Docentes a destajo. La política macrista para la formación docente y el vaciamiento del CePA

en El Aromo nº 59
aromo59_cepaNatalia Álvarez Prieto
Grupo de investigación de educación argentina – CEICS

“Profesionalizar”, “perfeccionar”, “actualizar” y “jerarquizar”. Bellas palabras detrás de las que se esconde la perversa realidad de una de las formas de precarización del trabajo docente: “la formación permanente”. Así, para tomar posesión de cargos y horas cátedra, los docentes deben realizar un sin fin de cursos de capacitación que permiten ascender en los largos listados oficiales en donde el mérito se reduce al puntaje acreditado en diversos rubros. La sumatoria del puntaje por titulación, antecedentes culturales y cursos de capacitación colocan al docente en algún puesto de un largo y darwiniano ranking para el acceso a cargos interinos, titulares o suplencias. Si se quiere escalar en el listado, como los dos primeros rubros saturan, la forma más rápida e ilimitada de sumar puntaje consiste en la realización de un raudal de cursos sobre temas “educativos” varios. Sin embargo, aquí no finalizan todos los problemas. Una vez que el docente se dispone a realizar tales maniobras, y decide -si es que puede- sumar más trabajo no rentado a su vida, se enfrenta al hecho de que las instituciones que brindan cursos gratuitos y que proporcionan un mayor puntaje se encuentran en un estado deplorable. Este es el caso de la Escuela de Capacitación Docente, Centro de Pedagogías de Anticipación (CePA), dependiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Sus problemas son de todo orden, desde un plano más cualitativo(1)  -por ejemplo, la existencia de cursos que dicta la Policía Federal o docentes que trabajan para la Fundación Noble- hasta cuestiones más básicas tales como infraestructura, condiciones de contratación de sus docentes, etc.

Sin embargo, la historia del CePA no es más que un capítulo dentro de la extensa saga de políticas de ajuste sobre el sistema educativo que se ha profundizado durante los últimos años. Propondremos, entonces, analizar su evolución como una muestra más de la degradación de la educación y de las condiciones de trabajo de los docentes en nuestro país.

La triste marcha del CePA

El Centro de Pedagogías de Anticipación, creado en el año 1980, desarrolla actividades orientadas a la formación docente entre las que se cuentan una serie de postítulos y cursos de capacitación. No obstante, el “boom” de la capacitación docente surgió en la década de 1990 a partir de la sanción de la Ley Federal en abril de 1993. El cambio curricular proyectado requería avanzar en un proceso de “capacitación”, “actualización” y “reformulación” en servicio. La creación de una red de formación federal docente continua solventaría aquel proceso. En los hechos, los cursos de capacitación docente fueron coherentes con las políticas de precarización del empleo. Asimismo, se constituyeron en grandes mecanismos para la revalidación de títulos por parte de los docentes y de negociados privados.

El CePA se presenta como un ámbito de encuentro, estudio y reflexión que brindaría, a quienes trabajan enseñando, la posibilidad de actualizarse en diferentes teorías y prácticas educativas. Su influencia no resulta nada despreciable. Según información oficial, cada año más de 23 mil maestros y profesores porteños participan de las diversas propuestas que el Centro ofrece. La actual gestión del Centro sostiene haberse planteado “el desafío de promover todas las alternativas posibles de capacitación, de modo que se construyan nuevas oportunidades para más docentes”.(2)  Sin embargo, la realidad dista mucho de tales propósitos. En ese sentido, durante los dos primeros años de gestión macrista, la oferta de cursos regulares disminuyó ampliamente: de 435 en 2008, a 391 en 2009. Tomando en consideración que en 2007 se brindaron 463 cursos, vemos que esos dos años implicaron 70 cursos menos, lo que supuso, además, dejar sin trabajo a numerosos docentes capacitadores. La cifra resultaría mayor si contempláramos la gran cantidad de cursos que cerraron por haber contado con pocos inscriptos en tanto la normativa estipula un mínimo de 15 cursantes para su dictado. Escasa matrícula que, por cierto, se explica, en gran medida, por la pobre difusión que el Centro realiza de sus cursos.
Si bien, frente a una fuerte presión de los estudiantes y docentes del CePA, la cantidad de cursos volvió a ascender en 2010, la apuesta más importante del PRO fue otra: profundizar la precarización de las condiciones de trabajo de los docentes del Centro. Así, en un nuevo ataque a la estabilidad laboral, el macrismo modificó el tipo de contratación de distintos trabajadores del CePA que pasó de ser por horas cátedra al formato de “locación de servicios”.(3)  El nuevo contrato no sólo es más inestable, sino que implica que los docentes encuadrados bajo esa forma jurídica no cobran vacaciones ni aguinaldo, no tienen obra social y tampoco perciben aportes jubilatorios. Además, en otros casos, los contratos pasaron a tener una duración menor -de un año a cuatro meses- y no incluyen los meses de enero y febrero. Y como si todo ello fuera poco, los salarios no se pagan en tiempo y forma.

Frente a esta situación, durante los últimos años los docentes del CePA han desarrollado numerosos planes de lucha. Ahora bien, ¿cuál ha sido la respuesta del macrismo? Para no variar, la intimidación, el hostigamiento y la persecución sobre los trabajadores que luchan se encuentran a la hora del día. Al respecto, la Asamblea de trabajadores de CePA denuncia que:

“hoy, el problema es que frente a cualquier participación en asamblea, o comentario a los alumnos, o cosa que no le guste al macrismo te quedás sin contrato o te amenazan con que te vas a quedar sin contrato. El problema es la precariedad laboral, ahora usada en su sentido más perverso.”(4)

Una nueva embestida PRO se llevó a cabo a fines del año pasado cuando se decidió cerrar el postítulo en “Literatura Infantil y Juvenil”. En este caso, no pudo aducirse como fundamento la existencia de una escasa matrícula ya que la inscripción al postítulo, creado en 2002, superó todos los años las vacantes disponibles. La excusa de los funcionarios macristas fue aún más lamentable que las esgrimidas anteriormente:

“Estas titulaciones no se cierran, sino que finalizan las cohortes porque así lo indica la normativa por la cual son aprobadas. La importancia de que los postítulos tengan una vigencia determinada responde a la necesidad de cambiar temáticas y propuestas formativas según las líneas de política educativa, los cambios sociales y las necesidades escolares.”(5)

“Cerrar” o “finalizar”…esa es la cuestión. Es cierto que los postítulos finalizan en algún momento. Sin embargo, luego de finalizar una determinada cohorte comienza, el siguiente cuatrimestre, otra nueva. El asunto es que para 2011 el macrismo decidió que no habrá ningún nuevo comienzo, lo que resulta en el cierre del postítulo en cuestión. Por otra parte, en cuanto a los argumentos esgrimidos, no se entiende muy bien cómo el PRO ha determinado que el postítulo no se corresponde con las necesidades escolares siendo masivo el interés de los docentes por él. El panorama se aclara un poco si se tiene en cuenta que el postítulo venía sufriendo recortes desde comienzos de 2010. En aquel momento, sus alumnos, al igual que los que cursaban el postítulo “América Latina: procesos y problemas de la sociedad y la cultura”, estuvieron más de un mes sin clases por no tener sede donde cursar.

En enero de este año, el macrismo decidió ir un paso más allá del CePA en el sendero del deterioro de la formación y el trabajo docente. Ahora, no apuntaría sólo al principal centro de capacitación docente porteño sino que elevaría la apuesta a toda la estructura de capacitación vigente. En ese contexto, el Ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich, propuso que la paritaria 2011 incluya la “actualización” de los docentes:

“Creo que el eje para transformar la escuela, hoy, es una actualización de los docentes. Este año vamos a trabajar para que en la paritaria debatamos mucho el tema de la calidad. (…) Cuando nos pongamos de acuerdo en cómo es un buen docente, que sepa lo que pasa en el mundo, que sea capaz de transmitir conocimientos a los chicos, que sea un referente dentro del aula, tenemos que coordinar cómo se hace esa actualización. Y esto tiene que estar reflejado de alguna manera en el salario. Hay una reforma interesante que estoy estudiando, que es la que está haciendo el presidente (Rafael) Correa en Ecuador con los docentes: los que hacen un esfuerzo para mejorar ven reflejado ese esfuerzo en el salario.”(6)

Sin embargo, la propuesta del PRO no resulta nada novedosa. Forma parte de los intentos de reforma de la formación docente, desde fines de la década de 1960, el imponer la obligatoriedad -de hecho- de la capacitación “permanente”. En ese sentido, hace más de una década, el ex presidente Carlos Saúl Menem sostenía:

“Un tema que ocupa nuestra más especial atención es el referido al desarrollo de un proceso de profesionalización docente que incluya mejoras salariales para los maestros y profesores frente al curso en el marco de la negociación de nuevas condiciones de trabajo que premien el buen desempeño y la capacitación permanente, como ocurre en cualquier otro trabajo o profesión.”(7)

Ahora bien, aún cuando esta fórmula “meritocrática”, según la cual cada docente aislado debería hacer cientos de cursos para no ver reducido su salario, no pudo imponerse gracias a la tenaz lucha de los docentes, debemos destacar que actualmente opera en la tortuosa carrera por el puntaje. La duda sobre las intenciones que esconde el macrismo en su propuesta de “actualización docente” se convierte en una certeza frente a la evidencia del vaciamiento del CePA. Es decir, indudablemente el PRO no se propone avanzar en mejorar la calidad de la formación docente. Más bien, la misión consiste en aumentar el trabajo -gratuito- de los docentes, romper el escalafón establecido en el Estatuto, flexibilizar, aún más, sus condiciones de trabajo, atomizar sus reclamos y, por lo tanto, disminuir su capacidad de lucha en un contexto más general de activación política. El kirchnerismo, por su parte, no dijo de esto una sola palabra. De un lado, las cartas parecieran estar echadas. Resta ver quién gana la pulseada.

Notas:

(1) Véase López Rodríguez, Rosana: “El amigo americano. La estrategia burguesa en los cursos de capacitación docente de Capital” en El Aromo n° 51, noviembre-diciembre de 2009.
(2) Véase www.buenosaires.gov.ar/cepa
(3) La mayor parte de los docentes del CePA son trabajadores contratados. Sin embargo, no se trata de una innovación macrista sino que se arrastra desde gestiones anteriores.
(4) Juan Groisman, docente y delegado del CePA. Página12, 19-04-10.
(5) Augusto M. Trombetta, Director Operativo de Investigación y Estadística del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires. Página12, 22/1/2011.
(6) Página12, 12/1/2011.
(7) Menem, Carlos: “Profundizar la transformación de la educación pública es nuestro desafío” en Zona educativa, n° 19, Buenos Aires, 1998.

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