Que el Covid-19 es un virus que circula fácilmente y con mucha velocidad, es algo que se conoce. También sabemos que puede producir la muerte. Al día de hoy en todo el país se registra ya más de 80.000 infectados y casi 1600 muertos. Pero esto no significa que necesariamente el virus tenga que expandirse y provocar la muerte. Ya explicamos acá que quienes nos gobiernan actuaron tarde, y privilegiaron la ganancia por sobre la vida. Vimos también que gran parte de los trabajadores de salud se contagiaron, e incluso hubo muertes que fueron verdaderos crímenes sociales, porque los patrones y sus gobiernos no garantizan los más elementales elementos de protección, en cantidad y calidad.
Pero incluso hay aún casos más absurdos, de muertes completamente innecesarias, derivadas de lo mismo: la inutilidad de quienes nos gobiernan y dirigen esta sociedad capitalista. Un ejemplo muy claro de esto lo tuvimos hace una semana en la ciudad bonaerense de Junín. Veamos.
Desde la madrugada del 29 de junio, un joven obrero, Luciano Ferreyra de 19 años, pelea por su vida después de impactar contra un montículo de tierra ilegal que pretendía garantizar la cuarentena. El hecho sucedió cuando Ferreyra se desplazaba en moto por la zona de la colectora de Ruta 7 y la calle Sargento Cabral. Luego de impactar contra el montículo de tierra, completamente carente de toda señalización e iluminación, el joven salió despedido del vehículo, sufriendo heridas de gravedad.
Hasta el momento, el municipio no abrió la boca. No se trata de un hecho aislado. Por el contrario, hay antecedentes que tuvieron un desenlace fatal. En el mes de abril camino al Campo La Cruz, Daniel Oscar Rosa de 21 años, impactó con su cabeza contra un montículo que el municipio había levantado de forma ilegal sobre avenida República. Fue encontrado horas después por un vecino y traslado al hospital donde murió a los pocos días. Daniel volvía de trabajar. Su familia aun hoy reclama justicia frente al silencio cómplice del municipio. Los vecinos de Junín están juntando firmas para solicitar lo elemental: el retiro de los montículos y una correcta señalización de los cortes.
No se trata de accidentes, sino de crímenes sociales cuya principal responsabilidad es del propio intendente Petrecca. La falta de servicio de iluminación en las calles y la mala aplicación de controles para el ingreso y egreso de la ciudad son tareas suyas, que resolvió de la manera más económica y más peligrosa para la salud de los trabajadores. Así se llega al colmo de que Junín aún sin muertos por Coronavirus, tiene muertos derivados de las acciones irresponsables de su gobierno.
La política que implementó Petrecca para hacer frente a la pandemia se muestra ineficiente por donde se la mire. No solamente no puede garantizar la salud de los habitantes, hubo y hay casos de covid-19 en Junín, sino que además las medidas que toma generan nuevas muertes y accidentes. Aun hoy a cien días de comenzada la cuarentena no hay un plan claro ni para el área de salud, ni para el área económica.
Para asegurar el aislamiento, el municipio insiste en una política por demás improvisada y negligente: colocar montículos de tierra en calles que no están iluminadas. Esto incluso va en contra de lo indican los artículos 21°, 22° y 23° de la Ley de Transito 24.449, donde se indica que el bloqueo de calles debe estar realizado con material adecuado y correctamente señalizado.
Este tipo de bloqueos callejeros, se puede ver en varias ciudades y provincias, a lo largo y ancho de todo el país. Como si el Coronavirus no fuera suficiente amenaza, a ello se suma la inutilidad de los gobernantes, que arriesgan nuestra vida por su improvisación y para ahorrarse unos pesos. Lo que nos enferma y nos mata es el capitalismo.
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