Exigimos la inmediata renuncia de la Ministra Soledad Acuña

en Conti-Santoro/Novedades

En el día de hoy, se viralizaron las declaraciones de la Ministra de Educación, Soledad Acuña, donde en un acto de liso y llano macartismo llama a denunciar docentes por adoctrinamiento. La Ministra parte de un diagnóstico: existe una hiper ideologización del docente que se gesta durante su producción como tal. Según Acuña la politización de la formación docente «es uno de los grandes problemas. Tiene que ver con la raíz, con la formación y el perfil de quienes eligen estudiar, que eligen militar en lugar de hacer docencia». A decir de la Ministra, con frases más propias de la autoayuda, se trata de “enseñar a pensar” y la política nunca debería ingresar al aula. Como si no fuera suficiente muestra de su macartismo, Acuña sostiene que los docentes “son personas cada vez más grandes de edad que eligen la carrera docente como tercera o cuarta opción luego de haber fracasado en otras carreras». Acuña no solo es macartista sino que habla como fiel representante de su clase: entiende que la clase social determina el capital cultural e intelectual. Por eso, concibe como un problema que los futuros docentes provengan “de los sectores más bajos socioeconómicos”; esos son “los que eligen estudiar la carrera docente». Para la Ministra esto es un problema y pareciera que si la educación se cae a pedazos no tiene que ver con su propia gestión sino con la clase social de la que provienen los docentes. En este punto, nos preguntamos ¿estará pidiendo la reinstauración de los exámenes de ingreso en las universidades y para los institutos de formación docente? Así parece. Y lo dice sin ponerse colorada en un país donde la mitad de las niñas y niños son pobres.

Una conclusión se impone: no puede desempeñarse como Ministra quien expresa tales declaraciones sin sonrojarse. Esa figura no puede representar al conjunto de la docencia. Sus afirmaciones son graves. La Ministra discrimina cuando argumenta que la clase obrera no puede dedicarse a la docencia porque ya se jugó su capital cultural. En lugar de proyectar becas y subsidios para que esos obreros futuros-docentes puedan estudiar sin tener que trabajar, Acuña los prefiere fuera del sistema. Además, ignora completamente, y pareciera que por voluntad propia, la dinámica real de un aula cuando sostiene que la política no puede ingresar al salón. Hace gala de una completa ignorancia de las inquietudes reales de millones de alumnos y de las decenas de miles que estudian en la CABA, a su cargo. Son ellos quiénes preguntan, piden explicaciones, buscan conocer y entender el mundo en el que viven. Más aún, ¿alguien puede creer que es perjudicial que frente a la pregunta de los alumnos un docente tenga la honestidad intelectual de explicitar sus propias posiciones? Creer que eso es una bajada de línea es una completa subestimación de la inteligencia de nuestros alumnos. Son las pibas y los pibes los que quieren hablar de política. Otra muestra de su ignorancia pedagógica es desconocer el desarrollo real del currículum mismo. Porque, en definitiva ¿cómo enseñar formación ética y ciudadana sin hablar de política? ¿Cómo enseñar la historia de un país sin examinar ese proceso? Estos interrogantes no constituyen un “problema de las sociales”. Las “exactas” están atravesadas por estos mismos problemas. Si viene el caso ¿cómo explicar el desarrollo de la vacuna rusa en biología sin referir al legado científico de la URSS? O ¿cómo hablar en biología de la teoría de la evolución de las especies de Lamarck y Darwin sin aludir al “juicio del mono”? Es evidente que la Ministra, licenciada en ciencias políticas, entiende que existe la política y “la política”. Y, al mismo tiempo, desconoce la dinámica real de un aula promedio reeditando el “con mis hijos no te metas”. Apelando a los sectores más reaccionarios propone una caza de brujas de la izquierda cuando dice que con ellos los que hacen política en los institutos de formación docente.
Cierto es que la política ingrese al aula no constituye un acto deshonesto, tal como cree Soledad. Ella argumenta que miles de padres, ahora en pandemia acompañando a sus hijos descubren este sometimiento ideológico. La política es la vida misma de la educación. La Ministra lo desconoce y promueve mecanismos de delación: entre docentes, de las familias hacia los docentes. Acuña es, en última instancia, fiel expresión de su clase y razona como los patrones que denuncian a sus empleados. Ella pide que las familias denuncien “el adoctrinamiento” para tener mecanismos para sumariar a los docentes.

En pocos minutos de declaración, la Ministra Acuña impulsó actos de discriminación, subestimación, macartismo e ignorancia contrarios a su cargo de Ministra de Educación. Por eso, Ademys, UTE y los restantes sindicatos de la CABA deben exigir inmediatamente la renuncia de la Ministra. De forma urgente, deben solicitar una reunión con el Jefe de Gobierno exigiendo la renuncia de Soledad Acuña.

#ExigimoslaRenunciadelaMinistraAcuña
Corriente Nacional Conti-Santoro
Razón y Revolución

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