Las trabajadoras de casas particulares representan un enorme porcentaje del total de trabajadores/as activos, son aproximadamente 1.300.000 en todo el país y un 98% son mujeres. Es un trabajo al que se dedican mujeres de la clase obrera más pauperizada y por eso es uno de los más precarizados.
Hace casi dos años que no tienen paritarias debido al entreguismo sindical de UPACP (Unión del Personal Auxiliar de Casas Particulares) y de UTDA (Unión de Trabajadores Domésticos y Afines) que se limitan a pactar con el Estado en privado mientras públicamente simulan reclamos con organizaciones oficialistas. No posee ninguna voluntad de plantarse por las trabajadoras y exigir por un salario que saque a las compañeras de la pobreza. Veamos los números.
Para la primera categoría designada a supervisoras que tengan a cargo dos o más personas, el salario es de $24.303,50. Para la última categoría, la quinta, el mismo es de $19.777. Recordando que la canasta de miseria, esa que contempla lo que necesitamos para no ser pobres, llegó este mes a los $50.000, las compañeras se encuentran entre un 50% y un 60% por debajo de la línea de pobreza.
Y eso para las que tienen «la suerte» de estar registradas, más del 75% no tiene ningún tipo de derecho laboral ni accede a ese salario. Esta precarización mostró su cara más salvaje con la pandemia, en la cual no sólo han sido despedidas masivamente sin ningún tipo de resarcimiento sino que también a través del Estado han sido tratadas como ciudadanas de segunda en un total desinterés por su seguridad sanitaria. Como en el tratamiento de cada protocolo laboral, el gobierno de los Fernández puso su preocupación en la patronal y sus ganancias y no en la salud de los trabajadores. Así es como estuvieron expuestas desde el inicio de la cuarentena, obligadas a permanecer en las casas de los patrones, aquellos mismos que habían viajado al exterior y fueron los primeros en enfermarse o a realizar viajes en colectivo aunque estuviera prohibido a fuerza de no perder la fuente de ingresos. La consideración del trabajo en casas particulares como esencial, sobre todo aquél que implica cuidado de niños/as o adultos mayores, se justificaba en que de modo contrario, los patrones no podrían realizar sus actividades. Sin embargo, el carácter esencial les garantiza apenas superar los $20.000. Un claro ejemplo de alianza patriarcal y capitalista.
El 25/11, la Comisión de Trabajo de Casas Particulares integrada por sindicatos patronales «discutirá» las paritarias para todas las trabajadoras de casas particulares del país. Paritarias que ya han sido previamente arregladas con el Estado, es decir, a la baja, en consonancia con el ajuste que venimos sufriendo como clase obrera. Es necesario impulsar una organización independiente de las trabajadoras.
Basta de empleo no registrado. Por el reconocimiento de todos los derechos laborales.
Por un salario igual a dos canastas básicas. Si es trabajo esencial, que se pague como tal.
Reglamentación de la seguridad sanitaria a favor de las trabajadoras.
Por un sindicato de trabajadoras y no de patrones.
Trece Rosas – Corriente Clasista Goyo Flores – Corriente Sindical de Razón y Revolución – Razón y Revolución