Hace tiempo que el kirchnerismo viene alardeando de una supuesta capacidad transformadora en materia educativa. Una de las principales tareas asumidas sería la de desmantelar los resabios de la Ley Federal. Para su derribo habrían sancionado la Ley Nacional de Educación (nº 26.206). Según sus defensores, se buscaría poner punto final a la destrucción del sistema educativo iniciada en los “neoliberales” noventa. Y dentro de los distintos planos sobre los que la Ley normaba qué mejor que privilegiar uno de los puntos más agudos de la hecatombe: el secundario. El kirchnerismo subió la apuesta y lo hizo obligatorio. En ese proceso, ya el año pasado el Ministerio de Educación de la Nación publicó un documento para iniciar discusiones sobre cuáles serían las características del nuevo secundario.1 En el plano local, la provincia de Buenos Aires se colocó a la vanguardia: primero creando un nombre distinto para el viejo EGB 3º (Escuela Secundaria Básica), luego con la estructuración de un pseudo “nuevo” secundario (Ley 13.688), de seis años de duración, que dará sus inicios en el Bicentenario. Todo este proceso fue apoyado por la burocracia sindical docente -CTERA a nivel nacional, SUTEBA en la provincia- quien vio en estas mutaciones el inicio de un “cambio cultural” en materia educativa.2 Recientemente, se vio sacudido el avispero a raíz de la publicación de una nota del “Gran diario argentino” en donde se advertía que el Consejo Federal de Educación había aprobado un documento en donde se sugería que el nuevo secundario sería un poco más flexible. Aforismo que se utiliza para referirse a un mayor grado de permisividad en lo relativo al régimen de evaluación, de disciplina y de asistencias de los alumnos. También nos dicen que el nuevo secundario tendría que tener múltiples alfabetizaciones y orientaciones. Esos puntos no son otros que los que hoy día, en las jornadas de reflexión, discuten los docentes bonaerenses. Como veremos, todo esto no es más que nuevos ropajes para un mismo fenómeno: la degradación educativa.
Todos a la final
Resulta muy transparente el discurso pro-calidad de la Nueva Ley de Educación Nacional. En la enumeración de los fines y objetivos ello aparece en el primer punto (artículo 11º). De hecho, la obligatoriedad del secundario completo pareciera ir en esa dirección (artículo 16º). Se nos habla de la necesidad de formar sujetos responsables, de la adquisición de saberes integrados, de la capacitación para el trabajo y de la orientación vocacional. La nueva secundaria articularía dos grandes nudos: un ciclo de formación básica y otro de orientación diversificada (artículo 31º). La ley provincial de educación sigue a pie juntillas ese espíritu.
En ambos textos legales, de la mano de la obligatoriedad aparece la necesidad de garantizar la permanencia de los alumnos en el nuevo secundario. No debería extrañarnos, entonces, que dentro de los objetivos estratégicos de la política fijada para el secundario, la retención y la contención de los alumnos sea de primerísimo orden. Tal como el ministro Sileoni le hizo saber recientemente a Telam: “el que ingresa debe egresar”.3 Algo que ya se indicó hace más de un año.4 Lo que el Consejo Federal de Educación formuló en estos días fue la enumeración de estrategias concretas frente a la inminente implementación del nuevo secundario. Dentro de ellas se encuentran5 la generalización de los códigos de convivencia y el fin de las expulsiones, la eliminación de las evaluaciones cuatrimestrales y anuales cambiando todo por un “sistema que acompañe el aprendizaje”, detecte el ausentismo escolar valiéndose de redes de contención y la posibilidad de promover de grado con más de tres previas. En palabras de Sileoni se trataría de generar un “camino más amable para los alumnos” o “una escuela a la que los alumnos deseen asistir”.
¿Hace falta decir que esa simple enumeración da por tierra con el discurso de la calidad? ¿Hace falta recordar que el régimen de convivencia -defendido por la socialdemocracia como hito de la democracia y malentendido por buena parte de la izquierda como órgano sindical estudiantil- sólo ha servido para que convivan víctimas y verdugos y para incrementar la pauperización de las condiciones de trabajo docentes? ¿Es necesario recordar que la evaluación en tanto enfrenta al alumno a su error y/o dificultades resulta una instancia pedagógica necesaria y así debería ser formulada? ¿Cuántas veces más habrá que decir que la escuela no es un circo y los docentes no son payasos? Aprender no resulta necesariamente divertido, requiere esfuerzo, dedicación y tiempo. Sólo una visión muy distorsionada puede hacernos creer que todo lo que ocurre en el espacio educativo debería someterse a las “estructuras deseantes de los sujetos”. Razonando de esa manera, cualquier madre no debería prohibirle a su hijo que metiera los dedos en un enchufe si es que así el niño lo desea. Podría llegar a ser muy aburrido que un docente le enseñe a los alumnos las leyes generales de acumulación del capital. Entonces, para retenerlo ¿deberíamos no hacerlo? ¿Deberíamos claudicar a enseñarle aquello que le permite entender por qué estamos cómo estamos? Si de esto se trata el “cambio cultural” dudamos que nos lleve a buen puerto.
Cada día más burros
Si la mentada calidad parecería ir de patadas con los cambios en la evaluación, ello se confirma si analizamos los nuevos diseños curriculares. En este punto, la provincia de Buenos Aires se ha colocado a la cabeza del proceso. Resulta pertinente ver cuáles han sido las propuestas curriculares en la provincia que concentra la matrícula escolar más numerosa del país.
El nuevo secundario se conformará de dos ciclos de tres años cada uno. El primero, un “ciclo básico” que engloba aquello que en los noventa fue el EGB 3º. La única novedad es el desdoblamiento de materias como ciencias naturales en biología y físico-química, y ciencias sociales en historia y geografía para el segundo y tercer año del secundario (ex 8º y 9º). Sin embargo, esa división se emparenta con lo que se ha hecho en materias como construcción de ciudadanía, otra de las novedades de la reforma de la reforma: diseños curriculares conformados por grandes “ámbitos”6 constituidos por ejes tales como ambiente, arte, recreación y deporte, trabajo, Estado y política entre otros. Todos estos ejes se encuentran orientados a la realización de tareas prácticas por parte de los alumnos. Tal indefinición ha sido utilizada para que los niños en tópicos como “comunidad y escuela” realicen tareas en comedores, pintado aulas, dando cursos de formación vial… Curiosa mejora.7
Renglón aparte merece la propuesta del ciclo orientado. Éste se conforma con tres grandes modalidades: secundaria común, técnico profesional o artística. La modalidad común posee distintos tipos de orientaciones: ciencias naturales o sociales, economía y administración, comunicación, lenguas extranjeras, educación física y arte. Hasta el momento, se han difundido los contenidos curriculares mínimos para las materias comunes a todas las orientaciones y de las materias orientadas. Es sobre la base de esos diseños que se les está pidiendo a las escuelas de la provincia que hoy día opten por algún tipo de orientación. Para la elección la escuela debe considerar la articulación con el mundo del trabajo y las actividades productivas de la zona, el grado de incorporación actual de los egresados en el ámbito laboral, las demandas de la comunidad, si los egresados desarrollan estudios superiores acordes a la elección que el colegio aspira, el perfil de los docentes de la escuela, los recursos humanos de la zona y los recursos propios de la escuela.8
Entonces, el pedido de la Dirección General de Cultura coloca, en primer término, la funcionalidad que la escuela debe tener con el mundo de la producción, es decir, con el capitalismo, la única forma de producción que impera en la Argentina. Propuesta que resulta coherente con el artículo 29º de la ley provincial de educación dónde se establece que las prácticas educativas podrán desarrollarse en escuelas, empresas de la economía formal, informal, estatal, etc. Es decir, se abre así un reservorio gigantesco de pasantes gratuitos para las empresas con la excusa de la realización de prácticas educativas. Menudo regalo que la burguesía sabrá aprovechar en un contexto de crisis económica mundial.
Además, llama la atención el grado de disparate que llega a tener la propuesta curricular. En los diseños de las orientaciones se sostiene que en artes visuales los adolescentes deberán trabajar con cámaras digitales, scanners, pinturas, grabados, cerámicas; utensilios que dudamos que se encuentren en buena parte de los colegios bonaerenses. Algo similar ocurre con la orientación en música cuando se pide el trabajo instrumental. Áreas que, dicho sea de paso, tienen una gran vacancia de profesores. En literatura, proponen escribir textos literarios, cuando cualquier docente sabe que hacer escribir “a secas” ya resulta una odisea. Pero “educación física” se lleva todos los aplausos. Allí los alumnos deben no sólo trabajar con los instrumentos y deportes más variados sino que también deben realizar, en cuarto año, “prácticas acuáticas”. Desconocemos si alguna escuela pública del conurbano cuenta con pileta de natación… Poco probable. Similar situación vemos para la orientación en ciencias naturales, que implica la utilización de laboratorios e insumos que ni siquiera disponen las Universidades.
Un mundo de fantasías
Poco es lo que puede hacer por la calidad educativa una propuesta curricular sencillamente irrealizable. Aquí sólo caben dos opciones: o bien los funcionarios educativos no saben mentir -lo dudamos- o bien ni siquiera conocen la realidad sobre la cual les toca intervenir. Lo único claro que surge de la propuesta oficial y provincial es que las escuelas secundarias pasarán a ser reservorios de alumnos para contenerlos. Algunos tendrán alguna utilidad para el capital bajo la forma de pasantías. Otros, simplemente, como población sobrante, deberán ser contenidos por los docentes en las escuelas a cualquier precio. Acorde con ello, se propone generalizar una propuesta como los códigos de convivencia, que ya ha mostrado sus corolarios más perversos en Capital Federal, distrito pionero en esa reforma. En las puertas de una crisis mundial gigantesca, la escuela K refuerza aquello que el menemismo tuvo muy claro: la escuela como contenedor social de la miseria.
NOTAS
1Ministerio de Educación de la Nación: Documento preliminar para la discusión sobre la educación secundaria en Argentina, Bs. As, 2008.
2Tal como lo hizo ayer Yasky, hoy Stella Maldonado, secretaria general de CTERA, defiende la obligatoriedad del nuevo secundario y la Ley de Educación Nacional como puntapiés iniciales de un cambio cultural. Ver “Stella Maldonado participó del ciclo de conferencias ‘la nueva infancia y los jóvenes en agenda – la escuela secundaria: una oportunidad para innovar’”, enwww.ctera.org.ar.
3Infobae, 18/10/2009.
4Ministerio de Educación de la Nación: op. cit, p. 33-34.
5Nos basamos en los principios que fueron publicados en el diario Clarín (18/10/2009). Solicitamos el documento de referencia al Consejo Federal pero si bien leyeron nuestro correo no recibimos respuesta alguna.
6Ver Diseño curricular para la Educación secundaria Construcción de ciudadanía, en abc.gov.ar.
7Experiencias de ese tipo, por ejemplo, se desarrollan en la Media nº 11 de Quilmes o en el Colegio del Club Independiente.
8Dirección General de Cultura y Educación: Anexo. Solicitud de orientación para la escuela de educación secundaria común. Planilla enviada a las escuelas durante el mes de octubre de 2009.