I. “La revolución latinomericana”: ¿el giro foquista del morenismo?

en Revista RyR n˚ 10

Por Stella Grenat

Han elaborado a esos efectos una teoría: la de que la acción militar, armada, crea todo: el partido, los cuadros, los dirigentes, la revolución en sí. Craso error. Todo eso lo crea la acción de las masas
Carta de Moreno a Pereyra.

La agrupación morenista Palabra Obrera (PO) concentraba su actividad durante la década del ´50 en una política sindical dentro del movimiento peronista. A comienzos de la década siguiente, y en el contexto de la revolución cubana, contemporáneamente a esta  política de entris-mo en el peronismo, comenzará a redefinir su posición frente a la lucha armada. Esta situación ha sido leída como un nuevo viraje táctico de la agrupación hacia el foquismo. Según esta caracterización, el morenismo aparece presentado como una agrupación carente de un fundamento orgánico, concentrada sólo en planteamientos tácticos, que tendrían como único fin ir adecuándose a las diferentes coyunturas. En este sentido, el morenismo es definido como oportunista.

Quien delinea esta caracterización es Osvaldo Coggiola,1 que encuentra en el texto de Moreno La Revolución Latinoamericana2 la justificación teórica de sus supuestos: el “viraje cubanista”3 y el “delirio foquista”,4 en los que incurriría el morenismo en este periodo. Además, Coggiola encuentra que Moreno, en lugar de seguir la línea marcada por los sectores peronistas, propone tomar como nueva dirección a los sectores estudiantiles, que entran en escena con las guerrillas.5

       Ahora bien, ¿son pertinentes las conclusiones que Coggiola desprende de La Revolución latinoamericana? ¿Se puede afirmar con certeza que Moreno modifica su caracterización acerca de la dirección y de las tareas que deben encarar los militantes de PO? Éstas son las cuestiones que intentaremos elucidar para enfrentar las posiciones expuestas por Coggiola.

            Comencemos por aclarar que La Revolución Latinoamericana es un texto que Moreno termina de escribir en marzo de 1962. En el año anterior, PO participará en la insurrección del campesinado peruano. Coggiola que, como ya dijimos, entiende que La revolución latinoa-mericana es la justificación teórica del giro foquista, toma a la experiencia peruana como la expresión práctica de este giro. Para refutar la posición de Coggiola, es necesario revisar la experiencia peruana y los argumentos que sobre ella expone Moreno.

            Un miembro de PO, Hugo Blanco,6 declarará la primer huelga campesina en Perú. En ella los campesinos actuaban sólo a través de sus organizaciones sindicales, que incluían a todas las categorías de trabajadores: peones libres, arrendires, allegados o habilitados.7 El desarrollo de la huelga fue a partir de un “Pliego de Reivindicaciones” con el que Blanco comenzará la tarea de extender la sindicalización. Este pliego era presentado al gamonal (terrateniente peruano), y si era rechazado los campesinos procedían a declarar la huelga (se negaban a trabajar las tierras del terrateniente, tarea a la que estaban obligados en tanto que constituía el pago para usufructuar de sus respectivas parcelas individuales). Dicha huelga implicaba la toma de hecho de las tierras y provocaba la reacción de los terratenientes, quienes junto a las fuerzas represivas recurrían a la violencia para reconstituir el orden. Esta situación planteaba el surgimiento, entre los campesinos, de milicias armadas para defender las ocupaciones.

            En dicho contexto, dos militantes del PO viajan a Perú con el objetivo de colaborar en la sindicalización campesina. Pero, una vez en Lima, tuercen sus objetivos y optan por organizar una serie de acciones armadas. Coggiola sustenta en este hecho su postura, atribuyéndole a toda PO el vuelco hacia el foquismo, que en verdad han dado tan sólo dos de sus miembros.

Cabe aclarar que en La Revolución Latinoamericana no hallaremos nada parecido a una defensa del accionar de estos dos miembros. Por el contrario, Moreno defiende teóricamente la sindicalización campesina, la ocupación de tierras, la formación de milicias armadas  (no de focos guerrilleros), y la forma en que se desarrolla el poder dual. Su argumentación, lejos de desviarse de planteamientos anteriores8 (como pretende Coggiola), reincide en proponer el seguimiento de las experiencias surgidas de las masas, para luego plegarse a ellas y “acompañarlas” en su desarrollo:

“La multitud de pequeños reclamos realizados por los sectores más sumergidos, sumados entre sí, son imposibles de solucionar por el régimen, y ponen en juego el poder político de la burguesía. Esto lo estamos viendo, porque junto a la multitud de reclamos, se está desarrollando la experiencia del poder dual: los campesinos toman tierras dirigidos por sus sindicatos, desacatando el poder burgués. Esto indica una situación cualitativamente nueva donde está planteada la toma del poder, desarrollando los brotes de poder dual hasta controlar el país. Ni por un minuto debemos abandonar al campesino que reclama agua, porque con este pedido insignificante, sumado a miles y miles similares, se está planteando concretamente el problema del poder, que algunos campesinos ya superan al ocupar las tierras…”9

Dos cosas quedan claras: una es que para Moreno la tarea es impulsar todas y cada una de las iniciativas de las masas (en este caso las campesinas), y la segunda es que el desarrollo político de las mismas, es decir el paso de la reivindicación sindical al cuestionamiento del régimen y el desarrollo del poder dual, es un producto espontáneo, en el cual la organización no tiene más que el lugar de fiel acompañante. En este sentido, Moreno explícitamente sostiene:

“Aquel campesino atrasado que sólo sabe del problema del riego se convencerá de la necesidad de cambiar el gobierno y tomar las tierras (desarrollar el poder dual) al compás de su experiencia concreta y del intercambio de experiencias con otras comunas que viven un problema parecido. Desde la multiplicidad de luchas mínimas y brotes del poder campesino, hasta la gran tarea de la conquista del poder, hay una escalera de experiencias sucesivas (programa de transición) que van desde la lucha intransigente y leal por las reivindicaciones mínimas, hasta la derrota de los gobiernos cipayos”10

Con estos elementos podemos afirmar que Moreno, lejos de fundamentar  la acción de un foco guerrillero, como supone Coggiola, lo que intenta es esclarecer la necesidad de seguir las acciones de las masas. Con respecto al problema de la definición de una nueva dirección,  podemos decir que Moreno continuará en esta misma línea de razonamiento. Al contrario de lo que sostiene Coggiola, no es la pequeña burguesía estudiantil a la que presta atención. Su objetivo primordial está ubicado en visualizar cuál es el rol de las masas y como se debe actuar frente a ellas. Considerando que el período en el que escribe este libro está  signado por la impronta de la revolución cubana y por el debate acerca del rol jugado por los campesinos en el proceso revolucionario, Moreno asigna a estos últimos el lugar preponderante, y dice que es allí donde esta ubicada  la dirección del movimiento:

“[…] Hemos dicho que en el actual proceso revolucionario latinoamericano está interesado el frente del campesinado, la clase media urbana y el proletariado, y que en estos momentos, es el campesinado quien está a la vanguardia en la mayor parte de los países. Para el campesinado en ascenso no cabe otro programa que la toma inmediata de las tierras del terrateniente y el enfrentamiento con las fuerzas armadas que lo defienden.[…]”.

Finalmente, cabe desmentir la afirmación de Coggiola según la cual PO hace un giro en lo concerniente a sus tareas políticas. En ningún momento Moreno prepone la formación de una guerrilla; para él las tareas inmediatas son:

“debemos oponer la movilización de las masas agrarias a la reforma burguesa. Esto significa cumplir, a través de la experiencia de las masas, la primera etapa legal, y lo más pronto posible pasar a la etapa de la ocupación y el poder dual. Por lo tanto sindicación campesina  y ocupación de tierras son las dos consignas fundamentales.”11

De hecho Moreno objeta la acción guerrillera, defendiendo la formación de milicias armadas. En una carta de enero de 1962 enviada a Daniel Pereyra (uno de los dos miembro de PO que actúa en Perú), Moreno sienta claramente su posición frente a lo que llama “aventura armada”:

“…nosotros estamos por la inmediata realización de acciones militares. Pero estas acciones militares las consideramos necesarias como parte del desarrollo del poder dual molecular, atomizado, es decir como parte de la toma de tierras por los campesinos […] creemos indispensable la lucha armada inmediata para desarrollar y consolidar los brotes de poder dual […] la toma de tierras[…] No debemos hacer nada que no esté debidamente apoyado y defendido por la organización o iniciativa masiva del campesinado. Con una aclaración debemos hacer todo lo que localmente los campesinos y sus sindicatos quieran, aunque en escala regional o nacional todavía no lo quieran […] Creemos que hay que desarrollar, en oposición a los grupos guerrilleros, las milicias armadas campesinas y partidarias (o de frente único revolucionario) […] las milicias son parte de la vida sindical y política […] Estamos a favor de que todo sindicato tome tierras y las defienda…”12

Las tareas inmediatas propuestas por Moreno no expresan un rotundo alejamiento de aquellas que la agrupación venía desarrollando: reflejan un tendencia a permanecer detrás de las masas. No sorprende que la conclusión que da cierre a la obra  señale que  la tarea a cumplir sea ni más ni menos que continuar con el entrismo:

 “[…] ¿puede ser para los revolucionarios un frente de trabajo tan o más importante que el movimiento obrero, los movimientos nacionalistas, campesinos o democráticos? A nuestro juicio la realidad ha dado su respuesta: en determinados países y circunstancias, el principal lugar de trabajo es el movimiento nacional o agrario. Practicar el entrismo en ellos, es tan fundamental como hacerlo en los sindicatos, soviet o en el partido laborista inglés. […] La independencia política y organizativa de los marxistas dentro de ese movimiento es un requisito indispensable, y además el trabajo debe combinarse con el trabajo sobre el movimiento obrero, futuro revolucionario del movimiento nacionalista[…] Es una obligación estar ahí, y dar una tónica conciente a esa posibilidad revolucionaria.”13

            Mediante nuestro examen esperamos haber refutado las conclusiones que Coggiola desprende de su análisis de La Revolución Latinoamericana. Dicho texto no es la justificación de un giro foquista, no propone como dirección a los sectores estudiantiles, ni asigna tareas vinculadas con la lucha armada. El interés de Moreno es dilucidar, defender y seguir la acción de las masas, sin intervenir como factor catalizador de la conciencia política de las mismas, porque supone un desarrollo autónomo de la conciencia de clase; es decir, renuncia a convertirse en dirección consciente. 

            Consideramos que Coggiola, en su afán de diferenciarse de la corriente morenista, no deslinda los problemas con claridad y tiende a utilizar la caracterización de foquista como un epíteto descalificador, sin profundizar su análisis. De hecho, deja de lado uno de los puntos principales hacia donde debe apuntar una crítica sustanciosa, que alcanza tanto al morenismo como al foquismo: nos referimos a la relación que existe entre las acciones políticas de una organización y el desarrollo de la conciencia de las masas. PO y su principal teórico Moreno, no pueden efectivamente ser calificados de foquistas; de todos modos, pecan de uno de los defectos más caros a aquellos que optan por la acción armada: el abandono del trabajo político, el apoyo a la noción del desarrollo espontáneo de la conciencia de las masas. Aunque por razones diferentes, tanto el morenismo como el foquismo se niegan a constituirse en dirección efectiva de las masas, unos por marchar siempre demasiado atrás, otros, demasiado adelante: el morenismo se limita a seguir las tendencias espontáneas de las masas, el foquismo a colocarse desde el comienzo en el momento militar de la lucha de clases, es decir, lo que llega recién hacia el final. Esta renuncia a convertirse en la dirección conciente de la clase obrera, que implica dejarlas libradas a la influencia de ideologías burguesas o reformistas, es el centro desde donde debe partir un debate serio.


Notas

1 Coggiola, Osvaldo: «El trotskismo en la Argentina (1960-1985)» CEAL, Bs. As. 1986

2 Moreno, Nahuel: «La revolución Latinoamericana», Ediciones PO, Bs. As. 1962. “el nuevo viraje llevó a la expresión teórica de ello. En La Revolución Latinoamericana (1962) el revisionismo es febril …”.Coggiola, op. cit., p. 41. Para Coggiola, además, las tesis de  Moreno revelarían: “… Ni más ni menos que la teoría del foquismo: la revolución no depende de factores sociales o políticos, sino de la voluntad de un «puñado» o de un «grupo»…”

3 Idem. p. 42.

4 “…lo que va desde una posición a la otra es la «crisis del entrismo orgánico en el peronismo», y la aparición de sectores estudiantiles impactados por la Revolución Cubana a los que Moreno se dispuso a seguir con el mismo entusiasmo empleado hasta ahí para seguir a la dirección peronista…”. Idem p. 40.

5 “… lo que va desde una posición a la otra es la ‘crisis del entrismo orgánico en el peronismo’, y la aparición de sectores estudiantiles impactados por la Revolución Cubana a los que Moreno se dispuso a seguir con el mismo entusiasmo empleado hasta ahí para seguir a la dirección peronista…”. Idem p. 40.

6 Hugo Blanco: dirigente peruano, caudillo del levantamiento, que perteneció a la agrupación trotskista POR (Partido Obrero Revolucionario peruano) y a PO.

7 “El arrendire”. Contratante directo con el hacendado, obtenía el derecho a cultivar una parcela de la hacienda, a cambio de trabajar gratis la tierra del gamonal (a veces hasta 25 días al mes) En haciendas grandes, algunos arrendires subcontrataban a “allegados”, y estos, a su vez, a “habilitados” o “manipuras”,

con relaciones similares a las existentes entre el arrendire y el gamonal. Por otra parte, existían también “peones libres”, formalmente asalariados rurales que vivían en las haciendas, sin tierras ni viviendas propias, que trabajaban por pagas miserables. Para  estos era normal la prestación de servicios personales no remunerados  -llamados “pongaje” en los hombres y “mitani” en las mujeres…” p. 211, en  González, Ernesto, (coord.): El trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina, Tomo 3:  Antídoto, Bs. As. 1999.

8 Ver Fernando Castelo: “Clase y Partido bajo el Peronismo. El GOM (1946-1948)”, en Razón y Revolución N° 9, otoño de 2002, y Barton, A.: “Para un análisis de la estrategia morenista sobre la construcción del Partido”, apuntes en torno al primer documento del GOM, en Razón y Revolución N° 9, otoño 2002.

9 Moreno, Nahuel: La revolución Latinoamericana, Bs. As. 1962, cap. 5.

10 Ídem., cap.5.

11 Idem, cap. 5.

12 Carta de Moreno a Pereyra, 5 de enero de 1962, en Perú: dos estrategias, Bs. As: 1964.

13 Ídem. cap. 6.

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