Pasaron 44 años desde las jornadas represivas que iniciaron con la que hoy conocemos como “La noche del Apagón”. Era julio de 1976, ya habían pasado 3 meses del inicio de la última dictadura cívico-militar en Argentina, los secuestros y desapariciones de trabajadores, estudiantes y militantes de izquierda también ocurrieron en la provincia de Jujuy. Más allá del contexto represivo por parte de las fuerzas militares y del orden, hay que hacer referencia que en este caso específico los autores intelectuales, proveedores de logística y de elementos que facilitaron estos crímenes hacia la clase trabajadora siguen impunes, la justicia burguesa no llega a tocarlos, nos referimos al empresario azucarero y ex director de la empresa Ledesma Carlos Pedro Blaquier y el gerente administrativo de la época Alberto Lemos. Éstos fueron procesados durante la “década ganada” y luego sobreseídos por la “Justicia” de ese mismo gobierno que hacia afuera agitaba la bandera de los DDHH, a pesar de las innumerables pruebas y testimonios de que fueron ellos los que dieron órdenes y facilitaron elementos para que actúen las fuerzas represivas.
Esta operación de exterminio por parte de los militares y el empresario Blaquier, sucedió en las localidades de Libertador General San Martín, Calilegua y El Talar, parte del accionar represivo fue la interrupción del suministro de energíaelectrica; fue entonces cuando Carlos Pedro Blaquier y Alberto Lemos, lanzaron un operativo conjunto con la Gendarmería y la Policía provincial, dirigido contra trabajadores y estudiantes de la zona, irrumpiendo en sus viviendas. Una vez secuestrados fueron conducidos a centros clandestinos de detención, dejando el saldo de 416 detenidos y 33 desaparecidos hasta el día de hoy.
También hay que decir que había otros antecedentes en esta zona caliente, porque los trabajadores habían empezado a organizarse y a levantar la voz por sus derechos. Es así como, en 1974 en Libertador General San Martín, durante el gobierno Nacional de Isabel Martínez de Perón y con Carlos Snopek como gobernador de la provincia, las fuerzas de seguridad dan inicio a la represión, persecución y detención contra la clase obrera y la juventud estudiantil. El sindicato del ingenio Ledesma y la intendencia fueron intervenidos. Estaba en marcha el plan sistemático de aniquilación, nacido en la democracia peronista, que tuvo continuidad con la última dictadura cívico-militar, a partir del marzo de 1976.
La ganancia por sobre todo: las vidas obreras y la producción de azucarera en la pandemia
Hoy en día, ni Blaquier ni Lemos están a cargo del ingenio Ledesma. Los directivos son otros, pero las políticas anti obreras continúan. Como se dio conocer en las últimas semanas los contagios de coronavirus en el interior de las dependencias de Ledesma S.A.A.I. siguen aumentando, recientemente un trabajador de la fábrica de papel falleció a causa de la enfermedad. Ante esta situación, la patronal azucarera desoye los reclamos de los trabajadores y mantiene sus vertiginosos ritmos de producción, no estamos equivocados al decir que las vidas obreras no le interesan a la burguesía del azúcar, a pesar de que parte de la producción de Ledesma no es esencial, la productividad es vital para mantener las ganancias. Bienes de consumo como el papel, las esencias de cítricos, el alcohol de buen gusto, y otros similares derivados de la actividad agropecuaria de Ledesma se siguen fabricando como si nada pasara, poniendo en riesgo la vida de miles de trabajadores que día a día concurren a sus puestos de trabajo exponiéndose a posibles contagios. La fabricación de azúcar y alcohol de grado farmacéutico continúa sin una planificación necesaria para un abastecimiento normal, como todos sabemos, los depósitos y tanques del ingenio siempre están llenos, pero a pesar de esto, en las góndolas los precios están cada vez más arriba.
Sumada a la problemática de la normalidad laboral dentro de las instalaciones y la concurrencia de casi 5000 trabajadores durante todos los días, está la desidia de los médicos que deciden la aptitud laboral de los empleados durante la pandemia y la declaración que dio el directorio de la empresa de que de todos los obreros son necesarios para el normal desenvolvimiento de la fábrica. Ni siquiera se cumplió con la licencia legal de mayores de 60 años por ser parte de la población de riesgo para el COVID-19. En las tierras de los Blaquier, hasta las leyes se desoyen.
Frente al presente panorama de imposición patronal, no podemos desligar del proceso revolucionario de los ’70 de la actualidad ya que el mismo no se cerró a favor del Socialismo, destino que planteaba buena parte de la izquierda. En este punto, la burguesía fue más astuta y desarrolló una estrategia exitosa. La democracia fue una eficaz arma para contener el ascenso. Un papel idéntico cumplió el peronismo, a la vez que fue preparando el terreno para la contrarrevolución abierta y el exterminio físico de los cuadros de la fuerza social revolucionaria. El Golpe del ’76, vino a masificar una forma de represión que ya había sido ensayada antes en menor escala.
La derrota fue, en buena medida, el resultado de una serie de debilidades de la propia izquierda. Por eso es importante tener un balance correcto de los ’70. No «hacer memoria», ni limitarnos a recordar las violaciones a los «derechos humanos» (esas que excluyen las que provoca todos los días el capitalismo), sino recuperar la experiencia revolucionaria. Recuperar el horizonte socialista que tenían muchos de los compañeros desaparecidos y recordar que no fueron víctimas inocentes, querían destruir un sistema y los defensores de este actuaron en su contra. Sobre todo, debemos extraer las lecciones para la lucha del presente. Para que la próxima oportunidad nos encuentre del lado de los vencedores.
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