Las escuelas son hoy la gran incógnita de la cuarentena. El gobierno se apresura a ponerle fecha al retorno con protocolos que son un cuentito irrealizable y que, por lo tanto, ponen en riesgo la salud de todo el personal de salud, de los alumnos y de las familias de ambos.
Alberto y Trotta apuestan a volver escalonadamente a las aulas, según la situación de cada provincia y distrito, combinando presencialidad con virtualidad. Aquellos que ya están en la llamada “Fase 5”, podrían volver gradualmente. Recordemos que eso sucedió en Jujuy, cuando comenzó la reapertura de las aulas, y en menos de 24hs el centro de la provincia debió volver aceleradamente a “Fase 1”.
En principio, la fecha sería agosto y volverían prioritariamente los últimos años de primaria y secundaria, quienes requieren un acompañamiento específico y quienes estén desescolarizados. El resto de las divisiones regresarán gradualmente y de forma rotativa. Pero vayamos a lo más importante: ¿Qué dice el protocolo?
El gobierno nacional se compromete a evaluar las condiciones sanitarias de los edificios. En concreto, que tengan agua y funcionen los baños. Está claro que eso no garantiza para nada la protección frente al Covid-19. Lo que sí nos muestra es el estado deplorable de nuestras escuelas, donde no está garantizado un piso tan elemental.
El otro punto en cuestión es el del distanciamiento. Cada escuela deberá hacer las mejoras necesarias para garantizar la distancia social y definir áreas de “aislamiento” en caso de detectar posibles contagiados. El protocolo parece resolver esto por arte de magia. A las escuelas les falta algo elemental: espacio. Creer que esto se puede resolver de un día a otro, es un verdadero cuento porque de mínima hay que duplicar el espacio. Ya de por sí, las aulas suelen estar abarrotadas y en ellas reina el hacinamiento. Son, en realidad, un verdadero caldo de cultivo. El gobierno también propone habilitar clubes y otros espacios no escolares para meter a los chicos. ¿Quién se va a hacer cargo aquí de las condiciones de higiene? No sabemos…
Como no podía ser de otro modo, el protocolo insiste en las “responsabilidades individuales”, que significa que el gobierno no se hace cargo de nada. Docentes deberán comprarse sus propios jabones y sanitizantes, para sí mismo y para su lugar de trabajo. Alguien deberá tomar la temperatura al momento de ingresar a la escuela. El personal de maestranza tendrá trabajo doble, porque deberá hacerse cargo de una limpieza y desinfección profunda, día a día. Los docentes también, porque para evitar el hacinamiento, los cursos poblados se van a dividir, con lo cual una misma clase deberá repetirse 2 o 3 veces. Ellos mismos, además, van de una escuela a otra, porque es un sueño casi inalcanzable el concentrar las horas suficientes de trabajo para vivir en una sola escuela. Esto los convierte en un vector de contagio.
Como si todo esto fuera poco, Nación no se hace cargo de nada. El modelo es descentralizado: cada provincia, cada distrito, cada escuela hace sus gestiones. El gobierno nacional solo “fiscaliza” que se hayan hecho las cosas. Así, Trotta y Alberto se lavan las manos. Ya lo hicieron con Jujuy.
¿Qué podemos hacer frente a esta situación? Personal educativo, alumnos y familias debemos unirnos para defender lo que quieren arrebatarnos: una educación de calidad. No podemos volver a escuelas inseguras. El Estado debe contratar a la enorme cantidad de profesionales y obreros sin empleo para poner en pie un urgente plan de obras y reparaciones que permita sostener el distanciamiento. Y se necesita más personal para mantenerlas higienizadas.
El docente no puede seguir trasladándose de un lado a otro, hay que exigir una jornada laboral concentrada. Los cursos deben ser más pequeños y con parejas pedagógicas, lo que obliga también a contratar más docentes. Al mismo tiempo deben crearse y ampliarse los gabinetes de apoyo y orientación.
Si las escuelas van a continuar con la modalidad remota es hora de que las escuelas cuenten con referentes informáticos para acompañar a docentes y alumnos. Obviamente se debe garantizar wifi gratuita y de calidad, computadoras por cada alumno y docente para uso personal. Además, un bono especial por los gastos que la virtualidad exige.
En cuanto a lo pedagógico, hay que sacarse de la cabeza la idea de que evaluar es estigmatizar. Hay que saber dónde estamos parados para elaborar un plan de recuperación de los contenidos que debieran haberse aprendido este año. Todo esto requiere recursos que el Estado tiene que poner. Por ello tenemos que luchar todos los trabajadores juntos, los que estamos dentro del colegio y los que mandamos allí a nuestros niños. Es lo que nos merecemos.
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