A principios de abril, el gobernador Kicillof presentó el Programa de Incorporación Especial de Docentes y Auxiliares en el marco de la emergencia sanitaria. El mismo estaba destinado a trabajadores docentes y auxiliares que se encontraban imposibilitados de participar en actos públicos por la cuarentena y, por tanto, no podían acceder a nuevos cargos. En el primer decreto, si cumplías con una serie de requisitos prácticamente imposibles, la provincia te subsidiaba con $10.200 pero debías cumplir tareas “ininterrumpibles”, básicamente repartir bolsones de alimentos. El programa, que pretendía dar respuesta al reclamo de miles de docentes y auxiliares desocupados, en la práctica no resolvió la situación de prácticamente nadie. Eso motivó reclamos que derivaron en la sanción de la Resolución 901. El gobierno reconoce que “los criterios establecidos excluían algunos agentes” y, por eso, los ampliaría. Veamos.
En primer lugar, se extiende la vigencia de las resoluciones de base hasta el 31 de mayo. En segundo lugar, se produce una pequeña ampliación. Ahora, si contás con menos de 8 módulos a abril del 2020 y tu ingreso a marzo fue al menos un quince (15%) por ciento menor respecto de los tres (3) mejores sueldos del año 2019, podés inscribirte. Pero además si, por ejemplo, tenés 4 módulos en abril podés acceder al programa, pero se te asignarán los 4 que te faltan para llegar a los 8. Por otro lado, y he aquí uno de los grandes engaños del decreto, el docente se puede inscribir, aunque se haya anotado para ser beneficiario del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Eso sí, si te aceptan en el Programa de Incorporación, debes darte de baja en el IFE. El resto sigue prácticamente igual: estar inscripto en el listado oficial, haber al menos durante tres (3) meses en el año 2019; no tener en marzo de 2020 una remuneración superior a la establecida para el salario testigo de docente de grado de educación primaria con 10 años de antigüedad (jornada simple); entre otros requisitos.
Como vemos, el IFE y el Programa de Incorporación de docentes y auxiliares, tienen la misma lógica. Suponen que una familia puede vivir con $10.000 por mes, $10.200 como mucho. Además, que hay trabajadores de primera y de segunda. Los de segunda son aquellos que deben arriesgarse y salir a cubrir las tareas de contención social para las que el gobierno utiliza a la escuela, porque no tienen un sueldo que les permita llegar a fin de mes. Y es una paradoja que los hagan arriesgarse por un sueldo que tampoco les va a permitir las familias de esos compañeros llegar a fin. Cuando relevamos el funcionamiento del plan, una directora nos comentó que no sabía cómo, ni cuándo cobrarían los auxiliares que llegaron a su escuela por el Programa de Incorporación y no entiende la lógica de exponerlos “como si fueran inmunes”. El gobierno pretende que, en plena emergencia sanitaria, con los precios de los alimentos por las nubes, debemos arreglarnos con $10.
Debemos señalar que estas resoluciones que parece destinadas a resolver situaciones excepcionales por la pandemia, en realidad pone en evidencia que miles de docentes y auxiliares vivimos en la incertidumbre, precarizados o directamente desocupados. Para el caso de Buenos Aires, la paritaria que cerró el gobierno y la burocracia, llevó a que en marzo el salario testigo fuera de $27.000, mientras la canasta básica estaba arriba de los $63.000 antes de la escalada inflacionaria de la pandemia. Por tanto, ni con el salario testigo, ni con las 8hs. que pretende que tomemos Kicillof podemos sobrevivir. necesitamos soluciones efectivas.
Más allá de la situación laboral de los docentes vemos los problemas que atraviesa las familias de nuestros alumnos. En nuestro país, más del 40% de la población es pobre. Esta situación las obliga a trasladarse hasta las escuelas para buscar los bolsones de alimentos. Para estas familias no queremos migajas. Exigimos un subsidio universal al desocupado, sin contraprestación laboral igual a la canasta básica real. Solo así podemos garantizar una cuarentena estricta y evitar la circulación innecesaria.
Pero además, el gobierno fomenta que la función de la escuela no es educar, sino contener un posible estallido social. Esto lo vemos cuando los docentes desocupados son empleados para tareas “ininterrumpibles” y no para labores pedagógicas. La virtualidad exige mayores esfuerzos para lograr el acompañamiento pedagógico y técnico a docentes y familias a fines de asistir y colaborar en la diagramación de las clases a distancia. Por eso, los docentes deben ser contratados para realizar estas tareas y no simplemente entregar bolsones de comida.
Por eso, los docentes de la Corriente Nacional Conti Santoro propone:
- Rechazamos el Programa de Incorporación Especial de Docentes y Auxiliares por exponer la salud de nuestros compañeros.
- Basta de precarización laboral. Frente a la pandemia ningún docente ni auxiliar debe ir a la escuela.
- El rol que cumplen los comedores escolares debe suplirse con subsidio a los trabajadores informales y desocupados igual a la canasta familiar real que permita la provisión de alimentos de todas las familias trabajadoras.
- Subsidio Único al Desempleo que contemple a todos los docentes y auxiliares desempleados y precarizados por un monto superior a la canasta básica total real.
- Salario inicial por cargo testigo igual a dos canastas básicas totales reales.