Financiando la Nación. La creación del Banco Nacional bajo el gobierno rivadaviano

en El Aromo n° 102


Santiago Rossi Delaney
Grupo de Investigación de la Revolución Burguesa

Dentro de la tradición peronista y de izquierda, particularmente trotskista, el unitarismo argentino aparece como el culpable de la entrega de la Argentina a los intereses extranjeros.i El prejuicio y la caracterización del unitarismo como expresión de una “oligarquía parásita” diluyen el aporte de las distintas fuerzas y partidos a la realización de determinadas tareas que permitan el avance de la propia revolución burguesa en la región y las tareas nacionales que ésta implicaba.

En el contexto de la presidencia de Bernardino Rivadavia, se produjo otro hecho destacable que fue la conformación del denominado Banco de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el cual buscará erigirse en el pilar del sistema financiero de la región rioplatense y nos servirá para echar luz sobre las características del proyecto de nacionalización esbozado por los unitarios.

¿Por qué un Banco Nacional?

El Banco Nacional fue una institución creada en el año 1826 en el contexto del proceso de reformas tendientes a la nacionalización de las instituciones creadas en la provincia de Buenos Aires. El capital del banco se formaría a partir de la combinación de los fondos del Banco de Descuentos de la provincia de Buenos Aires, los fondos del empréstito BaringBrothers y por las acciones de los subscriptores particulares de todo el territorio nacional que se estimaba sería un total de 10 millones de pesos. Entre sus funciones se estipulaba que sería la de recibir depósitos, tomar dinero a interés, otorgar préstamos, acuñar monedas y billetes convertibles. Se trataría entonces de la mayor empresa financiera creada hasta el momento.

El 7 de enero de 1826, por pedido del presidente, se realizó una sesión extraordinaria del Congreso con el objetivo de remitirse una nota acompañada del proyecto para el establecimiento de un Banco Nacional.ii El Ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires justificaba la medida por la necesidad de la centralización de todo el poder del crédito.iii

Sin embargo, el proyecto de creación de un Banco Nacional ya había sido esbozado desde 1824 por los diputados Aguirre, Agüero y Lópeziv pero se encontró con un problema: su base financiera más grande estaba en la conversión de los fondos del denominado Banco de Descuentos de la Provincia de Buenos Aires y eso implicaba la conversión de los nuevos billetes y su nacionalización, cosa que no era muy bien vista por los accionistas incorporados a la empresa financiera, en donde un peso importante le pertenecía a los miembros de la burguesía comercial de procedencia inglesa.v

El Banco de Descuentos había sido creado con un fondo de 1 millón de pesos y, a pesar de tratarse de una entidad considerada privada, su estatuto y la legislación concerniente se trataron en la sala de representantes de la provincia, emitiéndose la patente de habilitación el 31 de agosto de 1822. El 6 de septiembre de 1822 abrió al público teniendo en sus comienzos operaciones con un balance positivo.La capacidad crediticia así reunida se volcaba en apoyo del sector privado, en tanto el gasto público de la provincia se costeaba con los recursos normales, previstos en los presupuestos que comenzaban entonces a ser elaborados.vi

Sin embargo el Banco de Descuentos se encontraba en un inconveniente: la falta de metálico que afectaba a la región. Al encontrarse con una balanza de pagos desfavorable en relación a los países más competitivos, al cual afluía la moneda fuerte, la institución financiera se veía empujada a la emisión de billetes la cual estaba sujeta al arbitrio del directorio, al no tener un respaldo pleno en oro de sus operaciones.vii Esa situación fue agravada por el estallido de la Guerra con el Brasil, la cual perjudicó el comercio, primero frente a la disminución de los embarques y luego por el bloqueo directo al puerto. A esto se le sumó la fuga de metálico, lo cual bajaba el valor de los billetes emitidos por el banco, a lo que debemos agregar los gastos de guerra que debían costearse en moneda fuerte.viii Frente a este panorama es que terminó imponiéndose la necesidad de avanzar en la creación de una nueva institución bancaria de mayor alcance.

El conflicto con los ingleses

En general, se considera al grupo unitario como “servil“ a los intereses del capital inglés. Sin embargo, para el caso que nos toca, el grupo de diputados y ministros rivadavianos debió enfrentarse a los representantes del comercio extranjero.

El 20 de marzo de 1822 se constituyó el primer Directorio del Banco de Buenos Aires, integrado por Juan José de Anchorena, Diego Brittain, Felix Castro, Juan Fernández Molina, representantes de ganaderos y comerciantes ligados al comercio inglés, y Sebastián Lezica, Miguel Riglos, Juan Pedro de Aguirre, y Guillermo Cartwright como primer presidente, funcionarios y comerciantes ligados al grupo de los ministeriales rivadavianos. Meses después Juan Pedro de Aguirre fue designado como presidente y Sebastián Lezica como vice. El directorio reflejaba entre sus miembros una tensión dentro del mercado porteño que era la importante presencia del capital inglés y el interés del gobierno de Buenos Aires en ubicar dentro de la empresa a personajes que le respondan lo cual le permitiese establecer un equilibrio en favor de los comerciantes locales. Sin embargo, cuando los diputados unitarios deslizaron el proyecto de nacionalización, se encontraron con el rechazo de los accionistas, mayoritariamente ingleses.ix Incluso la prensa de origen federal expresada en el periódico El Argentino, redactado por opositores como Dorrego, Cavia, Ugarteche y Baldomero García, criticaba la medida argumentando que era un “pretexto frívolo“ el hecho de que el Banco de Descuentos esté en poder de extranjeros y alentaba a que el gobierno compre las acciones de estos para “promover legalmente la operación“.x

Frente a esto Juan Pedro Aguirre debió renunciar a la presidencia y José María Roxas a su cargo de director, junto a Juan Pablo Saez Valiente, Miguel Riglos, y Mariano Sarratea. Saez Valiente que antes de renunciar había sido designado director, fundó su no aceptación del cargo por la “perniciosa influencia” que los británicos ejercían sobre la institución.xi De hecho según el propio cónsul norteamericano John Murray Forbes, los federales como Dorrego y ganaderos como Anchorena y Terrero, aparecían inclinados hacia el comercio inglés, representados, por ejemplo, en Parish Robertson, por sobre el norteamericano.xii

En ese contexto es que a partir de la propia solicitud del directorio del Banco de Descuentos de permitirle dejar de convertir sus notas en metálico, es decir suspender la conversión de billetes sin necesariamente declararse insolvente o en quiebra, los diputados unitarios colocan el proyecto del Banco Nacional en el Congreso a partir de la propia crisis que afectaba a la institución provincial.

Dentro del congreso,el diputado unitario Julián Segundo de Agüero señalaba la existencia de operaciones especulativas pergeñadas por los portugueses y brasileros que estarían detrás del aumento del interés del crédito, acelerando la falta de numerario el cual estaría fluyendo hacia Montevideo. Por ello, deslizaba la necesidad de suspender las operaciones del Banco de Descuentos hasta la creación del Nacional y proponía que el Congreso adoptara la medida de declarar “garantidos por la Nación los billetes o notas del banco de descuentos, encargándose al efecto al gobierno que vele sobre esto con el mayor celo e interés” con el claro objetivo de evitar una corrida cambiaria.xiii

El propio diputado será además el encargado de impulsar una línea “dura” contra aquellos que se oponían al proyecto (o sea, los accionistas que componían el Banco de Descuentos). No obstante, a pesar de la política dirigida desde el gobierno, la conversión de los fondos del Banco de Descuentos a nacional se realizó con concesiones: los accionistas recibieron un 40% de premio frente a la nacionalización de los bonos y billetes y no se establecieron límites a su incorporación, pese a los esfuerzos de Agüero y los diputados unitarios.xiv

Las cajas subalternas

Otro aspecto importante a destacar es el alcance que se le buscó dar a la institución a través de las denominadas cajas subalternas. Las operaciones del Banco no estaban limitadas al área metropolitana, sino que, a través de las cajas subalternas se expandían al interior del país. La primera de ella muestra la relación entre el interés del gobierno y la política militar. Frente a la agudización del conflicto con el Brasil, se decidió crear la primera filial del Banco en la provincia de Entre Ríos que acompañó la instalación del Ejército de Observación en dicha provincia, con la misión primordial de atender el servicio bancario del Ejército que, poco después avanzó en operaciones sobre el territorio oriental. El Banco Nacional estaba facultado por su ley orgánica para establecerlas, pero las gestiones ante las diversas provincias arrojaron resultados muy diversos. Algunas no dieron respuesta; otras produjeron un explícito rechazo. La Agencia de Entre Ríos, convertida después en Caja Subalterna de la Banda Oriental, continuó funcionando durante varios años. En Salta, el Banco estableció otra Caja Subalterna que no llegó a operar; y la habilitada en San Juan funcionó durante pocos meses, pues en 1827 la provincia fue invadida por Quiroga, los empleados huyeron a Mendoza y cuando regresaron a San Juan, tiempo después, fueron encarcelados e incomunicados.

El propio Agüero resalta en los debates del Congreso la importancia de que en el territorio nacional existan cajas subalternas que fomenten el impulso de los pueblos del interior. Por ello, al ser necesaria la primacía de los accionistas porteños, señalaba como importante también que el gobierno controle que los intereses de estos no primen por sobre los del interior. La prerrogativa del gobierno de aprobar o no la Junta de directores sería un ejemplo de cómo la legislación debía bregar y ser útil a los intereses del país, necesaria para cruzar los distintos intereses e influencias de los particulares en el establecimiento. Es decir, estamos ante un proyecto que intenta derivar fondos de la Aduana porteña hacia las cajas provinciales, lo que constituye la base material de la organización nacional.

Conclusión

La política de nacionalización por la cual bregaron los unitarios buscaba sentar las bases para la conformación de un Estado-nación en un período muy temprano, si tenemos en cuenta que dicha empresa finalmente se realizó medio siglo después. Si bien no pudieron imponer su política plenamente, el análisis de la medida aquí observada da cuenta de una voluntad política, en este caso, en torno a la conformación del sistema financiero. En un contexto de guerra y crisis, la creación del Banco Nacional fue impulsada contra la oposición, incluso de quienes han sido considerados los principales aliados del unitarismo, el capital inglés. Además, logró expandirse aunque sea precozmente a partir de las Cajas Subalternas, las cuales además respondían a las exigencias del momento, sobre todo militares. Si bien la presidencia de Rivadavia terminó en fracaso, y el Banco no logró evitar la insolvencia de metálico, permitió el financiamiento de la Guerra con el Brasil y continuó sus operaciones hasta 1833, cuando Rosas decretó su disolución y su posterior reemplazo por la llamada Casa de Moneda de la Provincia de Buenos Aires.


Notas

iRossiDelaney, Santiago: “El nacionalismo en el programa de la Izquierda argentina a partir de su concepción del unitarismo”, Revista Conflicto Social, n° 19, IIGG, FSOC, 2018, pendiente de publicación. (goo.gl/L5FDut).

iiArgentinas, Asambleas Constituyentes. «Argentinas 1813-1898.» Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, UBA (1994), p. 424.

iiiIbíd., 407.

ivAGN, X-13-6-2

vGarrigos, Octavio: El Banco de la provincia, PE Coni, 1873.

viPaula de Alberto: Reseña histórica del Banco de la Provincia de Buenos Aires, BPBA, Buenos Aires, 2005, p. 4.

viiAmaral, Samuel EduardoEl empréstito Baring y la crisis de 1826, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, 1977, p. 28-29.

viiiDonghi, Tulio Halperín: Guerra y finanzas en los orígenes del estado argentino: 1791-1850, Prometeo libros, 2005, p 141-142.

ixAmaral: op. cit., p. 147.

xEl Argentino, 24-12-1824, p. 11.

xiCasarino, Nicolás: El banco de la provincia de Buenos Aires en su primer centenario 1822-1922, Buenos Aires, 1922, p. 17.

xiiForbes, John Murray: Once añosen Buenos Aires, Emecé, Buenos Aires, 1956.

xiiiArgentinas, Asambleas Constituyentes: óp. Cit., p. 407-408.

xivGarrigos: óp. Cit., p.  48-49.

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