Estas notas toman el cuerpo empírico de un artículo anterior realizado en colaboración con Luisa Iñigo, «CICSO: aporte a la Ciencia Social Argentina», Dialéktica. Revista de filosofía y teoria social, número 11, 1999. Incorporamos aquí – sobre aquella base- una serie de contextualizaciones y discusiones sobre teoría social.
Por Agustín Santella (sociólogo de la Universidad de Buenos Aires y miembro del colectivo que edita Dialéktica. Es, también, co-editor de este Dossier)
Esperaba, no obstante, ser sobreseído merced a un sortilegio, como esos empíricos, a quienes la Facultad libera de una enfermedad desesperada, limitándose a contemplar los tizones sin siquiera llegar a tocarlos.
G. Bachelard, citado en
¿Qué es CICSO?
¿Cuál es el sentido de
detenerse en estos temas (qué ha sido, sobre qué trata, qué tipo de
investigaciones realiza un grupo de estudiosos y científicos) que pueden
aparecer tan nimios frente al mar de la lucha de clases? En parte es la
pregunta en la cual se basa toda disposición al estudio especializado,
«académico», en nuestras facultades o centros educativos. La pregunta
vale también para el marxismo, y es una pregunta que creemos se habrían hecho
los primeros marxistas. ¿Cuál es el sentido de los estudios especializados
sobre la realidad, y más aún, los estudios «científicos» sobre ella?
¿Que valor tiene para algo que es mucho más concreto y material, más urgente,
más importante, como es la revolución social? ¿Cuál es la necesidad, necesidad en su sentido más fuerte, de esta actividad? ¿No nos desvía de la actividad real de la participación en la lucha de
clases?
Creemos que sin estas preguntas no es posible tratar con interés estos temas, y en particular este tema: el estudio de una corriente de investigaciones e investigadores, acaso escuela, en las ciencias sociales de nuestro país. Como se verá, nuestro objetivo querría enlazar un estudio de este tipo en un horizonte más amplio, la confección de los antecedentes de la investigación científíco social local de orientación marxista.
Partiendo de aquellas preguntas el problema se nos aparece ligado a un objetivo implícito a las discusiones marxistas en ciencias sociales: el de forjar al marxismo como escuela en ciencias sociales. ¿Una escuela entre otras? ¿Junto, al mismo nivel, que la empirista o la del ensayismo populista? Se nos podría decir que el marxismo es la ciencia social misma, que en rigor, no hay ciencia social fuera del marxismo, una ciencia que no respeta los estancos sociología, historiografía, economía, ciencia política. Muchas críticas marxistas de la sociología parten de esta idea, derivada de un planteo hecho por Marx acerca de la ciencia social burguesa como mistificación. Frente a este ocultamiento, la realidad se muestra a través de una teoría revolucionaria. Pero, si esto es cierto debe objetivarse en desmistificaciones concretas. Entonces esto hay que demostrarlo. Esta demostración es una lucha, que debiera integrarse como frente especializado en la lucha de clases. Con esto nos referimos que sin estudios que vayan dando cuenta de lo real aquella verdad se convierte en metafísica.
Se nos dirá, frente al empirismo, este tipo de demostración no es empírico. Que El Capital no es empírico, por ejemplo. Si esto es cierto «a medias» (en el sentido en que esta obra no es empirista: se trata de una teoría que construye sus observables y los mide, a cierto nivel de observación), lo primero -la demostración no es empírica- es verdad. La demostración no se realiza sino en el marco de una teoría. El dato no es sin teoría. Pero lo importante -nuestra pregunta original- es si tiene algún sentido la actividad de la construcción del dato. Ya que sin este sentido no hay ciencia social[1].
Este problema debiera guiar (permanente «recordar que») muchas discusiones que terminan en consideraciones acerca de problemas intrateóricos. La sensación es que el desarrollo de las investigaciones debiera arrastrar los problemas lógicos más profundo hacia, en torno de, el marco de problemas de conocimiento, ligados a realidades. Después de todo, también la política se acerca mucho más a esta actitud (recordad las realidades) que a la filosófica. Tomando a ésta tal como la toma Marx en las Tesis sobre Feuerbach. ¿No estamos esbozando lo que podría ser el supuesto más básico del CICSO?
Si tuvieramos que circunscribir esta producción intelectual en un proceso histórico eligiríamos, para no alejar demasiado el tema de estas notas, lo que Hobsbawn [1982] describe como «los desarrollos del marxismo» después de 1956. Un conjunto de acontecimientos (los progresos de los países del bloque soviético, los que se relacionan con el «tercer mundo» y sus luchas, y los movimientos de protesta en los países capitalistas desarrollados). Todos estos acontecimientos caracterizarán las discusiones que se derivarían. También otros fenómenos, como «la extraordinaria capacidad para atraer intelectuales», algo que se multiplicaría en el período de la primera etapa de CICSO, a partir de 1966. «La radicalización de los intelectuales, sobre todo jóvenes, tuvo una serie de características que se reflejaron en el pensamiento marxista en estos ambientes» (p. 28. La fecha 1966 puede verse, para otros historiadores de las ideas, como el fín de un período y el comienzo de uno signado por el abandono de la práctica específicamente intelectual y la masiva introducción de éstos en el proceso político nacional. Sin embargo, esta radicalización política, «politización de la cultura», no significaría para el CICSO tal abandono, sino el comienzo de una actividad específica de investigación, en el marco de aquel proceso de intensificación de los conflictos sociales[2].
Imágenes
Hay muchos acercamientos a estudios sobre corrientes de intelectuales. Posiblemente todos partan de sus críticas. En el caso de CICSO se trata de un grupo prácticamente no tratado, algo que no siempre se relaciona con una cuestión de influencia real (la poca o la mucha). Es el caso que uno de sus fundadores y autor de un libro sobre el campo intelectual no lo haya siquiera nombrado (ver Sigal, 1991). Por otro lado, en comentarios, CICSO ha sido asemejado de varias maneras: estructuralismo, cientificismo.
En contrario a la imagen general, subyace en estas notas que se trata de la trayectoria programática de un conjunto de investigadores que, agrupados desde 1966, produjeron amplios avances en problemas básicos de ciencias sociales, aplicados a nuestro país. Trataremos de finalizar con la idea acerca de que el aporte principal consiste en posibilitar una tradición local de investigación marxista de la realidad, y con ello, el desarrollo real del marxismo como forma de conocimiento.
Empezaremos bosquejando la existencia como centro a través de varios datos que hacen a la actividad de este tipo de agrupamientos investigativos (documentos de trabajo, publicaciones, cursos, investigadores, hitos bibliográficos reseñados muy suscintamente). Luego tomamos las impresiones que sobre esta producción se vierte, a modo de primer acercamiento. Esto permite, por otro lado, plantear un debate más general y que interesa a cualquier estudio. Las consideraciones hechas aquí se dirigen a un debate metodológico: cómo configurar un cuerpo teórico que dé cuenta del movimiento histórico social. CICSO lo sitúa planteando como objetivo «el análisis de la sociedad nacional».
Es parte de la polémica intra ciencias sociales el tema de cuándo se comenzó en nuestro país con la investigación en este campo. Parecería cierto que después de 1955 se da lugar a una innovación en la orientación en Sociología de la UBA, y al mismo tiempo, un impulso general a las ciencias sociales. Junto a esto hay un movimiento de establecimientos de centros de investigación (CEDES, IDES, Di Tella). El CICSO finalmente se ubica, entre los sesenta y setenta como uno de los Centros más activos. Gilbert Merkx señala, en uno de los pocos trabajos sobre el tema, que «el CICSO desarrolla importantes investigaciones que pueden considerarse aportes verdaderos a la Ciencia Social» en nuestro país[3].
«Una experiencia hurticante y disruptiva»
El Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales fué formalmente fundado en 1966. Las razones de su construcción, lo expresan sus protagonistas, se ubican más allá la situación represiva que se introduce en la Universidad con el golpe de Ongania. El resultado inmediato de este golpe es sabido: solo en la UBA renunciarían 8600 docentes, muchísimos se irán al exterior. En realidad, CICSO aparece antes, como una necesidad de agrupamiento de un cuerpo de jóvenes investigadores que se habían formado con las nuevas ciencias sociales universitarias: la sociología en especial, fundada como Escuela en 1957, en la Facultad de Filosofía y Letras. «El grupo fundacional había sido construido en la experiencia de la Escuela de Sociología en la Argentina«, señala Juan Carlos Marín.
El objetivo, entonces, «sería el de instalar en la investigación en ciencias sociales el cuerpo teórico de Marx. Una experiencia que hoy podría aparecer como muy simple, en la década del 60 era muy compleja… la investigación social en la perspectiva Marx estaba prácticamente ausente». Ahora bien, «solo se puede entender la existencia de CICSO a partir de entender previamente la existencia de la Escuela de Sociología en la Universidad de Buenos Aires, si no, no se entiende… el CICSO se construye porque en la Escuela de Sociología se produce una crisis intelectual, motivo de que un grupo de profesores jóvenes presionan a la Escuela para que hubiera una orientación en la perspectiva de Marx. Y esto es vivido, de alguna manera, como una experiencia hurticante y disruptiva.» (Marín, entrevista, 1999)
Este primer grupo se constituyó con el mismo Juan Carlos Marín, Miguel Murmis, Silvia Sigal, Inés Izaguirre, Eliseo Verón, Darío Canton, y en Córdoba, Francisco Delich. Después se integran Beba y Beatriz Balvé, Roberto Jacoby. Hasta 1975, Murmis tiene una importancia decisiva, es su Director y figura central. Posteriormente, Marín y Balvé lo reemplazan en esta tarea.
Con el Programa y Reseña que el CICSO publicara en 1991 (también en CICSO, 1982) obtenemos la información acerca de sus actividades en los diferentes períodos. En cuanto a las publicaciones se hacen principal y básicamente en forma de Cuadernos, nombre dado a los clásicos «papeles de trabajo» que publica todo Centron (series Estudios, Cursos, Textos Introductorios, Polémica, Análisis y Teoría, Reimpresiones). Anotemos los números correspondientes a cada Serie. La Serie Estudios de los Cuadernos de CICSO editaría 78 títulos; 7 en la Serie Cursos; 1 que correspondió a una Serie Textos Introductorios; 6 de la Serie Polémica; 3 Serie Reimpresiones; 15 textos de la Serie Análisis y Teoría; 22 títulos de libros o artículos en publicaciones nacionales. Se nota claramente la preponderancia de una producción de carácter investigativo, en su mayoría son «Estudios», o investigaciones «con referente empírico». Estas se completan con el desarrollo de la teoría social. En realidad, hay que restarle a estos 110 «working papers» planificados para su edición, 20 que no salieron a la imprenta, muchos de ellos por problemas políticos[4].
La cantidad y variedad es un indicativo de la amplia producción en investigación, pero estos acompañaban también, entre 1967 y 1975, una intensa actividad docente. En estos años se desarrollaron virtuales «planes de estudio» en Ciencias Sociales, integrando los distintos campos: economía, historia, sociologías, metodología de la investigación (también en artes y letras). «Hacia 1973 se demostró la validez de nuestra existencia. En ese entonces CICSO dictaba 16 cursos con una rotación de 500 alumnos por cuatrimestre, y editaba más de un Cuaderno de CICSO por mes» (Balvé, 1995). Los docentes podrán ser claramente reconocidos hoy: Miguel Murmis, Juan Carlos Portantiero, H. Ciafardini, Marcelo Cavarozzi; sin contar con los Seminarios organizados por Beba Balvé y Juan Carlos Marín. Hay que nombrar otros investigadores que contribuyeron -siendo una segunda generación- y se reflejan en las publicaciones del Centro: Emilio de Ipola (muy poco), Roberto Jacoby, Nicolás Iñigo Carrera, Inés Izaguirre.
Si tuviésemos que tematizar las líneas de investigación pueden ser referidas -así lo hacen los documentos de CICSO (1982 y 1991)- a dos grandes dimensiones: «estructura de clases en la Argentina» y «fuerzas sociales, conflictos y enfrentamientos sociales». Son estas las dos áreas a las que nos referiremos a continuación.
Hitos bibliográficos
Decíamos que CICSO se funda en 1966, aunque no funcionaría regularmente hasta 1967. Podemos tomar como trabajo expresivo un libro que no aparece sino mucho más tarde, en 1973, Lucha de calles, lucha de clases. Elementos para su análisis: Córdoba 1971-1969. Lo publica La Rosa Blindada, y sería «un best-seller en la Argentina antes del golpe», de 1976 (Merkx, 1979). Lo construyen un colectivo de autores (Beba Balvé, J.C. Marín, M. Murmis, Lidia Aufgang, Beatriz Balvé, Tomas Bar, Roberto Jacoby y Graciela Jacob). El libro trata de los Cordobazos de 1969 y 1971. En lo sustancial, el subtítulo lo indica bien: se trata de materiales que sirven como elementos para una síntesis que el libro no llega, y no quiere completar. No son materiales ofrecidos sin mediación de un trabajo intelectual. En las dos primeras secciones, se muestran pacientes relatos y reconstrucciones de los hechos de masas, se hacen y muestran, interesantísimas entrevistas a protagonistas, obreros cordobeses, varios de ellos miembros de SITRAC-SITRAM. En la tercer sección se realiza un análisis. Se comparan los dos hechos, se brinda un análisis socioeconómico de Córdoba, de los actores y sus acciones. En el último capítulo se esboza un «marco general de análisis». Dice: «nos proponemos aquí identificar las principales clases y sectores de clase actuantes en el país e indicar algunos elementos de su dinámica, aunque sin incorporar aún en forma sistemática los niveles de organización política e ideológica«.
En 1974 la misma editorial publica Estudios Sobre: Tipos de capitalismo y estructura de clases, y La formación de la sociedad argentina: 1500-1800, de Murmis, el primero, y Ramil Cepeda y Mario Pérsico, el segundo. En palabras de Murmis, «hemos presentado en este trabajo una introducción en que se definen algunas dimensiones que permiten especificar los tipos de distorsiones propios del capitalismo deformado, luego una visión global de la presencia cuantitativa de las clases fundamentales en la Argentina y finalmente un panorama de esa presencia en el sector agrario. Se trata sólo de elementos utilizables para construir una imagen concreta y teóricamente orientada de la estructura de clases de la Argentina como país capitalista dependiente, situada dentro de un contexto comparativo y que aproveche indicadores simples y accesibles» (p29). Esta idea será retomada en la discusión final sobre el programa de investigación.
Inmediamente después a la retirada de la dictadura militar aparece en libro Los hechos armados. Un ejercicio posible, 1984, CICSO, de Juan Carlos Marín. Esta edición había tenido en realidad diversos avances publicados en los Cuadernos de CICSO, en México y en Canadá, en parte reflejando distintas etapas de la investigación empírica. Para 1979 -trabajando desde el exilio- había sido terminado en lo sustancial el estudio cualicuantitativo del proceso de confrontación político armado ocurrido entre 1973 y 1976. El hecho armado se toma como indicador general de las formas e intensidad de violencia que asumió la lucha de clases en un período crucial previo al golpe de estado genocida (Marín, 1979 a y b, 1980).
No estaría de más agregar ciertas apreciaciones en el sentido de contextualizar el origen en que se publica un libro en medio de la «primavera democrática». No estaríamos lejos de la verdad al decir que esta investigación y sus resultados han sido prácticamente ignorados por la nueva ciencia social hegemónica. Las nuevas corrientes se compondrían ahora por viejos «compañeros de ruta» de CICSO tales como Portantiero o De Ipola, embarcados en la «fábrica de ideas» sociológicas del nuevo discurso democrático.
La investigación que CICSO pone a discusión en 1984[5], precisamente ataca y refuta el nudo de la teoría de los dos demonios, fundante del nuevo equilibrio político, fruto de la masacre inmediata. En perspectiva, había puesto al descubierto, en rigor, las bases históricas de la «democracia» en nuestro país: el genocidio.
La del libro sale al cruce de la sociología latinoamericana que hablaría sobre la «democracia». La democracia es parte de un nuevo discurso, se establece junto con el tema de «los nuevos movimientos sociales». En definitiva, son temas que indican nuevas relaciones de fuerzas entre las clases, desenlace de los varios procesos de las guerras civiles -cual presagio del «Manifiesto Comunista»- que se desenvolvieron en el continente (Vasconi, 1988).
Para comprender los elementos novedosos aparecidos en la transición democrática iniciada en 1983, debemos correr la mirada por los menos diez años atrás, para observar la situación previa a la instauración de la dictadura militar que abre el período en que se inscribe la transición democrática. En términos de O’Donnell, el gobierno que asume en 1973, dado el contexto en que lo hace, representa una «amenaza» para las clases dominantes. Puede pensarse que después del fracaso del intento anterior por recomponer el dominio hegemónico sobre el conjunto de la sociedad por parte de las fracciones más concentradas de la burguesía y después de la retirada estratégica a la que éstas se vieron forzadas tras los hechos de 1969, el golpe de 1976 constituye una nueva ofensiva, detrás de la cual se aglutinan ahora todas las fracciones de la burguesía. Contiene a todas las fracciones porque es un intento de salir de la situación de crisis orgánica que se vivía, pero, al mismo tiempo, será un intento por construir la hegemonía de una fracción sobre el conjunto de la sociedad (y por lo tanto, también sobre otras fracciones de la burguesía).
Esta construcción de hegemonía (de un nuevo orden) se operó mediante diversos mecanismos analizables desde distintos planos. El más inmediato hace a las dimensiones social y política (aunque también ideológicas y hasta psicológicas): la eliminación física de dirigentes y cuadros de la fuerza social de carácter popular, junto con el desmantelamiento de sus organizaciones gremiales, políticas, armadas, culturales. Otro aspecto de esto mismo es la instauración del terror como mecanismo de disciplinamiento. Las marcas sobre los cuerpos que dejó la dictadura hicieron de la paz, el orden y el funcionamiento de las instituciones las consignas imploradas por los vencidos.
Pero «la paz, aunque pueda ser deseada por ambos bandos, no significa lo mismo para el vencedor que para el derrotado. Para el vencedor es el inicio de un período de dominio estable, en el que debe realizar la victoria, construir su hegemonía en las conciencias, lograr el consenso de los vencidos. Para el derrotado, la paz es la resultante de una ruptura de relaciones sociales, proceso que se da tanto entre individuos, grupos o fracciones sociales, por el cual los términos de la relación quedan separados, no se reconocen más unos a otros como formando parte de un conjunto. Ese desbande es la derrota…» (Izaguirre, 1995)
Por otro lado -refiriéndonos a un aporte específico de esta escuela- Los hechos armados… es la investigación más relevante de tipo cualicuantitativa sobre el tema y el período (ver el estado de la cuestión dado por Pozzi, 1998). La única realizada desde la teoría de la lucha de clases[6]. Pero incluso, comparando con la proliferación de ensayos en sociología política «democratizante» a que hacíamos referencia esta investigación no fué contrapuesta con avances del mismo tipo en investigación controlada, sino todo lo contrario: un nuevo ensayismo político que apuntaba a una reconceptualización haciendo un uso parcializado de la autoridad de Gramsci, poniéndolo de moda en las aulas universitarias (ver el estudio de Kohan sobre Gramsci en la Argentina en Dialéktica 5/6).
A partir de Los hechos armados, otros trabajos utilizan una metodología específica de registro de hechos y luchas, con el objetivo de conseguir una medición de las formas, distribuciones, variaciones y estrategias concretas que toman las luchas de clases. Esto puede verse, por el grupo de investigaciones que siguiendo la tradición de CICSO, se basan en el mismo cuerpo teórico metodológico, las que continuan hasta la actualidad (Marín, 1996; PICASO, 1998; Aristizabal e Izaguirre, 1998; Iñigo et al -PIMSA, 1995).
«Fuerzas sociales, conflictos y enfrentamientos sociales», en este área también se aportará El 69. Huelga política de masas. Rosariazo, Cordobazo, Rosariazo, de Beba y Beatriz Balvé, 1989. Este libro retoma la investigación de Lucha de clases, lucha de calles, ya que se trata de estudios comparativos de grandes hechos de masas. Se desarrolla con espacio también la teoría de la lucha de clases en varios puntos tales como la relación con la teoría de la guerra, la ciudadanización y descorporativización. Estos puntos pueden ser tomados como aportes a la interpretación en términos de teoría política, de la crisis abierta en el régimen institucional en la Argentina, cuya mayor cristalización serían estos hechos de masas.
Tanto Los hechos armados, como El 69… deberían complementarse con la lectura de diversos avances en reflexión de teoría que se publicaron en los Cuadernos de CICSO, en la Serie Análisis y Teoría. Así, la hipótesis de Marín acerca de que hubo en los conflictos armados el desarrollo de dos estrategias, y que estas no podían ser de ninguna manera ser homologadas en sus medios, fines y sujetos (idea precisamente contraria a la de los dos demonios del Ernesto Sábato de la CONADEP, Alfonsín o la teoría irracionalista de Felix Luna) se comprende en sus dimensiones teóricas cuando se la interpreta a la luz de «La noción de polaridad en los procesos de formación y realización de poder» (Serie Análisis y Teoría, Cuaderno nº8, 1981). Podemos mencionar algunos avances relevantes sobre los conflictos de clases: «La ocupación de fábrica como forma de lucha obrera. El caso de Ford-Motors Argentina 1985», de Victor Hernandez (62, de Serie Estudios) y «La función de la huelga en el proceso de formación de fuerza social», Balvé y equipo, (65, Estudios).
La variedad de los estudios realizados, como dice Merkx, incorpora avances sustantivos acerca de la estructura de clases, o estudio de las relaciones de producción en la Argentina. Aquí mencionaremos en primer lugar el «Análisis de una relación de fuerzas sociales objetiva: caracterización de los grupos sociales fundamentales en la Argentina actual» de Nicolás Iñigo Carrera y Jorge Podestá, originalmente publicada en 1985[7]. La investigación empírica, de fuentes estadísticas (los Censos Nacionales de Población), refuta claramente la tesis, ya en voga desde principios de los ochenta acerca de la desaparición de la industria, y del proletariado por tanto. Los investigadores son muy tajantes: «en los últimos 25 años se han desarrollado las fuerzas productivas» (p. 55). Trabaja el concepto teórico empírico de «grupos sociales fundamentales» como forma de medición de las relaciones estructurales en las que se forman las clases sociales, introduce indicadores de desarrollo de las fuerzas productivas (en el nivel de la población y la variación de las partes rural y urbana), termina con un inicio de estudio de la situación del proletariado también en sus variables «políticas», o referidas a los primeros niveles de fuerza y autoorganización como clase (variación histórica de salarios, desocupación, sindicalización).
Se indica en el trabajo que «la dimensión general de este ejercicio es ´población’, teniendo como concepto general las clases sociales… el ejercicio consta de tres partes: en la primera intentamos comenzar a construir un conocimiento acerca del grado de desarrollo de las fuerzas productivas y de la etapa que está recorriendo el capitalismo argentino tomando como indicador la división social del trabajo. En la segunda parte intentamos conocer la situación atendiendo a la distribución según grupos sociales fundamentales (según su función y posición) que la conforman y los cambios producidos en esa distribución entre 1960 y 1980. La tercer parte intenta comenzar a construir un conocimiento acerca de la situación en que se encuentran estos grupos sociales, en lo que se refiere a su situación objetiva«.
El análisis de los grupos fundamentales es la antesala necesaria para el análisis de las clases. Para introducirse a este problema los autores se meten en la problemática marxista de las clases, citando aquel pasaje de La ideología alemana, donde las clases sociales se conforman en torno a las luchas sociales. Definen, «los grupos sociales refieren a grupos de hombres que se encuentran, que viven en una misma posición, que ocupan una misma posición en la estructura económica, es decir, con relación al conjunto de las relaciones de producción, cuya expresión jurídica son las relaciones de propiedad. La definición de los grupos sociales fundamentales remite a la posición de los hombres respecto de la propiedad o no-propiedad de sus condiciones materiales de existencia» (p. 21).
Habría que señalar, en el estudio de las relaciones productivas, que Martín Asborno trabajó el tema de la conformación de los grupos de poder económico, «el poder económico». Este tema había sido abierto ya en CICSO en la etapa anterior, como señala Merkx, en los estudios sobre concentración y desnacionalización de la industria. Apuntan a la conformación de los grupos capitalistas en el proceso de concentración y centralización de capitales, relaciones imperialistas y la consecuente oligopolización de los mercados de mercancias, tema en el que ya se desempeñara en su momento Miguel Khavisse hasta la actualidad, como es conocido. El Centro publica entonces dos cuadernos (59 y 63 de Estudios) y un libro: La aristocracia financiera ya en los primeros años noventa.
Acerca del conocimiento científico, los intelectuales y el marxismo.
El anterior pantallazo permite observar todo un conjunto de producciones científicas, desde los problemas que plantea el materialismo histórico- «el cuerpo teórico de Marx»-, con el objetivo de conocer realidades concretas. Indudablemente hay allí un intento sistemático y colectivo de construcción de conocimiento científico a través de los años. «Nuestro objetivo fué y es investigar la realidad nacional desde el método teórico-metodológico-conceptual de Marx, por fuera de las fragmentaciones político-ideológicas de los partidos» (Balvé, 1995, 149).
Como desarrollo del conocimiento de la realidad argentina tomadas en su conjunto deberían servir de «base granítica» (en la metáfora leninista) por establecer los cimientos de un marxismo que nos eleve a lo concreto de la situación histórica, y a las tendencias en vista. Esta valoración depende de una consideración específica sobre los aportes colectivos de esta escuela. Veíamos que los programas de CICSO ordenan el trabajo colectivo en dos series de estudios ligados a la estructura y a la lucha. Sería el proponer y hacer avanzar concretamente en estudios de tipo científico a la problemática marxista, en estos dos niveles al mismo tiempo. Esta metodología aporta a la discusión sobre conocimientos fundados, que es algo propio -e ineludible- del marxismo como peculiar fusión entre los discursos y las prácticas de la ciencia y la política.
¿Estructuralismo y sociologismo?
En su pequeño artículo Gilbert Merkx señala que (con excepción de uno de ellos) «todos los documentos toman una perspectiva influenciada por la teoría de la dependencia, el estructuralismo francés de la escuela Althusseriana, y los escritos de Gramsci. Las referencias a la ciencia social norteamericana están notoriamente ausentes, a pesar de que los autores están bien versados en esta tradición» (p. 229)
El autor de aquellas notas describe aquí las tendencias intelectuales, que harían «furor» entre los sesenta y setenta. En contrario, interesa puntualizar, y reiterar, el esfuerzo hecho por CICSO, de lograr un desarrollo en la investigación, a partir no ya de las «modas» sino del trabajo con los «clásicos», principalmente y centralmente con Marx. En este sentido las referencias que postula Merkx están todas ausentes en los trabajos de CICSO. Solo una labor de análisis de crítica epistemológica puede rastrar los tópicos mencionados, mas allá del uso de ciertos términos.
En este sentido, el trabajo de CICSO se acercaría más a partir de cierto clasicismo en teoría, en partir de los clásicos del marxismo, incluyendo a Marx y a Lenin, como subyacentes a toda la problemática general. Esto se puede ver en todos los trabajos reseñados aquí, en las citas transcriptas. El estilo que puede verse en los trabajos publicados por CICSO será el de enfocarse directamente en los problemas téoricos y empíricos a tratar, lo que no significa carecer de marco teórico. Todas las escuelas mencionadas por Merkx, y no solo la norteamericana de sociología, están ausentes en estos trabajos; las menciones son para los clásicos marxistas, desde allí se articulan los problemas y preguntas con relación al objeto empírico. El que estaría exceptuado en estas ausencias sería Gramsci. En el trabajo de Iñigo Carrera y Podesta es tomado explícitamente como marco, su «Análisis de situación. Relaciones de fuerza».
Por otra parte, la influencia de la escuela norteamericana debiera tomarse con relación al problema más general de los orígenes del grupo CICSO, que fuera mencionados al principio de la nota por Marín. Es la relación que habría entre ciertos objetivos de la Escuela de Sociología y CICSO: la búsqueda del referente y la medición empírica, verdadero «eje» de su proyecto. Aquí el problema consiste en considerar la influencia decisiva de la sociología académica argentina (específicamente en su etapa Germani) en una orientación marxista en ciencias sociales. No ha sido menor la influencia, en la primera de la escuela norteamericana. Este punto fué fuente de numerosas polémicas[8] y dió lugar numerosas críticas a la Escuela de Sociología de la UBA.
Lejos de querer cerrar el asunto, creemos sin embargo que no debiera abordarse sin una consideración más compleja. Esto supone un marco que, incluye una caracterización de la misma situación de la Sociología, por un lado, y del marxismo, por otro. Así, sería demasiado simplista caracterizar a la primera algo así como una «academia PITMAN de encuestadores». Habría que considerar, con respecto a lo segundo, el estado crítico en que se encontraba el marxismo, predominado por la influencia enorme del stalinismo en la esfera cultural y científica (a lo cual también trataron de responder algunos de los críticos a la sociología, como se puede comprobar en la revista Fichas, ver nota anterior). En esta coyuntura del saber, entonces, aparecería la línea CICSO con sus dos dimensiones: el rescate del imperativo sociológico científico que se enfrenta al ensayismo y la estructuración de un programa de investigaciones desde la problemática marxista. Sobre este último punto es expositivo la larga introducción de CICSO (1982), acerca de una problemática respecto a la sociedad e historia, en el conjunto de sus dimensiones («infra y superestructurales«). Es decir, que no se trataba de que el Centro abarcara una «diversidad de temas», como describe Merkx, sino que mirado mejor, se trataba de un programa que los abarcaba; que su unidad no era tanto temática sino de una determinada orientación teórica.
Nudo problemático
Habíamos visto como Merkx desliza, menciona, la influencia del estructuralismo en aquellas investigaciones. «Estructuralismo», una posición que pretendería que la historia es independiente del sujeto u hombres, y que para conocer la realidad se necesita del método científico. A su vez se orienta hacia cierto teoricismo: hacer de la ciencia, así como de las estructuras, un ente independiente, desligado de la política y de la historia. Este problema se presentó en el marxismo, es uno de los debates que lo cruzan. Mientras existen posiciones derivadas de afirmaciones objetivistas en Marx, Engels y Lenin, también hay las que toman las críticas humanistas o referidas a la alienación, la actividad crítico-práctica de los hombres. Hoy mismo, con otros términos, inclinaciones objetivistas o subjetivistas siguen enfrentándose en el debate.
Muchas críticas agotan la valoración teórica de su criticado con suscintas caracterizaciones, como la de «estructuralismo». Debemos preguntarnos en donde reside la crítica en este caso. ¿Que es lo criticado del estructuralismo, en particular desde el punto de vista marxista de la sociedad? ¿Cuales son los sentidos de esta polémica?
Si empezamos por el final digamos que el estructuralismo expulsa no solo al sujeto de la historia sino a la historia misma[9]. El que se opone a quienes piensan la historia como expresión del sujeto, la clase-sujeto, tal como el desarrollo del Concepto en Hegel. Aquí la polaridad entre estructuralistas e historicistas, que notamos situada en discusiones metodológicas, pero sobre todo en los primeros pasos que ofician como metodología teórica. Para Perry Anderson – es sabido – en este núcleo se encuentra la principal antinomia marxista respecto a una teoría acerca del movimiento histórico.
«Podemos ver esto inmediatamente si reflexionamos sobre la permanente oscilación, sobre la potencial disyunción que existe en los propios escritos de Marx entre la atribución del primer motor del cambio histórico, por un lado, a la contradicción entre las fuerzas de producción y las relaciones de producción – pensemos en la famosa Introducción de 1859 a la Contribución a la crítica de la economía política- y, por otro lado, a la lucha de clases – pensemos en El Manifiesto Comunista. La primera se refiere esencialmente a una realidad estructural o, más propiamente, inter-estructural: el orden de lo que la sociología contemporánea llamaría integración en el sistema (o, para Marx, desintegración encubierta). La segunda se refiere a las fuerzas subjetivas que se enfrentan y luchan por el control de las formas sociales y de los procesos históricos: el reino de lo que la sociología contemporánea llamaría integración social (que es igualmente desintegración o reintegración). ¿Cómo se articulan estos dos tipos diferentes de causalidad o principios de explicación en la teoría del materialismo histórico? El marxismo clásico no ofreció, ni siquiera en su mejor momento, una respuesta coherente a este punto” (Anderson, 1988).
La antinomia nos acerca a una teoría de la historia. Esto lo anotamos porque la forma de esta polémica sea quizás bastante privativa de las discusiones entre filósofos e historiadores marxistas. En el campo sociológico quizás haya diferencias respecto de la vía de los debates. Pensamos que estos se polarizarían también alrededor de problemas planteados por la influencia de ideas estructuralistas, pero en confrontación y alrededor de una teoría de la acción social. Las alternativas entre estructural funcionalismo e individualismo metodológico cruzan gran parte de las antinomias, por supuesto, con diversas influencias como el historicismo alemán y el marxismo, por otro. Son entradas para una discusión acerca de una teoría de la acción y las relaciones sociales.
Se ha dicho que la particularidad el marxismo, como teoría, es que es parte de un programa general, caracterizado por su «holismo», o discurso totalizante. No es menos verdad que en esta totalización el marxismo incorporó la propia autoconciencia respecto al puesto que ocupaban sus estudios como una parte del desarrollo de la lucha de clases. Y sin embargo, el discurso marxista clásico parte de una noción de objetividad, y de cientificidad. Se ha rescatado siempre las antinomias en Marx y seguidores, objetivismo y subjetivismo, estructura y sujeto. Pero es posible que la crítica no advierta que cae en una cristalización de las categorías, en su oposición respecto a otra. Así sucede que en el marco de la oposición estructura-sujeto, la opción por el rescate del sujeto adolezca de este problema.
También podríamos decir que el marxismo es caracterizado por la apuesta revolucionaria dentro del modo de producción vigente en nuestros días, conciencia que es fruto también de los estudios históricos y filosóficos. Pero el materialismo actúa en el sentido de señalar los condicionamientos materiales de las transformaciones provocadas por las luchas. «La historia la hacen los hombres pero no la hacen como quieren»…»Los muertos se vuelven contra los vivos, las generaciones anteriores como una pesadilla a las futuras». Espacio para la voluntad, pero voluntad condicionada y limitada por un existente previo, una temporalidad que se observa en la acumulación de las experiencias pasadas. Pero el mundo objetivo sufre transformaciones. Los modos de producción cambian. Se trata de inteligir las formas de esos cambios. Marx ha utilizado las formas lógicas de la dialéctica para articular un discurso que pueda dar cuenta en categorías de las contradicciones del mundo real. Categorías que se caracterizan, este es uno de los fundamentos de la dialéctica, de partir del movimiento de la totalidad.
Podemos comprender la insistencia en las antinomias de Marx dado que toda síntesis plantea a las nuevas generaciones problemas de este tipo. Creemos, empero, que el marxismo como método, parte de la relación entre las dos dimensiones, parte de la suposición de que la historia incorpora estas dos dimensiones. El problema específico es explicar, cómo se constituye lo histórico, o lo social, a partir de ello. El problema es tambien como superar la polaridad estática entre estos dos términos, una vez que su crítica los ha vuelto abstractos. El contenido proviene de la puesta en movimiento en la observación de objetos histórico reales. Las investigaciones de los marxistas, entonces tienen que empezar a dar respuestas parciales a una necesidad teórica del programa marxista original. Quizás fuera la pregunta la que guiara este pasaje del Programa General escrito en 1982. «Estos dos procesos (infra y supestructural) se vincularían con el proceso de las luchas sociales demarcando la formación y desarrollo de movimientos sociales, sus tiempos, forma, contenido y espacio social lo que nos permitirá periodizar el desarrollo capitalista medido a través de los territorios sociales involucrados» (CICSO, 1982, 8)
El plan general de investigación
Podemos ordenar los materiales de CICSO con muchas de estas preguntas. La intención de estas notas es ubicar nudos problemáticos en la investigación general, que puede observarse en la modificación de las categorías usadas, los temas de investigación, «los observables»: «…iniciar un proceso de conceptualización a partir de descubrir nuevos observables que permitan la construcción de nuevos objetos empíricos los que, por medio de una serie de mediciones, hagan posible el desarrollo de la teoría social» (CICSO, 1991, 19). En estos se observa la progresiva traslación de los estudios empíricos hacia el estudio de los enfrentamientos sociales, la observación de las formas de las luchas de clases. En este sentido, habría un movimiento hacia la observación específica de la lucha de clases. Para ello se habría avanzado tanto en la medición como en un marco teórico que posibilite tales observaciones. ¿Esto envía la dirección principal de investigación hacia el subjetivismo? Lo social histórico es constituido por los enfrentamientos, por la lucha de clases[10].
Podemos encontrar lo siguiente, ya en la actualización del Programa de 1991. «De la dimensión general que ordena -determina la forma hegemónica del capital- y la dimensión que permite hacer mediciones en proceso -crisis y transición- dentro de la temática referida al valor y al poder, el operador metodológico lo constituye la noción de enfrentamiento social, ya que permite reproducir en la reflexión lo que se da en la realidad: el proceso de formación, desarrollo y realización de fuerzas sociales, las que contienen distintas alianzas de clases y cuya relación de enfrentamiento permite determinar el carácter del período, de las luchas y señalar las tendencias más generales» (1991, 16)
El enfrentamiento social oficia de «operador metodológico». Se parte de la dimensión general, la forma hegemónica del capital. Vuelven las preguntas sobre las formas de vinculación entre las formas de las luchas y los determinantes a mas largo plazo de las estructuras sociales. De la «vinculación» (1982) entre procesos infra y superestructurales con las luchas sociales, el último texto avanza hacia la noción de los enfrentamientos como operador metodológico. Es claro en los estudios de Nicolás Iñigo Carrera que la investigación estructural se incorpora dentro de una posición teórica respecto a la relación entre luchas y determinaciones objetivas. Los estudios sobre clases sociales indican que las mediciones respecto a las relaciones de propiedad en la Argentina solo permiten observar un primer momento en la constitución de las clases sociales. El otro momento hace al momento político, que es el de las luchas. Tener en cuenta a las luchas, no solo como resultado, sino como operador sería asociado a la noción de constitución a largo plazo de las mismas clases sociales. Es decir, la incorporación del enfrentamiento como el elemento de transformación y dinamización- también en algunos, análisis diacrónico- de las relaciones sociales en su conjunto. Respecto a la constitución de las clases, este criterio se había expuesto largamente en Marín (ver 1981), base de otras investigaciones empíricas en particular la de las confrontaciones armadas entre 1973 y 1976. Si las clases sociales deben ser estudiadas no solo por las relaciones de producción sino por las luchas dadas se plantean una serie de problemas teóricos y empíricos respecto al estudio de estas luchas.
El concepto de fuerzas sociales es tomado como un acercamiento a las formas empíricas de las luchas de clases. Es la forma en que las clases se presentan a la lucha, no en forma pura, sino como fuerzas en acción. A su vez, la necesidad del estudio de estas formas orienta una operacionalización específica: partir de los conflictos inmediatamente observables preguntándonos como estos inciden y están inmersos en la conformación de fuerzas sociales. Una pregunta teórica que se transforma en pregunta empírica.
Dijimos que en CICSO habría un movimiento, a lo largo del tiempo (que arranca en 1967 y continúa formalmente a nuestros días) hacia la observación específica de la lucha de clases. Si esto se contrapone a los estudios estructurales ¿hay un corrimiento de la «estructura» al «sujeto»? En CICSO podemos hacer una periodización partiendo de un indicador muy periférico como es la composición de sus direcciones. Primero, desde 1967 hasta 1975 encargada a Miguel Murmis. Luego, desde este año hasta 1986 es actuada por Beba Balvé y Juan Carlos Marín. A posteriori, se produce el alejamiento de éste, continuando Balvé en el Centro. Creemos que no es improbable que la impronta de los estudios de Miguel Murmis, específicamente ubicados en la estructura económico social, refleje toda una orientación inicial, con ciertas diferencias con los estudios de Juan Carlos Marín.
El programa general de investigación puede advertirse claramente dividido en las dos secciones, referidas a los dos niveles de estudio. Refiriéndose a dos campos de estudio insoslayables, vimos, en la pregunta marxista sobre la constitución socio histórica, el señalamiento de Iñigo Carrera retoma la pregunta por la constitución de las clases desde las relaciones de fuerzas objetiva: una forma de establecer el nexo interno entre dos secciones que pueden aparecer separadas. Esta reunificación teórica se expresa, por otro lado, cuando el concepto de fuerza social recuerda que debe observarse su caracter social, objetivo, o también la «territorialidad» en que asienta, quizás nos remita al «lo hacen pero no lo hacen como quieren», al condicionamiento y la constricción estructural en las luchas[11].
Sobre este problema general (que no es más, tal como aquí lo planteamos en forma esquemática, que el de la relación entre las dos partes integrantes del Plan de investigación) es posible ordenar el vasto conjunto de investigaciones parciales. «En esta línea de trabajo, el análisis de la sociedad nacional se liga al intento de desarrollar la teoría social…» Como todo desarrollo este debiera manifiestarse contradictorio, los núcleos de esta contradicción, son los que deben ser identificados, son parte del proceso de conocimiento, de la relación contradictoria entre teoría y realidad. En lo que llamamos traslado del énfasis o centralidad del programa general es posible ver el movimiento de esta contradicción. Aún hoy se discute lo mismo en los círculos marxistas. Creemos que en CICSO el aporte principal consiste en posibilitar una tradición local de investigación marxista de la realidad, y con ello, el desarrollo real del marxismo como forma de conocimiento[12]
Esto permite, por otro lado, plantear un debate más general y que interesa a cualquier estudio. Las consideraciones hechas aquí se dirigen a un debate metodológico: cómo configurar un cuerpo teórico que dé cuenta del movimiento histórico social. CICSO lo sitúa planteando como objetivo «el análisis de la sociedad nacional». Con relación a este objetivo debe ser contrastado el conjunto de hipótesis programáticas. La problema-tización que se va generando tiene sentido con relación a este objetivo. Pero hacer este balance implica responderse a las preguntas ¿han podido explicar lo central, lo determinante de la constitución de la sociedad nacional, las investigaciones, consideradas como conjunto? ¿Que problemas se suscitan de este avance colectivo? Una vez hecho esto, ¿con que elementos se puede partir para el análisis de una nueva etapa, de las situaciones del presente?
Hemos
descripto esta organización colectiva, y reseñado sus obras principales, aunque
no en su totalidad. Luego en el marco de su plan, nos interesó poder detectar
cierto nudo problemático central que relacione investigación y avance de la
teoría. Somos concientes de la parcialidad de estas notas. Tanto como de la
necesidad de esta revisión y evaluación colectiva, tarea insoslayable para
quienes se planteen el estudio de la actual etapa de la sociedad argentina en
esta fase de mundialización y particular estadio de la lucha de clases. La
formulación de un programa general, necesidad que planteamos, no podría ignorar
el conocimiento logrado anteriormente, así como el conocimiento de los
obstáculos a los que se enfrenta. Es sobre este pasado cuando siempre hay que
comenzar.
Notas:
[1]En cuanto a las mediciones inspiradas en El Capital se han hecho avances muy importantes en la economía marxista que objetivan a nivel empírico el funcionamiento de las leyes de tendencia decreciente de la tasa de ganancia.
[2]«Desarrolla estas tareas desde 1967 agrupando a un conjunto de científicos sociales dedicados al estudio de la estructura, las relaciones de clase y grupos socioecónomicos, sus formas de acción y organización y sus orientaciones ideológicas» (CICSO, 1982, 2). Oscar Terán haría el trabajo clásico sobre intelectuales y abona la crítica al «abandono». Nestor Kohan (1999), por otro lado, amplia este viraje del campo cultural hacia el político y recuerda la especial ubicación -el no abandono de la especificidad- de CICSO en aquel proceso, así como otros emprendimientos en el campo cultural.
[3]Nos referimos a su pequeño artículo (1979) Sería el único que ubica a CICSO como objeto de reflexión. Diversas fuentes señalan la realización de un trabajo de investigación, hecho en el extinto Departamento de Sociología de la Universidad de Belgrano, sobre los primeros cuatro centros de investigación en nuestro país, entre los que se incluye a CICSO. No hemos podido encontrarlo aún.
[4]Esta precisión es señalada por Nicolás Iñigo Carrera.
[5]«El libro de Marín (Los hechos…) tuvo dos versiones anteriores a 1984. Una fue en noviembre del 78, y se llamó «Acerca de la relación poder-saber y la relación saber-poder (La razón de la fuerza o la fuerza de la razón)”. Tuvo un costo muy alto, pues casi todos los centros de Bs. As. nos tildaron de «locos» y se apartaron más aún de nosotros como de la peste. El IDES nos pidio que retiráramos nuestras publicaciones de allí. Un gran amigo nuestro, actual, y excelente investigador, que estaba entonces creo que en el CISEA (que por entonces se enfermó de diabetes) tuvo una entrevista conmigo para decirme si habíamos pensado lo que hacíamos, pues habíamos puesto en riesgo a toda la comunidad de ciencias sociales. Yo le hice ver que el libro hablaba del 73-76, no de los milicos, cosa que ni siquiera se había dado cuenta, tal era su pavor. La segunda versión fué de noviembre del 82 («Acerca del estado del poder entre las clases»). En los dos casos hay cambios pues Lito (Marín, nota de los autores) iba madurando sus análisis, y nosotros, y la realidad, aportábamos. En el 84 ya estábamos todos tranquis. Claro esto no se desprende de la bibliografía, pero conviene tenerlo en cuenta» (de la entrevista a Inés Izaguirre).
[6]PabloPozzi menciona que María José Moyano realizó una investigación, Argentina´s Lost Patrol. Armed Struggle, 1969-1979, New Haven: Yale University Press, 1995. «El mismo cuenta -describe Pozzi- con un recuento estadístico del accionar guerrillero, con 15 entrevistas a antiguos guerrilleros y con un intento de profundizar en la cultura e ideología de la guerrilla». Aunque según él, «este estudio tiene serios problemas metodológicos e interpretativos, además de numerosos errores fácticos» (ibid, 14). Concluye: «entre los trabajos académicos más serios encontramos el del sociológo Juan Carlos Marín, que estudió tanto las acciones armadas como su represión». Por otro lado, hay un relevamiento que hace James W. McGuire (1996). Según éste, hay una investigación de Guillermo O’Donnel y colaboradores de un conjunto de hechos de luchas sociales entre 1955 y 1972, quienes «compilan los datos mensuales sobre huelgas, ocupaciones de lugares de trabajo, movilizaciones protestas estudiantiles, y actos de violencia desde 1955 a 1972» (131), basándose en relevamientos del diario La Razón, tal como hiciera J. C. Marín, solo para «actos de violencia» desde 1973 a 1976. Guillermo O’Donnel: «Argentine Domestic Violence and Economic Data, 1955-1972», ICPSR. Esta sería la investigación de base que utilizara para su conocido El estado burocrático autoritario.
[7]En realidad, en el período anterior (1975) se produce un importante trabajo («Los asalariados. Composición social y orientaciones organizativas», por Balvé, Marconi, Lubliner y Witt) tendiente a conformar el marco teórico y metodológico para el estudio de la clase obrera a partir de las relaciones estructurales. Este estudio contiene una sistematización de los textos «económicos» de Marx, y es producto de un seminario de investigación sobre «La clase obrera en la Argentina» dirigido por Juan Carlos Marín, en 1974.
[8]Una «campaña» anti-escuela de sociología, es identificable si se leen los numeros de la revista Fichas, que dirigiera Miliciades Peña (10 números entre abril de 1964 y julio de 1966). Hay un número-dossier dedicado a «Wright Mills», donde Peña publica su crítica a Germani (2, julio 1964). Es interesante señalar que la revista abre en ese número un concurso de trabajos sobre C. Wright Mills: «valor de sus críticas a la sociología norteamericana y al marxismo».
[9]Estructuralismo en términos estrictos, es decir, el que proviene de la linguística.
[10]Así se plantearía, según Rolando Astarita, el problema en la oposición entre las actuales escuelas de la «lucha de clases» y de la «lógica del capital», en Cuadernos del Sur, n° 22.
[11]Tomando el esquema teórico de Murmis en «Tipos de capitalismo» no vemos esta inserción de la lucha en las relaciones de producción.
[12]Por supuesto, no la única, pero no la menos importante. Hace falta un inventario y una integración del conjunto de la producción local.
Publicaciones del CICSO y actuales comentadas
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CICSO (1991): 1966-CICSO-1991. Programa y reseña, Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina, 1991. Aristizábal, Zulema e Izaguirre, Inés (1998): «Alineamientos de la clase obrera durante el gobierno peronista del 73-76. Nuevas consideraciones teórico metodológicas para el estudio de los conflictos obreros», ponencia, III jornadas de la carrera de Sociología, UBA, 12 al 14 noviembre de 1998.
Asborno, Martín (1991) La aristocracia financiera, El Bloque, Bs. As.
Balvé, Balvé y Balvé, Beatriz (1989): El 69. Huelga política de masas, Contrapunto, Bs. As.
Balvé y equipo (sf): La función de la huelga en el proceso de formación de fuerza social, Cuaderno CICSO, Serie Estudios Nº 65.
Hernández, Victor: (sf): La ocupación de fábrica como forma de lucha obrera. El caso de Ford Motors Argentina, 1985, idem, Nº 62.
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Marín, Juan Carlos (1984): Los hechos armados un ejercicio posible, CICSO, Bs. As.
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Terán, Oscar (1993): Nuestros años sesentas, El Cielo por Asalto-Imago Mundi, Bs. As.
Vasconi, Tomás (1988): «Democracia y socialismo en América del Sur (notas para una discusión)», en Cuadernos de Nuestra América, Vol V, No. 9-10, Enero-Junio de 1988, La Habana, Cuba.
Revista Fichas(1964), Nº2, dedicado a Wright Mills.
Entrevistas a Juan Carlos Marín, Inés Izaguirre y Nicolás Iñigo Carrera, 1999.
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el “CICSO” – Razón y Revolución artículo, es muy bueno.
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