Romina De Luca
Grupo de investigación de educación argentina – CEICS
Todo conflicto está determinado por una base material. Suponer que el reclamo de los estudiantes de sociales por el “¡Edificio único ya!” es el resultado de la radicalización de un grupo de loquitos de izquierda es una lectura o macartista o ingenua del asunto. De hecho la simple reconstrucción de la evolución de la matrícula de la Facultad de Sociales de la UBA entre 1996 y 2008(1) nos permite percibir cuál es ese sustrato profundo.
Según los datos relevados por la SPU en sus relevamientos estadísticos anuales, la matrícula de “ciencias sociales” de la UBA(2) , entre 1996 y 2008, pasó de 78.604 alumnos a 126.427. Es decir, en los doce años que median entre una fecha y otra la matrícula universitaria aumentó un 60%. Mientras tanto, la capacidad infraestructural permaneció casi estancada. El resultado lógico: pauperización de las condiciones de estudio y trabajo a través de un creciente hacinamiento de estudiantes en cada vez menos metros cuadrados.
El crecimiento de la matrícula no se repartió en forma pareja a lo largo de todo el período. Entre el 1996 y 2003 la matrícula se expandió a nivel general en todas las universidades nacionales. En cambio, entre 2003 y 2008 el crecimiento. En el caso de Ciencias Sociales de la UBA inclusive tendió a disminuir. No obstante, el dato concreto es que desde 1996 se arrastra una matrícula un 60% mayor.
La expansión total en la cantidad de alumnos(3) no repercutió igual en cada una de las carreras. Así encontramos que, entre 1999 y 2003, “Ciencias de la Comunicación” pasó de 13.203 alumnos a 15.179, es decir, un 15% más; en Ciencias Políticas el crecimiento fue aún mayor: 41% de incremento en la matrícula al pasarse de 3.600 alumnos a 5.083. Por su parte, Sociología y Servicio social incrementaron sus matrículas un 18%, al pasar de 9.684 alumnos a 11.431. Hacia el 2008 las tendencias permanecieron estables.
¿El presupuesto universitario? Bien Gracias. En términos de PBI asignado al conjunto del sistema universitario nacional, la misma fuente evidencia un estancamiento. Si hacia 1999 se destinaba un 0,61% del PBI hacia el 2003, el porcentaje se ubicaba en 0,53% y en 2008, al calor de la lucha docente y de la recomposición salarial, aumentó a 0,71%, o lo que es lo mismo, un 16% en 15 años. Recuérdese que la consigna dominante de la lucha universitaria contra el menemismo era “Duplicación del presupuesto educativo” y se verá por qué ese magro incremento no resulta en una mejora real, perceptible, en relación al gobierno riojano, al que todos consideran, con razón, como lo peor que le podría haber pasado a la educación argentina.
El gobierno K defiende el crecimiento del presupuesto universitario como un hito espectacular e su gestión. De hecho, medido en función a gasto por alumno, en 2008 se dedicaba casi el doble a cada uno en relación al 2003 (2.038$ contra 1.124, a pesos de 1996). Pero, en relación a 1996, en medio del ajuste menemista, la diferencia es menor al 10% (2.038 contra 1.886). Este magro aumento, luego del mayor crecimiento económico en 200 años, según la presidenta, explica que se expanda el trabajo gratuito de los docentes, el hacinamiento, etc., etc. La sede de Marcelo T. de Alvear de la Facultad de Sociales está hoy, por dar un ejemplo significativo, en términos edilicios, exactamente igual al edificio que en 1983 recibió a la primer camada “democrática”. Además, si consideramos que históricamente del presupuesto universitario se destina el 80% al pago de salarios, veremos que el “incremento” se explica a partir de la recomposición salarial que los docentes universitarios lograron arrancarle al gobierno con su lucha. Reflejo palpable de ello, resulta que en 2008 sólo se erogó una partida extraordinaria de un magro millón de pesos destinada a infraestructura para el conjunto de la UBA.
Nunca es bueno intentar tapar el sol con un dedo. La ilusión sobre la desaparición del sol durará pocos segundos. Podemos ver entonces que el problema “sociales” se encuentra en la constante degradación de las condiciones de estudio sufridas por miles y miles de alumnos en los últimos 15 años.
Notas:
(1) Nos servimos de la información publicada por la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) en sus relevamientos estadísticos anuales.
(2) La medición estadística engloba bajo el rótulo “ciencias sociales” a carreras que no se cursan en la Facultad de Ciencias Sociales tales como derecho, administración, geografía entre otras. Por eso, proporcionamos también los datos del crecimiento en las carreras que sí se cursan en la FSoc.
(3) Sólo consideramos grado y pregrado. De incluir post-grado el resultado sería más acuciante.