Por Santiago Ponce
En la espiral ascendente de las reformas educativas en clave de degradación, la escuela del futuro es uno de sus últimos capítulos. La preparación del ciudadano del Siglo XXI era uno de sus principales leitmotiv y con él la apuesta a la ciudadanía digital. Trabajos por proyectos, habilidades y competencias emprendedoras completaban el paquete. En general, cada uno de esos lemas podían encontrarse en la Ley de Educación Nacional, con mayor o menor énfasis. Durante el macrismo, la Ciudad de Buenos Aires picó en punta en el proceso de profundización de la NES en 2018. Las salas digitales fueron una de las primeras innovaciones en la infraestructura escolar, además de los coloridos nuevos juegos de mesas y sillas. A su vez, la Ciudad se vanaglorió de acompañar con iniciativas propias el Programa Conectar Igualdad repartiendo computadoras a través del Plan Sarmiento. Misiones dijo estar al tope de la innovación, con la introducción de la robótica y sus escuelas “innovadoras”. San Luis se presenta como la capital digital, lo propio quieren hacer Córdoba y Santa Fe. Sin embargo, a la hora de poner a prueba todas esas “capacidades” con la Pandemia la realidad emerge. Al entusiasmo nacional sobre educación digital, le siguió la apuesta a la televisión, la radio y los cuadernillos papel. Al despliegue de los contenidos normalmente, los contenidos prioritarios para derivar en la contención emocional. Tal vez, el reconocimiento más palpable de que el gobierno no está dispuesto a poner todo lo que hace falta para garantizar materialmente una verdadera continuidad sea el cambio en las evaluaciones. Al momento de cierre de esta nota, no había una definición nacional pero varias provincias ya se habían manifestado por suprimir evaluaciones numéricas, cambiarlas por otras conceptuales o lo que se llamó en CABA “acompañamiento pedagógico” mientras dure la suspensión. ¿Y después? Vamos viendo, parecen decir. Hoy los Fernández dicen que si no se cuentan con los recursos técnicos es culpa de Mauricio Macri que discontinuó el Conectar Igualdad. Nos ocupamos en otro lugar de reconstruir el estado de situación de los últimos años y lo actuado por el kirchnerismo (el lector puede consultar siguiendo el link). Veamos cuáles son las lecciones que nos deja la Pandemia.
Poco y nada
Iniciada la suspensión, rápidamente se reveló que una porción nada sustantiva de nuestros alumnos, a lo largo y a lo ancho del país, no tenían recursos técnicos como para conectarse con sus docentes. Recién para la semana del 20 de abril, a más de un mes de la suspensión de clases, el Ministro de Educación, Nicolás Trotta, se comprometió a entregar 135.000 dispositivos entre netbooks y tablets, de las cuales, 100.000 netbooks (es decir casi un 80%) se encontraban en un depósito del Correo Argentino y cuya partida, había permanecido sin entregarse bajo el gobierno macrista. Una respuesta más bien pobre. Más aún si la comparamos con los más de siete millones de cuadernillos con un plan escolar de trabajo diario que piensan repartirse.
Con respecto al destino que iban a tener esas computadoras a repartir, Trotta señaló que “las vamos a empezar a distribuir la semana que viene, en los dos lugares donde hay que poner el foco en la lucha contra la desigualdad: el Conurbano y las diez provincias del norte grande argentino. Y continuó sosteniendo que no las vamos a mandar a escuelas, porque hoy físicamente no están abiertas. Se van a distribuir en los territorios con mayores niveles de vulnerabilidad, con los gobiernos provinciales y los municipios”. Una cifra más que insuficiente.
Por su parte, la Secretaria de Educación del Ministerio de Educación, Adriana Puiggrós, aseguró que esta nueva versión de “Conectar Igualdad” usará múltiples plataformas, como celulares, algo que ya había privilegiado el mismo Macri. De todos modos, es evidente que a nadie le importa verdaderamente la comodidad y salud de los alumnos. Resulta bastante difícil imaginar que un alumno puede encarar de forma confortable la cantidad de actividades que tiene que desplegar en contextos de Pandemia con una pantalla pequeña y limitada memoria para semejante cantidad de materias. Muestra de lo “atamos con alambre” es la respuesta oficial frente al pedido de gratuidad para los servicios de Internet: solo se liberaron las plataformas educativas como Educ.ar, Program.ar, Seguimos Educando o el acceso vía web a materiales del canal Encuentro.
Por su parte, la Ciudad de Buenos Aires también apeló al refrite de recetas viejas. En medio de la Pandemia, el Gobierno de la Ciudad apeló a los recursos tecnológicos con los que ya venían trabajando desde hace, por lo menos, dos años. Muestra de ello fue la propaganda para el uso de la biblioteca virtual disponible en la página del ministerio o distintas plataformas como “Mi escuela” que cuenta con contenido digitalizados, material audiovisual y actividades. Adecuó ese portal al formato Clasroom y programó un curso “autoasistido” para los docentes.
La Ciudad de Buenos Aires no está ajena a las problemáticas que se encuentran en el resto del país. Un relevamiento de la Coordinadora de Estudiantes Secundarios y Familias por la Escuela Pública sobre 726 estudiantes encuestados mostró que la Ciudad tiene problemas similares a los del resto del país: un cuarto no tiene computadoras en sus casas y, si las tienen, son de uso compartido, por lo menos un 15% manifestó no tener acceso a internet. A la hora de pensar su propio proceso pedagógico, una parte de los entrevistados cuestionaba que nunca habían recibido clases virtuales destinadas a estudiantes, ni tampoco para los adultos responsables. Además de la lenta y escasa distribución de computadoras cuando llegaban a sus escuelas.
La provincia de Buenos Aires también apeló a la distribución a troche moche de cuadernillos papel para garantizar la continuidad: 2,5 millones de cuadernillos para inicial, primaria y secundaria. En esta oportunidad, los cuadernillos tienen un suplemento para las familias o personas que acompañan a los chicos en la continuidad. También la provincia publicitó su propio portal: el Programa de Continuidad Pedagógica donde se ofrecen una serie de materiales elaborados por los docentes y que se pueden descargar de la página sin clave de acceso, a un celular, Tablet, PC o netbook. Sin embargo, poco parece importar. El equipo de Inspectores de Nivel Secundario, le recuerdan al equipo directivo que se debe colocar la mirada en el cuidado y preservación de los vínculos con los estudiantes y sus familias. Todo anticipa que pese a la elaboración de cientos de miles de planes de continencia por parte de los docentes la provincia también sancionará el “acompañamiento pedagógico” no evaluado. No extraña, en este mismo número, vimos los trazos del “aprendizaje incentivado” y la evaluación modulada sobre las capacidades.
La miseria de la política (burguesa)
Los dos distritos que concentran el 40% de la población educativa muestran deficiencias estructurales a la hora de garantizar la continuidad. La primera reacción del gobierno nacional fue echarle la culpa a sus predecesores por haber discontinuado el Conectar Igualdad que, dicho sea de paso, priorizaba el nivel secundario abandonando al nivel primario a la suerte provincial. Quienes tienen poca memoria se olvidan que el peronismo gestiona este país desde hace décadas. Abstraigamos por un momento ese grueso dato aún así siguen siendo responsables. Porque en lugar de volcar sus prioridades a garantizar todo eso que falta en las escuelas, ahora se preparan para desplegar una salida educativa a la “italiana”: pase, pase. Esa es la receta que vienen aplicando sobre el sistema educativo prepandemia y nada indica que, en este contexto extraordinario, fueran a abandonarla. Son ellos los responsables de la degradación educativa. Se llenan la boca hablando de la educación, pero sus acciones nos demuestran lo contrario a cada segundo.
Nada impediría sumar toda la masa de recursos necesarios para garantizar el proceso pedagógico y el acompañamiento de las familias. Los trabajadores sociales de todo el país denuncian que la Ley Nacional de Educación que prometió un gabinete por escuela no se cumple. Y se organizan en sus colegios porque mientras miles de trabajadoras sociales están desocupadas las necesidades de atención en las escuelas explotan sobre la cara de los docentes. Docentes se organizan como desocupados mientras los ocupados denuncian sobreexplotación. Millones de computadoras esperan en una vitrina mientras nuestros alumnos reclaman para estudiar. El problema es, una vez más, el sistema social que organiza la vida: el capitalismo. La escuela en contextos de Pandemia da cuenta de esa irracionalidad.