Una crisis por arriba. Las fracturas en la burguesía industrial – Gonzalo Sanz Cerbino

en El Aromo nº 72

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En el último mes, afloró una escisión en la UIA que viene desarrollándose desde 2009. Se expresó en las disputas internas para designar al sucesor de De Mendiguren, actual presidente de la entidad. ¿Qué tiene que ver esto con la crisis económica? ¿Cuál es la relación con la re-re de Cristina? Si quiere enterarse, lea esta nota.

Gonzalo Sanz Cerbino
Grupo de Investigación de Historia de la Burguesía

Hace rato que el gobierno viene intentando procesar una crisis económica en la que se conjugan los coletazos de la situación internacional y los límites del “modelo”. A eso se ha sumado, en los últimos meses, una crisis política: el ajuste ha obligado al gobierno a romper su alianza con un sector de la clase obrera y la protesta crece en las calles. Se acerca el momento de la “sucesión” y el kirchnerismo cada vez tiene menos aire para sostener la re-reelección de Cristina. Tampoco se perfila un candidato del riñón presidencial que exprese la continuidad del kirchnerismo. En este contexto, las internas en el oficialismo se acentúan y, por lo bajo, se viene desarrollando una fractura en la burguesía industrial que, hasta ahora, había sido uno de los pilares de la alianza kirchnerista.
Durante el último mes, la Unión Industrial Argentina estuvo procesando una crisis desatada por la elección del sucesor de su actual presidente, De Mendiguren. Ya en 2011 se vivió una crisis similar, que tuvo a la entidad al borde de la ruptura. Durante el último año los cruces en la dirigencia industrial a raíz de las medidas económicas del gobierno estuvieron a la orden del día [1]. Esas internas, que venían desarrollándose tras bambalinas, quedaron al descubierto por la imposibilidad de la entidad de designar un nuevo presidente.

¿Quién es quién?

Desde hace años, en la conducción de la UIA se vienen alternando dos listas: “Industriales” y “Celeste y Blanca”. La primera tiene como cara visible a su actual presidente, Ignacio De Mendiguren, empresario textil que supo integrar el gabinete de Duhalde y hoy es un ultra kirchnerista. En los últimos años ha respaldado cada una de las medidas económicas oficiales, muchas veces contrariando a sus propios compañeros. Tras él, se ubican los representantes de Techint y Arcor, Luis Betnaza y Adrián Kaufmann, que no parecen tan conformes con el rumbo económico. Betnaza, hace apenas semanas, se pronunció contra el “manoseo del tipo de cambio” y sentenció que se han “ido perdiendo las condiciones naturales con que venía transitando la economía hace 10 años” [2]. Las declaraciones aparecen como una respuesta a De Mendiguren, que había minimizado la disparada del dólar de los últimos meses. Sucede que, de oficializarse, el desdoblamiento cambiario impactará sobre todo en empresas como Techint, que pasarán a exportar con un dólar barato y a importar insumos y maquinaria con un dólar caro. En cambio, para los que, como De Mendiguren, operan solo en el mercado interno, el efecto proteccionista de un dólar a ocho pesos es pura ganancia.
En la lista opositora, “Celeste y Blanca”, aparecen las mismas contradicciones. Allí militan Miguel Acevedo, directivo de Aceitera General Deheza, cuyo dueño es el ex diputado kirchnerista Roberto Urquía, alejado del oficialismo tras el conflicto del campo. Otro miembro de la lista que devino crítico es Cristiano Rattazzi, de Fiat, que tras alinearse con el gobierno en el conflicto de 2008, comenzó a expresar ciertas críticas que tuvieron como blanco privilegiado a Guillermo Moreno, en particular por la restricción a las importaciones. En marzo de este año, coincidió con Betnaza, de la lista rival, en criticar el desdoblamiento cambiario. Pero aquí también encontramos empresarios que supieron alinearse con Moreno: Juan Carlos Sacco, gráfico -que elogió oportunamente la protección que brindaba la restricción a las importaciones- y Héctor Méndez, plástico, candidato de Moreno a suceder a De Mendiguren (aunque habría sido objetado, hace unas semanas, por Julio De Vido). Con un perfil más bajo, en la “Celeste y Blanca” militan también Federico Nicholson (de la azucarera Ledesma), Alberto Álvarez Saavedra (de Laboratorios Gador) y Daniel Funes de Rioja (representante de las alimenticias).

El presidente que no fue

Hasta hoy, la presidencia de la UIA se encuentra en manos de la lista “Industriales”. Por el pacto de alternancia, correspondía a la lista opositora designar un candidato a reemplazarlo. El 18 de marzo esta lista ungió, por unanimidad, a José Urtubey, titular de Celulosa Argentina y hermano del gobernador salteño, para ocupar la presidencia de la entidad. Su designación estuvo rodeada de hechos extraños. En primer lugar, Urtubey es un recién llegado a la UIA y no reúne la trayectoria que lo ubicaría como candidato natural. Su nominación se produjo por la negativa de los principales referentes de la lista a aceptar el cargo: en el cónclave del 18 de marzo, tanto Méndez como Acevedo, que aparecían como primeras opciones, rechazaron el ofrecimiento. Seguramente habrán priorizado evitar la exposición del cargo en un año que, por las elecciones y por la crisis política, se augura conflictivo. A su vez, la designación de Urtubey se produjo cuando el actual presidente de la UIA, De Mendiguren, se encontraba de viaje en Roma con Cristina Kirchner. Los opositores evitaron, de esta manera, obtener la venia del dirigente empresario más cercano al gobierno nacional.
El primero en objetar a Urtubey fue el propio De Mendiguren, quien señaló públicamente que “la única observación, en lo personal, es su vinculación, ¿no? Quedamos en una interna del PJ. Con la re-re, la no re-re” [3]. A él se sumaron funcionarios del gobierno nacional, como Moreno, Débora Giorgi y Abal Medina, que comenzaron a hostigar telefónicamente a los dirigentes empresarios para exigir que “bajaran a Urtubey”. Los llamados no solo vinieron del riñón oficialista, sino también de algunos gobernadores, como Scioli, Capitanich y Urribarri. Es que, como señaló De Mendiguren, entregar la UIA a Urtubey implicaba dar un espaldarazo importante a su hermano en la carrera por la sucesión presidencial. Los partidarios de la re-re, como Urribarri, Capitanich y Moreno, ven con desconfianza a Urtubey, que en el último tiempo se acercó peligrosamente a Alberto Fernández. El gobernador salteño estaría perfilándose como la opción presidencial para desmantelar por derecha la estructura bonapartista, disputándole ese espacio a Scioli. En este contexto no parece inocente su designación como candidato a presidir la UIA. Estaría dando cuenta de la intención de ciertas fracciones de la burguesía industrial de sacarse de encima al personal político que expresa la construcción bonapartista: Cristina, Moreno, Kiciloff y La Cámpora.
José Urtubey no sobrevivió a las presiones oficialistas. De Mendiguren logró convencer a sus compañeros, Betnaza y Kaufmann, de la inconveniencia de desafiar abiertamente a la presidencia. Consiguió así el veto tácito de la lista “Industriales”. Frente a ello, un sector de la “Celeste y Blanca”, encabezado por Rattazzi, Acevedo y Funes de Rioja, operó para bajar al candidato salteño. En las vísperas de una nueva reunión de la lista opositora, ventilaron a los medios que reemplazarían al hermano del gobernador por Héctor Méndez, candidato que contaba con el visto bueno de Guillermo Moreno y De Mendiguren. Sin embargo, no apuntalaron bien el frente interno, y al llegar a la reunión, el 9 de abril, se encontraron con un grupo de dirigentes que salió a defender al candidato original. En esa posición se ubicaron Mario Zapico (del Ingenio Tabacal), Juan Moravec (de la Unión Patagónica), Martín Dedeu (minero), Federico Nicholson, Jorge Sorabilla (textiles) y Juan Carlos Sacco, el otrora defensor de Moreno, que había acordado con Urtubey la vicepresidencia primera de la UIA. Ante la imposibilidad de arribar a una salida, terminó imponiéndose la posición de Álvarez Saavedra, quien abogó por un cuarto intermedio de 15 días para acordar una posición común.

La fractura de la burguesía industrial

A doce días de la fatídica reunión que puso a la interna de la UIA en la tapa de los diarios, la crisis parece haber sido encarrilada. Ha trascendido un acuerdo para postular a Héctor Méndez como sucesor de De Mendiguren, que sería elegido en los próximos días. Sin embargo, la fractura que esta crisis expresa no ha sido sellada, porque sus causas dan cuenta de una profundidad que sobrepasa un desacuerdo circunstancial. La burguesía industrial argentina está cruzada por múltiples diferencias: capitales competitivos que pueden exportar y capitales que solo pueden sobrevivir con protección, en el mercado interno, los que importan insumos y los que no, los que pueden capitalizarse incorporando maquinaria y los que carecen de esa posibilidad. Esas contradicciones, en momentos de bonanza económica, pueden ser acalladas. Entre 2003 y 2008, las transferencias de renta agraria alcanzaron para conformar a todos. Pero en los últimos años, por efecto de la crisis mundial y por las propias contradicciones del “modelo”, esa renta ya no alcanza para todos. Es momento de “ajustar” y comienza la puja por ver qué fracción asume sus costos. La primera en perder, y devenir opositora, fue la burguesía agropecuaria. Desde hace algunos años estamos asistiendo a la escisión de una fracción de la burguesía industrial, que tras alinearse incondicionalmente con el gobierno en el conflicto de 2008, comenzó a alejarse. En este contexto no es casual la postulación de un personaje como Urtubey, que expresa la salida por derecha del bonapartismo. Es la salida que viene barajando una fracción de la burguesía, que aspira a liquidar al personal político que pone parches en el modelo económico para no soltar la mano a los capitales menos eficientes. Aquellos que se oponen al cepo cambiario, al freno a las importaciones y a los acuerdos de precios. Las contradicciones que se expresan allí, aunque momentáneamente aplacadas, brotaran nuevamente en un año electoral en el que se definirá la continuidad del kirchnerismo. En el horizonte se augura una intensificación de los conflictos interburgueses, lo que augura una profundización de la crisis política.

NOTAS:
1 Ver Baudino, Verónica: “Sí al ‘modelo’”, en El Aromo, Nº 62, septiembre-octubre de 2011 y “Solo en las buenas. La relación entre la UIA y el gobierno nacional”, El Aromo, Nº 67, julio-agosto de 2012.
La Nación, 21/3/13.
La Nación, 9/4/13.

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