’s “Neo-Liberalism as the Agent of Capitalism’s Self Destruction,” Salvage 1 (July 2015) [http://goo.gl/7M9Mqf]

[4]Ver Post, Charlie: “Why the Tea Party?”, en New Politics 53, verano de 20112 [http://goo.gl/KyR0xT] y Post, Charlie: “The Future of the Republican Party”, en Jacobin, 24/12/2014 [https://goo.gl/IcrIym].

[5]Organización dedicada a otorgar prestaciones de salud sexual y reproductiva, sobre todo entre la comunidad latina, que recibe fondos estatales.

[6]Organización empresaria que nuclea las principales empresas estadounidenses.

[7]Los partidarios de Bush ya están contribuyendo con la campaña de Clinton, como una forma de resguardo político. Ver “Hillary Clinton’s Mega-Donors Are Also Funding Jeb Bush”, en The Daily Beast, 4/8/2015 [http://goo.gl/WF9U3y]

[8]US Chamber of Commerce: “U.S. Chamber Urges High Court to Strike Down 2007 Arizona Immigration Law,”, 1/9/2010 [http://goo.gl/bX4x0y]

[9]Ver https://goo.gl/GhcclT y http://goo.gl/sPTpPr

[10]“Fascism”, en Labor Monthly, Agosto de 1923 [http://goo.gl/1NsHP9]

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