PALMARES: UNA COMUNA NEGRA DEL BRASIL ESCLAVISTA

en Revista RyR n˚ 2

Tomado de revista Praxis, n° 5, Belo Horizonte, out-dec. 1995

Por Mario  Maestri

                 «Estamos
chegando do ventre das Minas,
                          Estamos chegando dos tristes
mocambos, 
Dos gritos calados nos
somos,
viemos cobrar»
                             Milton Nascimiento, Pedro Casaldáliga e Pedro Tierra
Missa dos Quilombos

En el inicio del siglo XVII, los colonos de Pernambuco vivían, en el litoral, en ingenios, haciendas y poblaciones. En el interior, en el sur de la capitanía, se encontraba una región silvestre, fértil, de clima ameno, de difícil acceso a los Palmares. Con elevadas sierras y densa vegetación, por décadas se encontraron pequeños Quilombos, como en tantos parajes agrestes del Brasil esclavistas. La invasión holandesa y la resistencia de los luso-pernambucanos permitieron que los esclavos escaparan en un importante número, de los ingenios a los Palmares. Con el pasar de los años, la confederación de Quilombos de los Palmares se transformó en la mayor amenaza esclavista luso-brasileña y la más impresionante saga libertaria de los trabajadores americanos esclavizados.

En el inicio, los quilombos palmarinos no se diferenciaron de  los existentes en otros puntos de la colonia. Las técnicas productivas eran rudimentarias y la división social del trabajo muy limitada. Los mocambeiros vivían de la agricultura , de la caza, de la pesca y de la recolección. Técnicas artesanales africanas -metalurgia, cerámicas, cestería etc- eran adaptadas a las materias primas de la región. Los palmarinos no conocían una economía de abundancia. Sin embargo, en libertad, vivían como productores independientes con condiciones generales de existencia muy superiores que las posibles en las plantaciones e ingenios esclavistas.

Los mayores quilombos, con mil habitantes, tenían cabañas africanas, hasta con tres calles con cercas, empalizadas y fosos. En el centro de las aldeas estaban las instalaciones comunitarias -el consejo, el mercado, la forja, la cisterna- y en las proximidades, las plantaciones. Había una gran heterogeneidad étnica y cultural. Los angoleños eran abundantes y raros los yorubas. Los palmarinos hablaban una mezcla de portugués y de idiomas africanos  y tenían credos sincréticos afro-católicos.

Las economías de los quilombos no eran complementarias. Las aldeas vivían independientemente. En el comienzo no hubo centralización política entre las diversas aldeas quilombinas. Eran comunes los contactos entre los quilombos y las villas del litoral. Los mocambeiros fundaban las aldeas a una distancia de las villas que no comprometiese la libertad conquistada y los intercambios con los luso-brasileños.

Desde fines del siglo XVI, los palmarinos causaban problemas a los esclavistas. La primer gran expedición contra ellos fue organizada por el gobernador general de Brasil, en 1602. Después de algunos meses en la región, volvió afirmando haber destruido los quilombos. En los años siguientes, otras bandeiras penetraron sin mayores resultados. Los palmarinos se internaban en la tupida vegetación, esperando que los esclavistas abandonasen la región.

Con la invasión holandesa (1630), los quilombos acogieron a miles de fugados. Los ataques palmarinos a los ingenios se sucedían con frecuencia, de modo que los holandeses organizaron, en enero de 1634, una fuerte expedición punitiva. Después de algunos meses la expedición volvió con algunos prisioneros diciendo haber destruido una gran aldea. Otras expediciones fueron organizadas con los mismos parcos resultados.

En 1640, la guerra de Portugal contra España llevó a un armisticio con Holanda, que reconocía en los hechos un Brasil holandés. En 1645, la ruptura de los sectores pernambucanos con los batavos dió inicio a una violenta guerra de «liberación nacional», que permitió nuevas masivas fugas de esclavos. En 1654, cuando finalmente los holandeses abandonaron Recife, las plantaciones estaban semidesérticas y los palmares rebosaban de fugados.

La expulsión de los holandeses señala el fin de la «edad de oro» de la producción azucarera pernambucana. La guerra destruyó ingenios y facilitó la fuga de los esclavos. Con los holandeses, partirían los cristianos nuevos luso-brasileños con sus esclavos y capitales. Ellos se establecieron en las Antillas, contribuyendo a poner fin al cuasi monopolio azucarero brasileño. La nueva concurrencia de los precios bajos internacionales del azúcar dificultaban la importación de esclavos africanos. Los colonos volvieron sus ojos hacia los palmares. Su destrucción pacificaría la capitanía y repoblaría los ingenios. La guerra palmarina ocuparía a los negros, mestizos y blancos pobres que habían luchado contra los holandeses y no recibieron las recompensas prometidas.

En el fin de 1654, partía contra los palmares una expedición organizada por el gobernador de Pernambuco, de pocos frutos. En los años siguientes otras columnas no obtuvieron mejores resultados. Los plantadores reiniciaron la costosa importación de africanos. Entre los colonos y los palmarinos, se estableció una especie de paz armada. En 1667, los palmarinos habían comenzado a producir ataques seguidos contra el litoral.

En 1672, la administración de Pernambuco organizó una fuerte expedición militar. Dividida en tres columnas, ella convergiría, desde puntos distintos, sobre los palmares, donde se formaría una fortificación permanente. Las tropas fueron desbaratadas por las quilombolas, que también separaron en tres sus fuerzas. Fue la primera victoria incuestionable de los palmarinos. Un palmarino portando un título de Zumbi capitaneaba los ejércitos negros.

Un esfuerzo militar defensivo traerá la unión de los quilombos en una confederación. Nacía un rudimentario Estado negro formado por la unión voluntaria de productores libres en el corazón del Brasil esclavista. El jefe máximo de la confederación portaba el título de Ganga-Zumba. Lazos familiares simbólicos fueron inventados por otros jefes quilombolas parientes de Ganga-Zumba. La confederación de los quilombos de palmares tenía treinta mil miembros. Población considerable, para la  época.

Preocupaba a los colonos que la masa esclava pudiese ser un refugio seguro como también la vanguardia capaz de capitanear una sublevación general. En los hechos, Palmares constituía una alternativa libertaria a la organización social esclavista brasileña, no obstante que había niveles de productividad inferiores a ella. Decio Freitas, fue el que mejor estudió a los quilombos de Palmares (Palmares: a guerra dos escravos. Porto Alegre,mercado Alberto 1988), historió esos hechos y registró más de cuarenta expediciones contra el Estado Negro, hasta los últimos combates en 1694. La saña contra los palmares registraba la incapacidad de los esclavistas de coexistir con una organización de productores libres y la cohesión interna de la formación palmarina.

El tema de la destrucción de la confederación palmarina angustiaba a los esclavistas, que abandonando pruritos señoriales muchas veces negociaron con los jefes quilombolas soluciones políticas. Admnistración y colonos se dividían en torno de la alternativa: combatir a muerte contra los rebelados u ofrecer la libertad a aquellos que abandonasen los territorios palmarinos.

Un mejor conocimiento de las regiones y las movilizaciones de mayores fuerzas desequilibrarían la guerra en favor de los colonos. En el fin de la década de 1670, Ganga-Zumba accedió a la amnistía ofrecida para los palmarinos. Los esclavistas rompían, finalmente, la unidad de los quilombolas. Ganga Zumba y algunos millares de seguidores descendieron de las alturas de los palmares y se establecieron en los bajos de Cucaú, a 32 kilómetros de Serinhaém.

Bajo el comandando de Zumbi, la mayoría de los palmarinos se negará a aceptar una amnistía que excluyera  a los esclavos fugados. En Cucaú, crecieron las divergencias. La disolución de las comunidades lideradas por Ganga-Zumba comprobó la certeza de la alternativa liderada por Zumbi. No había posibilidades de convivencia entre la producción esclavista y una sociedad de productores libres.

Los palmarinos lanzaban incesantes ataques. Restablecido el impasse, se organizó un mayor ejército colonial desde la expulsión de los holandeses. Nueve mil combatientes, comandados por Domingo Jorge Velho, violento paulista, fueron enviados contra los Palmares. Los palmarinos optaron por una desesperada resistencia estática. El quilombo de Macaco fue cercado por imponentes empalizadas de madera, reforzadas por piedra.

La expedición esclavisadora partió cargada de municiones y alimentos. El cerco de la ciudadela ardió en los combates. Después de semanas de asedio potentes cañones desestabilizaron la confrontación. La artillería luso-pernambucana señalaba el mayor nivel de desarrollo de las fuerzas productivas materiales de formación esclavista, en el contexto de relaciones sociales de producción deshumanizadoras. Las tropas luso-pernambucanas constituían una avanzada del imperio colonial portugués, pieza significativa de la división internacional del trabajo de la época, en las florestas palmarinas.

Zumbi comandó una tentativa de abandono parcial de las fortificaciones, en la noche del cinco al seis de febrero de 1694. Descubiertos, los palmarinos fueron obligados a combatir en el borde de un precipicio, por donde cayeron centenares de guerreros. El quilombo fue devastado por la mañana y los combates se transformaron en una masacre. En las semanas siguientes, las tropas coloniales localizarían y destruirían los quilombos restantes. La expedición volvió de los palmares con quinientos prisioneros.

Herido en combate, Zumbi consiguió escapar. Su escondite fue descubierto debido a una delación. Muerto en la traición , en el día del 20 de noviembre de 1695, su cabeza fue cortada y expuesta, hasta pudrirse , clavada en un palo, en Recife, como publico ejemplo. En los últimos años, la comunidad negra brasileña organizada conmemora, el aniversario de la muerte de Zumbi, como el día Nacional de la Conciencia Negra de Brasil. En 1995, se celebraron los trescientos años de la muerte de Zumbi.

En América, el Brasil fue la región más acabadamente esclavista. Dos tercios de nuestra historia se pasaron bajo una organización esclavista. Nada comprenderemos de nuestra civilización si desconocemos sus profundas raíces esclavistas. La historia de la esclavitud constituye mucho más que una página étnica de la historia brasileña.

La producción esclavista colonial determinó que las clases sociales esenciales del Brasil anterior a la abolición fuesen sectores y trabajadores esclavizados. Por más de tres siglos, el esclavismo fue la  gran divisoria de aguas de nuestro pasado. Se olvida que todo brasileño que se encuentra, objetiva o subjetivamente, en el campo del trabajo, constituye un descendiente sociológico -y eventualmente biológico- de un trabajador esclavizado.

La historia del esclavismo es la proto-historia del trabajo libre en brasil. El trabajador esclavizado es el ancestro sociológico del trabajador moderno y libre, sea cual sea su color. El trabajador esclavizado determinó nuestra historia, trabajando y resistiendo al esclavista. Las formas de resistencia servil fueron variadas. Entre ellas,  se destacaban la fuga y la concentración de productores independientes en un yermo cualquiera. Estos son, los quilombos y mocambos brasileños.

Palmares no tendría sentido ejemplar si no hubiese sido un acontecimiento singular del pasado brasileño. Toda América esclavista conoció, siempre, en mayor o menor número, fugas de cautivos. Era común que ellos se concentrasen, cuando fuera posible, en pequeñas, medianas y grandes comunidades de fugados. La confederación de quilombos de Palmares fue la más importante concentración americana de trabajadores esclavizados que se liberaron del esclavismo a través de la fuga.

Luego de trescientos años de la muerte de Zumbi y el fin de la confederación de quilombos de Palmares es una oportunidad de celebración de la capacidad de las clases subalternas de construir, por más de medio siglo, en el contexto del corazón de América esclavista, una alternativa pluriracial y libertaria a la despótica e inhumana sociedad racista y de clases de entonces. No es impertinente la analogía entre 1695 y 1871. La confederación de quilombos de los Palmares fue una comuna negra libertaria que resistió, por largas décadas, la ira esclavista.

La historia es una lectura del pasado con ojos del presente. Hoy en día, la evocación de la memoria de Palmares es inaceptable para la hegemonía ideológica y política conservadora vigente: el pasado debe enseñar al presente  sólo conformismo y resignación ante la injusticia la desigualdad social. Es educativa y didáctica una reflexión sobre la operación realizada por los órganos e instituciones fiscalizadoras de la ideología nacional para neutralizar las eventuales influencias de evocación de los trescientos años de la muerte de Zumbi de los Palmares.

Ya en 1994 se realizaron ensayos. Se investigaba la mejor manera de neutralizar y desacreditar las conmemoraciones. Algunos artículos se explayaron1 sobre la pretendida existencia de esclavos en los Palmares. Se pretendía sugerir que los palmarinos esclavizaban internamente y combatían la esclavitud externamente. De modo que la explotación sería un componente esencial y natural de la propia organización social.

Efectivamente, la documentación conocida se refiere a eventuales status de inferioridad civil de esclavos capturados y llevados, por la fuerza, a los Palmares por los quilombolas. Según parece, ellos asumirían plenos derechos, iguales a los que llegaban por voluntad propia, cuando llevasen a otro cautivo para los Palmares.

Los anestésicos historiográficos antipalmarinos se mostraban inconsistentes y de problemática ingestión. Era difícil identificar esa forma de servicio militar con la esclavitud económica y colonial. De por sí, la esclavitud era una relación económica en absoluta contradicción con los Palmares. Las ciudadelas negras necesitaban mantener una alta cohesión social contra los esclavistas. Unicamente por ser una sociedad de hombres y mujeres libres los palmarinos consiguieron resistir contra la formación social esclavista, económica y militarmente más poderosa.

También se ventiló la posibilidad de rehabilitar a Ganga-Zumba, el conciliador, contra Zumbi. De la misma manera que se hiciera con resultados óptimos con Lenin/Trostky y Bujarin, en relación a la Revolución Rusa, con Robespierre/Marat y Danton, en relación a 1789. Esa era una operación mediática igualmente difícil.

Por un lado, Zumbi era un hombre poco cuestionable. Murió resistiendo, armas en mano, contra los destructores de los Palmares. El otro, Ganga-Zumba es una figura de difícil rehabilitación. Su manera de actuar llevó a su gente a un desastre. La historia no deja espacio para cuestionamientos. Los que permanecieron en los Palmares, resistiendo, vivieron en mejores condiciones y por más tiempo que los que descendieron desarmados hacia Cucaú.

Una solución a estos problemas vino de una dirección inesperada. Hace algunos años, el dinámico líder gay Luiz Mott escribió un breve artículo sugiriendo la homosexualidad de Zumbi. Los argumentos probatorios eran casi inexistentes . Más que una comprobación histórica era un artículo que tenía  un objetivo didáctico. Provocar a la cultura machista nacional, que disocia, arbitrariamente, homosexualidad y coraje personal.

En el artículo «Antropólogo: Zumbi era gay» ( O globo 29/4/95), Mott eligió cinco «pistas» para su tesis. No hay registros de que Zumbi tuviese mujeres o descendientes. Era conocido con el nombre de sueca. Descendía de los Yagas , de Angola, «donde la homosexualidad tenía numerosos adeptos». Zumbi habría sido criado por un sacerdote que al ser muerto (degollado) fue enterrado con su pene dentro de la boca.

Los argumentos no eran pertinentes. El que no haya registros de mujeres e hijos puede deberse al «silencio documental». En el Africa Negra, los guerreros se separaban de las mujeres por motivos rituales. En Palmares, no se hablaba portugués castizo. Zumbi era un nombre angoleño, un nombre propio. Sueca  podía ser una versión aportuguesada del vocablo africano de algunos de los jefes Palmarinos. El origen angoleño no determina la orientación sexual. Los Yagas eran una asociación militar, y no una etnia. Las poblaciones angoleñas tuvieron sus homosexuales, como los tuvieron todas las poblaciones del Africa negra.De Angola llegaron heterosexuales, en mayor número, y homosexuales, en menor número.

El eventual hecho de que Zumbi fue criado por un cura no comprueba nada. Había clérigos coloniales sodomitas, amancebados y también célibes. Finalmente, decapitar, arrancar el pene y ponerlo en la boca era un hábito guerrero, utilizado ampliamente en los combates del Brasil colonial. El mercenario Ambrosio Richshoffer participó en el ataque a Permanbuco y describió, en su diario, medio siglo antes de la destrucción de los Palmares, una emboscada indígena: ”Cuando llegamos al sitio de la pelea encontramos tantos muertos tirados en una hilera. Muchos de ellos tenían la cabeza cortada, otros, tenían sus miembros cortados y metidos en la boca.»

Como las «cinco pistas» de Luiz Mott no permiten «afirmar que el gran Zumbi de los Palmares» fuese «probablemente amante del mismo sexo». Por otro lado, el surgimiento de informaciones documentales sobre mujer o descendencia no sería comprobación de la heterosexualidad de Zumbi. Tres siglos después de su muerte, no tenemos documentación probatoria cabal que permita inferir algo sobre su sexualidad, fuese cual fuese. Y posiblemente, jamas la tendremos.

La resistencia palmarina fue un fenómeno multitudinario. La figura de Zumbi debe ser comprendida en ese cuadro mayor. En poco o nada su sexualidad influenció en la dinámica de aquellos hechos. El propio silencio de la documentación sobre ella nos sugiere su poca importancia para los acontecimientos.

Era de esperarse que el artículo de Luiz Mott despertase las habituales polémicas académicas, un saludable debate sobre el tema «sexualidad e historia» y el inevitable y pasajero aprovechamiento malsano de la prensa sensacionalista. Sin embargo, la inesperada oportunidad fue percibida por los patrulleros ideológicos neoliberales.

Una gran empresa se encaró para el debate sobre la sexualidad de Zumbi, acicateando un falso debate que abrió una importante área de fricción entre las facciones del movimiento gay y del movimiento negro. Ciertamente, una festejada y marginal ganancia de la operación ideológica que amenazaba dislocar la esencia histórica de Palmares: la constitución de un Estado de productores libres en el corazón de la despótica sociedad esclavista americana.

Aunque fue el resultado de una instrumentación conservadora, no debemos huir del debate trabado en torno de la sexualidad de Zumbi. Algunos argumentos levantados contra Luiz Mott necesitan ser fraternalmente discutidos y dilucidados. Nei Lopes, asesor de la presidencia de la fundación cultural Palmares del Ministerio de Cultura, escribió un artículo sugiriendo lo contrario a la tesis de Mott, e igualmente sin ninguna documentación histórica pertinente, la absoluta «macheza» de Zumbi de los Palmares. Apoyándose en una bibliografía vieja, de medio siglo, en «Zumbi, muito por cima» (O Dia, 19/5/95), definió «pederasta, lesbianismo, bestialismo y «onanismo» como «vicios» y «relaciones sexuales contra la naturaleza», prácticamente desconocidos por los bantos y africanos hasta después de llegados los europeos degenerados.

Nei Lopes sugiere gratuitamente que las comunidades palmarinas y quilombolas vivían en una ortodoxia sexual que contentaría a un severo dominico. La ciencia ha comprobado que todas las sociedades poseen una población hetero (mayoritaria) y homosexual (minoritaria), de ambos sexos. La documentación histórica registra homosexuales en América precolombina, en Africa Negra pre-colonial, en Asia, en Oceanía. Fenómenos históricos esenciales de la esclavitud determinaron que, posiblemente, las comunidades negras esclavizadas -y sobre todo los quilombos- poseyeran un número mayor al normal de homosexuales masculinos.

Había carencia relativa de mujeres libres en la sociedad colonial. La falta de mujeres entre la población esclavizada crecía con el monopolio de las cautivas. Los señores las utilizaban en los trabajos domésticos, como concubinas, como prostitutas y hasta como esposas. En algunas plantaciones esclavistas, la escasez de mujeres alcanzaba niveles dramáticos para los heterosexuales, recordaría, ahora con absoluta pertinencia el antropólogo y líder gay Luiz Mott.

El historiador gaúcho Euzebio Assumpcao, en un minucioso levantamiento demográfico, apuntó tasas de masculinidad en torno del 85% en las haciendas esclavistas pelotenses, en Río Grande do Sul. Sobre todo eran trabajadores esclavizados de sexo masculino los que huían a los quilombos. Las fuentes históricas registran que las tasas de masculinidad de los quilombos eran más altas que las de la sociedad esclavistas. Los cautivos fugados asaltaban haciendas y villas para secuestrar mujeres. Las comunidades quilombolas constituirían sociedades de productores libres e independientes. Se basaban en el consenso social y no poseían -y no podían poseer- órganos e instituciones socio-represivas permanentes. Difícilmente los quilombolas optarían por la castidad radical. Ellos seguramente establecerián estrategias sexuales alternativas.

Las prácticas sexuales en los quilombos y en los palmares son un fenómeno histórico que debe ser analizado sin apriorismos o reticencias de cualquier tipo. Nada que sea humano nos debe resultar extraño. Es creíble que la poliandria, el onanismo, el bestialismo y el homosexualismo fueran prácticas comunes y socialmente aceptadas por los quilombolas. Tenemos informaciones parciales e indirectas sobre tal posibilidad, para algunos casos. En un futuro próximo, con una documentación más abundante, los quilombos posiblemente darán también lecciones sobre la aceptación democrática de las opciones individuales contingentes  o de las tendencias sexuales profundas de sus participantes. Tal vez también en ese dominio muestre su superioridad sobre la sociedad colonial esclavista.  

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