Milei y el CONICET: tirar al niño con el agua sucia

en Goyo Flores/Novedades

En el día de ayer, en la LN+, Javier Milei señaló que, entre sus principales medidas, estaría cerrar y privatizar el CONICET. Algo de tal calibre no solo implicaría que los 27.000 trabajadores que hoy se desempeñan en el organismo quedarían en la calle, sino también de un proyecto de país que no tiene ningún futuro que ofrecer a más de la mitad de nuestra población.
En primer lugar, es necesario señalar que la ciencia no avanza, en ningún lado, de la mano del sector privado. Hay desarrollos importantísimos que llevan décadas de inversión estatal para que luego lleguen a desarrollos privados. El mejor ejemplo son las vacunas contra el COVID: la inversión para desarrollarlas no vino de Pfizer, o AstraZeneca, sino de los Estados. Para el sector privado la inversión era enorme y no se iba a recuperar. Toda la industria de alta tecnología y que demanda importantes adelantos de capital, como la médica, la espacial, la nuclear, funciona así. Sin los desarrollos estatales eso no existiría. Ningún país relevante prescinde de la inversión pública en ciencia y tecnología.
El sistema científico en la Argentina tiene muchos problemas, que hemos denunciado en múltiples ocasiones: los bajos salarios, la precarización laboral, la falta de financiamiento, la expulsión de recursos humanos y la falta de una planificación estratégica que ponga la ciencia al servicio de las necesidades sociales y del desarrollo productivo. Pero cerrar el CONICET o privatizarlo no es la solución, eso es tirar al niño con el agua sucia.
Sin desarrollo científico y tecnológico, la Argentina solo podrá profundizar, con suerte, su especialización como productor primario, y ese es un país que solo puede sostener a la mitad de su población actual o menos. Ni siquiera eso, porque desarrollos importantísimos para el sector agropecuario, como el trigo resistente a la sequía, se hicieron en CONICET.
Necesitamos repensar el CONICET y todo el sistema de ciencia y tecnología nacional en función de un nuevo proyecto de país, que se inserte en el mundo exportando bienes de alta tecnología. Ese país hoy no está en la cabeza de ninguno de los candidatos. Aunque Massa y Bullrich no hayan dicho que van a cerrar el CONICET, su modelo de país no es muy diferente al de Milei, y en él no hay un lugar relevante para el sistema científico. Por eso las propuestas en torno a CONICET oscilan entre una política cosmética que lo va vaciando de a poco y otra que propone directamente cerrarlo.
Es urgente convocar una campaña amplia y plural en defensa del CONICET y de todo el sistema científico de la Argentina. Pero también necesitamos comenzar a pensar, y poner en marcha, una nueva Argentina, en donde la ciencia ocupe un lugar realmente relevante.

Razón y Revolución – Ciencia y Técnica

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