1. Uturuncos

en Revista RyR n˚ 10

(El foquismo)

Por Ezequiel Gil Lezama

La primera guerrilla argentina, Uturuncos, que nace al calor de las huelgas contra Frondizi y de la Revolución Cubana. Los años 1958-1959 se viven a la vera de la huelga de los trabajadores del petróleo y de la respuesta a la desnacionalización del frigorífico Lisandro de la Torre. Dicha huelga culmina con una feroz lucha callejera en el barrio porteño de Mataderos y con el encarcelamiento de John W. Cooke, jefe de la resistencia peronista, que quiso convertir aquella acción en una “huelga general revolucionaria”.1 Este es el contexto que va a dar lugar al nacimiento de la izquierda peronista, en especial, de aquella que va a optar por el foquismo.2 Así, a mediados de 1959, un grupo de no más de veinte personas al mando de Enrique Manuel Mena (líder del Estado Mayor del autodenominado Comandos 17 de Octubre) y con el aval político de John William Cooke, se instala en el monte Cochunga, en una zona denominada Puesto de Zárate, en Tucumán, cerca del límite con Catamarca.3 El grupo que sube al monte está dirigido por tres personas con grado de comandante: Franco Lupi, Angel Reinaldo Castro y Juan Carlos Emilio Díaz. Poseen como armamento una escopeta, una ametralladora PAM, una pistola .45 y un revolver 38.

La composición social del grupo es homogénea, predomina la pequeño burguesía urbana (estudiantes universitarios) y sólo hay tres obreros metalúrgicos que provienen de San Martín, Buenos Aires. Los militantes provienen de la JP, de la Alianza Libertadora Nacionalista y del Partido Socialista de la Revolución Nacional.4 La mayoría se define “peronista”, simpatizante de la Revolución Cubana, antinorteamericano y “populista”.5 Por otra parte, la guerrilla es considerada como grupo de avanzada de más de 150 personas, que colaboran con el envío de víveres, de información y en la organización de alianzas con otros sectores políticos (como la que se busca a principios de enero del ’59 con el Partido Comunista, que fracasa porque el partido de Codovilla los caracteriza como “locos o policías”).6

El “Estado Mayor” de Uturuncos, que se da el nombre de “Comandos 17 de Octubre”, está constituido  por Enrique Manuel Mena (quien muere en 1969 siendo delegado de Luz y Fuerza), Carabajal y Abraham Guillén (un excombatiente de la Guerra Civil Española, que además escribió sobre foquismo, pero sosteniendo que en Argentina era más viable la guerrilla urbana que la rural).7 El resto de la guerrilla, en los inicios, se compone por los comandantes ya mencionados y combatientes entre los que figuran Santiago Moya, Juan Silva, Diógenes Romano, Raúl Miranda, “Azúcar” Villafañe, “León” Ibañez y Pedro Anselmo González. Otro grupo estaba al mando de Félix Seravalle (comandante Puma) en Santiago del Estero, compuesto por el “Negro” Uriondo (en aquel entonces tenía 16 años y luego fue diputado nacional), “Anguila” Fernández, el “loco” Perón, el “colorado” Martínez, Chaúd (otro de los adolescentes), el “negro” Cárdenas y Díaz Ruiz (quien fue intendente de Santiago y luego “desaparecido” en Tucumán).

El programa que se da Uturuncos es meramente democrático y reformista. Propone: a: “el retorno a la Patria del General Juan Perón y la devolución del cadáver de la protectora de los humildes, Eva Perón”; b: “rescisión de los contratos económicos–financieros que afectan a la soberanía y dignidad nacional, especialmente los contratos petroleros”; c: “la coexistencia armoniosa y próspera de una industria y comercio florecientes, una clase media profesional y progresista y una masa trabajadora dignificada y partícipe de la riqueza de la Nación (…) una Reforma Agraria para eliminar la oligarquía terrateniente”; d: “establecimiento de un sistema económico–financiero que proteja a la industria y al comercio nacional”; e: “la suscripción de un Emprésitito de Salvación Nacional, donde los trabajadores ofrezcan al gobierno revolucionario dos horas de trabajo suplementario”; g: “La convivencia de todos los argentinos y extranjeros (…) sin discriminación de colores y matices políticos e ideológicos”; h: “recuperar la Tercera Posición pregonada y practicada por el General Perón”.8

Durante el primer mes la guerrilla se mantiene pasiva, es la etapa de preparación, de reconocimiento del terreno, de los preparativos para la lucha. Asimismo, un mes más tarde entran en acción, lo que es juzgado por Díaz como uno de los factores de la rápida caída guerrillera.9 Las primeras acciones son hechas en Concepción, Tucumán, donde incendian una gomería y un depósito de granos, para llamar la atención de los bomberos, con el fin de atacar el cuartel de éstos. Durante noviembre toman los destacamentos policiales de las Banderitas y Alto Verde; en la ciudad de Tucumán, dos días después de aquellos golpes, asaltan el puesto policial del Ferrocarril Mitre, de donde secuestran 4 carabinas .44 y pistolas .45. La versatilidad con la que se mueven los guerrilleros y las acciones en corto tiempo pero en distintos lugares, hacen creer a la prensa y a los sectores castrenses la existencia de varias células guerrilleras que actúan coordinadamente en diversas provincias.10 No obstante, la policía comienza a cercarlos en los montes, por lo cual el grupo que está en el campamento pierde contacto con el Estado Mayor. Sobre finales de noviembre un grupo de no más de 40 policías pasa muy cerca de la base guerrillera, es visto por los guerrilleros, pero deciden no entrar en combate, recoger algunos pertrechos, documentos y buscar escondites. Franco Lupi junto a Angel Castro y otro más se encargan de buscar los escondites, mientras que el grueso de la guerrilla se apresta para trasladar las armas e intentar romper el cerco. La patrulla policial descubre la base y se esconde. Los tres guerrilleros que debían ubicar los escondites se pierden, vuelven por error al campamento donde los está esperando la patrulla que los detiene y tortura hasta que confiesan.11 Las detenciones son recogidas por la prensa, que comenta la aprensión de los “asaltantes de la comisaría de Alto Verde” y la confesión de que “están al mando de un tal ‘comandante Uturunco’”.12 Al día siguiente continúan las detenciones en Concepción y la prensa cuenta las divergencias existentes entre Castro y Díaz, ya mencionadas, basándose en declaraciones de los detenidos: “expresaron que cuando Castro dispuso realizar asaltos, muchos de los que se habína incorporado a la banda desertaron, entre ellos el ya mencionado Uturunco.”13 El senador Alfredo García, en declaraciones a La Prensa señala que “no hay que restarle importancia al episodio (…) puede tratarse de un movimiento con mayores alcances o ramificaciones en otros puntos del país (…) pensar que no puede convertirse (nuestra cordillera) en una Sierra Maestra, es realmente ridículo.”.14 Sin embargo, dos días después de estas declaraciones la policía abandona la idea de que existan más guerrilleros en la montaña y detiene la búsqueda.

Esto permitirá a la guerrilla romper el cerco y bajar a la ciudad. Allí Juan Carlos Emilio Díaz se entrevista con el Estado Mayor y le comunican que debe viajar a Santiago del Estero para dar un golpe efectivo y grande. Al llegar a Santiago del Estero –viajan todos en el Ferrocarril Mitre– se entrevista con Félix Francisco Seravalle (a) Comandante Puma, quien dirigía un pequeño grupo (algunos son adolescentes). Entre los guerrilleros de Tucumán y los proto–guerrilleros de Seravalle suman unas 25 personas. De la idea inicial de atacar la jefatura policial de Santiago del Estero, cambian por un modesto objetivo: el ataque a un destacamento policial de Frías. Para esa acción Mena les consigue ametralladoras, que son trasladadas desde Uruguay por Cooke y cuentan con un camión de Obras Sanitarias, que es conseguido gracias a que Seravalle había trabajado allí antes del golpe de 1955.15

En la noche del 24 de diciembre, el grupo se traslada a Frías, donde van disfrazados con uniformes del ejército y con brazaletes que llevan inscriptos la sigla: MPL (Movimiento Peronista de Liberación). Seravalle (comandante Puma) y Díaz llevan los uniformes de teniente general, por lo que al llegar a la comisaría de Frías, se presentan ante los –a esa altura de la noche– ebrios guardias policiales y les dicen que “una revolución ha triunfado”.16 Apresan a los guardias, se llevan pistolas, revólveres, algunos proyectiles y la suma de $750. Luego del ataque vuelven hacia Tucumán, donde pasan los controles policiales sin molestias, según comenta Díaz, porque la noticia de que una revolución había triunfado evidentemente trasciende a Frías.17 El plan resulta a la perfección: logran dar el golpe sin bajas ni heridos y, además, al día siguiente, ser primera plana de La Prensa. Se emprende la búsqueda del camión de Obras Sanitarias, que es visto cuando cruzaba por el límite entre Catamarca y Tucumán desoyendo la orden de detención de la policía caminera. Por la dirección que lleva el camión surgen conjeturas acertadas que vinculan el asalto de la comisaría de Frías con las acciones en Concepción: “(Se cree) que puedan refugiarse en el lugar donde fueron detenidos tres integrantes del grupo que actuó en El Calao (…)”.Lo curioso de esta vinculación es que Uturuncos no va a ser considerada nunca por la policía y la prensa como una guerrilla rural, sino como un “grupo de asaltantes”, una “gavilla” de “delincuentes adictos al tirano prófugo”.18

El 29 de diciembre es detenido el chofer del camión, Adolfo Pérez Velárdez, cerca de Concepción, con una granada de mano y una pistola .45, quien declarará que: “los integrantes dela banda son 21 individuos jóvenes de Tucumán y Santiago del Estero, adictos al tirano prófugo”. Además dirá que “actúan dos comandantes, uno el ‘capitán Uturunco’ y el otro ‘el capitán Puma’”. 19 Mientras tanto, en el campamento, comienza la rápida caída de Uturuncos, varios ado-lescentes (de 15-16 años) huyen al escuchar a sus padres llorando por la radio, mientras vuelve el cerco policial y sus acciones de rastrillaje en la ciudad logran desbaratar casi toda la base urbana de la guerrilla, por lo que el campamento tiene, ahora, que autoabastecerse y queda virtualmente aislado. El cerco de la policía, nuevamente, se hace intenso en el monte, tanto es así que una patrulla se tirotea con algunos guerrilleros al pasar cerca de donde estaban emboscados éstos, aunque no hay heridos.

Dentro el peronismo se produce una división en torno a Uturuncos. La dirección peronista derrota con apoyo de la mayoría al grupo de Cooke, que sostenía a los guerrilleros. La noticia llega al campamento y rápidamente intensifica la indisciplina, las divergencias de orden táctico–estratégico, políticas, etc.20 El 1º de enero de 1960 cinco integrantes (todos menores), que actúan como les parece, bajan a la ciudad y se entregan. A las pocas horas es detenido Díaz,21 mientras intentaba escapar. Los detenidos informan que “hay un solo mando, cuyo jefe máximo es la persona apodada ‘Uturungo’, y que de él dependen varios subcomandados dirigidos por ‘Alaska’ [en realidad, Alhaja, n. del autor], por el ‘capitán Puma’ y el ‘Moro’”.22 Quedan siete combatientes al mando de Seravalle, que ordena movilizarse y romper el cerco del enemigo. Logran romper el cerco, se refugian en un prostíbulo y luego en una iglesia que forman parte de la red política de Enrique Mena.

A los pocos días de la detención de Díaz, un centenar de policías rodea la base guerrilla el 10 de enero de 1960 y apresa a 3 combatientes que se habían  quedado (a esta altura el grupo ha perdido una dirección y actúa en fracciones);23 por otro lado Seravalle propone volver a la ac-ción liberando a los presos del grupo, pero mientras viaja por Tucumán en colectivo, con docu-mentación falsa, es detenido y juzgado por los tribunales militares del CONINTES (Conmoción Interna del Estado).24 Sobre comienzos de marzo es detenido Mena y 11 personas más en un prostíbulo del barrio 24 de septiembre, Tucumán. Allí la policía secuestra armas, municiones, granadas de fabricación casera y brazaletes con la sigla ELN(Ejército de Liberación Nacional).

Parece fácil de ver, a simple vista y con la información de que disponemos, que toda la aventura ha sido muy mal preparada. Hemos visto que las acciones en Concepción producen las primeras deserciones, entre ellas la de Díaz, el presunto “jefe” de la guerrilla e incluso cuando las cosas se ponen más difíciles a fines de diciembre, el grupo se fractura completamente. Uno de los integrantes del grupo hace énfasis en las diferencias políticas a la hora de explicar el fracaso:

            “Si yo volviera a participar en un grupo guerrillero, propondría antes que nada que una vez con los fusiles en la mano, no habláramos más de política. Esto es importante. Por estar discutiendo, muchos compañeros se negaron a entrenarse (…) y otros no quisieron entender que no se podían alejar del campamento”.25

La falta de preparación para soportar las presiones e incluso la tortura se revela con la facilidad con la que los planes guerrilleros son obtenidos por la policía. Por ejemplo, los menores que habían participado y que son aprehendidos en enero del ’60, declaran que “muchos de ellos (los combatientes) cambian continuamente de lugar y gran parte se disiparía ahora a la zona de Andalgalá, Catamarca, que estiman más adecuada para eludir la acción policial”.26 También acosa a la guerrilla la inseguridad que produce el miedo a la delación, como expresa uno de los integrantes del grupo: “Esta inseguridad (la posibilidad de delación) creó no pocas dificultades y entorpeció desde el comienzo la disciplina combatiente”.27 La delación continuamente aparecerá con las detenciones: los pasajes de los artículos de la prensa reproducidos aquí muestran en forma concreta que la policía sabía los nombres de los integrantes, cuántos eran realmente, las jerarquías, la zona del campamento, etc.

Otro factor que pudo haber incidido, pero que fue, en cierta forma, “ajeno” a la voluntad del grupo que sube a los montes, es la disputa que se desata dentro del peronismo. Un enorme sector de éste, trata de desvincularse inmediatamente aludiendo que los guerrilleros profesan “ideas contrarias a la tradición occidental y cristiana del movimiento” y posteriormente derrotará al grupo de Cooke, por lo que Uturuncos queda sin respaldo del movimiento que dice representar y por el que dice luchar. También fracasará, como dijimos antes, el intento de expandir el “frente” guerrillero incorporando al PC, porque éstos no acceden.


Notas

1 Gillespie, Richard. Soldados de Perón. Los Montoneros, Ed. Grijalbo, Bs. As., 1998, pp. 61-62.

2 Gil, Germán. La izquierda peronista (1955-1974), Centro Editor de América Latina, Bs. As., 1989., p.38.

3 “Uturunco: de la guerrilla al gobierno popular, entrevista a Juan Carlos Emilio Díaz” en Sietedías, 24/6/73, p.7.

4 Documentos de la Resistencia Peronista (1955-1970)

5 Morales, Emilio,  “Uturunco y las Guerrillas en la Argentina” en El Obrero nº 2, diciembre-enero 1964, p.34.

6 Ibid, p.39.

7 Véase Guillén, Abraham, Teoría de la violencia, Editorial Jamcana, Bs. As., 1965.

8 “Reportaje a Uturunco…” en Op. cit., pp. 4-5.

9 “Uturunco: de la guerrilla…” en Op. cit., p.8.

10 “Reportaje a Uturunco en un lugar del país” en Mayoría 25/1/60, pp. 4-5.

11 “Uturunco: de la guerrilla…” en Op. cit., p.9

12 La Prensa, 9/11/59, p. 6

13 La Prensa, 10/11/59, p. 9

14 La Prensa, 10/11/59, p. 9

15 Uturunco: de la guerrilla…” en Op. Cit., p.9

16 Ibid, pp. 9-10

17 Ibid, p.10. El “comandante Puma” cuenta, años después una historia diferente, un tanto confusa y con ciertos aspectos difíciles de creer, como que tomaron la comisaría de Frías con una escopeta de madera fabricada por su padre. En general, su relato suena a las escenas pueblerinas de “No habrá más penas ni olvido”, donde interviene una supuesta conspiración del General Iñíguez a la cual la toma de Frías hubiera significado el santo y seña para un alzamiento general. El propio Perón le habría regalado un par de armas, una de las cuales habría perdido en el monte durante las jornadas guerrilleras y el mismo Che Guevara lo habría consultado sobre la expedición a Bolivia (Seravalle insiste en que él le habría recomendado al Che a dos hombres suyos, Coco e Inti Peredo…). Todo su relato está organizado como una aventura personal, donde el resto de los uturuncos aparecen bajo su mando o completamente desdibujados. Queda por dilucidar cuál es la relación entre el grupo de Seravalle y el resto de los uturuncos.

18 La Prensa, 28/12/59, nota de tapa.

19 La Prensa, 30/12/59, p. 6 y 31/12/59, p. 4

20 Morales, Emilio, “Uturunco y las… en Op. Cit., p.47

21 Juan Carlos Emilio Díaz es quien está a cargo del grupo cuando vuelven después de la acción de Frías, ahí recién sería el “único” comandante Uturunco. En el reportaje de Mayoría del 25/1/60, dice que todos los que tenían grado de comandante se hacían llamar “comandante Uturunco” (en el inicio Lupi, Castro y Díaz) y lo curioso es que Mena, quien dirige el Estado Mayor, también ha pasado a conocerse como comandante “Uturunco”. Pero las declaraciones de los detenidos coinciden en que el comandante “Uturunco” es Díaz.

22 La Prensa, 3/1/60, p. 3

23 Morales, Emilio, “Uturunco y las…” en Op. cit., p.47

24 “La leyenda del Uturunco” en  Marcha nº 154, julio de 2000.

25 Morales, Emilio, “Uturunco y las… en Op. cit., p. 53.

26 La Prensa, 3/1/60, p.3

27 Morales, Emilio, “Uturunco y las…” en Op. cit., p.36

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