Detrás del humo…

en El Aromo nº 83

 

 

Los ocupantes tabacaleros son trabajadores de las cooperativas, las que entregan todos los medios de producción necesarios para el cultivo del tabaco bajo la forma que se denomina “agricultura por contrato”, la cual no es más que una de las tantas maneras de evadir la formalización del trabajador y evitar pagar los costos que ello implica.

 

Sebastián Ramírez

TES – CEICS

 

En un artículo anterior1 abordamos el proceso de ocupación de tierras privadas que se observa en el nordeste de Misiones desde la década de 1990. Una parte considerable de esos ocupantes se han dedicado al cultivo del tabaco. Este fenómeno promovió una extensa producción académica que postula la existencia de campesinos en la zona. Sin embargo, al analizar la forma en que se organiza el trabajo en la fase primaria de la producción de tabaco, se observa que todo el proceso está bajo control de las empresas industrializadoras. Como veremos, en la medida en que los agricultores carecen de medios de producción propios, la inserción social de los mismos es en calidad de obreros, bajo una relación salarial encubierta bajo la forma de contrato, en el que el pago por la fuerza de trabajo se realiza a destajo.

 

Trabajo que se hace humo

 

El tabaco es uno de los cultivos tradicionales de la agricultura misionera, que ha acompañado el proceso de colonización y ocupación del espacio desde fines del siglo XIX2. Actualmente, Misiones aporta el 22% del volumen total de tabaco producido a nivel nacional3, lo que la posiciona en segundo lugar después de Jujuy, dedicándose a producir casi con exclusividad tabaco rubio tipo burley. El área ocupada en la provincia con este tipo de tabaco –y, en menor escala, con el llamado criollo misionero4– es de aproximadamente 25.000 has, distribuidas en seis Departamentos: Guaraní, 25 de Mayo, General Belgrano, San Pedro, Leandro N. Alem y Oberá. No obstante, los primeros tres concentran el grueso de la producción, con 14.269 has implantadas.

El “boom del burley” en la década de 1980 estimuló a gran parte de los productores a dedicarse a este tipo de tabaco. El proceso de expansión y especialización tabacalera no implicó una concentración de la producción y de la tierra n la fase primaria de la cadena productiva. En ese sentido, la estructura agraria tabacalera mantuvo la preeminencia de pequeñas explotaciones. Tal es así que en la mayoría de las explotaciones del noroeste provincial, con una extensión promedio de 20 hectáreas, se destinan entre 2 has y 5 has a este cultivo. Sin embargo, el control y gestión de la actividad primaria quedó en manos de las empresas que industrializan el cultivo, al proveerles los medios de producción necesarios y fijar las condiciones en las diferentes fases del proceso de trabajo para llevar adelante la producción.

El tabaco es un cultivo anual, y las tareas comienzan generalmente en el mes de mayo. Los productores reciben de las cooperativas, encargadas del acopio y posterior comercialización del cultivo,  los insumos (almácigos, bolsas plásticas, alambres y aserrín) y agroquímicos (pesticidas, insecticidas y fungicidas). Es decir, el productor recibe desde los plantines hasta los insumos necesarios para cuidar su crecimiento. Luego de recibirlos, disponen  los plantines en canteros que almacenan alrededor de 80 mil plantines, a los que le brindan un cuidado cotidiano. En este primer momento del proceso productivo suelen perderse, por diferentes motivos, unas 20 mil unidades. Luego, veinte días antes de transplantarlos, el suelo requiere ser abonado, desmalezado y pulverizado con glifosato. Con el terreno ya en condiciones, durante los meses de agosto y septiembre, se trasplantan los plantines. Esta tarea se realiza manualmente o con ayuda de una herramienta de chapa galvanizada que los productores denominan “taca-taca” y que permite lograr un promedio diario de 1.200 a 1.600 plantines trasplantados. Terminada la siembra, es necesario proteger la planta diariamente de los bichos. Aquí las tareas son carpir, abonar y aplicar herbicidas e insecticidas. Para su aplicación los productores utilizan mochilas y recorren a pie los surcos sembrados. Noventa días después del trasplante y durante quince días se procede, también manualmente, a despuntar y quitarle los brotes a la planta para fortalecerla.

Finalmente, la cosecha se lleva a cabo entre los meses de noviembre y marzo. Esta es la tarea que insume la mayor cantidad de mano de obra. Si la familia no está en condiciones de contratar fuerza de trabajo, pone a todos sus integrantes a trabajar, lo que hace que en la mayoría de los casos, todas las demás tareas vinculadas a la chacra queden relegadas por ésta. La misma consiste en cortar las plantas con un machete y apilarlas en un carro que las traslada hasta el secadero. Una vez allí,  se “ensartan” en alambres que forman un enrejado a lo largo y ancho de todo el galpón. Treinta días más tarde se clasifican en manojos para luego ser comprimidas en fardos de 45 kg. Con el tabaco ya enfardado, solo resta entregarlo a la acopiadora.

Una vez que las empresas industrializadores, el Estado provincial y los productores acuerdan el precio del acopio, entre los meses de marzo a junio, los fardos son trasladados desde las chacras hasta las acopiadoras, según un calendario también fijado por las cooperativas. De todo lo acopiado por cada productor, se realiza un promedio general con el que se establece el precio final. Notificados del monto específico de lo producido en el año, los productores obtienen por parte de la cooperativa un recibo, en el que se consignan absolutamente todos los descuentos por insumos. La cantidad de dinero que recibe el obrero tabacalero luego de un año de trabajo es la resultante de la diferencia entre el precio de lo producido y el saldo final en concepto de insumos. Por ejemplo, una familia tabacalera que sembró 5 hectáreas durante el año 2013, produjo 6.000 kg de tabaco burley a $17,80 por kg., lo que da una total de $106.800. De ese total, la empresa acopiadora le retuvo $22.000 en concepto de deudas por insumos adelantados. Por tanto, al cabo de un año, finalizado el ciclo productivo, el tabacalero y sus familiares ocupados en la chacra recibieron $84.800. Mensualizado, eso equivale a un ingreso familiar de $7.066.

 

Cooperando con la explotación

 

Según el Censo de Ocupantes de Tierras Privadas, 1.648 unidades doméstica concentradas en los departamentos de Guaraní, San Pedro y General Belgrano, pertenecen a ocupantes de tierras. El 33% de ellas, 517 UD, se dedican a la producción tabacalera. El régimen de agricultura por contrato por el cual se vinculan estas unidades domésticas con las cooperativas compromete al productor a trabajar a lo largo de un año exclusivamente para una sola de ellas, a la que le entregará su producción para el acopio y posterior comercialización. Como mencionamos, los productores reciben por parte de las cooperativas absolutamente todos los insumos necesarios para el cultivo, el asesoramiento técnico y ciertos beneficios sociales (obra social y aportes jubilatorios). Por otro lado, no son dueños de las tierras que ocupan. El compromiso por parte de las cooperativas de comprar el tabaco producido, se concreta siempre que los productores hayan seguido las normas técnicas que éstas les exigen a través de un técnico-inspector, empleado de la cooperativa, quien controla la totalidad de proceso, desde la siembra hasta la entrega de la materia prima. Al momento de la entrega del tabaco, sobre el valor total de lo producido, se realizan los descuentos correspondientes al valor de los insumos obtenidos, en dólares y actualizados al día, lo que genera un sobreprecio que también es descontado.

De este modo, las cooperativas controlan la totalidad el proceso productivo: cultivo, siembra, secado, traslado y finalmente la entrega del tabaco, lo que les permite la apropiación del producto final, el cual está determinado por los estándares de calidad impuestos por las compañías transnacionales encargadas de la industrialización y comercialización final del producto.

Las cooperativas, al no involucrarse directamente en la fase primaria de la producción, disminuyen todo riesgo de pérdida en esta etapa y se aseguran una cantidad constante de materia prima a muy bajo costo, el cual se explica en principio por el hecho de que obtienen la materia prima de terrenos ocupados y por otro lado porque el trabajo es pagado a destajo.

 

Conclusión

 

Como vimos, los ocupantes tabacaleros son trabajadores de las cooperativas, quienes entregan todos los medios de producción necesarios para el cultivo del tabaco bajo la forma que se denomina “agricultura por contrato”, la cual no es más que una de las tantas maneras de evadir la formalización del trabajador y, así, evitar pagar los costos que ello implica, incluido la garantía de un salario mínimo. Obligados a trabajar la tierra que ocupan para un tercero, la población ocupante del norte de Misiones dedicada a la producción tabacalera, se inserta en la rama en calidad de obrero con tierra, recibiendo finalmente por parte de las cooperativas el pago de un salario a destajo por la venta de su fuerza de trabajo, como cualquier trabajador.

La producción académica que ha abordado el estudio de este fenómeno, al detenerse en aspectos superficiales y subjetivos, identifica a esta población como campesina. Sin embargo, al examinar  las relaciones concretas que entablan los tabacaleros con las empresas industrializadoras y cómo se manifiestan en el trabajo en las chacras, se revela la condición obrera de los primeros.

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1Véase Ramírez, Sebastián: “Tocuén. A propósito del Censo de Ocupantes de Tierras Privadas y la llamada población ‘campesina’ en Misiones”, en El Aromo n°80, septiembre-octubre 2014.

2Baranger, Denis y otros (2007): Tabaco y agrotóxicos, Editorial Universitaria de Misiones. Misiones

3Véase en: http://goo.gl/Vx3Adi

4En la campaña 2012/2013 el total en kg de tabaco producido fue de 27.456.914kg, de los cuales el 98%, pertenecen al tipo burley y lo restante tipo Criollo Misionero.

5En la provincia de Misiones existen cinco empresas encargadas del acopio: “Alliance One”, “CIMA SA”, “Cooperativa Tabacalera de San Vicente” (COTAVI), “Cooperativa Tabacalera de Misiones” (CTM) y “Massalin Particulares” (Ex Tabacos Norte)

 

 

 

 

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