«En cuanto te separas del canon, pareces peligrosa»
Cómo son las mujeres transgresoras hoy
El caso de la Conferencia de Liderazgo de Mujeres religiosas (LCWR), que representa a un 80 por ciento de las religiosas católicas de EE.UU, es ya más serio y complejo. La congregación ha sido investigada por el Vaticano por “desviaciones doctrinales”. ¿Cuáles son esas desviaciones? Entre otras cosas, las hermanas divergen de la línea ortodoxa en temas como la ordenación de mujeres o el enfoque que se da a la homosexualidad desde la Iglesia, adoptando posturas que el Vaticano ha calificado de “feministas radicales e “incompatibles con la fe católica”.
Parece que si te separas del canon establecido debes hacerlo usando otro canonJunto a ellos, el caso de María, más pedestre en apariencia, ejemplifica la situación de las mujeres que, en un entorno social conservador, se han salido de un molde que ellas pensaban ya caduco. “Trabajo como abogada, viajo mucho, tengo dos másteres, una pareja que vive en otra ciudad y no tengo hijos”, comenta. “Desde un cierto punto de vista casi encajo a la perfección con el modelo de mujer moderna que se nos ha vendido”, ironiza, “pero en el círculo familiar, la cosa cambia. Aquí sigue todo igual. Soy el bicho raro que es mirado o con pena, envidia o recelo… o con una mezcla de todo ello. Si viviera en este entorno se me haría la vida imposible por el simple hecho de no haber sido madre por propia voluntad”.
Leonor, una física de Barcelona, vive algo similar pero a la inversa. Ella ha tenido un hijo, pero sin padre a la vista. “Todo el mundo te mira raro. El padre de mi cuñado ni siquiera se digna a saludarme en las reuniones y mis antiguas amigas me tratan como si fuera a levantarles el marido. No entienden que no tengo un hombre al lado porque no lo necesito. Parece que si te separas del canon establecido debes hacerlo usando otro canon. Por ejemplo, el estereotipo de solterona ‘monjil’ despierta piedad y pena, pero se integra. Yo en cambio parezco un peligro.
“Las mujeres vivimos emparedadas entre exigencias opuestas que provienen de focos distintos”, reflexiona. “A las que somos profesionales liberales se nos exige separarnos de comportamientos clásicos. Luego, sin embargo, se nos reprende a menudo por llevar esa vida. Parece que tengamos que cambiar de piel constantemente: ahora soy la trabajadora impecable, ahora soy la chica sexy, ahora soy la madre abnegada. La publicidad nos machaca todo el tiempo, planteando varios modelos de mujer que parecen estancos pero que luego se proyectan, todos ellos, sobre la mujer real. Y la mujer real está hecha un lío. Al final muchas no es que se crean uno u otro de los estereotipos, es que se los creen todos juntos, y eso es inviable”.
La trangresión no está permitida
La argentina Rosana López Rodríguez, docente, miembro del CEICS (Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales) y militante de la organización cultural Razón y Revolución, ha escrito sobre la mujer y el feminismo en interesantes ensayos como «Un feminismo extraño» o «Del feminismo liberal al deconstructivismo de género». Su visión aboga por la “desbiologización” del problema y por una visión más política, “Desde mi perspectiva”, dice López, “no hay que biologizar el problema de género, porque a nadie se le escapa que las mujeres no somos más buenas por haber nacido mujeres, pero tampoco somos más buenas porque nos hayan enseñado a serlo. En cuanto a la transgresión, opina, “se acepta la transgresión “módica” (de hecho, ser un transgresor no implica transformación alguna de la norma, sino una superación excepcional y esporádica. Es evidente que en términos históricos, la “normalidad” de hoy no es la del siglo pasado, pero el rol que se adjudica socialmente a la mujer sigue siendo fundamentalmente el de madre. Rol que puede compartir con otros, pero que no puede ser soslayado completamente.
Y ahí, en ese rol adjudicado, conectamos de nuevo con María, de Soria y con Leonor, de Barcelona, que pese a vivir en cierto modo en la idea de la diferencia “biológica”, ponen el acento en ese mismo punto: la maternidad. “Hay puntos medios», dice María, “gente que no entra en familias de tipo nuclear, mujeres de 40 que van a bancos de inseminación, madres solteras, un amplio abanico de mujeres que quiere vivir esa experiencia por ellas mismas, lejos del rol de la familia feliz, pero sostener eso implica una confrontación que debiera estar superada”.
“Si te sales del patrón, malo”, dice Leonor. «La independencia personal es la que hace que te salgas del patrón. Ese es el ‘pecado’, el único, y aunque tenga muchas manifestaciones, por decirlo así, como la libertad sexual o la igualdad en el trabajo, cuando se manifiesta de manera más cruda es en torno a la maternidad. Creo que se ha empezado a aceptar que la mujer trabaje en lo que quiera, pero que decida sobre cómo, cuando y porqué es madre… o sobre si quiere o no serlo, eso aún levanta una oposición casi visceral, casi atávica”.
La estabilidad social parece exigir unos roles estancos
En cuanto a la escalada de la mujer en el ámbito del trabajo, bien puede carecer de significado liberador, visto desde el prisma de la lucha de clases, ya que, dice López, “no ha sido evaluada objetivamente esta situación de las mujeres en esa posición. Objetivamente quiere decir que, teniendo capacidad y poder de decisión, no resuelven en el sentido del beneficio de género, sino en el sentido del beneficio de clase, lo cual implica siempre una postura conservadora (o reaccionaria) y de colaboración con el patriarcado”.
Desde ese punto de vista, las monjitas lo tienen crudo, María y Leonor simplemente difícil y Jennifer Love Hewitt puede dormir tranquila, con Photoshop o sin él.