La pandemia trajo la peor crisis educativa, de eso no hay dudas. El punto es evaluar el cuadro de situación del sistema educativo. De eso depende el futuro de nuestros niños y niñas. Quienes nos gobiernan dicen que se vienen tiempos de reparar los daños. Pero empiezan mal, porque no tenemos un buen diagnóstico de dónde estamos parados.
Recién el 25 de octubre el Ministerio de Educación de la Nación lanzó una encuesta para saber cómo y qué se aprendió en los dos últimos años. En ese cuestionario papel, que será completado por 38 mil alumnos y alumnas de sexto grado, se les preguntará sobre la frecuencia con que se les envió tareas, cómo fue la comunicación con sus docentes, las formas de evaluación, las actividades que realizaron por materias y cómo les gustaría que fuera la escuela finalizada la pandemia. Una encuesta similar se hizo hace casi un año, pero preguntándoles a las mujeres acompañantes del alumnado, docentes y directivos. ¿Los resultados? Parece que para mediados de 2022. No se los nota muy apurados por reparar el daño…
Este último trimestre, a lo largo y ancho del país, llegan a las escuelas planillas y más planillas donde les piden a las escuelas que den cuenta qué hicieron ante situaciones de desvinculación de estudiantes. Y que se debe favorecer el proceso de promoción 2021/2022. En criollo: que el alumno pase y después… y después vemos. No parece que así se corrija el daño.
El resto del mundo debate aumentar paquetes de estímulo (que incluye, claro, el financiamiento) para tomar “medidas para recuperar la pérdida de aprendizaje” y para campañas de (re)matriculación y apoyo específico a los alumnos que corren el riesgo de no volver a la escuela. En Argentina si hablamos de “los que viven en la pobreza” hablamos de la mitad de la población y las mujeres la mitad de la humanidad. Solo con eso tenemos suficiente como para arrancar.
En relación a este punto, la UNESCO está a la izquierda del gobierno de los Fernández porque no solo destina apenas $5000 pesos para cada alumno que dejó la escuela sino también porque mientras el organismo internacional propone “Considerar la introducción de medidas fiscales extraordinarias para aumentar los recursos financieros del sistema educativo a corto plazo” acá presenciamos recortes: ¿hay que recordar que el presupuesto 2021 no tuvo ninguna asignación especial para atender la pandemia?
“Las netbooks son un derecho”, dice Perczyk. ¿Se acuerdan de que hacían falta por lo menos cuatro millones y medio de dispositivos a repartir? Según el anuncio del Volvé a la Escuela, es decir, uno de los programas “reparadores” se repartieron 540 mil netbooks en 2021 y se repartirán 1 millón en 2022 para el nivel secundario. Con su ritmo si tenemos mucha suerte la próxima pandemia nos encuentre conectados y tal vez con algunos datos sobre cómo nos fue en este tiempo.
Un análisis socialista de los problemas de la educación requiere no mirar a otro lado. Hay que reparar, tienen razón. Y eso necesita un diagnóstico que no pueden desarrollar quienes son los culpables de la degradación educativa que la pandemia vino a profundizar. El problema reside en que eso que ese quiere reparar, no tiene arreglo: el capitalismo. Una sociedad degradada produce una educación degradada.