El texto está compuesto por varios artículos que abordan el tema de la trata en la sociedad globalizada y cómo se asiste a un cambio cualitativo en la temática de la prostitución: de salida individual a la pobreza al desarrollo de la industria del sexo que se convierte en la tercera en ganancias a escala mundial.
Todos los artículos se sitúan en la corriente abolicionista y sus principales ejes de debate son los siguientes:
- Desnaturalizar la práctica de la prostitución como “el oficio más antiguo del mundo”.
- Crítica a la idea de libre contrato entre cliente y prostituta.
- Importancia del cliente (la demanda es principalmente masculina y la oferta principalmente femenina).
- El cuerpo se convierte en una mercancía aunque no fue producido como tal.
- Beneficiarios del sistema global de prostitución: las redes de trata y la feminización de la pobreza, en general inmigrantes y sin papeles.
En la editorial se establece una clasificación entre mujeres tratadas, traficadas, prostituidas, prostitutas y trabajadoras del sexo. En un polo tenemos a las mujeres captadas por las redes de trata, con violencia y en contra de su voluntad, mujeres que no tienen capacidad de decisión. En el otro polo, las trabajadoras sexuales son mujeres que entran en la prostitución por voluntad propia y no tienen necesidades económicas imperiosas. El texto, sin embargo, explica cómo se puede pasar fácilmente de una categoría a la otra, por ejemplo, cómo rápidamente se puede pasar de ser una trabajadora del sexo a una prostituta. Por lo tanto, pensar la problemática como una mera cuestión de libertades formales, esconde desigualdades reales
Claves para un análisis feminista de la prostitución – Rosa Cobo
Los cambios en la prostitución están asociados a la ruptura del contrato sexual. Así, mientras algunas mujeres logran liberarse y ganar mayor independencia, otras son más brutalmente oprimidas de modo que “…un reducido grupo de mujeres es asignado a todos los varones y cuya expresión, socialmente reprobable, es la prostitución.”
El punto de partida para evaluar la prostitución es el ético-normativo, que la considera un modo inaceptable de vida en tanto reduce el cuerpo de la mujer a una mercancía, entonces: “… debe ser erradicada porque es fuente inagotable de desigualdad y subordinación para las mujeres que la ejercen y para las mujeres en general.” La conclusión es que la prostitución no puede ser legalizada y tiene que ser erradicada.
Repensar la prostitución requiere situarla en las relaciones patriarcales, ya que el cliente no es un consumidor más; la idea de contrato libre entre las partes es cuestionable en el punto en que la mujer prostituída no puede ser definida como libre, siendo la mayoría pobres y en muchos casos inmigrantes lo que las sitúa en una situación de vulnerabilidad. La autora retoma el concepto de contrato social de Rousseau, para mostrar que el contrato entre cliente y prostituta puede ser legal pero no legítimo.
La demanda de prostitución: un debate pendiente – Rosario Carracedo Bullido
En enero de 1999 entró en vigor en Suecia una reforma legal que penaliza la compra de servicios sexuales. La reprobación punitiva derivaba, en este caso, de la consideración y estimación de que la compra de servicios sexuales que afecta, esencialmente, a mujeres y niñas constituye una práctica de poder y de violencia masculina que es preciso combatir, castigar y erradicar.
Que esta ley haya salido en un país con altos estándares de vida, hace repensar el tema de la prostitución. Retoma el tema de las libertades individuales como justificación de la regulación de la prostitución.
“La corriente feminista pro abolición de la prostitución comenzó hace décadas a interpelar el consumo sexual de mujeres por precio que realizan los hombres, negando su legitimidad para designarla como una práctica masculina de poder y de violencia que obstaculiza el derecho a la igualdad, no sólo de las mujeres en situación de prostitución sino de todas y cada una de las mujeres, porque las prácticas de poder y de dominación son sistémicas y afectan colectivamente a la igualdad.”
Las relaciones prostitucionales son desiguales per se. El estado de prostitución es un status objetivo que no se transforma en función de la representación propia, ni de las condiciones benignas o adversas de su ejercicio, pues eres cosificada en cada acto prostitucional.
El umbral de la tolerancia a la prostitución por parte de la juventud – Pilar Ballarín y Ana Iglesias
En una encuesta realizada a jóvenes: “La mayoría se inclina a aceptar que la prostitución es una opción de vida porque ven en ella una forma de obtener recursos económicos necesarios para la subsistencia o para mejorar las condiciones de vida.” Opinan que tienen una mala calidad de vida pero que la prostitución es una opción para mejorar las condiciones de vida. La mayoría opinan que hay que legalizarlo pero manifiestan que no saben cómo se debería hacer.
El denominador común que aparece en las respuestas es una mayor necesidad sexual de los varones que pone de relieve una idea de sexualidad masculina irrefrenable que ve en la prostitución una forma de dar salida a esas necesidades.
Propone repensar estas opiniones desde el feminismo ya que los jóvenes tienen derecho a que se les den claves para pensar críticamente acerca de sus creencias. Se plantea para finalizar los siguientes interrogantes:
“¿Por qué se insiste en presentar la heterosexualidad como única opción de relación sexual? ¿Bajo qué piruetas se consigue desvincular la prostitución de las relaciones de género? ¿Por qué se tiene dificultad para identificar y problematizar las relaciones de poder marcadas por el género? ¿Quién otorga un explícito consentimiento social a los hombres para hacer un uso comercial de las mujeres? ¿Cómo es posible no someter a crítica, y por tanto asumir como válidas, prácticas consentidas a pesar de estar asentadas en relaciones de dominio?”
Erradicar la prostitución: si se quiere se puede – Rosa Hermoso
Se realizó un Plan Municipal contra la prostitución en la ciudad de Sevilla, tras la declaración de Sevilla ciudad libre de Explotación Sexual. El plan destaca la necesidad de erradicar la prostitución y se sostiene sobre tres ejes fundamentales: prevención, intervención y divulgación.
Las acciones del plan fueron: desarrollo de talleres de prevención del ejercicio y consumo de la prostitución en los Institutos de Enseñanzas Medias, organización de jornadas y seminarios, y campañas anuales para la prevención de la prostitución y la denuncia del significado de la prostitución.
En cuanto al trabajo con las mujeres prostituidas se detectaron patrones comunes previos al inicio de la prostitución: grado de deterioro psicológico y abusos sexuales sufrido durante la infancia generalmente desde su entorno más cercano.
El plan logró que se iniciara la visualización del fenómeno de la prostitución, como un atentado contra los derechos humanos y uno de los modelos más graves de violencia de género, en diferentes ámbitos como la educación, la justicia, la sanidad, el tejido asociativo o los medios de comunicación.
El crecimiento de la industria del sexo – Beatriz Ranea
Con la globalización se asiste a un cambio cualitativo en la prostitución. Si bien el fenómeno no es algo nuevo, la liberalización del movimiento de capitales, el aumento de las redes de trata y la globalización de las migraciones han influido en este cambio.
Muchas mujeres emigran buscando empleo en otros países y envían sus ingresos al país de origen para el sustento de sus familias. Sin embargo, la contrapartida de estos procesos migratorios son las políticas cada vez más restrictivas respecto a los migrantes en los países de destino. Así, aumentan la carencia y la vulnerabilidad de estas mujeres, por lo que aparece la prostitución como salida para mujeres en una situación administrativa irregular. Esto facilita a su vez la creación de nichos para las redes de trata, convientiendo a la prostitución en una de las industrias más rentables junto a las armas y las drogas.
“el crecimiento de la industria del sexo tiene su origen en la capacidad expansiva del modelo capitalista, en la pretensión de mercantilizar todos los aspectos de la vida individual y social, a los que intentará aplicar también los imperativos del crecimiento, plusvalía y beneficio (Weeks, 1993). Podemos afirmar que en este proceso de continua mercantilización se convierte en mercancía incluso lo que no ha sido producido como son producidas las mercancías: las personas, en este caso mujeres y niñas. Además, en el contexto del modelo de sociedad de consumo, nos encontramos con la creación constante de nuevos deseos individuales que han de ser satisfechos de forma inmediata. Así, los sectores que componen la industria del sexo tendrían la hegemonía cultural y económica para construir, reproducir y difundir «necesidades» sexuales y objetos de placer que pueden ser conseguidos mediante la transacción económica: revistas, películas, juguetes sexuales, sex-calls, viajes de turismo sexual, etc., incluyendo la expansión del mercado de la prostitución y la normalización y aceptación social del consumo de ésta como parte del ocio masculino.”
Esto se da en un contexto en el que las estructuras patriarcales persiste y refuerza la idea de un deseo sexual masculino irrefrenable que prima por encima del deseo sexual femenino.
Reflexiones sobre trata con fines de explotación sexual – Luisa Posada Kubissa
La globalización da lugar a un nuevo orden de género, caracterizado por el aumento de la prostitución y la trata. Explica el mecanismo de la trata:
“Son organizaciones criminales las que se benefician de estos delitos y, en el caso de la trata, mantienen contactos en los países de origen donde las mujeres son captadas y seleccionadas y costean el viaje de las mismas a los países de destino. Por esta vía se consigue que las mujeres víctimas de la trata contraigan una deuda económica importante con estas organizaciones mafiosas, que se traduce en forma de viaje, alojamiento y manutención. Y de este modo se ven forzadas a trabajar en servicios sexuales para poder saldarla. Este, en términos generales, es el modus operandi típico de la trata.”
Podemos definir la trata de mujeres con fines de explotación sexual como un fenómeno transnacional, que conjuga características tales como la de ejercerse con coacción y con violencia contra las víctimas, de la que se benefician organizaciones mafiosas, que se da en un contexto globalizado y favorecido por las nuevas tecnologías de la comunicación y que, por tanto, se beneficia de la debilidad de los Estados y de la fluidificación de las fronteras, así como la de asociarse con la corrupción política y administrativa.
la trata de mujeres con fines de explotación sexual podría interpretarse como un fenómeno de la era globalizada que se caracteriza porque también expresa la ruptura del contrato social y, con él, del contrato sexual que ha venido funcionando desde la modernidad del siglo XVIII.
Hacia un nuevo debate sobre la prostitución – Beatriz Gimeno
El fenómeno de la prostitución que debatieron las feministas de la segunda ola no se corresponde con el fenómeno actual. En primer lugar, porque la prostitución ha pasado de ser una salida individual a la crisis económica para ser una de las industrias que más dinero mueven a nivel global. En segundo lugar, porque la sociedad ha cambiado, la dominación masculina es puesta en jaque constantemente por el feminismo y la sexualidad se ha liberado de los tabús que la revestía años atrás, siendo el ámbito de la prostitución el único donde se puede reproducir el tradicional rol de masculinidad. Como ámbito de ejercicio de una práctica de masculinidad patriarcal reproduce relaciones que no sólo afectan a las mujeres que se prostituyen sino a todos los hombres y mujeres.
Discute con la idea de defender la regulación desde un argumento de las libertades individuales. El problema no es si la prostituta establece o no un libre contrato con el cliente, probablemente lo haga y no hay por qué no respetar sus estrategias para salir de la pobreza. Lo que hay que cuestionar viene por el lado de la demanda:
“Ellas son prostitutas porque hay demanda, así que es ésta la que hay que combatir y estigmatizar. Esto tenemos que hacerlo denunciando qué tipo de sexualidad, qué ideología, qué construcción del género y de la subjetividad masculina se ponen en funcionamiento cada vez que un hombre piensa que necesita, no tener un orgasmo, sino recrear una sexualidad masculina ideológicamente determinada por un orden de género basado en la subordinación de las mujeres.” (p.27)
Prostitución, proxenetismo y trata de personas para la explotación sexual: ¿qué une a estas tres figuras? – Susana Chiarotti
“Al ser Argentina un país abolicionista, la prostitución no está penalizada, o sea, no es un delito ni una contravención. La persona que la ejerce por su cuenta no puede ser sancionada; tampoco está sometida a controles periódicos de salud, ni debe llevar libreta sanitaria, como en décadas anteriores. En cambio el proxenetismo, considerado como la explotación de la prostitución ajena es un delito contemplado en el código penal, que se investiga y sanciona en cada provincia a través de los tribunales de justicia provinciales. Y la trata de personas con fines de explotación sexual es un delito federal, que debe ser investigado y sancionado por los juzgados federales.” (p.30)
Sin embargo, estas tres figuras están unidas por varias razones: En primer lugar, el delito de trata con fines de explotación sexual sólo se completa como figura jurídica con la explotación sexual que se realiza por parte de proxenetas. Es imposible separarlos. En segundo término, las investigaciones realizadas a través del Ministerio de Seguridad de Argentina, en 2011 y 2012, mostraron que las estructuras y organizaciones criminales que están involucradas en la trata son las mismas que las que están involucradas en el proxenetismo.
En tercer lugar, hay otro elemento que une a estas figuras y es la naturaleza inherentemente explotadora de las tres instituciones. El hecho que la mayoría de las personas prostituidas sean mujeres y la mayoría de los prostituidores sean varones no es un hecho casual. La posibilidad de recurrir al sexo pago da una cuota de poder a los varones que les permite lamer las heridas narcisistas que les provoca el avance de las mujeres en la conquista de otros derechos.
Se trata el tema de la libertad individual de las prostitutas en una línea similar a la del atículo anterior. Se propone entonces correr el eje de discusión de la persona en situación de prostitución, para analizar al sujeto prostituyente y a la cultura prostituyente, “…o sea aquella que habilita a los varones para alquilar un cuerpo humano con fines sexuales.” También se plantea que en el contexto de liberación sexual que se viene dando desde los años 60, los varones deberían recurrir menos al sexo pago: “Si ya no hay tantas barreras para disfrutar de la sexualidad, ¿qué lleva a los varones de todas las edades a utilizar ese mecanismo?”
La hipótesis que plantea es que la prostitución esté relacionada con el consumo, catalizado por la industria de la publicidad: “Si todo se compra, todo se vende y todo tiene su precio, puedo comprar o alquilar lo que desee, incluso una persona.”
La prostitución y los hombres – Enrique Javier Díez
Los hombres de derechas prefieren que permanezca en la sombra para mantener su doble moral. Los de izquierdas desean que se legalice, alegando la defensa de os derechos de las trabajadoras y “para liberar al resto de los seres humanos del yugo de la moral retrógrada”. Ambos planteamientos eluden los mecanismos de poder patriarcales que lo fundamentan.
Este rechazo a afrontar un examen crítico sobre los usuarios de la prostitución, que constituyen de lejos el más importante eslabón del sistema prostitucional, no es otra cosa que una defensa tácita de las prácticas y privilegios sexuales masculinos. Por eso es tan importante hacer un análisis de las razones que explican por qué en una sociedad más abierta y libre, como la española tras la etapa de la dictadura franquista, sigue habiendo tantos hombres y jóvenes que acuden a relaciones prostitucionales con mujeres o con otros hombres.
¿Por qué los hombres acuden a la prostitución?
La mayoría de los estudios e investigaciones en profundidad sobre el tema llegan a una conclusión similar: «un número creciente de hombres busca a las prostitutas más para dominar que para gozar sexualmente. En las relaciones sociales y personales experimentan una pérdida de poder y de masculinidad tradicional, y no consiguen crear relaciones de reciprocidad y respeto con las mujeres con quienes se relacionan. Son éstos los hombres que buscan la compañía de las prostitutas, porque lo que buscan en realidad es una experiencia de dominio y control total»
Este consentimiento social influye en el proceso de socialización de los chicos y jóvenes en el uso de la sexualidad prostitucional. Si a esto añadimos la regulación de la prostitución como una profesión, estaríamos generando unas expectativas de socialización donde las niñas aprenden que la prostitución podría ser un posible nicho laboral, para ellas, y los niños aprenden que sus compañeras pueden ser compradas para satisfacer sus deseos sexuales. Los niños que se “socializan” en un contexto donde la prostitución está regulada legalmente como una profesión, que por lo tanto es aprobada socialmente y se promociona y publicita -en una sociedad de consumo es imprescindible hacerlo-, están aprendiendo que las mujeres son o pueden ser “objetos” a su disposición, que su cuerpo y su sexualidad se puede comprar, que no hay límites para su uso, que incluso pueden ejercer la violencia o la fuerza sobre ellas porque va a haber determinados espacios donde tengan todos los derechos si tienen dinero para pagarlos.
Por eso es radicalmente contradictorio hablar y defender la igualdad entre hombres y mujeres en el proceso educativo de los niños y niñas y, simultáneamente, apoyar la regulación de la prostitución.