Reinterpretar episodios clave de la historia de la clase obrera argentina constituye la única manera de obtener nuevas perspectivas de trabajo político en la actualidad. Los autores nos acercan a la realidad de uno de esos episodios, en este caso muy poco estudiado, la toma de fábricas de 1964.
Este artículo constituye una síntesis del trabajo del mismo título publicado en 1995 como Documento de Trabajo del Programa de Investigación sobre el Movimiento de la Sociedad Argentina (PIMSA) Nº 2.
Por María Celia Cotarelo y Fabián Fernández (investigadores del Programa de Investigación sobre el movimiento de la sociedad argentina)
Introducción
Este trabajo trata acerca de las ocupaciones masivas de fábricas realizadas en mayo/junio de 1964. Se inscribe en el campo de problemas acerca de la constitución de los medios de lucha que utiliza la clase obrera y de las alianzas políticas mediante las cuales libra sus enfrentamientos, abordados desde una perspectiva que enfatiza la «crítica histórica-social»[1].
El problema más general que nos proponemos dilucidar en esta investigación es conocer, en relación al hecho estudiado –la ocupación masiva de fábricas, a nivel nacional y con una dirección centralizada-, cuál es la estrategia de la clase obrera, vista a partir de las alianzas que establece con otras fracciones sociales y de los medios de lucha que utiliza para librar sus enfrentamientos.
El objeto de nuestra investigación lo constituye la ocupación masiva de fábricas como medio de lucha de la clase obrera en el proceso de formación de fuerza social. Tomamos como soporte empírico las ocupaciones masivas de establecimientos, realizadas en mayo/junio de 1964 como segunda etapa de las cinco en que se desarrolla el plan de lucha del movimiento obrero organizado en la CGT, entre mayo de 1963 (gobierno de José María Guido) y octubre de 1965 (gobierno de Arturo Illia).
En el proceso de su formación la clase obrera va constituyendo distintos medios y formas de lucha. A lo largo de la historia argentina se han producido -y se siguen produciendo- distintos tipos de ocupaciones, según cuál sea el territorio social ocupado, la fracción o categoría social que la lleva a cabo y los objetivos de la ocupación: ocupación de fábricas, de lugares de trabajo que no son fábricas (comercios, dependencias administrativas, bancos, etc.), de tierras para poner en producción, de viviendas, de tierras para asentamiento de viviendas, de facultades y escuelas, de emisoras de radio y televisión, de locales sindicales, etc.
Entre estas ocupaciones se cuenta la ocupación de lugares de trabajo, que en la Argentina alcanza su mayor difusión en el período 1973-75, y que reaparece, por ejemplo, en la toma de la planta de Ford en 1985. En su proceso de formación marca un hito mayo/junio de 1964.
La ocupación de fábricas no es un medio de lucha utilizado con frecuencia por la clase obrera argentina con anterioridad al período que estamos considerando. A partir de la segunda mitad de la década de 1950, comienzan a producirse numerosas ocupaciones por lugar de trabajo y, en menor medida, por rama de actividad, que constituyen luchas económicas en reclamo de salarios adeudados, de reincorporación de obreros despedidos, en defensa de la fuente de trabajo, etc. En momentos en que la CGT pone en marcha su plan de lucha, la ocupación es, junto a la huelga y la movilización callejera, uno de los medios más utilizados por la clase obrera en su lucha económica. Sin embargo, la ocupación de fábricas en forma masiva y a nivel nacional, con una dirección centralizada y con un mismo programa, constituye un hecho cualitativamente distinto. A diferencia de la huelga general nacional y la huelga general con movilización (que constituyen formas de lucha con una larga tradición y arraigo en el movimiento obrero), la ocupación masiva de fábricas recién será utilizada como medio de lucha política en mayo/junio de 1964. Pero este hecho no puede ser analizado fuera del contexto de las luchas que, en ese momento histórico, libran en distintos frentes, los obreros. Lo cual nos lleva a las alianzas políticas por medio de las cuales la clase obrera libra sus enfrentamientos.
Desde la década del 40 la mayoría de la clase obrera, y en particular el movimiento obrero organizado sindicalmente, participa en la alianza que toma la forma política de peronismo (expresión en la Argentina del dominio de las relaciones propias del capital industrial), postulándose, en determinados momentos históricos, como dirigente de esa alianza, incluso antes de que emergiera bajo la forma de peronismo[2]. Pero la relación entre la mayoría de la clase obrera y otras fracciones sociales expresadas en esa alianza, no ha permanecido siempre igual a lo largo del tiempo sino que ha seguido los movimientos que le imprime el desarrollo de la lucha de clases. Los momentos de crisis en esa relación se producen cuando emerge el interés de clase de la clase obrera, lo que la lleva a enfrentarse a las fracciones burguesas dirigentes en la alianza. Esta situación aparece más evidente cuando el peronismo ocupa el gobierno, por ejemplo en 1975, momento en que la clase obrera se enfrenta a los que detentan la dirección del gobierno y del partido y también a la dirección de la CGT.
Pero, como veremos, la crisis en esa relación no se produce sólo en esos momentos. El momento que tomamos en consideración aparece caracterizado por una clara y explícita participación de la mayoría del movimiento obrero organizado sindicalmente en esa alianza política; pero, a la vez, en un período en que dicha alianza se encuentra proscripta políticamente ya que ha sido declarada ilegal desde 1955.
El hecho investigado
El hecho que investigamos ha sido relativamente poco estudiado, aunque existen distintas imágenes sobre el mismo: 1) constituye una prueba de lo que se considera el carácter antidemocrático del sindicalismo peronista, el cual buscaba crear un clima de caos social y político a través de sus planes de lucha, lo que llevaría al derrocamiento del gobierno de Illia y la instauración de un gobierno militar, en connivencia con los grandes grupos económicos. 2) sólo buscaba el retorno de Perón al país y al gobierno, en un intento por volver al período anterior a 1955. 3) se inscribe en el enfrentamiento entre Vandor y Perón. 4) sólo es una maniobra de la llamada burocracia sindical a fin de canalizar y frenar la lucha de los obreros, por lo que este hecho no es considerado como formando parte del proceso de luchas que lleva a 1969 y que culmina en 1975. Aunque algunas de estas imágenes puedan dar explicación parcial del hecho, se han construído sin el análisis de la clase obrera real. Sólo se observan las instituciones y los hombres en tanto individuos, y no como personificación de determinadas relaciones sociales, imagen que impide observar los procesos de luchas sociales. A la vez, se tiende a considerar a la clase obrera como un conjunto homogéneo, desdibujándose así la especificidad de la fracción obrera industrial.
En este trabajo, en primer término, intentamos determinar cuáles son las fracciones, capas y categorías de obreros que llevan a cabo las ocupaciones masivas de establecimientos en 1964; cuál es la fracción obrera dirigente; qué grados de unidad se alcanzan dentro de la clase; e intentamos conocer cómo se alinean las demás fracciones sociales. En segundo lugar, describimos y analizamos el medio de lucha que utilizan las fracciones obreras para llevar adelante su lucha; intentamos definir la ocupación de fábrica y determinar qué es lo que expresa dentro del proceso de luchas de la clase obrera en la Argentina en ese período.
Período en que se localiza el hecho
Las ocupaciones masivas de establecimientos de 1964 se localizan en un período que comienza en 1955, cuando la alianza social cuya forma política es el peronismo y de la cual forma parte mayoritariamente la clase obrera es desalojada del gobierno mediante un golpe de estado; y se cierra en 1975/76, momento a partir del cual la fuerza acaudillada por la oligarquía financiera logra imponerse sobre el conjunto de la sociedad. Si se considera que el año 1969 constituye un punto de inflexión dentro de este período pues a partir de entonces las luchas continúan bajo nuevas formas y con un nuevo carácter, no hay duda de que las ocupaciones masivas de fábricas anteriores a ese punto son de naturaleza diferente a las producidas después (1971 y 1973).
El plan de ocupaciones es una de las acciones llevadas a cabo por fracciones sociales que integran el campo del pueblo, como parte del proceso de luchas políticas y sociales del período 1955-69-75. A la vez, forma parte, específicamente, del conjunto de acciones que lleva a cabo el movimiento obrero entre 1963 y 1965 y que se conocen como el plan de lucha de la CGT. Dentro de este período 1963-65, hemos delimitado tres momentos, en relación a las alianzas que establece la clase obrera con otras fracciones sociales[3]:
1) Unificación de los cuadros sindicales y búsqueda de amplias alianzas (desde enero de 1963 hasta las elecciones generales de julio de ese mismo año): Tras haberse unificado los cuadros dirigentes del movimiento obrero organizado sindicalmente (Congreso Normalizador de la CGT), éste busca establecer alianzas con otras fracciones sociales, tanto en relación a su plan de lucha contra el gobierno como a la lucha electoral. Para ello elabora un programa que contempla los intereses de distintas fracciones, a la vez que utiliza diversos medios de lucha que permiten la participación de otras fracciones sociales. Sin embargo, las condiciones en que se realizan las elecciones presidenciales de 1963 ponen de manifiesto, una vez más, la proscripción política que sufre la alianza política de la que forma parte la mayoría de la clase obrera, proscripción refrendada por el conjunto de los partidos políticos que participan de las mismas. Las fracciones obreras proscriptas quedan, pues, excluidas del sistema de representación política y sólo pueden hacerse presentes a través del voto en blanco y de la continuación del plan de lucha.
2) Aislamiento relativo del movimiento obrero y crisis de la unidad sindical (desde julio de 1963 hasta agosto de 1964): Como veremos más adelante, durante este segundo momento quedan en evidencia las diferencias entre los dos principales nucleamientos sindicales (62 Organizaciones Peronistas y Gremios Independientes), vinculadas con su pertenencia a dos alianzas de clases distintas y enfrentadas entre sí y a formaciones ideológicas diferentes. A la vez, distintas fracciones sociales que apoyaban la lucha del movimiento obrero, se distancian de ésta, por oponerse al medio de lucha empleado en esta etapa: las ocupaciones de fábricas.
3) Restablecimiento de las alianzas (desde agosto de 1964 hasta octubre de 1965): Este tercer momento presenta dos rasgos que lo diferencian del anterior: el movimiento obrero restablece amplias alianzas con diversas fracciones sociales; y la lucha vuelve a desarrollarse en las calles, llegándose a choques con la fuerza armada del gobierno.
Organización y características del plan de ocupaciones
El plan de ocupaciones es organizado por la dirección nacional de la CGT. El 1º de mayo de 1964 se reúne el Comité Central Confederal, el cual aprueba «poner en ejecución la segunda etapa del plan de lucha en la siguiente forma: a) entre el lunes 18 de mayo y el día 15 de junio, ocupación parcial, zonal y por grupos en la forma que indicará el Consejo Directivo de la CGT; b) entre el 15 y el 18 de junio, como culminación de esta segunda etapa, ocupación total y simultánea en todo el país por el término de 24 horas; c) el Consejo Directivo de la CGT planificará con la consulta correspondiente a los organismos confederados todas estas acciones de lucha a los efectos de una perfecta eficacia y sincronización; d) las organizaciones confederadas tomarán todas las disposiciones para cumplir estrictamente todas las consignas de los cuerpos directivos y asegurar el máximo de disciplina y seguridad; y cualquier modificación que requiera el presente plan deberá motivar, para su consideración, la convocatoria del Comité Central Confederal».
Las decisiones generales son tomadas por los miembros del Comité Central Confederal y su aplicación recae en los integrantes del secretariado nacional y del consejo directivo, los cuales constituyen el llamado Comando Superior de esta lucha. Las directivas son transmitidas por este Comando a los secretarios generales de los distintos sindicatos participantes y regionales del interior del país, los que a su vez, el mismo día en que se producirá la ocupación, las transmiten a los delegados y comisiones internas, que son los que garantizan en definitiva la ocupación. Los delegados las comunican a los obreros y, posteriormente, al personal directivo del establecimiento.
La lucha es llevada a cabo con un alto grado de disciplina y organización. Se cierran las puertas, se cortan las comunicaciones con el exterior; en algunos casos, los obreros colocan barricadas delante de las puertas de acceso; en todos los casos, se paralizan las actividades. En numerosas ocupaciones se toman rehenes entre los propietarios, el personal directivo, técnico, administrativo y de seguridad como medida preventiva ante una posible represión policial. Las ocupaciones duran entre cuatro y seis horas, excepto en el último operativo, en que se prolongan por 24 horas. En aquellas ocupaciones en que los propietarios presentan la denuncia, concurre un juez federal acompañado de la policía, los cuales instan a desalojar el establecimiento. Por lo general, los obreros acatan la orden de desalojo casi de inmediato, aunque en algunos casos resisten la acción judicial y policial antes de finalmente acatarla. Tras algunas ocupaciones se producen detenciones de obreros, mientras que sólo en unas pocas, algunos resultan heridos. Posteriormente, se les inicia sumario a gran parte de los delegados y miembros de comisiones internas de fábrica acusándolos de «usurpación a la propiedad privada» y «privación ilegítima de la libertad». También son procesados los 119 miembros del Consejo Directivo de la CGT.
En síntesis, los obreros despliegan sus fuerzas: ocupan las fábricas, pero cuando son intimados a desalojar lo hacen sin ofrecer resistencia; por su parte, el gobierno despliega su fuerza material, pero desarrolla su acción a través del sistema judicial, al igual que los propietarios de las fábricas.
Localización en tiempo y espacio
El plan de ocupaciones se desarrolla a lo largo de siete operativos, entre el 21 de mayo y el 24 de junio de 1964, que se realizan en los siguientes días: el primero, el 21 de mayo; el segundo, el 27; el tercero, el 29; el cuarto, el 2 de junio; el quinto se divide en dos fases: la A, el 3, en la ciudad de Paraná y la B, el 5 en la ciudad de Santiago del Estero; el sexto, el 18; y el séptimo, el 24 de junio.
A lo largo de los siete operativos en los que se distribuyen las ocupaciones, según datos de la CGT, 3.913.000 trabajadores ocupan 11.000 establecimientos. La primera cifra corresponde al 75,4% del total de asalariados, según el Censo Nacional de Población de 1960; y la segunda equivale a cerca del 10% del total de establecimientos industriales del país registrados en el Censo Económico Nacional de 1964. En nuestra investigación hemos registrado 4.398 ocupaciones[4] en las siguientes jurisdicciones políticas: Capital Federal (35,9%); Conurbano bonaerense (39,9%); Resto de Buenos Aires (5,3%); Santa Fe (6,5%); Córdoba (1,8%); Chaco (0,7%); Tucumán (0,4%); Salta (0,3%); San Juan (0,3%); Entre Ríos (0,3%); Mendoza (0,2%); Santiago del Estero (0,1%); Formosa (0,1%).
También se producen ocupaciones en Corrientes, Chubut y Misiones[5]. Todas las ocupaciones se producen en centros urbanos (con excepción de la ocupación de viñedos, en áreas rurales de la provincia de San Juan). En estas 15 jurisdicciones se concentran el 97,1% de los establecimientos industriales y alrededor del 97,8% del personal ocupado en la Industria Manufacturera del país[6].
Por lo tanto, vemos que se trata de una lucha que recorre todo el territorio nacional, aunque con mayor incidencia en las ciudades más importantes y más industriales del país y con neto predominio del territorio donde se concentra la gran industria, que es a su vez el más cercano al lugar en que se concentra el poder político.
Fracciones obreras que participan de las ocupaciones
¿Cuáles son las fracciones, capas y categorías obreras que llevan a cabo las ocupaciones masivas de establecimientos en mayo y junio de 1964? En primer término, podemos decir que, por la naturaleza misma de este medio de lucha, sólo puede ser el ejército obrero en activo el que lleve a cabo las ocupaciones masivas, ya que lo hacen en tanto trabajadores asalariados de un establecimiento. Sin embargo, no es el conjunto del ejército obrero en activo el que participa de esta lucha.
Tomando como dimensión la división social del trabajo en general y observando, pues, los grandes sectores de la producción social[7], vemos que la casi totalidad de los ocupantes son asalariados insertos en la rama industria[8]: 97,1% del total de ocupaciones que hemos registrado. En lo que respecta a los asalariados de la rama agricultura, éstos participan en una mínima proporción (0,2% del total). Por lo tanto, la casi totalidad de las ocupaciones son realizadas por asalariados insertos dentro de la órbita de la producción (97,3%).
Los asalariados de la rama comercio, es decir, aquéllos insertos en la órbita de la circulación de mercancías, participan en forma minoritaria (1,5%), mientras que los que pertenecen a la órbita de la circulación de dinero (asalariados del sector bancario) no tienen ningún tipo de participación. Sólo el 1% de las ocupaciones son realizadas por asalariados que se encuentran fuera de la actividad económica de la sociedad, formando parte de la órbita del poder estatal, pertenecientes a la rama de la división del trabajo social que constituye la maquinaria del estado[9].
Como dijimos, la casi totalidad de los asalariados ocupantes pertenecen a la rama industria. Se producen ocupaciones en todas las ramas industriales, mayoritariamente en la metalúrgica (33,9% de las ocupaciones registradas) y textil (21,5%).
A la vez, también participan, aunque no por medio de la ocupación, sino mediante la huelga -debido a sus características específicas-, asalariados de la industria del transporte, tanto ferroviario como fluvial, marítimo, automotor y aéreo, y tanto de transporte de cargas como de pasajeros. Sin embargo, una parte de los trabajadores del transporte, representados en sindicatos como La Fraternidad y la Asociación del Personal Aeronáutico (pertenecientes a los Gremios Independientes), se oponen al plan de ocupaciones.
De acuerdo con la información con la que contamos, participan, prácticamente en partes iguales, asalariados pertenecientes al sector de producción de medios de producción (35,3%), y al sector de producción de medios de consumo (32,1%)[10]. Vemos además que la mayoría de los ocupantes no sólo se encuentran insertos en la rama Industria, sino que a la vez, desde el punto de vista del proceso de valorización del capital, son trabajadores productivos. En los lugares de trabajo que pertenecen a la órbita de la producción, los que llevan adelante la ocupación son, fundamentalmente, los obreros de planta, mientras que los empleados administrativos participan en mucho menor medida.
Son ocupadas fábricas de 92 (72,4%) de las 127 empresas industriales que integran el ranking de las 142 principales empresas del país en ese momento[11]; 18 de las primeras 20 empresas del país en 1967 según el volumen de ventas[12]. A la vez, si tomamos como indicador la cantidad de trabajadores por establecimiento ocupado[13], vemos que la mitad tiene más de 250 trabajadores (174 establecimientos), siendo importante el número de establecimientos ocupados en los que trabajan más de 1.000 obreros (76 establecimientos). Por lo tanto, lo que puede observarse es que se ocupan las fábricas de gran parte de las principales empresas del país, tanto por personal ocupado como por volumen de capital y de ventas. La mayoría de los ocupantes son, pues, obreros de gran industria (fabriles), insertos en las relaciones propias de ese tipo social de explotación.
Tomando como dimensión la división técnica del trabajo al interior de la fábrica, vemos que los ocupantes son fundamentalmente los obreros a cargo directamente del manejo de las máquinas y los peones. Por el contrario, el personal técnico, profesional y de mantenimiento, salvo excepciones, no participa en la lucha. Esta categoría de trabajadores, provenientes en gran medida de la pequeña burguesía y con formación técnico-científica, tiene una doble condición: se encuentran enlazados en salario, siendo explotados por el capital, pero al mismo tiempo, son personificación de la ciencia al servicio del capital. En la mayoría de los hechos investigados pesa más esta segunda condición: se alinean con el capital, enfrentándose a los obreros fabriles.
A la vez, dentro de esta máquina productiva total al interior de la fábrica y tomando como dimensión la división del trabajo según función dentro del ejército de la industria, los ocupantes son, casi exclusivamente, los soldados rasos. Tanto los oficiales (gerentes y jefes de distintas jerarquías) como los suboficiales (capataces, supervisores) se oponen a las ocupaciones. En lo que respecta a los suboficiales, tienen también una doble condición: son obreros y, al mismo tiempo, funcionarios del capital, ya que constituyen la categoría de obreros que, durante el proceso de trabajo, llevan el mando en nombre del capital. En la mayoría de ellos también pesa más, durante las ocupaciones, esta segunda condición. Por último, según quién sea el propietario del establecimiento ocupado -el estado o un capitalista privado-, vemos que participan asalariados tanto de uno como de otro.
En síntesis, la fracción obrera protagonista de esta lucha son los obreros de gran industria, acompañados por otras fracciones obreras (la parte minoritaria de los asalariados de comercio, de la maquinaria estatal, agrícolas) y enfrentados a otras fracciones y categorías obreras (la mayoría de los que corresponden a las citadas anteriormente más los empleados administrativos y capataces) y a fracciones de pequeña burguesía enlazadas en salario (parte de los administrativos, técnicos y profesionales).
El carácter dirigente de la fracción obrera de gran industria, así como las relaciones de unidad y enfrentamiento que establece con otras fracciones y categorías obreras y que hemos observado en el terreno de las acciones mismas, se expresan también en las relaciones dentro del ámbito de las instituciones propias de los obreros, las organizaciones sindicales y sus cuadros dirigentes. El movimiento obrero organizado se encuentra dividido en varios nucleamientos sindicales, siendo los principales las 62 Organizaciones Peronistas y los Gremios Independientes, los cuales constituyen la conducción nacional de la CGT.
Las 62 Organizaciones agrupan a la gran mayoría de los sindicatos de obreros fabriles; este nucleamiento es el que impulsa y organiza, desde la conducción de la CGT, el plan de ocupaciones de fábricas. Expresa a las fracciones obreras que sufren, desde 1955, la proscripción política; los objetivos de su lucha van más allá del logro de reivindicaciones económicas inmediatas, planteando un programa de gobierno en torno a dos ejes: la democratización del régimen político y el desarrollo industrial sustentado en el llamado capital nacional.
Los Gremios Independientes, conformados, fundamentalmente, por los sindicatos de los trabajadores pertenecientes a la órbita de la circulación de mercancías y de dinero, de los obreros de la industria del transporte y de obreros de manufactura y trabajo domiciliario, se oponen a proseguir con el plan de ocupaciones, aduciendo que el gobierno ha comenzado a dar respuesta a algunos de los reclamos obreros (ley del salario mínimo vital y móvil, fijación de precios máximos, entre otros), por lo cual consideran que la continuación del plan de lucha «sólo puede estar motivada por razones políticas», que ellos no comparten. Este nucleamiento expresa a fracciones obreras no proscriptas políticamente, en la medida en que no forman parte de la alianza social desalojada del gobierno en 1955; sus luchas no buscan trascender el marco de los reclamos meramente sindicales. Sin embargo, dos de los sindicatos más importantes de este nucleamiento, la Unión Ferroviaria y la Federación de Trabajadores de Luz y Fuerza (precisamente, los dos Gremios Independientes importantes que agrupan a obreros de gran industria), participan activamente del plan de ocupaciones.
Las dos corrientes minoritarias del movimiento obrero organizado toman posiciones opuestas en relación a las ocupaciones masivas de fábricas: mientras que el Movimiento de Unidad y Coordinación Sindical (MUCS), de orientación comunista (que forma parte de la CGT pero no de su conducción) las apoya en términos generales, los 32 Gremios Mayoritarios Democráticos (antiperonistas; no integran la CGT) las rechazan frontalmente.
Los enfrentamientos entre nucleamientos sindicales son, en parte, expresión de la lucha interburguesa cuya forma es la antinomia peronismo/antiperonismo; sin embargo, en el plan de ocupaciones, la fracción obrera de gran industria en su conjunto encabeza la lucha, sin que lo determinante sea el alineamiento político en relación a esas dos alianzas, como ha podido observarse en el alineamiento de Luz y Fuerza y la Unión Ferroviaria.
La participación de otras fracciones sociales. Alianzas y enfrentamientos
Hasta aquí hemos visto cuáles son las relaciones de unidad y enfrentamiento que establece la fracción obrera dirigente de esta lucha con otras fracciones obreras. Ahora bien, ¿cuáles son las relaciones que establece con las demás fracciones que componen la sociedad?
La lucha de los obreros es apoyada por diversos partidos de izquierda, entre ellos, el Partido Comunista, el Partido Obrero Trotskista, el Partido Socialista de Vanguardia y el Partido Socialista de la Izquierda Nacional[14]. Por su parte, el Partido Socialista Argentino, si bien apoya los reclamos obreros y participa de otras etapas del plan de lucha de la CGT, se opone a la ocupación masiva de fábricas por considerar que pone en peligro la unidad de la central obrera.
Junto a las ocupaciones de fábricas se llevan a cabo también ocupaciones de facultades en distintas universidades del país, en apoyo al plan de lucha, por parte de grupos de estudiantes que se identifican como peronistas, socialistas, comunistas, reformistas universitarios, trotskistas e integristas; mientras que otros sectores se alinean en contra: un sector del reformismo universitario, humanistas, independientes, etc. La fracción obrera dirigente logra pues establecer una alianza con fracciones de pequeña burguesía personificadas en ciertos sectores del movimiento estudiantil universitario, parte de los cuales rompen con su anterior alineamiento antiperonista.
A la vez, apoyan el plan de ocupaciones, por medio de declaraciones y comunicados, las siguientes organizaciones y dirigentes políticos: sectores pertenecientes a la iglesia, como la Acción Sindical Argentina, el cura párroco de la ciudad de Berisso y el Partido Demócrata Cristiano; el Consejo Coordinador del Justicialismo, la rama femenina del Partido Justicialista, la Juventud Universitaria Peronista y la Unión Popular; el Partido Conservador Popular; Arturo Frondizi (Movimiento de Intransigencia y Renovación – MIR).
Entre los que apoyan los reclamos obreros pero se oponen a la ocupación masiva de fábricas por considerarla «un medio de lucha peligroso», se encuentran: el Partido Demócrata Progresista; Oscar Alende (Unión Cívica Radical Intransigente – UCRI); Movimiento de Intransigencia y Renovación (MIR); y el cardenal primado de la Argentina, A. Caggiano. La misma posición asumen, entre las organizaciones empresarias, la Confederación General Económica (CGE) y la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa.
Finalmente, los que se oponen al conjunto del plan de lucha son: Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), partido en el gobierno; Partido Demócrata Conservador; Federación Nacional de Partidos de Centro; Partido Socialista Democrático; Unión del Pueblo Argentino; Frente Democrático Revolucionario; Partido Conservador; Partido Republicano Argentino; Juventud de la Unión Conservadora de la provincia de Buenos Aires; Unión Cristiana Democrática; así como la Federación Argentina de Colegios de Abogados y cuadros militares, como el gral. Alejandro A. Lanusse, el gral.(RE) E. Rauch y el brig.(RE) G. Hidalgo Oliva. Entre las organizaciones empresarias: Acción Coordinadora de Actividades Empresariales Libres (ACIEL), Bolsa de Comercio, Cámara Argentina de Comercio (CAC), Unión Industrial Argentina (UIA), Confederación de la Industria, Federación Argentina de Industrias Metalúrgicas, Federación Económica, Cámara Argentina de Sociedades Anónimas, Sociedad Rural Argentina, Federación Argentina de Entidades de la Construcción, Cámara de Comerciantes Mayoristas, Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina, Centro Comercial e Industrial de Córdoba, Bolsa de Comercio de Córdoba, Asociación de Industriales de Córdoba y Cámara de Industriales Metalúrgicos de Córdoba. Estas organizaciones expresan las distintas fracciones del capital: industrial, comercial y financiero.
La ocupación masiva de fábricas
¿Qué es la ocupación? En términos generales, podemos decir que se trata de la toma de control sobre un territorio que hasta ese momento se encontraba en manos de otro. Como hemos visto, el hecho investigado lo constituye la ocupación de fábricas, es decir del territorio específico del capital industrial, allí donde se hace efectiva la relación capital-trabajo asalariado en el proceso de producción, en la fase de la gran industria; relación a partir de la cual se lleva a cabo el proceso de producción de mercancías y el proceso de valorización del capital, relación sobre la que se asienta el conjunto de la sociedad capitalista. Este territorio social se encuentra bajo el dominio del capital industrial, personificado en el capitalista y sus funcionarios que ejercen el mando al interior de cada fábrica sobre el conjunto de los obreros que constituyen la fuerza de trabajo en funciones, constituida como tal por el capital (atributo del capital). Ese es el territorio social tomado por los obreros.
Como vimos, según las cifras más altas (dadas por la CGT), se ocupa menos del 10% del total de establecimientos industriales del país; sin embargo, se trata de las fábricas más importantes en cada rama de la industria. Lo que se ocupa es, pues, el territorio bajo el dominio de la fracción más concentrada de capital. La ocupación pone en cuestión el mando al interior de la fábrica: por un lado, el capitalista y sus funcionarios; por otro, los obreros y sus propios jefes. Este hecho se acentúa en las ocupaciones en que los obreros toman rehenes, la mayoría de los cuales personifican al capital.
La segunda etapa del plan de lucha es caracterizada por organizaciones empresarias y partidos políticos del régimen como «subversiva», «revolucionaria» y como una «amenaza a la propiedad privada». No toda ocupación de fábrica, ni aislada ni masiva, expresa una estrategia expropiatoria. Si bien sólo la ocupación de este territorio social, la fábrica, por los obreros (o la tierra, en el caso del proletariado agrícola) -a diferencia de la ocupación de viviendas o de tierras para asentamiento de viviendas- puede llegar a vincularse, como tendencia, a la apropiación efectiva por parte del proletariado de las condiciones materiales de producción, no es ésa la situación en la Argentina de 1964.
Ya hemos visto que la fracción social que lleva a cabo el plan de ocupaciones es fundamentalmente la fracción obrera de gran industria. Lo hace organizada en los sindicatos, es decir, a partir de la institución que organiza los intereses de los obreros en tanto asalariados y cuya función principal es negociar las condiciones y el precio de la venta de la fuerza de trabajo en las mejores condiciones posibles dentro del capitalismo.
A la vez, los sindicatos que impulsan esta lucha son aquéllos nucleados en las 62 Organizaciones Peronistas, los cuales, en las condiciones de proscripción política en que se encuentra la alianza política a la que adscribe la mayoría de la clase obrera, organizan los intereses de los obreros en tanto ciudadanos. Las fracciones obreras que llevan a cabo esta lucha y sus aliados son, en términos generales, los que se expresaron en las elecciones provinciales de 1962 mediante el voto a las listas de la Unión Popular, impulsadas por las 62 Organizaciones (fundamentalmente, la encabezada por el dirigente textil Andrés Framini[15] en la provincia de Buenos Aires), cuyo triunfo fue anulado por el gobierno, y los que, en las elecciones presidenciales de 1963, participaron en la lucha electoral a través de la táctica del voto en blanco.
Los obreros que participan en esta lucha lo hacen en tanto asalariados y en tanto ciudadanos, organizados en las instituciones que expresan esos intereses. No se expresa en este hecho, pues, una estrategia expropiatoria, sino una estrategia que tiene como objetivo lograr un lugar en el sistema vigente en las mejores condiciones posibles, democratizando el régimen social y político imperante, pero sin trascenderlo.
Pero, a la vez, el hecho investigado debe ser puesto en relación con la situación de la alianza política de la que la clase obrera forma parte. Las ocupaciones masivas de fábricas de 1964 no pueden ser consideradas aisladamente, sino en relación al conjunto de acciones que constituyen el plan de lucha de la CGT. La lucha en tanto asalariados manifiesta y profundiza el grado de unidad alcanzado por la clase obrera, expresado en la unificación de los cuadros en la conducción nacional de la CGT; la lucha en tanto ciudadanos por parte de ciertas fracciones obreras (fundamentalmente la fracción obrera industrial) pone en peligro esa unidad, pero a la vez las vincula con otras fracciones sociales afectadas también por la proscripción política y, en la medida en que desde el régimen se mantiene dicha proscripción, con aquéllas enfrentadas al gobierno del estado o al estado mismo. La fracción obrera de gran industria se postula como fracción dirigente dentro de la alianza que integra, tanto en el terreno de la lucha electoral como a través del plan de lucha en su conjunto. Las ocupaciones masivas de fábricas constituyen un medio por parte de esta fracción para cohesionar su unidad interna, poner de manifiesto su capacidad para, con sus propias fuerzas, producir el alineamiento del conjunto de la sociedad en relación a su lucha y postularse así como dirección de esa fuerza social en formación[16], otorgándole el alto grado de disciplina y organización que le es propio.
Las relaciones de alianza y enfrentamiento que establece la fracción obrera de gran industria durante el plan de ocupaciones masivas de fábricas pone de manifiesto las distintas direcciones en que ésta lleva adelante su lucha. A la vez que se enfrenta a la clase capitalista en su conjunto -expresada en la totalidad de las organizaciones empresarias y el estado-, se postula como fracción dirigente de la alianza de clases de la que forma parte, enfrentando al gobierno para lograr anular la proscripción de esa alianza.
Pero en la medida en que la estrategia de la fracción obrera de gran industria no se propone ir más allá de ocupar un lugar en el sistema vigente -momento necesario en el proceso de formación de la clase obrera-, lo que potencia es la posibilidad de que una capa dentro de ella encuentre condiciones favorables para formar parte de las fracciones sociales dirigentes de la alianza, excluyendo a la mayoría y dejando de lado el interés del conjunto de la clase. Este es el proceso que se desarrolla en la clase obrera, y en el país, hasta culminar en junio de 1975, cuando la clase obrera movilizada (las masas) enfrenta y pone en crisis al gobierno ejercido por la alianza política de la que ella misma forma parte mayoritariamente y a la que había sido su propia dirección sindical.
junio 1997
Notas
[1] Tomamos el concepto de crítica histórica-social de Antonio Gramsci, que la define como aquélla «que se dirige a los grandes agrupamientos, más allá de las personas inmediatamente responsables y del personal dirigente» diferenciándola así de «una crítica política mezquina, cotidiana, que se dirige a los pequeños grupos dirigentes y a las personalidades que tienen la responsabilidad inmediata del poder». Gramsci, Antonio; La politica y el estado moderno, Ed. Premia, México, 1981.
[2] Cfr. Nicolás Iñigo Carrera: «La lucha democrática de la clase obrera argentina en las décadas de 1930 y 1940», en Crítica de Nuestro Tiempo, Año II, Nº6.
[3] La delimitación de estos tres momentos es provisoria. En este trabajo nos limitamos a realizar una breve descripción de cada uno de estos momentos; en la siguiente etapa de la investigación avanzaremos en la caracterización del período.
[4] Nuestro universo es de 4.398 ocupaciones a lo largo de los siete operativos, registradas a partir de la información que brinda el diario La Razón, complementada con la información proporcionada por los diarios Clarín, Crónica, La Prensa y La Nación. Sólo incluimos en este registro las ocupaciones de establecimientos identificados por su nombre, lo que no significa que éste sea el total de ocupaciones efectivamente producidas. Sólo incluímos ocupaciones realizadas por trabajadores asalariados; obviamente quedan excluidas las ocupaciones de facultades por estudiantes.
[5] No hay información de lugar para el 8,2% de las ocupaciones. En Chubut, Misiones y Corrientes las ocupaciones son menos del 0,1% del total.
[6] Elaboración sobre información que brinda el Censo Económico Nacional de 1964. Industria Manufacturera.
[7] Todas las dimensiones que consideramos y los conceptos teóricos que aplicamos para establecer quiénes son los que llevan a cabo esta lucha están tomados de Marx, Carlos: El Capital, Tomo I, cap. 11, 12, 13 y 23; Tomo II, Sección Primera y cap. 20.
[8] Incluimos dentro de la rama industria no sólo a la llamada Industria Manufacturera, sino también a la industria de la construcción, del transporte, de la electricidad, del gas y de las comunicaciones.
[9] El 0,2% restante corresponde a: 1) ocupaciones que denominan simbólicas de hoteles importantes de la Capital Federal, como el Savoy y el Plaza, donde se alojan funcionarios del gobierno nacional y diplomáticos, y sedes de las corporaciones empresarias, como el directorio de ACIEL y la UIA; y 2) ocupaciones de establecimientos de los que carecemos de información.
[10] El 32,6% restante son ocupaciones de empresas cuyaproducción puede estar destinada a ser tanto medio de producción como medio de consumo, y no contamos con mayor información como para determinar qué pesa más en cada una de ellas.
[11] Según un informe realizado por encargo de la CGE en enero de 1964, publicado en la revista Primera Plana.
[12] Fuente: revista Primera Plana Nº 297, Buenos Aires, 1968.
[13] Hasta el momento, sólo tenemos información para un pequeño número de establecimientos ocupados: 332.
[14] No son éstos los únicos partidos de izquierda que apoyan el plan de ocupaciones; en los diarios se señala que existen otros que se expiden a favor, pero no aparecen mencionados sus nombres. Entre ellos, según otras fuentes consultadas, participó Palabra Obrera.
[15] En 1964 Framini encabeza una línea distinta de la de Vandor, dentro de las 62.
[16] En una segunda etapa de nuestra investigación analizaremos la ocupación masiva de fábricas en el proceso de formación de una fuerza social acaudillada por la clase obrera.