GIRM-CEICS
Hemos recibido nuevas críticas a nuestra producción sobre la Revolución de Mayo. Esta vez, del Nuevo MAS, que nos acusa de no coincidir con Milcíades Peña. A continuación, explicamos por qué repetir religiosamente opiniones ajenas no ayuda a la comprensión de nuestra historia.
El Nuevo MAS (NMAS) publicó en su revista Socialismo o Barbarie un artículo de Martiniano Rodríguez, criticando nuestra concepción de la Revolución de Mayo1. Su principal acusación es la misma que utilizó el PTS en su momento: que nuestras hipótesis no son las de Milcíades Peña. Sus argumentos, por lo tanto, son citas a uno de los ensayos de este autor, escrito hace ya 50 años.
Peña, el Verbo hecho Historia…
Las críticas del NMAS se pueden resumir en una serie de puntos. En primer lugar, entienden que el tiempo que transcurre entre 1810 y la consolidación de las relaciones sociales capitalistas, con la correspondiente estructura estatal (1880), sería demasiado largo, razón por la cual la Argentina capitalista no sería fruto de la Revolución.
En segundo término, se pone en duda el predominio del modo de producción feudal en América, con el argumento de que al no existir en el Río de la Plata la contradicción principal entre nobleza y siervos no podríamos hablar de feudalismo. De allí se desprende el problema respecto al carácter de clase de los comerciantes monopolistas, quienes no serían una clase capitalista “productiva” (sic), al igual que los hacendados, debido a la ligazón que tenían con el mercado internacional. La revolución no habría implicado la toma del poder por parte de la burguesía, ya que no hubo cambio en la clase dominante, tan sólo se produjo un desplazamiento del personal político (la burocracia virreinal).
En tercer lugar, entienden que las clases explotadas no formaron parte de la revolución, porque no tenían ningún interés en participar. Por último, la estructura económica no habría cambiado en lo más mínimo, ya que el “latifundio”, antes y después, habría sido la principal forma de explotación dominante.
Los duros hechos
Como primer cuestión, debe abordarse el problema de cómo debe ser comprendida una revolución burguesa. Para el NMAS, un fenómeno de esta magnitud debería transformar las bases de la estructura social (las relaciones sociales de producción) en cuestión de pocos años. No obstante, una revolución debe medirse por su ciclo, desde la maduración de las contradicciones hasta la plena hegemonía del capitalismo. Habiendo hecho su revolución en 1776, EE.UU. sólo se consolidó como Estado nacional en el período 1865-18773. Para 1880, en el Río de la Plata, la burguesía crea el mercado nacional, eliminando las barreras aduaneras. Visto así, la revolución criolla se desarrolló mucho más rápido de lo que parece, habilitando un exponencial desarrollo de las fuerzas productivas: crecimiento poblacional, aumento productivo, extensión de la frontera, etc. Que existieran relaciones asalariadas antes de la revolución, no significa que la burguesía sea la clase dominante ni que el capitalismo sea el modo de producción dominante. Si la burguesía y el capitalismo no existiesen antes de la revolución burguesa, ésta no sería posible. Sin burguesía no hay sujeto. Sin capitalismo, no hay trabas a su desarrollo.
El NMAS hace un análisis circulacionista de las clases sociales. Su definición de capitalista obedece al mayor o menor contacto con el marcado mundial. El fundamento del poder de los comerciantes monopolistas, burócratas y eclesiásticos provenía de la capacidad de la corona española, la cual imponía condiciones a sus colonias, posibilitando la enajenación del excedente en la circulación. En este sentido, no eran “productivos”, ya que obtenían ganancias de comprar barato y vender caro. Esas condiciones eran resultado de una fuerza basada en la renta feudal (de la explotación en España de la nobleza sobre los siervos). Que exista un mar entre España y América no debe impedir ver el sistema como una totalidad: la formación económico social americana ostentaba el dominio del modo de producción feudal, el cual impregnaba el resto de las relaciones de explotación y las subordinaba a su propia lógica de acumulación. Por lo tanto, no puede decirse que antes y después de la Revolución los que dominaban sean los mismos, ya que los hacendados no ocupaban los principales cargos de poder.
Para intentar fundamentar la nula participación de las masas, nuestros críticos citan a Gervasio Posadas quien explica que él, aparentemente, no se habría enterado de los acontecimientos de la Semana de Mayo. Por lo que se habría tratado de una conspiración hecha por unos pocos. El problema es que se lee sólo unos extractos y se la trabaja sin los recaudos necesarios. Por ejemplo, hay que realizar una simple distinción entre una crónica (contemporánea a los hechos) y una memoria (una mirada retrospectiva). La Autobiografía de Posadas es una memoria escrita en junio de 1829, casi 20 años después de la revolución. Por lo tanto, no puede tomarse como si fuera una crónica. El autor es hostil a la revolución y a sus consecuencias. Como él mismo señala: “Yo fui rodeado de los honores de la proscripción de un arresto con prisiones y hasta del secuestro de mis bienes […] He tenido que vender y deshacerme de todas mis propiedades para pagar mi empeño”4. Por último, escribe en un momento en que las autoridades piden “orden”. Por lo tanto, hay que tomar en cuenta que va a tratar de despegarse de todo lo que remita a revolución. Decir que no se enteró, es una forma de hacerlo.
No obstante, tampoco es sincero cuando afirma que nada sabía, ya que una vez adentrado en la coyuntura, reconoce que el 22 de mayo tuvo una “acalorada” discusión con un capitán de milicias, en casa de un amigo. Allí, Posadas le espetó: “que nada me gustaba [las novedades], que habiéndose depuesto dos virreyes, desobedecido otro por la ciudad de Montevideo y su gobernador Elío, se habían de seguir deponiendo y desobedeciendo otros muchos gobiernos”5. Es decir, lejos de un escenario tranquilo, el autor reconoce un clima de crisis política general. Incluso, se refiere expresamente a la participación de las masas cuando señala que el 25 de mayo se produjo por la “conmoción y gritería en el cuartel de Patricios”6. Ya en 1811, habla de “la pueblada o primera montonera del 5 y 6 de abril”7.
Estas reflexiones obedecen a un escenario en el que se desarrolla un proceso revolucionario. En Buenos Aires, las masas estaban armadas y encuadradas en milicias, donde elegían a sus oficiales en asambleas. Existían cuerpos milicianos integrados por negros, pardos y mulatos libres. Más de 8.000 personas se encontraban armadas. Para el 25 de mayo, los milicianos estaban acuartelados y esperaban la orden de los comandantes para entrar en acción. Así lo hicieron saber estos, quienes advirtieron que “el pueblo y las tropas estaban en terrible fermentación”8.
Por último, los compañeros entienden que en aquella época el “latifundio” era contraproducente para el desarrollo, porque activaba la especulación e impedía la inversión. La evidencia muestra que fueron las grandes unidades productivas las que permitieron un crecimiento de la producción y posicionaron a la región en el mercado mundial. Además, habilitaron la creación del saladero, establecimientos de elaboración de la carne que ocupaban peones constantemente, lo que da muestras del desarrollo de las fuerzas productivas en la región. El error de los compañeros consiste en creer en el mito del desarrollo “farmer”, que es eso: un mito. En EE.UU. el desarrollo del capitalismo requirió, al revés de lo que se cree, la expropiación de los pequeños productores9.
Para fundamentar su hipótesis de la “dependencia”, apelan al comercio como un determinante estructural. El hecho de que el comercio haya sido en mayor medida con Inglaterra, no habla de una dependencia que ubica a la argentina como “semi-colonia”. De hecho, es falso que solo se haya comerciado con Inglaterra, las cifras muestran que en 1824 Inglaterra compraba el 60% de las exportaciones pecuarias. Cifra alta, pero no se corresponde con un monopolio.
El método de Marx
La discusión permite examinar un problema común al trotskismo argentino: la apelación a la cita de autoridad como elemento para resolver un debate, un método propio de la teología. Se ha abandonado el socialismo científico en favor del “copiar-pegar”. No se produce conocimiento genuino, ya que nadie se toma el trabajo de investigar la realidad argentina. No es que no puedan o no tengan capacidades. Simplemente, no creen que sea necesario. Esto los lleva a reducir el marxismo al acto de repetir sagradas escrituras. En vez de hacer honor a toda una rica tradición de intelectuales revolucionarios, que dedicaron su vida a comprender el mundo en que vivían, se niega esta herencia, eligiendo el camino de la religión.
Notas:
3 Véase la entrevista al historiador Charles Post en esta misma edición.
4 Posadas, Gervasio: Autobiografía, en Biblioteca de Mayo, Senado de la Nación, Buenos Aires, 1961, t. II, p. 1469.
5 Ibídem, p. 1410.
6 Ídem.
7 Ídem.
8 Acuerdo del Cabildo del 25 de Mayo, en 25 de Mayo. Testimonios-Juicios-Documentos, Eudeba, Buenos Aires, 1968p. 272.
9 Véase Kullikoff, Allan: “Transition to Capitalism in Rural America”, en The William and Mary Quarterly, Tercera serie, Vol. 46, nº 1, enero, 1989.